PROGRAMA PARROQUIAL:DOMINGO, 13 DE AGOSTOPARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo de la XIX Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo de la XIX Semana del Tiempo Ordinario (a las 12.30 h.).
PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo de la XIX Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
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Las cartas del Padre Pio (para cada día):
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La única Prelatura Personal existente por ahora es la del Opus Dei, ya reformada con el Motu Proprio de julio de 2022 "Ad charisma tuendum". Una nueva adaptación de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium.
Resumen de la JMJ Lisboa 2023
Presentamos a continuación todos los discursos y encuentrosdel Papa en la JMJ Lisboa 2023
12. Encuentro Vocacional JMJ 2023,
Camino neocatecumenal
13. Catequesis Kiko Arguello JMJ 2023 -
Camino neocatecumenal
14. Intervención del P. Mario JMJ 2023 -
Camino neocatecumenal
15. Intervención de Ascensión JMJ 2023 -
Camino neocatecumenal
SANTORAL DE HOY
Elogio:
Santos mártires Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero, que, deportados al
mismo tiempo a Cerdeña, ambos afrontaron allí una condena común y fueron
ceñidos, según la tradición, con una única corona. Sus cuerpos, finalmente,
fueron trasladados a Roma, el primero al cementerio de Calixto, y el segundo al
cementerio de la vía Tiburtina.
Refieren
a este santo: San Calixto I, San Ceferino, San Cornelio, San Urbano I.
San Casiano de Ímola, mártir
En
Foro Cornelio, actual Ímola, en la provincia de Flaminia, san Casiano, mártir,
que, por negarse a adorar a los ídolos, fue entregado a los niños de quienes
era maestro, para que le torturasen hasta la muerte con punzones, y así
resultara tanto más duro el dolor de su martirio, cuanto más débiles fuesen las
manos que se lo causaban. († c. 300)
San Antíoco de Lyon, obispo
En
Lyon, en la Galia, san Antioco, obispo, que, todavía presbítero, afrontó un
largo viaje para ir a visitar a su obispo san Justo, que moraba por entonces en
un eremo en Egipto. († c. 500)
Santa Radegunda, reina
En
Poitiers, de Aquitania, santa Radegunda, reina de los francos, quien, viviendo
todavía su esposo el rey Clotario, recibió el velo sagrado de religiosa y
sirvió a Cristo en el monasterio de la Santa Cruz de Poitiers, que ella misma
había mandado construir, bajo la Regla de san Cesáreo de Arlés. († 587)
San Máximo el Confesor, abad
En la
fortaleza de Suania (Schemaris), en la ribera del Hippi, en las montañas del
Cáucaso, muerte de san Máximo el Confesor, abad de Crisópolis, cerca de
Constantinopla, insigne por su doctrina y su celo por la verdad católica, que
por haber combatido con valentía contra los monotelitas, sufrió, bajo el
emperador herético Constante, la amputación de la mano derecha y, tras una dura
prisión y crueldades de todo tipo, fue desterrado junto con dos discípulos,
ambos llamados Anastasio, a la región de Lazica, en donde entregó su alma a
Dios. († 662)
San Vigberto, abad y presbítero
En
Fritzlar, en Hesse, de Austrasia, san Vigberto, presbítero y abad, a quien san
Bonifacio encomendó el cuidado del monasterio del lugar. († c. 739)
Beata Gertrudis, abadesa
En el
cenobio de Aldenburg, en la región de Wetzlar, en Alemania, beata Gertrudis,
abadesa de la Orden Premonstratense, que, siendo todavía una niña, fue ofrecida
a Dios por su madre santa Isabel, reina de Hungría, en este lugar. († 1297)
Beatos Patricio O’Healy y Connon O’Rourke,
religiosos mártires
En
Kilmallock, en Irlanda, beatos Patricio O'Healy, obispo de Meath, y Connor
O'Rourke, presbítero, ambos de la Orden de los Hermanos Menores, que por no
haber ocultado su condición de sacerdotes, fueron condenados a muerte y
ejecutados en el patíbulo. († 1579)
Beato Guillermo Freeman, presbítero y mártir
En
Warwick, en Inglaterra, beato Guillermo Freeman, presbítero y mártir, que,
condenado a muerte durante el reinado de Isabel I tan sólo por el hecho de ser
sacerdote, ante el patíbulo entonó el himno Te Deum y, con ánimo decidido,
afrontó el suplicio del martirio. († 1595)
San Juan Berchmans, religioso
En
Roma, san Juan Berchmans, religioso de la Orden de la Compañía de Jesús, que,
amadísimo por todos por su sincera piedad, caridad auténtica y alegría
constante, murió serenamente después de una breve enfermedad. († 1621)
Beato Marcos de Aviano Cristofori, religioso
presbítero
En
Viena, en Austria, beato Marcos de Aviano (Carlos Domingo) Cristofori,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, el cual, sapiente
