DOMINGO III DE PASCUA (CICLO C) Oficio propio del Domingo III de Pascua, del Salterio(Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas - Laudes - Tercia - Sexta - Nona - Vísperas - Completas)
PROGRAMA PARROQUIAL:DOMINGO, 04 DE MAYOPARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo III de Pascua (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo III de Pascua (a las 12.30 h.).
PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo III de Pascua (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo III de Pascua (a las 12.30 h.).
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El Cardenal Vicario para la Diócesis de Roma, en la Misa del tercero de los novendiales en sufragio del Papa Francisco, indica a los cardenales electores la tarea de buscar un pastor que sepa “discernir y ordenar” las reformas y procesos iniciados por el Pontífice argentino, y en esto sin seguir “conveniencias mundanas” y “pretensiones ideológicas que desgarran la unidad de las vestiduras de Cristo”
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El cónclave para elegir al 267º Sucesor de Pedro comenzará el miércoles 7 de mayo, tras la conclusión de las Misas de sufragio por el eterno descanso del difunto Papa Francisco, así lo decidieron los Cardenales reunidos en la V Congregación General de esta mañana
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ADORACIÓN PERPETUA
ADORACIÓN PERPETUA
DEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO
Parroquia Ntra. Sra. de la MercedInstituto del Verbo EncarnadoCapilla "San Ignacio de Loyola"(Manresa, España)
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"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)
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SANTORAL DE HOY
El santo del día en 1 minuto:
Elogio: En Lorch, en la región del Nórico, cerca del Danubio, san Florián, mártir, que durante la persecución bajo Diocleciano, y por orden del gobernador Aquilino, fue arrojado desde el puente al río Enns con una piedra atada al cuello.Patronazgos: patrono de la Alta Austria, Bolonia, Cracovia y otras ciudades, y en Alemania del Departamento de Bomberos (Floriansjünger); de los alfareros, toneleros, herreros, deshollinadores, fabricantes de jabón, viticultores y cerveceros. Protector contra la sequía, la infertilidad de los campos, quemaduras, incendios y tormentas.Tradiciones, refranes, devociones: En la cripta de la colegiata de San Florián, cerca de Linz, se conserva y venera la rueda de molino a la que habría sido atado san Florian.
Santos Agapio, Secundino, y compañeros, mártires
En Cirta, población de Numidia, conmemoración de los santos mártires Agapio y Secundino, obispos, los cuales, después de un prolongado destierro en dicha ciudad, llegaron a ser mártires gloriosos a causa de su condición episcopal durante la persecución llevada a cabo bajo el emperador Valeriano, en la que se pretendía suscitar el furor de los gentiles para poner a prueba la fe de los justos. Fueron también martirizados con ellos san Emiliano, soldado, santas Tertula y Antonia, vírgenes consagradas a Dios, y una mujer con sus hijos gemelos. († 258/259)
Santa Antonina, mártir
En Nicea, en Bitinia, santa Antonina, mártir, que fue cruelmente torturada y atormentada con distintos suplicios, luego estuvo tres días colgada y después encarcelada durante dos años. Por último, bajo el gobernador Prisciliano y por la confesión de su fe en Cristo, fue quemada viva. († s. III/IV)
Santos Silvano, obispo y treinta y nueve compañeros, mártires
En las minas de Fennes, en Palestina, donde estaban condenados, san Silvano, obispo de Gaza, y treinta y nueve compañeros, mártires, todos ellos coronados con el suplicio durante la misma persecución, al ser decapitados por orden del César Maximino Daya. († c. 304)
Beato Ladislao de Gielniow, religioso presbítero
En Varsovia, en Polonia, beato Ladislao de Gielniow, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que predicaba con fervor extraordinario la Pasión del Señor y la celebraba con piadosos himnos. († 1505)
Santos Juan Houghton, Roberto Lawrence y compañeros, mártires
