15 de agosto - MARTES DE LA XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA




  MARTES DE LA XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO,
  Solemnidad de la ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
  Oficio del Salterio de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen
 (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia   - Sexta Nona Vísperas - Completas)


PROGRAMA PARROQUIAL:
MARTES, 15 DE AGOSTO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María (a las 11.00 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María (a las 12.30 h.).





NOTICIAS DE ACTUALIDAD








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"La alegría de los cristianos"




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SANTORAL DE HOY

Elogio: Memoria de san Maximiliano María (Raimundo) Kolbe, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir, que, fundador de la Milicia de María Inmaculada, fue deportado a diversos lugares de cautiverio y finalmente, internado en el campo de exterminio de Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, donde se ofreció a los verdugos a cambio de la vida de otro cautivo, ofreciendo su ministerio como un holocausto de caridad y como modelo de fidelidad para con Dios y los hombres.

Refieren a este santo: Beato Antonio Bajewski, Beato Inocencio Guz, Beato Pío Bartosik.

Oración

Oh Dios, que al mártir san Maximiliano María Kolbe, apóstol de la Inmaculada, le llenaste de celo por las almas y de amor al prójimo, concédenos, por su intercesión, trabajar generosamente por tu gloria en el servicio de los hombres y tener el valor de asemejarnos a tu Hijo, incluso hasta en la muerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

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SANTORAL DE HOY

Asunción de la Bienaventurada Virgen María

 

 

Para ver el video, pincha aquí

Elogio: Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950.

Refieren a este santo: Natividad de la bienaventurada Virgen María.

 

 Otros santos de este día:

San Tarsicio, mártir

En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, conmemoración de san Tarsicio, mártir, que al defender la Santísima Eucaristía de Cristo de una furiosa turba de gentiles que intentaban profanarla, prefirió ser apedreado hasta la muerte antes que entregar las sagradas formas a los perros.

Santos Estratón, Felipe y Eutiquiano, mártires

En Nicomedia, de Bitinia, santos Estratón, Felipe y Eutiquiano, mártires.

San Simpliciano de Milán, obispo   

En Milán, en la provincia de Liguria, san Simpliciano, obispo, al que san Ambrosio designó como sucesor suyo y a quien san Agustín celebró con grandes elogios.

San Alipio de Tagaste, obispo

Conmemoración de san Alipio, obispo de Tagaste, en Numidia, que primero fue discípulo de san Agustín, después compañero suyo de conversión, colega en el ministerio pastoral, correligionario en la lucha contra los herejes y, finalmente, copartícipe con él de la gloria celeste.

San Altfredo de Hildesheim, obispo

En Hildesheim, de Sajonia, Alemania, san Altfredo, obispo, que edificó la iglesia catedralicia y favoreció la construcción de monasterios.

San Esteban de Hungría, rey

En Alba Real (hoy Székesfehérvár), en Panonia, muerte de san Esteban, rey de los húngaros, cuya memoria se celebra mañana.

San Jacinto, religioso presbítero

En Cracovia, en Polonia, san Jacinto, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en los territorios de Bohemia y Silesia.

Beato Aymón Taparelli, religioso presbítero

En Saviliano, del Piamonte, beato Aymón Taparelli, presbítero de la Orden de Predicadores, incansable defensor de la verdad.

Beata Juliana de Busto Arsicio, virgen

En Pallanza, cerca de Novara, beata Juliana de Busto Arsicio, virgen de la Orden de San Agustín, insigne por su invencible fortaleza de ánimo, su admirable paciencia y su constante contemplación de los dones celestiales.

San Estanislao de Kostka, religioso

En Roma, san Estanislao de Kostka, el cual, polaco de origen, deseoso de entrar en la Orden de la Compañía de Jesús, escapó de la casa paterna y se dirigió a pie a Roma, donde, admitido en el noviciado por san Francisco de Borja, murió en fama de santidad, alcanzada en breve tiempo, realizando los más humildes servicios.