predicador de la palabra de Dios, se interesó admirablemente por los pobres y
enfermos, solicitando a los poderosos de todo el mundo que antepusieran la fe y
la paz a cualquier otra empresa o interés. († 1699)
Beato Pedro Gabilhaud, presbítero y
mártir
En el
brazo de mar que se extiende frente a la costa de Rochefort, en Francia, beato
Pedro Gabilhaud, presbítero y mártir, que, por su condición de sacerdote,
durante la Revolución Francesa fue encarcelado en una nave convertida en
prisión, donde murió consumido por el hambre y la enfermedad. († 1794)
San Benildo Romançon, religioso
En el
lugar de Sangues, cerca de Puy-en-Vélay, también en Francia, san Benildo
(Pedro) Romançon, del Instituto de Hermanos de las Escuelas Cristianas, que
dedicó su vida a la formación de los jóvenes. († 1862)
Beatos Secundino María Ortega García y
diecinueve compañeros, religiosos mártires
En
Barbastro, cerca de Huesca, en la región de Aragón, en España, beatos Secundino
María Ortega García, presbítero, y diecinueve compañeros, mártires, los cuales,
religiosos de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de
María, en el furor de la persecución contra la Iglesia sufrieron la muerte por
odio a la fe. Son sus nombres: Beatos Javier Luis Bandrés Jiménez, José
Brengaret Pujol, Manuel Buil Lalueza, Antonio Calvo Calvo, Tomás Capdevila
Miró, Esteban Casadevall Puig, Eusebio Codina Millá, Juan Codinach Tuneu,
Antonio María Dalmau Rosich, Juan Echarri Vique, Pedro García Bernal, Alfonso
Miguel Garriga, Hilario María Llorente Martín, Ramón Novich Rabionet, Salvador
Pigem Serra, José María Ormo Seró, Teodoro Ruiz de Larrinaga García, Juan
Sánchez Munárriz, Manuel Torras Sais, estudiantes. († 1936)
Beato Juan Agramunt Riera, presbítero y
mártir
En la
población de Almazora, en la provincia de Castellón, también en España, beato
Juan Agramunt Riera, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de las
Escuelas Pías, mártir durante la misma persecución. († 1936)
Beato Modesto García Martí, presbítero y
mártir
En el
municipio de Albocácer, de nuevo en la provincia valenciana de Castellón, beato
Modesto García Martí, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos
y mártir, que, en la persecución contra la fe, completó con el martirio su plan
de vida. († 1936)
Beato José Bonet Nadal, presbítero y mártir
En
Barcelona, otra vez en España, beato José Bonet Nadal, presbítero de la
Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que consumó su combate por la fe
durante la citada persecución. († 1936)
Beatos Josep Tàpies y seis compañeros,
presbíteros y mártires
En la
diócesis de Urgell, España, beatos Josep Tàpies y seis compañeros, presbíteros
y mártires. Son sus nombres: beatos Rdo. Josep Tàpies i Sirvant, Rdo. Pascual
Araguàs i Guàrdia, Rdo. Silvestre Arnau i Pasqüet, Rdo. Josep Boher i Foix,
Rdo. Francesc Castells i Brenuy, Rdo. Pere Martret i Moles, Rdo. Josep-Joan
Perot i Juanmartí. († 1936)
Beato Agustí de Montclar de Donzell,
presbítero y mártir
En
Pedralbes, Barcelona, beato Agustí de Montclar de Donzell (Josep Alsina Casas),
presbítero, capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra
Civil. († 1936)
Beato Mariano Mullerat y Soldevila,
mártir
En El
Pla, cerca de Arbeca, Lleida, beato Mariano Mullerat y Soldevila, médico
mártir, que vivió la caridad evangélica en su vida matrimonial y en su
profesión, y murió por el testimonio de Cristo en la cruel persecución
religiosa que acompañó a la Guerra Civil española. († 1936)
Beato Jacobo Gapp, presbítero y mártir
En
Berlín, en el lugar llamado Plötzensee, en Alemania, beato Jacobo Gapp,
presbítero de la Compañía de María y mártir, que, con firmeza de ánimo,
proclamó que los criminales proyectos de un régimen militar enemigo de la
dignidad humana estaban en total desacuerdo con la doctrina cristiana, y a causa
de ello, sometido a persecución, se dirigió a Francia y a España en calidad de
exiliado, pero, apresado con engaños por unos emisarios, murió finalmente
decapitado tras crueles torturas. († 1943)
LITURGIA DE HOY
Elogio: Santos mártires Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero, que, deportados al mismo tiempo a Cerdeña, ambos afrontaron allí una condena común y fueron ceñidos, según la tradición, con una única corona. Sus cuerpos, finalmente, fueron trasladados a Roma, el primero al cementerio de Calixto, y el segundo al cementerio de la vía Tiburtina.
Refieren
a este santo: San Calixto I, San Ceferino, San Cornelio, San Urbano I.
