14 de julio - DOMINGO DE LA XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)


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"para que cuantos más reciban la gracia,
mayor sea el agradecimiento,
para gloria de Dios" (2Co 4,15)

¡Gracias!




 DOMINGO DE LA XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
 Oficio del Domingo de la Semana III del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo III: Oficio de Lecturas Laudes Tercia - 
 Sexta - Nona Vísperas - Completas)
 



PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 14 DE JULIO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la XV Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.).

- Rezo del Santo Rosario (20.00 h.) y Eucaristía del Domingo de la XV Semana del Tiempo Ordinario (a las 20.30 h.): Segundo Día de Triduo en honor a Ntra. Sra. del Carmen predicado por D. Manuel Orta Gotor.

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la XV Semana del Tiempo Ordinario  (a las 12.30 h.).








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NOTICIAS DE ACTUALIDAD


(14.07.2024)









Portada

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Muere Toni Matas, gigante informático entregado a la evangelización: un emotivo «In memoriam»
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SANTORAL DE HOY


Elogio: San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en la región italiana de los Abruzos, y desde la adolescencia siguió la carrera militar y se dejó arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y despreocupada, pero, convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los enfermos en los hospitales de los incurables, a los que servía como al mismo Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Orden de Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos.

Patronazgos: patrono de trabajadores de la salud y hospitales, protector de enfermos y moribundos.

Refieren a este santo: San José de Calasanz, Beato Luis Tezza.

Oración

Oh Dios, que has enaltecido a san Camilo de Lelis con el carisma singular del amor a los enfermos, infunde en nosotros, por su intercesión, el espíritu de tu caridad, para que, sirviéndote en nuestros hermanos, podamos llegar seguros a ti en la hora de la muerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

 

San Optaciano de Brescia, obispo

En Brescia, en la región de Venecia, san Optaciano, obispo, que subscribió las cartas sinodales sobre la fe católica respecto a la Encarnación enviadas por Eusebio, obispo de Milán, al papa san León.

San Madelgario, monje

En Soignies, de Brabante, en Austrasia, san Vicente o Madelgario, que, con el consentimiento de su esposa santa Valtrudis, abrazó la vida monástica y, según cuenta la tradición, fundó dos monasterios.

San Marchelmo, monje y presbítero

En Deventer, de Frisia, san Marchelmo, presbítero y monje, anglosajón de origen y discípulo desde su juventud de san Wilibrordo, al que acompañó en los trabajos que este emprendió por Cristo.

Beato Hroznata, monje mártir

En Stáry Kynsperk, lugar cercano a la ciudad de Egres, en Bohemia, beato Hroznata, mártir, que, al fallecer su esposa y su hijo, dejó la corte ducal e ingresó en el monasterio premonstratense de Tepla, y por defender los derechos de este monasterio fue capturado por unos malhechores, que lo dejaron morir de hambre.

Santa Tuscana, viuda

En Verona, en los confines de la región de Venecia, santa Tuscana, que, muerto su esposo, distribuyó todos sus bienes entre los pobres y se dedicó incesantemente en la Orden de San Juan de Jerusalén al cuidado de los enfermos.

Beata Angelina de Marsciano, viuda y fundadora

En Foligno, de la Umbría, beata Angelina de Marsciano, que, al quedar viuda, se consagró durante cincuenta años a servir a Dios y al prójimo, e inició una Congregación de Hermanas de la Tercera Orden Regular de San Francisco de clausura para la formación de la juventud femenina.

Beato Gaspar de Bono, religioso presbítero

En Valencia, ciudad de España, beato Gaspar de Bono, presbítero de la Orden de los Mínimos, que abandonó las armas de un príncipe terreno para militar a las órdenes de Cristo Rey y rigió la provincia hispana de dicha Orden con celo, prudencia y caridad.

San Francisco Solano, religioso presbítero

En Lima, ciudad del Perú, san Francisco Solano, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que para la salvación de las almas recorrió en todas direcciones América meridional, y enseñó, con su palabra y su testimonio, la novedad de la vida cristiana a los indios y a los mismos colonizadores españoles.