En Londres, en Inglaterra, santos Juan Houghton, Roberto Lawrence y Agustín Webster, presbíteros y mártires, priores respectivamente de las cartujas de Londres, Beauvalle y Axholme, y san Ricardo Reynolds, de la Orden de Santa Brígida, todos los cuales, durante el reinado de Enrique VIII, y después de haber profesado valerosamente la fe de los Padres, fueron arrastrados vivos hasta el lugar de su suplicio en Tyburn, donde perecieron ahorcados juntamente con el beato Juan Halle, presbítero, párroco de la cercana localidad de Isleworth. († 1535)
Beato Juan Martín Moyë, presbítero y fundador
En Tréveris, en Alemania, beato Juan Martín Moyë, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, que en la localidad de Lorena, en Francia, fundó el Instituto de Hermanas de la Divina Providencia, y en China reunió en régimen de vida común a unas vírgenes dedicadas a la enseñanza. Se mostró siempre inflamado por el celo de las almas, aún después de verse obligado a abandonar su patria durante la Revolución Francesa. († 1793)
Beato Victor Emilio Moscoso Cárdenas, presbítero y mártir
En Riobamba, provincia de Chimborazo, Ecuador, beato Victor Emilio Moscoso Cárdenas, presbítero y mártir. († 1897)
Santos Agapio, Secundino, y compañeros, mártires
En Cirta, población de Numidia, conmemoración de los santos mártires Agapio y Secundino, obispos, los cuales, después de un prolongado destierro en dicha ciudad, llegaron a ser mártires gloriosos a causa de su condición episcopal durante la persecución llevada a cabo bajo el emperador Valeriano, en la que se pretendía suscitar el furor de los gentiles para poner a prueba la fe de los justos. Fueron también martirizados con ellos san Emiliano, soldado, santas Tertula y Antonia, vírgenes consagradas a Dios, y una mujer con sus hijos gemelos. († 258/259)
Santa Antonina, mártir
En Nicea, en Bitinia, santa Antonina, mártir, que fue cruelmente torturada y atormentada con distintos suplicios, luego estuvo tres días colgada y después encarcelada durante dos años. Por último, bajo el gobernador Prisciliano y por la confesión de su fe en Cristo, fue quemada viva. († s. III/IV)
Santos Silvano, obispo y treinta y nueve compañeros, mártires
En las minas de Fennes, en Palestina, donde estaban condenados, san Silvano, obispo de Gaza, y treinta y nueve compañeros, mártires, todos ellos coronados con el suplicio durante la misma persecución, al ser decapitados por orden del César Maximino Daya. († c. 304)
Beato Ladislao de Gielniow, religioso presbítero
En Varsovia, en Polonia, beato Ladislao de Gielniow, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que predicaba con fervor extraordinario la Pasión del Señor y la celebraba con piadosos himnos. († 1505)
Santos Juan Houghton, Roberto Lawrence y compañeros, mártires
En Londres, en Inglaterra, santos Juan Houghton, Roberto Lawrence y Agustín Webster, presbíteros y mártires, priores respectivamente de las cartujas de Londres, Beauvalle y Axholme, y san Ricardo Reynolds, de la Orden de Santa Brígida, todos los cuales, durante el reinado de Enrique VIII, y después de haber profesado valerosamente la fe de los Padres, fueron arrastrados vivos hasta el lugar de su suplicio en Tyburn, donde perecieron ahorcados juntamente con el beato Juan Halle, presbítero, párroco de la cercana localidad de Isleworth. († 1535)
Beato Juan Martín Moyë, presbítero y fundador
En Tréveris, en Alemania, beato Juan Martín Moyë, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, que en la localidad de Lorena, en Francia, fundó el Instituto de Hermanas de la Divina Providencia, y en China reunió en régimen de vida común a unas vírgenes dedicadas a la enseñanza. Se mostró siempre inflamado por el celo de las almas, aún después de verse obligado a abandonar su patria durante la Revolución Francesa. († 1793)
Beato Victor Emilio Moscoso Cárdenas, presbítero y mártir
En Riobamba, provincia de Chimborazo, Ecuador, beato Victor Emilio Moscoso Cárdenas, presbítero y mártir. († 1897)
LITURGIA DE HOY
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
Los "meses de María"
190. Con respecto a la práctica de un "mes de María", extendida en varias Iglesias tanto de Oriente como de Occidente, se pueden recordar algunas orientaciones fundamentales.