San Casiano de Ímola, mártir
En
Foro Cornelio, actual Ímola, en la provincia de Flaminia, san Casiano, mártir,
que, por negarse a adorar a los ídolos, fue entregado a los niños de quienes
era maestro, para que le torturasen hasta la muerte con punzones, y así
resultara tanto más duro el dolor de su martirio, cuanto más débiles fuesen las
manos que se lo causaban. († c. 300)
San Antíoco de Lyon, obispo
En
Lyon, en la Galia, san Antioco, obispo, que, todavía presbítero, afrontó un
largo viaje para ir a visitar a su obispo san Justo, que moraba por entonces en
un eremo en Egipto. († c. 500)
Santa Radegunda, reina
En
Poitiers, de Aquitania, santa Radegunda, reina de los francos, quien, viviendo
todavía su esposo el rey Clotario, recibió el velo sagrado de religiosa y
sirvió a Cristo en el monasterio de la Santa Cruz de Poitiers, que ella misma
había mandado construir, bajo la Regla de san Cesáreo de Arlés. († 587)
San Máximo el Confesor, abad
En la
fortaleza de Suania (Schemaris), en la ribera del Hippi, en las montañas del
Cáucaso, muerte de san Máximo el Confesor, abad de Crisópolis, cerca de
Constantinopla, insigne por su doctrina y su celo por la verdad católica, que
por haber combatido con valentía contra los monotelitas, sufrió, bajo el
emperador herético Constante, la amputación de la mano derecha y, tras una dura
prisión y crueldades de todo tipo, fue desterrado junto con dos discípulos,
ambos llamados Anastasio, a la región de Lazica, en donde entregó su alma a
Dios. († 662)
San Vigberto, abad y presbítero
En
Fritzlar, en Hesse, de Austrasia, san Vigberto, presbítero y abad, a quien san
Bonifacio encomendó el cuidado del monasterio del lugar. († c. 739)
Beata Gertrudis, abadesa
En el
cenobio de Aldenburg, en la región de Wetzlar, en Alemania, beata Gertrudis,
abadesa de la Orden Premonstratense, que, siendo todavía una niña, fue ofrecida
a Dios por su madre santa Isabel, reina de Hungría, en este lugar. († 1297)
Beatos Patricio O’Healy y Connon O’Rourke,
religiosos mártires
En
Kilmallock, en Irlanda, beatos Patricio O'Healy, obispo de Meath, y Connor
O'Rourke, presbítero, ambos de la Orden de los Hermanos Menores, que por no
haber ocultado su condición de sacerdotes, fueron condenados a muerte y
ejecutados en el patíbulo. († 1579)
Beato Guillermo Freeman, presbítero y mártir
En
Warwick, en Inglaterra, beato Guillermo Freeman, presbítero y mártir, que,
condenado a muerte durante el reinado de Isabel I tan sólo por el hecho de ser
sacerdote, ante el patíbulo entonó el himno Te Deum y, con ánimo decidido,
afrontó el suplicio del martirio. († 1595)
San Juan Berchmans, religioso
En
Roma, san Juan Berchmans, religioso de la Orden de la Compañía de Jesús, que,
amadísimo por todos por su sincera piedad, caridad auténtica y alegría
constante, murió serenamente después de una breve enfermedad. († 1621)
Beato Marcos de Aviano Cristofori, religioso
presbítero
En
Viena, en Austria, beato Marcos de Aviano (Carlos Domingo) Cristofori,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, el cual, sapiente
predicador de la palabra de Dios, se interesó admirablemente por los pobres y
enfermos, solicitando a los poderosos de todo el mundo que antepusieran la fe y
la paz a cualquier otra empresa o interés. († 1699)
Beato Pedro Gabilhaud, presbítero y
mártir
En el
brazo de mar que se extiende frente a la costa de Rochefort, en Francia, beato
Pedro Gabilhaud, presbítero y mártir, que, por su condición de sacerdote,
durante la Revolución Francesa fue encarcelado en una nave convertida en
prisión, donde murió consumido por el hambre y la enfermedad. († 1794)
San Benildo Romançon, religioso
En el
lugar de Sangues, cerca de Puy-en-Vélay, también en Francia, san Benildo
(Pedro) Romançon, del Instituto de Hermanos de las Escuelas Cristianas, que
dedicó su vida a la formación de los jóvenes. († 1862)
Beatos Secundino María Ortega García y
diecinueve compañeros, religiosos mártires
En
Barbastro, cerca de Huesca, en la región de Aragón, en España, beatos Secundino
María Ortega García, presbítero, y diecinueve compañeros, mártires, los cuales,
religiosos de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de
María, en el furor de la persecución contra la Iglesia sufrieron la muerte por
odio a la fe. Son sus nombres: Beatos Javier Luis Bandrés Jiménez, José
Brengaret Pujol, Manuel Buil Lalueza, Antonio Calvo Calvo, Tomás Capdevila
Miró, Esteban Casadevall Puig, Eusebio Codina Millá, Juan Codinach Tuneu,
Antonio María Dalmau Rosich, Juan Echarri Vique, Pedro García Bernal, Alfonso
Miguel Garriga, Hilario María Llorente Martín, Ramón Novich Rabionet, Salvador
Pigem Serra, José María Ormo Seró, Teodoro Ruiz de Larrinaga García, Juan
Sánchez Munárriz, Manuel Torras Sais, estudiantes. († 1936)
Beato Juan Agramunt Riera, presbítero y
mártir
En la
población de Almazora, en la provincia de Castellón, también en España, beato
Juan Agramunt Riera, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de las
Escuelas Pías, mártir durante la misma persecución. († 1936)
Beato Modesto García Martí, presbítero y
mártir
En el
municipio de Albocácer, de nuevo en la provincia valenciana de Castellón, beato
Modesto García Martí, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos
y mártir, que, en la persecución contra la fe, completó con el martirio su plan
de vida. († 1936)
Beato José Bonet Nadal, presbítero y mártir
En
Barcelona, otra vez en España, beato José Bonet Nadal, presbítero de la
Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que consumó su combate por la fe
durante la citada persecución. († 1936)
Beatos Josep Tàpies y seis compañeros,
presbíteros y mártires
En la
diócesis de Urgell, España, beatos Josep Tàpies y seis compañeros, presbíteros
y mártires. Son sus nombres: beatos Rdo. Josep Tàpies i Sirvant, Rdo. Pascual
Araguàs i Guàrdia, Rdo. Silvestre Arnau i Pasqüet, Rdo. Josep Boher i Foix,
Rdo. Francesc Castells i Brenuy, Rdo. Pere Martret i Moles, Rdo. Josep-Joan
Perot i Juanmartí. († 1936)
Beato Agustí de Montclar de Donzell,
presbítero y mártir
En
Pedralbes, Barcelona, beato Agustí de Montclar de Donzell (Josep Alsina Casas),
presbítero, capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra
Civil. († 1936)
Beato Mariano Mullerat y Soldevila,
mártir
En El
Pla, cerca de Arbeca, Lleida, beato Mariano Mullerat y Soldevila, médico
mártir, que vivió la caridad evangélica en su vida matrimonial y en su
profesión, y murió por el testimonio de Cristo en la cruel persecución
religiosa que acompañó a la Guerra Civil española. († 1936)
Beato Jacobo Gapp, presbítero y mártir
En Berlín, en el lugar llamado Plötzensee, en Alemania, beato Jacobo Gapp, presbítero de la Compañía de María y mártir, que, con firmeza de ánimo, proclamó que los criminales proyectos de un régimen militar enemigo de la dignidad humana estaban en total desacuerdo con la doctrina cristiana, y a causa de ello, sometido a persecución, se dirigió a Francia y a España en calidad de exiliado, pero, apresado con engaños por unos emisarios, murió finalmente decapitado tras crueles torturas. († 1943)
LITURGIA DE HOY
Misa del Domingo (verde).
Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.LECC.: vol. I (A).- 1 Re 19, 9a. 11-13a. Permanece de pie en el monte ante el Señor.
- Sal 84. R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
- Rom 9, 1-5. Desearía ser un proscrito por el bien de mis hermanos.
- Mt 14, 22-33. Mándame ir a ti sobre el agua.En el Evangelio de hoy, como tantas otras veces, vemos que la actividad de Jesús iba siempre acompañada de tiempo de oración a solas. Toda una lección para nosotros que, por olvidarla, convertimos el apostolado en puro activismo, más propio de una ONG. Después, Jesús fue a reunirse con los discípulos que estaban en medio del lago en una madrugada tormentosa; y el fuerte viento se calmó cuando él dejó de andar por las aguas y subió a la barca. Al profeta Elías Dios le habló en la paz de un susurro (1 Lect). Busquemos a Dios en la paz de una oración sosegada.- Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.Martirologio: elogs. del 14 de agosto, pág. 487.
- Sal 84. R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
- Rom 9, 1-5. Desearía ser un proscrito por el bien de mis hermanos.
- Mt 14, 22-33. Mándame ir a ti sobre el agua.
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Monición de entrada
Con el profeta Elías, comprendemos que la presencia de Dios es variada, no es única. Dios se manifiesta a quien quiere y como quiere. A algunos se les ha manifestado en el fuego, en el trueno, como en la gran teofanía del Sinaí (en nuestro texto se le llama Horeb). A otros se les ha manifestado en el dolor máximo, en la pérdida de un familiar o en accidentes fatales. Lo importante es saber esperar el tiempo de Dios, el tiempo oportuno (kairos), para estar atentos a su llamada y hacer su voluntad. Dios estaba en el “sonido suave y delicado”. Preparemos el corazón para disponerlo a oír la voz de Dios y aceptar su presencia.
El dolor que Pablo nos relata y siente es provocado por el desconocimiento que sus hermanos de raza tienen de Jesús, su Señor. Es un dolor y también una inquietud, qué hacer por ellos para que se acerquen al Dios verdadero manifestado en Cristo Jesús; él estaría dispuesto a cambiar su suerte para que los otros que son sus hermanos también alaben al Dios que está por encima de todo, incluso por sobre toda ley, alianza. Siente la necesidad imperiosa de hacer algo para divulgar el nombre de su Dios. A nosotros se nos ha confiado la evangelización de los pueblos, ¿qué hacemos por los que tenemos a nuestro lado, les hablamos de Jesús? ¿Sentimos la misma inquietud de san Pablo?
Continúa y termina la multiplicación de los panes, pero el evangelista avanza para mostrarnos que Jesús es mucho más que alguien que puede dar de comer. Sube al cerro y se retira de entre la gente para orar. Los discípulos no están con Él, están en la barca y en medio de las olas y el viento fuerte (tormenta). Que desesperación nos viene cuando los problemas de la vida nos abaten, nos desesperamos y gritamos a Dios, que venga en nuestro auxilio. Él se nos ha aparecido tantas veces y no lo reconocemos igual que sus discípulos, desconfiamos de su presencia y gritamos “¡es un fantasma!” y nos da miedo, y el miedo paraliza, ata y nos impide reconocerlo cuando se nos manifiesta de una manera totalmente diferente. El evangelista nos invita a reconocerlo y a hacer más grande la fe, especialmente cuando sentimos que no contamos con su presencia y nos sentimos abandonados. Digamos entonces con sus discípulos: realmente eres Hijo de Dios.
Antífona de entrada Cf. Sal 73, 20. 19. 22. 23
Acuérdate, Señor, de tu alianza, y no olvides para siempre a tus pobres. Levántate, Señor, defiende tu causa y no desoigas el clamor de los que te invocan.