Beato Isidoro Bakanja, mártir

En la ciudad de Wenga, en las cercanías de Busira, en el Congo Belga, beato Isidoro Bakanja, mártir, que, iniciado en la fe cristiana en su adolescencia, la cultivó diligentemente y con valentía dio testimonio de ella durante su trabajo. Por esto, en odio a la religión cristiana, fue sometido a continuos azotes por parte del director de la compañía colonial, y entregó a Dios su espíritu pocos meses más tarde, perdonando a su verdugo.

Beato Pio Alberto Del Corona, obispo y fundador

En Florencia, beato Alberto del Corona, en religión Pío, religioso dominico, obispo de San Miniato, fundador de la congregación de las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo.

Santos Luis Batis Sáinz, Manuel Morales, Salvador Lara Puente y David Roldán Lara, mártires

En la localidad de Chalchihuites, en el territorio de Durango, en México, santos mártires Luis Batis Sáinz, presbítero, Manuel Morales, padre de familia, Salvador Lara Puente y David Roldán Lara, que, por odio al cristianismo, sufrieron la muerte durante la persecución mexicana.

Beatos Luis Masferrer Vila y diecinueve compañeros, mártires

En Barbastro, en la región de Aragón, en España, beatos Luis Masferrer Vila, presbítero, y diecinueve compañeros, mártires de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, que en el furor de la persecución contra la Iglesia pusieron su vida en manos de Cristo y se unieron en un abrazo con los hermanos que, en otros días y en el mismo lugar, sufrieron la muerte para gloria del Señor. Son sus nombres: Beatos José María Badia Mateu, José Figuero Beltran, Eduardo Ripou Diego, Francisco María Roura Farró y Jesús Agustín Viela Ezcurdia, lectores; José María Amorós Hernández, Juan Baixeras Berenguer, José María Blasco Juan, Rafael Briega Morales, Francisco Castán Messeguer, Luis Escalé Binefa, Ramón Illa Salvia, Luis Lladó Teixidó, Manuel Martínez Jarauta, Miguel Masip González, Faustino Pérez García, Sebastián Riera Coromina, José María Ros Florerisa y Alfonso Sorribas Teixidó, estudiantes.

Beato José María Peris Polo, presbítero y mártir

En Almazora, en la provincia de Castellón, en España, beato José María Peris Polo, presbítero de la Sociedad de Sacerdotes Operarios Diocesanos y mártir, que, muerto en el cementerio, alcanzó la palma del martirio durante la misma persecución.

Beata María del Sagrario de San Luis Gonzaga, virgen y mártir

En Madrid, también en España, beata María del Sagrario de San Luis Gonzaga (Elvira) Moragas Cantarero, virgen de la Orden de Carmelitas Descalzas, mártir también en la mencionada persecución.

Beato Domingo Hurtado Soler, presbítero y mártir

Asimismo en Madrid, en España, beato Domingo (Agustín) Hurtado Soler, presbítero de los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores y mártir, que fue coronado por su testimonio de Cristo.

Beato Vicente Soler, presbítero y mártir

En Motril, junto a Granada, en la región de Andalucía, igualmente en España, beato Vicente Soler, presbítero de la Orden de Agustinos Recoletos y mártir, que en la misma persecución fue condenado a muerte junto con otros detenidos, a los que él había preparado piadosamente para morir, y, fusilado ante los muros del cementerio, alcanzó la gloria del triunfo en Cristo.

Beato Carmelo Sastre Sastre, presbítero y mártir

En Palma de Gandía, en la provincia de Valencia, también en España, beato Carmelo Sastre Sastre, presbítero y mártir, que en la misma persecución, siguiendo las huellas de Cristo, alcanzó por su gracia el premio de la vida eterna.