En Occidente, los meses dedicados a la Virgen, nacidos en una época en la que no se hacía mucha referencia a la Liturgia como forma normativa del culto cristiano, se han desarrollado de manera paralela al culto litúrgico. Esto ha originado, y también hoy origina, algunos problemas de índole litúrgico-pastoral que se deben estudiar cuidadosamente.
191. En el caso de la costumbre occidental de celebrar un "mes de María" en Mayo (en algunos países del hemisferio sur en Noviembre), será oportuno tener en cuenta las exigencias de la Liturgia, las expectativas de los fieles, su maduración en la fe, y estudiar el problema que suponen los "meses de María" en el ámbito de la pastoral de conjunto de la Iglesia local, evitando situaciones de conflicto pastoral que desorienten a los fieles, como sucedería, por ejemplo, si se tendiera a eliminar el "mes de Mayo".
Con frecuencia, la solución más oportuna será armonizar los contenidos del "mes de María" con el tiempo del Año litúrgico. Así, por ejemplo, durante el mes de Mayo, que en gran parte coincide con los cincuenta días de la Pascua, los ejercicios de piedad deberán subrayar la participación de la Virgen en el misterio pascual (cfr. Jn 19,25-27) y en el acontecimiento de Pentecostés (cfr. Hech 1,14), que inaugura el camino de la Iglesia: un camino que ella, como partícipe de la novedad del Resucitado, recorre bajo la guía del Espíritu. Y puesto que los "cincuenta días" son el tiempo propicio para la celebración y la mistagogia de los sacramentos de la iniciación cristiana, los ejercicios de piedad del mes de Mayo podrán poner de relieve la función que la Virgen, glorificada en el cielo, desempeña en la tierra, "aquí y ahora", en la celebración de los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía.
En definitiva, se deberá seguir con diligencia la directriz de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la necesidad de que "el espíritu de los fieles se dirija sobre todo, a las fiestas del Señor, en las cuales se celebran los misterios de salvación durante el curso del año", misterios a los cuales está ciertamente asociada santa María Virgen.
Una oportuna catequesis convencerá a los fieles de que el domingo, memoria semanal de la Pascua, es "el día de fiesta primordial". Finalmente, teniendo presente que en la Liturgia Romana las cuatro semanas de Adviento constituyen un tiempo mariano armónicamente inscrito en el Año litúrgico, se deberá ayudar a los fieles a valorar convenientemente las numerosas referencias a la Madre del Señor, presentes en todo este periodo.
LITURGIA DE HOY
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
Los "meses de María"
190. Con respecto a la práctica de un "mes de María", extendida en varias Iglesias tanto de Oriente como de Occidente, se pueden recordar algunas orientaciones fundamentales.
En Occidente, los meses dedicados a la Virgen, nacidos en una época en la que no se hacía mucha referencia a la Liturgia como forma normativa del culto cristiano, se han desarrollado de manera paralela al culto litúrgico. Esto ha originado, y también hoy origina, algunos problemas de índole litúrgico-pastoral que se deben estudiar cuidadosamente.
191. En el caso de la costumbre occidental de celebrar un "mes de María" en Mayo (en algunos países del hemisferio sur en Noviembre), será oportuno tener en cuenta las exigencias de la Liturgia, las expectativas de los fieles, su maduración en la fe, y estudiar el problema que suponen los "meses de María" en el ámbito de la pastoral de conjunto de la Iglesia local, evitando situaciones de conflicto pastoral que desorienten a los fieles, como sucedería, por ejemplo, si se tendiera a eliminar el "mes de Mayo".