Gloria
Oración colectaDios todopoderoso y eterno,
a quien, movidos por el Espíritu Santo,
nos animamos a llamar Padre;
confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos,
para que podamos entrar en la herencia prometida.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Monición de entrada
Con el profeta Elías, comprendemos que la presencia de Dios es variada, no es única. Dios se manifiesta a quien quiere y como quiere. A algunos se les ha manifestado en el fuego, en el trueno, como en la gran teofanía del Sinaí (en nuestro texto se le llama Horeb). A otros se les ha manifestado en el dolor máximo, en la pérdida de un familiar o en accidentes fatales. Lo importante es saber esperar el tiempo de Dios, el tiempo oportuno (kairos), para estar atentos a su llamada y hacer su voluntad. Dios estaba en el “sonido suave y delicado”. Preparemos el corazón para disponerlo a oír la voz de Dios y aceptar su presencia.
El dolor que Pablo nos relata y siente es provocado por el desconocimiento que sus hermanos de raza tienen de Jesús, su Señor. Es un dolor y también una inquietud, qué hacer por ellos para que se acerquen al Dios verdadero manifestado en Cristo Jesús; él estaría dispuesto a cambiar su suerte para que los otros que son sus hermanos también alaben al Dios que está por encima de todo, incluso por sobre toda ley, alianza. Siente la necesidad imperiosa de hacer algo para divulgar el nombre de su Dios. A nosotros se nos ha confiado la evangelización de los pueblos, ¿qué hacemos por los que tenemos a nuestro lado, les hablamos de Jesús? ¿Sentimos la misma inquietud de san Pablo?
Continúa y termina la multiplicación de los panes, pero el evangelista avanza para mostrarnos que Jesús es mucho más que alguien que puede dar de comer. Sube al cerro y se retira de entre la gente para orar. Los discípulos no están con Él, están en la barca y en medio de las olas y el viento fuerte (tormenta). Que desesperación nos viene cuando los problemas de la vida nos abaten, nos desesperamos y gritamos a Dios, que venga en nuestro auxilio. Él se nos ha aparecido tantas veces y no lo reconocemos igual que sus discípulos, desconfiamos de su presencia y gritamos “¡es un fantasma!” y nos da miedo, y el miedo paraliza, ata y nos impide reconocerlo cuando se nos manifiesta de una manera totalmente diferente. El evangelista nos invita a reconocerlo y a hacer más grande la fe, especialmente cuando sentimos que no contamos con su presencia y nos sentimos abandonados. Digamos entonces con sus discípulos: realmente eres Hijo de Dios.
Antífona de entrada Cf. Sal 73, 20. 19. 22. 23
Acuérdate, Señor, de tu alianza, y no olvides para siempre a tus pobres. Levántate, Señor, defiende tu causa y no desoigas el clamor de los que te invocan.
Gloria
a quien, movidos por el Espíritu Santo,
nos animamos a llamar Padre;
confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos,
para que podamos entrar en la herencia prometida.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURAPermanece de pie en el monte ante
el SeñorLectura
del primer libro de los Reyes 19, 9a. 11-13a EN
AQUELLOS DÍAS, cuando Elías llegó hasta el Horeb, el monte de Dios, se
introdujo en la cueva y pasó la noche. Le llegó la palabra del Señor, que le
dijo:
«Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor».
Entonces
pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba
las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor. Después del
huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del
terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor.
Después
del fuego, el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con
el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva.Palabra
de Dios.
Salmo responsorial Sal 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14 (R: 8)R/. Muéstranos, Señor, tu
misericordia
y danos tu salvación.V/. Voy
a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios
anuncia la paz
a su
pueblo y a sus amigos».
La
salvación está cerca de los que lo temen,
y la
gloria habitará en nuestra tierra. R/.V/. La
misericordia y la fidelidad se encuentran,
la
justicia y la paz se besan;
la
fidelidad brota de la tierra,
y la
justicia mira desde el cielo. R/.V/. El
Señor nos dará la lluvia,
y
nuestra tierra dará su fruto.
La
justicia marchará ante él,
y sus
pasos señalarán el camino. R/.
SEGUNDA LECTURADesearía ser un proscrito por el
bien de mis hermanosLectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 9,
1-5
HERMANOS:
Digo
la verdad en Cristo, no miento —mi conciencia me atestigua que es así, en el
Espíritu Santo—: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón;
pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis
hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a ellos
pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de
la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el
Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los
siglos. Amén.
Palabra
de Dios.
Aleluya Cf. Sal 129, 5R/. Aleluya, aleluya,
aleluya.V/. Espero
en el Señor,espero en su palabra. R/.
EVANGELIOMándame ir a ti sobre el aguaLectura
del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-33
╬ DESPUÉS de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a
que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él
despedía a la gente.
Y
después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la
noche estaba allí solo.
Mientras
tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el
viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando
sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron
de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús
les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro
le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le
dijo:
«Ven».
Pedro
bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al
sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida
Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En
cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los
de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».Palabra
del Señor.
DOMINGO
DE LA XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)
Hoy
vamos a contemplar el hecho yo diría simpático de Jesús calmando la
tempestad y poniendo a prueba la fe de sus discípulos y de Pedro. Deja que se
vayan, sube al monte a orar a solas, y pasadas unas horas, se les aparece
andando sobre el mar.
¡Cuántos
milagros para lograr convencer a sus discípulos!. Acaba de realizar el milagro
de la multiplicación de los panes y los peces y ahora juega un poco
con los suyos: los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se asustaron y
gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Después
vendrá la espontaneidad de Pedro, sus titubeos y su humildad al pedir
enseguida: Señor, sálvame.