Beato Jaime Bonet Nadal, presbítero y mártir

En la población de Tárrega, cerca de Barcelona, otra vez en España, beato Jaime Bonet Nadal, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que, como fiel discípulo, mereció ser redimido con la sangre de Cristo.

Beato Claudio Granzotto, religioso

En Padua, ciudad de Italia, beato Claudio (Ricardo) Granzotto, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que unió el ejercicio de su profesión religiosa con el arte de escultor, y en pocos años consiguió la perfección imitando a Cristo.


LITURGIA DE HOY


DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

La Asunción de Santa María Virgen

180. En el transcurso del Tiempo ordinario destaca, por sus múltiples significados teológicos, la solemnidad de la Asunción de Santa María Virgen (15 de Agosto). Es una memoria antigua de la Madre del Señor, compendio y síntesis de muchas verdades de la fe. La Virgen asunta al cielo:

- aparece como "el fruto más excelso de la redención", testimonio supremo de la amplitud y la eficacia de la obra salvífica de Cristo (significado soteriológico);

- constituye la prenda de la participación futura de todos los miembros del Cuerpo místico en la gloria pascual del Resucitado (aspecto cristológico);

- es para todos los hombres "la imagen y la consoladora prenda del cumplimiento de la esperanza final; pues dicha glorificación plena es el destino de aquellos que Cristo ha hecho hermanos, teniendo "en común con ellos la carne y la sangre" (Heb 2, 14; cfr. Gal 4, 4)" (aspecto antropológico);

- es la imagen escatológica de lo que la Iglesia "toda, desea y espera llegar a ser" (aspecto eclesiológico);

- es la garantía de la fidelidad del Señor a su promesa: reserva una recompensa espléndida a su humilde Sierva por su adhesión fiel al plan divino, esto es, un destino de plenitud y bienaventuranza, de glorificación del alma inmaculada y del cuerpo virginal, de perfecta configuración con el Hijo resucitado (aspecto mariológico).

181. La fiesta del 15 de agosto es muy apreciada en la piedad popular. En muchos lugares se considera que es la fiesta de la Virgen, por antonomasia: el "día de Santa María", como lo es la Inmaculada para España y para América Latina.

En los países del área germánica se ha difundido la costumbre de bendecir plantas aromáticas el 15 de Agosto. Esta bendición, que durante algún tiempo figuró en el Rituale Romanum, constituye un claro ejemplo de auténtica evangelización de ritos y creencias pre-cristianas: a Dios, por cuya palabra "la tierra produce sus brotes, hierbas que producen semillas...y árboles que dan cada uno fruto con semillas, según sus especies" (Gn 1,12), es a quien hacía falta dirigirse para obtener lo que los paganos trataban de conseguir mediante sus ritos mágicos: evitar los daños que producían las hierbas venenosas, aumentar la eficacia de las curativas.

De esta visión viene, en parte, el uso antiguo de aplicar a la Virgen Santísima, haciendo referencia a la Escritura, símbolos y apelativos tomados del mundo vegetal, como viña, espiga, cedro, lirio, y ver en ella una flor de suave olor por sus virtudes, e incluso describirla como el "retoño germinado de la raíz de Jesé" (Is 11,1) que engendraría el fruto bendito, Jesús.

 

Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950 (elog. del Martirologio Romano).

 

Misa del día de la solemnidad de la Asunción de la BVM (blanco).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir la PE IV.

LECC.: vol. IV.

- Ap 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab. Una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies.

- Sal 44. R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

- 1 Cor 15, 20-27a. Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo.

- Lc 1, 39-56. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: enaltece a los humildes.

 

La Virgen Inmaculada, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, el Señor, vencedor del pecado y de la muerte. La asunción de la santísima Virgen en cuerpo y alma al cielo, constituye una participación singular en la resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos (cf. 2 lect., CEC 966). La Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo (LG 68).

 

Liturgia de las Horas: oficio de la solemnidad. Te Deum. II Vísp. Comp. Dom. II, se recomienda «Salve, Regina».