Beato Ghebre Miguel, presbítero y mártir

En Cerecca-Ghebaba, pueblo de Etiopía, beato Ghebre Miguel, esto es, «Siervo Miguel», presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que buscando en sus estudios y en la oración la verdadera fe, la encontró uniéndose a la Iglesia católica. Por ello sufrió primero cárceles, y luego, custodiado por soldados y cargados sus pies con pesadas cadenas, fue obligado a caminar durante trece meses, fustigado continuamente, hasta que falleció consumido por la sed y el hambre.

Beato Ricardo Langhorne, mártir  

En Londres, en Inglaterra, beato Ricardo Langhorne, mártir, insigne jurista, que, acusado de traición, bajo el rey Carlos II fue condenado a la pena capital y entregó su alma a Dios en el patíbulo de Tyburn.

San Juan Wang Guixin, mártir

En la ciudad de Nangong, en la provincia china de Hebei, san Juan Wang Guixin, mártir, que en la persecución desencadenada por los Yihetuan prefirió morir por Cristo antes que manchar su pureza con una leve mentira.


LITURGIA DE HOY 

Misa del Domingo (verde).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.

LECC.: vol. I (B).

- Am 7, 12-15. Ve, profetiza a mi pueblo.

- Sal 84. R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

- Ef 1, 3-14. Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo.

- Mc 6, 7-13. Los fue enviando.

Jesús, siguiendo el estilo de los antiguos profetas como Amós, recorre los pueblos predicando la buena noticia del Reino. Jesús vivió en medio de la gente, y quiso que sus discípulos hicieran lo mismo. Enseñó el camino que lleva a Dios y expulsó los demonios que paralizaban a tanta gente, que les sometían en su dignidad de hijos de Dios. Jesús levantó a tanta gente caída y marginada y enseñó que el amor de Dios nos salva. Nos enseñó a vivir este amor viviendo como Él. No se habla de una doctrina nueva, sino de Jesús, en su nombre, cumpliendo cuanto en él se significa.

® Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 15 de julio, pág. 419.

CALENDARIOS: Religiosos Camilos: San Camilo de Lelis, presbítero (S).


RITOS INICIALES

Antífona de entrada Cf. Sal 16, 15
Yo aparezco ante ti con la justicia, y me saciaré mientras se manifestará tu gloria.

Gloria.

Oración colecta
OH, Dios, que muestras la luz de tu verdad
a los que andan extraviados
para que puedan volver al camino,
concede a todos los que se profesan cristianos
rechazar lo que es contrario a este nombre
y cumplir cuanto en él se significa.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Ve, profetiza a mi pueblo
Lectura de la profecía de Amós 7, 12-15
EN AQUELLOS DÍAS, Amasías, sacerdote de Betel, dijo a Amos:
«Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino».
Pero Amos respondió a Amasías:
«Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicómoros.
Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “Ve, profetiza a mi pueblo Israel”».
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14 (R: 8)
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
V/. La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
V/. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R/.


SEGUNDA LECTURA
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-14
BENDITO sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él, por su sangre, tenemos la redención,
el perdón de los pecados,
conforme a la riqueza de la gracia
que en su sabiduría y prudencia
ha derrochado sobre nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad:
el plan que había proyectado realizar por Cristo,
en la plenitud de los tiempos:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
En él hemos heredado también
los que ya estábamos destinados por decisión
del que lo hace todo según su voluntad,
para que seamos alabanza de su gloria
quienes antes esperábamos en el Mesías.
En él también vosotros,
después de haber escuchado la palabra de la verdad
—el evangelio de vuestra salvación—,
creyendo en él
habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo prometido.
Él es la prenda de nuestra herencia, mientras llega la redención del pueblo de su propiedad,
para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.


Aleluya Cf. Ef 1, 17-18

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza
a la que nos llama. R/.


EVANGELIO
Los fue enviando

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13

EN AQUEL TIEMPO, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y decía:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos».

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Palabra del Señor.