Los
rasgos humanos de Jesús a veces los olvidamos y nos hace mucho bien pensar en
ellos. Es verdadero Dios y reafirmar esta realidad es su deseo en muchos de sus
milagros y en este de una manera especial al demostrar su dominio sobre los
elementos al andar sobre el mar; pero también es verdadero hombre y lo
demuestra con su delicadeza al despedir a la gente admirada y
agradecida. Lo demuestra con este detalle de unirse a los suyos milagrosamente
y sorprendiéndoles de esta manera ingeniosa y humana...
Los
sentimientos humanos de Cristo los perdemos de vista muchas veces y
prescindimos de ellos. Jesús es sensible a nuestras delicadezas y sufre
ciertamente con nuestras groserías, al tratarle de manera falta de
sensibilidad.
Mi
pequeña loquilla, le llamaba a la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia,
cuando jovencita y recién descubierta su presencia tan viva en el Sagrario,
pasa con Él todo el tiempo que puede para consolarle y hacerle
sonreír.
Es
verdad que esto supone una vivencia profunda, pero la fe viva nos llevará a
ello.
Los
sentimientos humanos de Jesús los iremos descubriendo si nos
acercamos a Él y percibimos cada vez más su presencia como verdadero Dios y
verdadero hombre.
Para
comprender, en la segunda lectura, un poco los sentimientos de San Pablo en
relación con sus hermanos de raza, me parece puede ayudar poner aquí una página
de Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia introduciendo el relato de Abrahán
al que Dios pide el sacrificio de Isaac.
¡¿Cómo
podría yo esta mañana, en la cual mi alma se ha sentido tan profunda y
entrañablemente unida a nuestro Padre Abraham, especialmente durante la lectura
del Antiguo Testamento, tan maravillosa como dramática, sobre la petición de
Yahvé con relación al sacrificio de su hijo Isaac, no proclamar, desde la
ruindad de mi nada y la miseria y la pobreza de mi pequeñez, la grandeza de la
fe del Patriarca...?!;
rompiendo en cánticos de alabanza sobre aquél en el que serían bendecidas todas
las naciones de la tierra; predestinado por Dios con predilección eterna e
infinita desde el principio de los tiempos para ser el «Padre de todos los
creyentes»2;
y de cuya descendencia nacería, según la carne, el Salvador de la humanidad, el
Ungido de Yahvé, de la estirpe de David, «Rey de reyes y Señor de los que
dominan»3 ; el Libertador que nos rescataría, liberándonos de
la muerte que cayó sobre los hombres por el pecado de nuestros Primeros Padres;
y levantándonos a la vida nueva para la cual Dios nos creó a su imagen y
semejanza, en su pensamiento divino, lleno de designios eternos de amores
infinitos, sólo y exclusivamente para que le poseyéramos.
¡Cómo
se ha estremecido esta mañana lo más recóndito de mi espíritu y la médula de mi
alma ante la lectura de la Santa Misa; llena de amor y santo orgullo por
nuestro Padre Abraham, que no se reservó nada para sí, estando dispuesto a
ofrecer en sacrificio a su «único» hijo, su «primogénito», el hijo de la gran
promesa hecha por Yahvé a su alma;
y que, aun en medio de la más terrible y desconcertante tribulación, nunca dudó
–titubeando– de la palabra que Yahvé había inscrito en su alma!
Y
«esperando contra toda esperanza», y confiando en la prueba de fe más terrible
y espeluznante que Dios haya podido pedir en la humanidad a ninguna pura
criatura, después de la Virgen, alzó su mano valerosamente, ¡sin titubear!,
¡sin dudar!, para sacrificar, con el alma desgarrada, en la más dura, dramática
e inconcebible inmolación, a su propio hijo; el cual, no sólo era el hijo de
todas sus complacencias, ¡sino el heredero de las promesas de Dios,
reiteradamente hechas a su alma...!; sabiendo y confiando, con fe firme y paso
valeroso, que las promesas de Dios son irrompibles, se perpetúan «de generación
en generación», y nunca dejan de cumplirse.
[...]
Por
eso, en la fe y por la fe de Abraham fueron bendecidas todas las generaciones
del mundo, y las promesas de Dios fueron cumplidas según el pensamiento divino
y el designio infinito del que se las manifestó, y que le predestinó y eligió
para hacer recaer sobre él y su descendencia la restauración y salvación de la
humanidad caída, que nos vendría por Cristo, el Mesías Prometido,
«Emmanuel, Dios con nosotros»15; el cual nacería de su
descendencia, de su estirpe, del linaje de David, como «Rey de reyes y Señor de
los que dominan».
2 Rm 4, 11. 3 Ap
19, 16. 15 Is 7, 14.
(Del
libro: Luz en la noche, Opúsculo nº 17)
Al
valorar San Pablo las promesas hechas a Abrahán y en general los planes de Dios
desde los albores de la revelación, no podía menos de sentir nostalgia para la
realización de estos mismos planes ahora que había llegado la plenitud de los
tiempos con el Mesías prometido.