Con frecuencia, la solución más oportuna será armonizar los contenidos del "mes de María" con el tiempo del Año litúrgico. Así, por ejemplo, durante el mes de Mayo, que en gran parte coincide con los cincuenta días de la Pascua, los ejercicios de piedad deberán subrayar la participación de la Virgen en el misterio pascual (cfr. Jn 19,25-27) y en el acontecimiento de Pentecostés (cfr. Hech 1,14), que inaugura el camino de la Iglesia: un camino que ella, como partícipe de la novedad del Resucitado, recorre bajo la guía del Espíritu. Y puesto que los "cincuenta días" son el tiempo propicio para la celebración y la mistagogia de los sacramentos de la iniciación cristiana, los ejercicios de piedad del mes de Mayo podrán poner de relieve la función que la Virgen, glorificada en el cielo, desempeña en la tierra, "aquí y ahora", en la celebración de los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía.
En definitiva, se deberá seguir con diligencia la directriz de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la necesidad de que "el espíritu de los fieles se dirija sobre todo, a las fiestas del Señor, en las cuales se celebran los misterios de salvación durante el curso del año", misterios a los cuales está ciertamente asociada santa María Virgen.
Una oportuna catequesis convencerá a los fieles de que el domingo, memoria semanal de la Pascua, es "el día de fiesta primordial". Finalmente, teniendo presente que en la Liturgia Romana las cuatro semanas de Adviento constituyen un tiempo mariano armónicamente inscrito en el Año litúrgico, se deberá ayudar a los fieles a valorar convenientemente las numerosas referencias a la Madre del Señor, presentes en todo este periodo.
Misa del Domingo (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. Pasc. LECC.: vol. I (C).
- Hch 5, 27b-32. 40b-41. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo.
- Sal 29. R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
- Ap 5, 11-14. Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riqueza.
- Jn 21, 1-19. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Los apóstoles conservan la alegría ante la persecución porque saben que están obedeciendo a Dios a través del Espíritu Santo. Jesús resucitado es el Cordero degollado al que se le ha dado todo poder sobre el pecado y sobre la muerte. Jesús resucitado realiza una pesca milagrosa con sus discípulos y al terminar come con ellos, lo mismo que hizo en los primeros momentos de su misión en Galilea. El secreto de la misión de la Iglesia, la comunidad de Jesús, está en reconocerlo a él como Señor en medio de la eucaristía y de la misión, una misión que pone todo el cuidado para que no se rompa la red y no se pierda ningún pez.
- Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 5 de mayo, pág. 293.
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Aleluya.
Se dice Gloria.
al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu,
para que todo el que se alegra ahora
de haber recobrado la gloria de la adopción filial,
ansíe el día de la resurrección
con la esperanza cierta de la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURATestigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 27b-32. 40b-41EN AQUELLOS DÍAS, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles, diciendo
«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».
Pedro y los apóstoles replicaron:
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b [R.: 2a])
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
O bien: Aleluya.
V. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
V. Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
V. Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
SEGUNDA LECTURA
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riquezaLectura del libro del Apocalipsis 5, 11-14YO, JUAN, miré, y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los vivientes y de los ancianos, y eran miles de miles, miríadas de miríadas, y decían con voz potente:
«Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza».
Y escuché a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo cuanto hay en ellos—, que decían:
«Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos». Y los cuatro vivientes respondían:
«Amén».
Y los ancianos se postraron y adoraron.Palabra de Dios.
Aleluya
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas,y se ha compadecido del género humano. R./
EVANGELIO (forma larga)Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado
✠
Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19
EN AQUEL TIEMPO, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez:
«¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».
Palabra del Señor.