DOMINGO DE LA XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

Hoy no podemos por menos de pararnos en la carta de S. Pablo a los Efesios. Nos quedamos con alguna de las afirmaciones del Apóstol:

Él (el Padre) nos eligió en la Persona de Cristo -antes de crear el mundo- para que fuésemos consagrados e irreprochables ante Él por el amor. Él nos ha destinado en la Persona de Cristo –por pura iniciativa suya- a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

¡Qué bonito es ver cómo la realización de la salvación y nuestro papel en la misma, responde a un proyecto, a un plan de Dios, que predispone todo para su gloria; aunque, por bondad suya, hará que coincida su gloria con nuestra salvación. Nuestro sí a sus planes será indispensable, pero manteniéndonos en nuestra condición de criaturas dóciles a los proyectos del Creador.

Hay que saborear el gran momento de la Encarnación. Dejémonos conducir por la fe sabrosa e iluminada que nos hace vivir, fuera del espacio y del tiempo, el encuentro de Dios con el hombre realizado una vez para siempre: Dios ya es Hombre y el Hombre ya es Dios. Entremos en este idilio de la mano de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia en su libro Luz en la noche (Opúsculo nº 3):

Alma de Cristo, esposa de la segunda Persona de la adorable Trinidad, ¡desde el primer instante de tu ser contemplabas la vida divina! ¡No hay velos para el alma del Verbo Encarnado! ¡No hay velos para que Tú, Esposo mío, contemples las excelencias infinitas de tu misma Persona! ¡No hay velos para la humanidad de Cristo, por la cual y mediante su desposorio hipostático, se rasgaría el velo del Seno del Padre para que todos los hombres, pasada la prueba, pudiéramos entrar en ese seno adorable que tú, por tu unión hipostática, nos abrirías! ¡No hay velos para la esposa del Verbo Encarnado, porque, en la Mirada infinita del fecundo Padre, desde el primer instante de su ser, intuía, se saturaba, se profundizaba y penetraba en los arcanos misteriosos del ser de Dios!

La mirada de Cristo, perdida en la Mirada del Padre, contemplaba en su mirar el Ser infinito de su serse glorioso. ¡Qué transportes de amor al saborear, en ese solo mirar eterno del Padre fecundo, las riquezas interminables e insospechadas de las excelencias del ser divino...! ¡Cómo, abismada en la contemplación excelsa de Dios, romperías en un ¡Santo! eterno, y cómo, en esa mirada, te perderías en un éxtasis ininterrumpido de amor y saturación suprema en el seno de la Trinidad...!

¿Cómo podrán mis labios humanos expresar tu éxtasis eterno ante la contemplación de Dios? ¿Cómo podré expresar con mis rudas palabras los arcanos misteriosos y las honduras insondables en las cuales tu limpia y penetrante mirada se hundía? ¿Cómo podré yo decir, en mi decir limitado y finito, oh humanidad de Cristo, tu decir, como fruto de tu contemplación, en tu misma Persona?

¡Dite Tú, oh Verbo de la Vida, en mi ser de virgen enamorada, para yo poder decir algo del gozo casi infinito que saturaba tu alma!

El mismo Padre, que no tiene ninguna complacencia fuera de su Verbo, te ha regalado en posesión eterna y en donación total, el día de tus bodas, su misma Mirada, con la cual tú, como cosa tuya, puedes contemplar sin velos su misma hermosura infinita.

También te ha dado su mismo serse eterno para que tú lo poseas; y en su mismo serse, has recibido como regalo el mismo ser de Dios por participación.

Y por si era poco, como regalo de bodas, te ha dado el Dios altísimo que los hombres sean, en ti y por ti, «dioses e hijos todos del Altísimo»3.

¡Día de la Encarnación...! Día de regalos, de fiestas, de bodas eternas entre el Creador y la criatura...

El Creador regala a su criatura tan infinitamente, que ésta, delirante de amor, rompiendo por su misma Persona en un Cántico infinito, canta el Cántico nuevo, el Cántico magno, en un jubiloso grito de participación; y, en este Canto, le dice al Padre todo lo glorioso, lo infinito, lo fecundo y lo Padre que se es.