Papa Francisco, Ángelus 17-marzo-2019
La Transfiguración de Cristo nos muestra la prospectiva cristiana del sufrimiento. No es un sadomasoquismo el sufrimiento: es un pasaje necesario pero transitorio. El punto de llegada al que estamos llamados es luminoso como el rostro de Cristo transfigurado: en Él está la salvación, la beatitud, la luz, el amor de Dios sin límites. Mostrando así su gloria, Jesús nos asegura que la cruz, las pruebas, las dificultades con las que nos enfrentamos tienen su solución y quedan superadas en la Pascua. Por ello (...) subamos también al monte con Jesús. ¿Pero en qué modo? Con la oración. Subamos al monte con la oración: la oración silenciosa, la oración del corazón, la oración siempre buscando al Señor. Permanezcamos algún momento en recogimiento, cada día un poquito, fijemos la mirada interior en su rostro y dejemos que su luz nos invada y se irradie en nuestra vida. En efecto el Evangelista Lucas insiste en el hecho que Jesús se transfiguró «mientras oraba» (Lc 9, 29). Se había sumergido en un coloquio íntimo con el Padre, en el que resonaban también la Ley y los profetas –Moisés y Elías– y mientras se adhería con todo su ser a la voluntad de salvación del Padre, incluida la cruz, la gloria de Dios lo invadió transparentándose también externamente. Es así, hermanos y hermanas: Cuántas veces hemos encontrado personas que iluminan, que emanan luz de los ojos, que tienen una mirada luminosa. Rezan, y la oración hace esto: nos hace luminosos con la luz del Espíritu Santo.
Credo.
«Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor».
Entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor. Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor.
Después del fuego, el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva.
Salmo responsorial Sal 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14 (R: 8)
y danos tu salvación.
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R/.
HERMANOS:
Digo la verdad en Cristo, no miento —mi conciencia me atestigua que es así, en el Espíritu Santo—: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón; pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a ellos pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».
DOMINGO
DE LA XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)
Hoy
vamos a contemplar el hecho yo diría simpático de Jesús calmando la
tempestad y poniendo a prueba la fe de sus discípulos y de Pedro. Deja que se
vayan, sube al monte a orar a solas, y pasadas unas horas, se les aparece
andando sobre el mar.
¡Cuántos
milagros para lograr convencer a sus discípulos!. Acaba de realizar el milagro
de la multiplicación de los panes y los peces y ahora juega un poco
con los suyos: los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se asustaron y
gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Después
vendrá la espontaneidad de Pedro, sus titubeos y su humildad al pedir
enseguida: Señor, sálvame.
Los
rasgos humanos de Jesús a veces los olvidamos y nos hace mucho bien pensar en
ellos. Es verdadero Dios y reafirmar esta realidad es su deseo en muchos de sus
milagros y en este de una manera especial al demostrar su dominio sobre los
elementos al andar sobre el mar; pero también es verdadero hombre y lo
demuestra con su delicadeza al despedir a la gente admirada y
agradecida. Lo demuestra con este detalle de unirse a los suyos milagrosamente
y sorprendiéndoles de esta manera ingeniosa y humana...
Los
sentimientos humanos de Cristo los perdemos de vista muchas veces y
prescindimos de ellos. Jesús es sensible a nuestras delicadezas y sufre
ciertamente con nuestras groserías, al tratarle de manera falta de
sensibilidad.
Mi
pequeña loquilla, le llamaba a la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia,
cuando jovencita y recién descubierta su presencia tan viva en el Sagrario,
pasa con Él todo el tiempo que puede para consolarle y hacerle
sonreír.
Es
verdad que esto supone una vivencia profunda, pero la fe viva nos llevará a
ello.
Los
sentimientos humanos de Jesús los iremos descubriendo si nos
acercamos a Él y percibimos cada vez más su presencia como verdadero Dios y
verdadero hombre.
Para
comprender, en la segunda lectura, un poco los sentimientos de San Pablo en
relación con sus hermanos de raza, me parece puede ayudar poner aquí una página
de Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia introduciendo el relato de Abrahán
al que Dios pide el sacrificio de Isaac.
¡¿Cómo
podría yo esta mañana, en la cual mi alma se ha sentido tan profunda y
entrañablemente unida a nuestro Padre Abraham, especialmente durante la lectura
del Antiguo Testamento, tan maravillosa como dramática, sobre la petición de
Yahvé con relación al sacrificio de su hijo Isaac, no proclamar, desde la
ruindad de mi nada y la miseria y la pobreza de mi pequeñez, la grandeza de la
fe del Patriarca...?!;
rompiendo en cánticos de alabanza sobre aquél en el que serían bendecidas todas
las naciones de la tierra; predestinado por Dios con predilección eterna e
infinita desde el principio de los tiempos para ser el «Padre de todos los
creyentes»2;
y de cuya descendencia nacería, según la carne, el Salvador de la humanidad, el
Ungido de Yahvé, de la estirpe de David, «Rey de reyes y Señor de los que
dominan»3 ; el Libertador que nos rescataría, liberándonos de
la muerte que cayó sobre los hombres por el pecado de nuestros Primeros Padres;
y levantándonos a la vida nueva para la cual Dios nos creó a su imagen y
semejanza, en su pensamiento divino, lleno de designios eternos de amores
infinitos, sólo y exclusivamente para que le poseyéramos.
¡Cómo
se ha estremecido esta mañana lo más recóndito de mi espíritu y la médula de mi
alma ante la lectura de la Santa Misa; llena de amor y santo orgullo por
nuestro Padre Abraham, que no se reservó nada para sí, estando dispuesto a
ofrecer en sacrificio a su «único» hijo, su «primogénito», el hijo de la gran
promesa hecha por Yahvé a su alma;
y que, aun en medio de la más terrible y desconcertante tribulación, nunca dudó
–titubeando– de la palabra que Yahvé había inscrito en su alma!