EVANGELIO (forma breve)Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado
✠
Lectura del santo Evangelio según san Juan 21,1-14
EN AQUEL TIEMPO, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
El los contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Papa Francisco
SANTA MISA. HOMILÍA. Sofía, Bulgaria. Domingo, 5 de mayo de 2019Queridos hermanos y hermanas, Cristo ha resucitado, ¡Christos vozkrese!Es maravilloso el saludo con el que los cristianos de vuestro país comparten la alegría del Resucitado durante el tiempo pascual.Todo el episodio que hemos escuchado, que se narra al final de los Evangelios, nos permite sumergirnos en esta alegría que el Señor nos envía a “contagiar”, recordándonos tres realidades estupendas que marcan nuestra vida de discípulos: Dios llama, Dios sorprende, Dios ama.Dios llama. Todo sucede en las orillas del lago de Galilea, allí donde Jesús había llamado a Pedro. Lo había llamado a dejar su oficio de pescador para convertirse en pescador de hombres (cf. Lc 5,4-11). Ahora, después de todo el camino recorrido, después de la experiencia de ver morir al Maestro y a pesar del anuncio de su resurrección, Pedro vuelve a la vida de antes: «Me voy a pescar», dice. Los otros discípulos no se quedan atrás: «Vamos también nosotros contigo» (Jn 21,3). Parece que dan un paso atrás; Pedro vuelve a tomar las redes, a las que había renunciado por Jesús. El peso del sufrimiento, de la desilusión, incluso de la traición se había convertido en una piedra difícil de remover en el corazón de los discípulos; heridos todavía bajo el peso del dolor y la culpa, la buena nueva de la Resurrección no había echado raíces en su corazón. El Señor sabe lo fuerte que es para nosotros la tentación de volver a las cosas de antes. En la Biblia, las redes de Pedro, como las cebollas de Egipto, son símbolo de la tentación de la nostalgia del pasado, de querer recuperar algo que se había querido dejar. Frente a las experiencias de fracaso, dolor e incluso de que las cosas no resulten como se esperaban, siempre aparece una sutil y peligrosa tentación que invita a desanimarse y bajar los brazos. Es la psicología del sepulcro que tiñe todo de resignación, haciendo que nos apeguemos a una tristeza dulzona que, como polilla, corroe toda esperanza. Así se gesta la mayor amenaza que puede arraigarse en el seno de una comunidad: el gris pragmatismo de la vida, en la que todo procede aparentemente con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad (cf. Exhort. apost. Evangelii gaudium, 83).Pero precisamente allí, en el fracaso de Pedro, llega Jesús, comienza de nuevo, con paciencia sale a su encuentro y le dice «Simón» (v. 15): era el nombre de la primera llamada. El Señor no espera situaciones ni estados de ánimo ideales, los crea. No espera encontrarse con personas sin problemas, sin desilusiones, sin pecados o limitaciones. Él mismo enfrentó el pecado y la desilusión para ir al encuentro de todo viviente e invitarlo a caminar. Hermanos, el Señor no se cansa de llamar. Es la fuerza del Amor que ha vencido todo pronóstico y sabe comenzar de nuevo. En Jesús, Dios busca dar siempre una posibilidad. Lo hace así también con nosotros: nos llama cada día a revivir nuestra historia de amor con Él, a volver a fundarnos en la novedad, que es Él mismo. Todas las mañanas, nos busca allí donde estamos y nos invita «a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no para la tierra; para las alturas de la vida, no para las bajezas de la muerte» y nos invita a no buscar «entre los muertos al que vive» (Homilía de la Vigilia Pascual, 20 abril 2019). Cuando lo acogemos, subimos más alto, abrazamos nuestro futuro más hermoso, no como una posibilidad sino como una realidad. Cuando la llamada de Jesús es la que orienta nuestra vida, el corazón se rejuvenece.Dios sorprende. Es el Señor de las sorpresas que no sólo invita a sorprenderse sino a realizar cosas sorprendentes. El Señor llama y, al encontrar a los discípulos con sus redes vacías, les propone algo insólito: pescar de día, algo más bien extraño en aquel lago. Les devuelve la confianza poniéndolos en movimiento y lanzándolos nuevamente a arriesgar, a no dar nada ni, especialmente, nadie por perdido. Es el Señor de las sorpresas que rompe los encierros paralizantes devolviendo