Martirologio: elogs. del 16 de agosto, pág. 492.

CALENDARIOS: Sevilla-ciudad: Nuestra Señora de los Reyes (S).


RITOS INICIALES

Antífona de entrada Cf. Ap 12, 1

Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

O bien:

Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de la Virgen María: de su Asunción se alegran los ángeles y alaban al Hijo de Dios.

 

Monición de entrada

Celebramos hoy la solemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII el año 1950. En María, Madre de la Iglesia, contemplamos la imagen radiante de lo que la misma Iglesia ansía y espera ser, de lo que la humanidad entera anhela y presiente.

 

Acto penitencial

Imploramos la misericordia de Dios e invocamos a la Virgen María, refugio de pecadores, para que interceda por nosotros, diciendo: Yo confieso...

Se dice Gloria.


Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno,
que has elevado en cuerpo y alma a la gloria del cielo
a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo,
concédenos que, aspirando siempre a las realidades divinas,
lleguemos a participar con ella de su misma gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.


LITURGIA DE LA PALABRA 

PRIMERA LECTURA
Una mujer vestida del sol, la luna bajo sus pies

Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab)

SE ABRIÓ en el cielo el santuario de Dios, y apareció en su santuario el arca de su alianza.
Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz.
Y apareció otro signo en el cielo: un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas, y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.
Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz.  
Y dio a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro, y fue arrebatado su hijo junto a Dios y junto a su trono; y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios.
Y oí una gran voz en el cielo que decía:
«Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

 
SALMO RESPONSORIAL (Sal 44, l0bc. 11-12ab. 16 [R.: 10b])

 


V. Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.

R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

V. Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna.

R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

V. Prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.

R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

V. Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.

R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

SEGUNDA LECTURA
Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1 Cor 15, 20-27)

HERMANOS:
Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.
Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte, porque lo ha sometido todo bajo sus pies.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

 
Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. María ha sido asunta al cielo, se alegra el ejército de los ángeles. R.


EVANGELIO
El Poderoso ha hecho obras grandes por mi; enaltece a los humildes

╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 39-56)
EN AQUELLOS DÍAS, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
“su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
“derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia”
—como lo había prometido a “nuestros padres”—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

PAPA FRANCISCO

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

ÁNGELUS, Plaza de San Pedro, Sábado, 15 de agosto de 2020

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Cuando el hombre puso un pie en la Luna, se dijo una frase que se hizo famosa: «Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad». De hecho, la humanidad había alcanzado un hito histórico. Pero hoy, en la Asunción de María al Cielo, celebramos una conquista infinitamente más grande. La Virgen ha puesto sus pies en el paraíso: no ha ido solo en espíritu, sino también con el cuerpo, toda ella. Este paso de la pequeña Virgen de Nazaret ha sido el gran salto hacia delante de la humanidad. De poco sirve ir a la Luna si no vivimos como hermanos en la Tierra. Pero que una de nosotros viva en el Cielo con el cuerpo nos da esperanza: entendemos que somos valiosos, destinados a resucitar. Dios no dejará desvanecer nuestro cuerpo en la nada. ¡Con Dios nada se pierde! En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se desvanecen, sino para conquistar la patria de allá arriba, que es para siempre. Y la Virgen es la estrella que nos orienta. Ella ha ido primero. Ella, como enseña el Concilio, «precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo» (Lumen gentium, 68).

¿Qué nos aconseja nuestra Madre? Hoy en el Evangelio lo primero que dice es «engrandece mi alma al Señor» (Lc 1, 46). Nosotros, acostumbrados a escuchar estas palabras, quizá ya no hagamos caso a su significado. Engrandecer literalmente significa “hacer grande”, engrandecer. María “engrandece al Señor”: no los problemas, que tampoco le faltaban en ese momento, sino al Señor. ¡Cuántas veces, en cambio, nos dejamos vencer por las dificultades y absorber por los miedos! La Virgen no, porque pone a Dios como primera grandeza de la vida. De aquí surge el Magnificat, de aquí nace la alegría: no de la ausencia de los problemas, que antes o después llegan, sino que la alegría nace de la presencia de Dios que nos ayuda, que está cerca de nosotros. Porque Dios es grande. Y sobre todo, Dios mira a los pequeños. Nosotros somos su debilidad de amor: Dios mira y ama a los pequeños.