Naturaleza humana de Cristo, perdida, abismada, regalada y enjoyada por toda la complacencia del Dios altísimo que amorosamente se vuelca sobre ti, ¿qué pensarías al verte así enaltecida? ¡Qué júbilo-amor te traspasaría en las letificantes llamas del Espíritu Santo...! ¡Cómo, ante la impotencia de tu limitado ser, en participación del serse infinito, pondrías tu boca en la boca del Verbo, para reventar infinitamente en un Cántico de amor y de alabanza al Ser divino...! Sí, ¡cómo, abrazada y unida hipostáticamente al Verbo infinito, valiéndote de tu Persona, reventarías, cantando de amor, en una explosión gloriosa; desahogarías toda tu exigencia de cantar a Dios, y descansarías al ver que, en tu misma Persona, le cantabas infinitamente, le cantabas el Cántico nuevo, el Cántico magno que solamente Dios puede cantarse...!

¡Cristo mío, cantas al Padre en tu Persona la Canción infinita de serse glorioso que Él sólo puede cantarse en su Verbo!

¡Qué abrazo el de la humanidad de Cristo con el Verbo de la Vida...! ¡Qué coloquios de amor en desposorio eterno, abrasada en las impetuosas llamas del Espíritu Santo que la envolvían, la saturaban y unían al Verbo, su Esposo...!

¡Cómo delirante de alegría, adherida a todos los movimientos del Verbo, no tendrías más vivir que su vivir, y por exigencia de tu unión con Él, no podías hacer otra cosa que la que Él hacía...! Y, como fruto de tu contemplación con el Padre y de tu canción con el Verbo, abrasada en las impetuosas llamas del Espíritu Santo, tú reventabas en el Verbo, cantándole al Padre, y el Verbo reventaba a través de ti cantándole a los hombres. Y no sólo Tú, Cristo mío, le cantas siendo Hombre a Dios como el mismo Dios, sino que cantas infinitamente, como Dios, a los hombres.

¡Cristo mío...! ¡Puente único por donde los hombres van a Dios y por donde Dios se da a los hombres...! [...]4

¡Ya tiene Dios, sí, ya tiene Dios un Hombre que, siendo Hombre, es Dios...!

¡Ya tiene Dios un Hombre que, siendo Dios, es Hombre...!

¡Ya tiene el cielo un Hombre que es el Verbo de la Vida...!

¡Ya tiene la tierra, en un Hombre, al Verbo del Padre...! [...]

3 Sal 82, 6. 4 Con este signo se indica la supresión de trozos más o menos amplios que no se juzga oportuno publicar en vida de la autora.

Desde esta perspectiva podemos valorar las afirmaciones de S. Pablo viéndonos metidos por nuestra inserción en Cristo en la participación del vivir profundo al que estamos llamados. La Divinidad impregna a la humanidad de Cristo, pero nosotros estamos vinculados de tal manera con Cristo que se realiza en nosotros como una nueva encarnación. Nuestra pobre naturaleza humana ha quedado enriquecida entrando también nosotros a formar parte de la Familia Divina.

Con Cristo, por Él y en Él –como repetimos en la Santa Misa- le damos gloria, reconociendo su gloria esencial y con Él y en Él, también le damos la gloria accidental de poderse gozar –el que es bueno- entrándonos en su gozo.

¡Los planes de Dios tan maravillosos y tan desconocidos y menospreciados por los hombres!

 
Se dice Credo.


LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas

MIRA Señor, los dones de tu Iglesia suplicante
y concede que sean recibidos
para crecimiento en santidad de los creyentes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio
El misterio de la salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión Cf. Sal 83, 4-5

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.

 O bien: Cf. Jn 6, 56

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él, dice el Señor.


Oración después de la comunión

DESPUÉS de recibir estos dones,
te pedimos, Señor,
que aumente el fruto de nuestra salvación
con la participación frecuente en este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Enseñar a alguien para traerlo a la fe es tarea de todo predicador e incluso de todo creyente» (Santo Tomás de Aquino).

«[Jesús les] habla de las sanaciones de las enfermedades, también de expulsar los demonios, o sea, limpiar los ojos del alma que están oscurecidos por las ideologías, y que por ello no pueden ver a Dios» (Benedicto XVI).

«‘Cristo, realiza su función profética [de enseñanza] no sólo a través de la jerarquía sino también por medio de los laicos. Él los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra’ (Concilio Vaticano II)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 904).


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