la audacia capaz de superar la sospecha, la desconfianza y el temor que se esconden detrás del “siempre se hizo así”. Dios sorprende cuando llama e invita a lanzar mar adentro en la historia no solamente las redes, sino a nosotros mismos y a mirar la vida, a mirar a los demás e incluso a nosotros mismos con sus mismos ojos porque «en el pecado, él ve hijos que hay que elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación, corazones para consolar. No tengas miedo, por tanto: el Señor ama tu vida, incluso cuando tienes miedo de mirarla y vivirla» (ibíd.).Llegamos así a la tercera certeza de hoy. Dios llama, Dios sorprende porque Dios ama. Su lenguaje es el amor. Por eso pide a Pedro y nos pide a nosotros que sintonicemos con su mismo lenguaje: «¿Me amas?». Pedro acoge la invitación y, después de tanto tiempo pasado con Jesús, comprende que amar quiere decir dejar de estar en el centro. Ahora ya no comienza desde sí mismo, sino desde Jesús: «Tú conoces todo» (Jn 21,17), responde. Se reconoce frágil, comprende que no puede seguir adelante sólo con sus fuerzas. Y se funda en el Señor, en la fuerza de su amor, hasta el extremo. Esta es nuestra fuerza, que cada día estamos invitados a renovar: el Señor nos ama. Ser cristiano es una invitación a confiar que el amor de Dios es más grande que toda limitación o pecado. Uno de los grandes dolores y obstáculos que experimentamos hoy, no nace tanto de comprender que Dios sea amor, sino de que hemos llegado a anunciarlo y testimoniarlo de tal manera que para muchos este no es su nombre. Dios es amor, un amor que se entrega, llama y sorprende.He aquí el milagro de Dios que, si nos dejamos guiar por su amor, hace de nuestras vidas obras de arte. Tantos testigos de la Pascua en esta tierra bendita han realizado obras maestras magníficas, inspirados por una fe sencilla y un gran amor. Entregando la vida, fueron signos vivientes del Señor sabiendo superar la apatía con valentía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes que se les presentaban (cf. Exhort. apost. postsin. Christus vivit, 174). Hoy estamos invitados a mirar y descubrir lo que el Señor hizo en el pasado para lanzarnos con Él hacia el futuro sabiendo que, en el acierto o en el error, siempre volverá a llamarnos para invitarnos a tirar las redes. Lo que les dije a los jóvenes en la Exhortación que escribí recientemente, deseo decirlo también a vosotros. Una Iglesia joven, una persona joven, no por edad sino por la fuerza del Espíritu, nos invita a testimoniar el amor de Cristo, un amor que apremia y que nos lleva a ser luchadores por el bien común, servidores de los pobres, protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir las patologías del individualismo consumista y superficial. Enamorados de Cristo, testigos vivos del Evangelio en cada rincón de esta ciudad (cf. ibíd., 174-175). No tengáis miedo de ser los santos que esta tierra necesita, una santidad que no os quitará fuerza, no os quitará vida o alegría; sino más bien todo lo contrario, porque vosotros y los hijos de esta tierra llegareis a ser lo que el Padre soñó cuando os creó (cf. Exhort. apost. Gaudete et exsultate, 32).Llamados, sorprendidos y enviados por amor.
* * *
Del papa Benedicto XVIHomilía 18 abril 2010En este momento, la alegría del tiempo pascual llena nuestros corazones, porque estamos celebrando la victoria de Cristo, la victoria de la vida sobre el pecado y la muerte. Es una alegría que transforma nuestras vidas y nos llena de esperanza en el cumplimiento de las promesas de Dios. Cristo ha resucitado, ¡aleluya!Os exhorto a seguir haciéndolo así. No todo lo que el mundo de hoy propone es digno de ser asumido por el pueblo maltés. Muchas voces tratan de convencernos de dejar de lado nuestra fe en Dios y su Iglesia, y elegir por nosotros mismos los valores y las creencias con que vivir. Nos dicen que no tenemos necesidad de Dios o de la Iglesia. Cuando nos sentimos tentados de darles crédito, hemos de recordar el episodio que nos narra el Evangelio de hoy, cuando los discípulos, todos ellos pescadores expertos, habiendo bregado toda la noche, no consiguieron un solo pez. Después, presentándose en la orilla, Jesús les dijo dónde echar las redes y la pesca fue tan grande que apenas podían sacarla. Abandonados a sí mismos, sus