Y
«esperando contra toda esperanza», y confiando en la prueba de fe más terrible
y espeluznante que Dios haya podido pedir en la humanidad a ninguna pura
criatura, después de la Virgen, alzó su mano valerosamente, ¡sin titubear!,
¡sin dudar!, para sacrificar, con el alma desgarrada, en la más dura, dramática
e inconcebible inmolación, a su propio hijo; el cual, no sólo era el hijo de
todas sus complacencias, ¡sino el heredero de las promesas de Dios,
reiteradamente hechas a su alma...!; sabiendo y confiando, con fe firme y paso
valeroso, que las promesas de Dios son irrompibles, se perpetúan «de generación
en generación», y nunca dejan de cumplirse.
[...]
Por
eso, en la fe y por la fe de Abraham fueron bendecidas todas las generaciones
del mundo, y las promesas de Dios fueron cumplidas según el pensamiento divino
y el designio infinito del que se las manifestó, y que le predestinó y eligió
para hacer recaer sobre él y su descendencia la restauración y salvación de la
humanidad caída, que nos vendría por Cristo, el Mesías Prometido,
«Emmanuel, Dios con nosotros»15; el cual nacería de su
descendencia, de su estirpe, del linaje de David, como «Rey de reyes y Señor de
los que dominan».
2 Rm 4, 11. 3 Ap
19, 16. 15 Is 7, 14.
(Del
libro: Luz en la noche, Opúsculo nº 17)
Al
valorar San Pablo las promesas hechas a Abrahán y en general los planes de Dios
desde los albores de la revelación, no podía menos de sentir nostalgia para la
realización de estos mismos planes ahora que había llegado la plenitud de los
tiempos con el Mesías prometido.
Papa Francisco, Ángelus 17-marzo-2019
La Transfiguración de Cristo nos muestra la prospectiva cristiana del sufrimiento. No es un sadomasoquismo el sufrimiento: es un pasaje necesario pero transitorio. El punto de llegada al que estamos llamados es luminoso como el rostro de Cristo transfigurado: en Él está la salvación, la beatitud, la luz, el amor de Dios sin límites. Mostrando así su gloria, Jesús nos asegura que la cruz, las pruebas, las dificultades con las que nos enfrentamos tienen su solución y quedan superadas en la Pascua. Por ello (...) subamos también al monte con Jesús. ¿Pero en qué modo? Con la oración. Subamos al monte con la oración: la oración silenciosa, la oración del corazón, la oración siempre buscando al Señor. Permanezcamos algún momento en recogimiento, cada día un poquito, fijemos la mirada interior en su rostro y dejemos que su luz nos invada y se irradie en nuestra vida. En efecto el Evangelista Lucas insiste en el hecho que Jesús se transfiguró «mientras oraba» (Lc 9, 29). Se había sumergido en un coloquio íntimo con el Padre, en el que resonaban también la Ley y los profetas –Moisés y Elías– y mientras se adhería con todo su ser a la voluntad de salvación del Padre, incluida la cruz, la gloria de Dios lo invadió transparentándose también externamente. Es así, hermanos y hermanas: Cuántas veces hemos encontrado personas que iluminan, que emanan luz de los ojos, que tienen una mirada luminosa. Rezan, y la oración hace esto: nos hace luminosos con la luz del Espíritu Santo.
Oración de los fieles
Oremos, hermanos, a nuestro Señor Jesucristo, para que, acordándose de su promesa, escuche la oración de los que nos hemos reunido en su nombre:
- Por la paz que desciende del cielo, por la unión de las Iglesias y por la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.
- Por los que trabajan por el bien de los pobres, por los que ayudan a los ancianos y por los que cuidan a niños y desvalidos, roguemos al Señor.
- Por los que están abatidos o sometidos a una prueba, por los que están en peligro, por el retorno de los extraviados y por la libertad de los encarcelados, roguemos al Señor.
- Por los que en este momento están orando con nosotros, por los que han pedido nuestras oraciones y por el reposo eterno de nuestros hermanos difuntos, roguemos al Señor.
Dios omnipotente y eterno,
que con tu poder dominas la creación,
escucha nuestras oraciones
y haz que te reconozcamos presente y activo
en todos los acontecimientos de nuestra historia,
para que sepamos así afrontar las pruebas con serenidad
y avancemos confiados hacia la paz de tu reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración de los fieles
que con tu poder dominas la creación,
escucha nuestras oraciones
y haz que te reconozcamos presente y activo
en todos los acontecimientos de nuestra historia,
para que sepamos así afrontar las pruebas con serenidad
y avancemos confiados hacia la paz de tu reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las ofrendasPadre de bondad, acepta los dones
que misericordiosamente has dado a tu Iglesia
y que, con tu poder, conviertes en sacramento de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
que misericordiosamente has dado a tu Iglesia
y que, con tu poder, conviertes en sacramento de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
El misterio de la salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.Por él, que es tu palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.Por eso,
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión Sal 147, 12. 14
Jerusalén, glorifica al Señor tu Dios, que te sacia con lo mejor del trigo.
Oración después de la comuniónPadre, que la comunión de tus sacramentos
nos alcance la salvación
y nos confirme en la luz de tu verdad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
El misterio de la salvación en Cristo
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
nos alcance la salvación
y nos confirme en la luz de tu verdad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración» (San Juan Mª Vianney).
«El Señor está en el “monte” del Padre: podemos invocarlo siempre» (Benedicto XVI).
«‘De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo’ (Heb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 65).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración» (San Juan Mª Vianney).
«El Señor está en el “monte” del Padre: podemos invocarlo siempre» (Benedicto XVI).
«‘De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo’ (Heb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 65).
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