esfuerzos resultaron inútiles; cuando Jesús se puso a su lado, lograron una multitud de peces. Mis queridos hermanos y hermanas, si ponemos nuestra confianza en el Señor y seguimos sus enseñanzas, obtendremos siempre grandes frutos. (...)Más que cualquier bagaje que podamos tener con nosotros –nuestros logros humanos, nuestras posesiones, nuestra tecnología–, lo que nos da la clave de nuestra felicidad y realización humana es nuestra relación con el Señor. Y él nos llama a una relación de amor. Recordad la pregunta que hizo por tres veces a Pedro en la orilla del lago: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Basándose en la respuesta afirmativa de Pedro, Jesús le encomienda una tarea, la tarea de apacentar su rebaño. Aquí vemos el fundamento de todo ministerio pastoral en la Iglesia. Nuestro amor por el Señor es lo que debe dirigir todos los aspectos de nuestra predicación y enseñanza, nuestra celebración de los sacramentos y nuestra preocupación por el Pueblo de Dios. Nuestro amor por el Señor es lo que nos impulsa a amar a quienes él ama, y a aceptar de buen grado la tarea de comunicar su amor a quienes servimos. Durante la Pasión de nuestro Señor, Pedro lo negó tres veces. Ahora, después de la resurrección, Jesús lo insta por tres veces a confesar su amor, ofreciendo así el perdón y la salvación, y confiándole al mismo tiempo la misión. La pesca milagrosa pone de manifiesto que los Apóstoles dependían de Dios para el éxito de sus proyectos en la tierra. El diálogo entre Pedro y Jesús subraya la necesidad de la misericordia divina para curar sus heridas espirituales, las heridas del pecado. En cada ámbito de nuestras vidas, necesitamos la ayuda de la gracia de Dios. Con él, podemos hacer todo; sin él no podemos hacer nada. (...)En este año dedicado a la celebración del gran don del sacerdocio, quisiera dirigir una palabra particular a los sacerdotes aquí presentes. Dun Ġorġ fue un sacerdote de extraordinaria humildad, bondad, mansedumbre y generosidad, profundamente dedicado a la oración y lleno de pasión por comunicar las verdades del Evangelio. Que os sirva de modelo e inspiración en vuestros esfuerzos por cumplir la misión recibida de apacentar la grey del Señor. Recordad también la pregunta que el Resucitado hizo por tres veces a Pedro: “¿Me amas?” Esta es la pregunta que hace a cada uno de vosotros. ¿Lo amáis? ¿Queréis servirle con la entrega de toda vuestra vida? ¿Deseáis guiar a los otros para que lo conozcan y lo amen? Como Pedro, tened el valor de responder: “Sí, Señor, tú sabes que te amo”; y acoged con gratitud la hermosa tarea que él os ha asignado. La misión confiada al sacerdote es verdaderamente un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere entrar en el mundo (cf. Homilía, 24 de abril de 2005).Al mirar ahora a mi alrededor la gran multitud reunida aquí, en Floriana, para la celebración de la Eucaristía, vuelvo a pensar en la escena descrita en la segunda lectura de hoy, en la cual millares de millares unieron sus voces en un gran canto de alabanza: “Al que se sienta en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Ap 5,13).Seguid cantando este himno, como alabanza al Señor resucitado y como acción de gracias por sus innumerables dones.
Monición al CredoSe dice Credo. Puede introducirse con la siguiente monición.Al recitar el Credo, proclamemos con gozo el Misterio pascual, que es el núcleo de nuestra fe.
Oración de los fieles (Año C)
Oremos a Dios Padre, que en Cristo resucitado nos da la vida en plenitud.- Por la Iglesia, que en diversos países sufre persecución por el Evangelio, para que, obedeciendo a Dios antes que a los hombres, sepa dar testimonio gozoso de Jesucristo. Roguemos al Señor.- Por los que se ganan el sustento en trabajos penosos y difíciles, para que su trabajo sea debidamente valorado, y se sientan comprendidos y agradecidos. Roguemos al Señor.- Por los creyentes que hacen presente a la Iglesia en el mundo del trabajo, para que sepan dar testimonio de Cristo en sus ambientes. Roguemos al Señor.- Por nosotros, aquí reunidos, para que podamos reconocer al Señor, como el discípulo amado junto al lago de Galilea. Roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor, y ten piedad de nosotros,
por Jesucristo, tu Hijo, a quien has exaltado como Jefe y Salvador.
A Él la gloria por los siglos de los siglos.
«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».
Pedro y los apóstoles replicaron:
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b [R.: 2a])
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
O bien: Aleluya.
V. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
V. Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
V. Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riqueza
«Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza».
Y escuché a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo cuanto hay en ellos—, que decían:
«Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos». Y los cuatro vivientes respondían:
«Amén».
Y los ancianos se postraron y adoraron.
Aleluya
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas,y se ha compadecido del género humano. R./
EVANGELIO (forma larga)Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado
✠
✠
Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19
EN AQUEL TIEMPO, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez:
«¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».
Palabra del Señor.
EVANGELIO (forma breve)Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado
✠
Lectura del santo Evangelio según san Juan 21,1-14
EN AQUEL TIEMPO, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
El los contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
SANTA MISA. HOMILÍA. Sofía, Bulgaria. Domingo, 5 de mayo de 2019
Escúchanos, Señor, y ten piedad de nosotros,
por Jesucristo, tu Hijo, a quien has exaltado como Jefe y Salvador.
A Él la gloria por los siglos de los siglos.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
RECIBE, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante,
y a quien diste motivo de tanto gozo
concédele disfrutar de la alegría eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
y a quien diste motivo de tanto gozo
concédele disfrutar de la alegría eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
El misterio pascual
El misterio pascual
En verdad es justo y necesario,es nuestro deber y salvaciónglorificarte siempre, Señor;pero más que nunca en esta noche (este día) (este tiempo)en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Corderoque quitó el pecado del mundo;muriendo destruyó nuestra muerte,y resucitando restauró la vida.
Por eso,con esta efusión de gozo pascual,el mundo entero se desborda de alegríay también los coros celestiales,los ángeles y los arcángeles,cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comuniónAño A: Cf. Lc 24, 35Los discípulos reconocieron al Señor Jesús al partir el pan. Aleluya.
Año B: Cf. Lc 24, 46-47Convenía que el Mesías padeciera, resucitara de entre los muertos al tercer día y, en su nombre, se proclamara la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos. Aleluya.
Año C: Cf. Jn 21, 12-13Jesús dijo a sus discípulos: «Vamos, almorzad». Y tomó el pan y se lo dio. Aleluya.
Oración después de la comuniónMIRA, Señor, con bondad a tu pueblo
y, ya que has querido renovarlo
con estos sacramentos de vida eterna,
concédele llegar a la incorruptible resurrección
de la carne que habrá de ser glorificada.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se puede utilizar la fórmula de bendición solemne (n. 8).
Antífona de comunión
Año B: Cf. Lc 24, 46-47
Oración después de la comunión
y, ya que has querido renovarlo
con estos sacramentos de vida eterna,
concédele llegar a la incorruptible resurrección
de la carne que habrá de ser glorificada.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se puede utilizar la fórmula de bendición solemne (n. 8).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que iban de camino y los reprendió por su resistencia en creer. Sus corazones, por Él iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras» (San León Magno).
«El encuentro con Dios en la oración, mediante la lectura de la Biblia y en la vida fraterna os ayudará a conocer mejor al Señor y vosotros mismos, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para vuestras vidas» (Francisco).
«Los evangelios son el corazón de todas las Escrituras ‘por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador’ (Concilio Vaticano II)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 125).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que iban de camino y los reprendió por su resistencia en creer. Sus corazones, por Él iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras» (San León Magno).
«El encuentro con Dios en la oración, mediante la lectura de la Biblia y en la vida fraterna os ayudará a conocer mejor al Señor y vosotros mismos, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para vuestras vidas» (Francisco).
«Los evangelios son el corazón de todas las Escrituras ‘por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador’ (Concilio Vaticano II)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 125).