María, de hecho, se reconoce pequeña y exalta las «maravillas» (v. 49) que el Señor ha hecho en ella. ¿Cuáles? Sobre todo el don inesperado de la vida. María es virgen y se queda embarazada; y también Isabel, que era anciana, espera un hijo. El Señor hace maravillas con los pequeños, con quien no se cree grande sino que da gran espacio a Dios en la vida. Él extiende su misericordia sobre quien confía en Él y enaltece a los humildes. María alaba a Dios por esto.

Y nosotros —podemos preguntarnos— ¿nos acordamos de alabar a Dios? ¿Le damos las gracias por las maravillas que hace por nosotros? ¿Por cada jornada que nos regala, porque nos ama y nos perdona siempre, por su ternura? ¿Y por habernos dado a su Madre, por los hermanos y las hermanas que nos pone en el camino, porque nos ha abierto el Cielo? ¿Nosotros damos las gracias a Dios, alabamos a Dios por estas cosas? Si olvidamos el bien, el corazón se encoge. Pero si, como María, recordamos las maravillas que el Señor realiza, si al menos una vez al día lo magnificamos, entonces damos un gran paso adelante. Una vez al día podemos decir: “Yo alabo al Señor”, “Bendito sea el Señor”: es una pequeña oración de alabanza. Esto es alabar a Dios. El corazón, con esta pequeña oración, se dilatará, la alegría aumentará. Pidamos a la Virgen, puerta del Cielo, la gracia de iniciar cada día alzando la mirada hacia el cielo, hacia Dios, para decirle: “¡Gracias!”, como dicen los pequeños a los grandes.


Se dice Credo.

 

Oración de los fieles

En esta solemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, abogada nuestra, presentamos a Dios Padre nuestras súplicas.

- Por la Iglesia, que peregrina por este mundo con la esperanza de la gloria que un día se nos descubrirá; en comunión con María, Madre de la Iglesia. Roguemos al Señor.

- Por la unión de las Iglesias, divididas por el pecado; en comunión con María, Madre de todos los creyentes en Cristo. Roguemos al Señor.

- Por los enfermos, los moribundos y por todos los que se encuentran en cualquier necesidad; en comunión con María, salud de los enfermos y consuelo de los afligidos. Roguemos al Señor.

- Por nosotros, que nos disponemos a celebrar la liturgia de la mesa eucarística, anuncio del banquete del reino eterno; en comunión con María, intercesora nuestra ante su Hijo Jesús. Roguemos al Señor.

Ten en cuenta, Señor, los anhelos y sufrimientos de toda la humanidad,
expresados en la plegaria de tu Iglesia, que, llena de gozo,
contempla en María nuestra humana naturaleza glorificada.
Por Jesucristo nuestro Señor.

LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas

Suba a tu presencia, Señor, la ofrenda de nuestra devoción,
y, por intercesión de la santísima Virgen María, elevada al cielo,
haz que nuestros corazones, encendidos en el fuego de tu amor,
tiendan constantemente hacia ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio
La gloria de la Asunción de María
 
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque hoy ha sido elevada a los cielos la Virgen, Madre de Dios;
ella es figura y primicia de la Iglesia, que un día será glorificada;
ella es ejemplo de esperanza segura y consuelo del pueblo peregrino.

Con razón no quisiste, Señor, que conociera la corrupción del sepulcro
la que, de modo admirable, concibió en su seno al autor de la vida, tu Hijo encarnado.

Por eso, unidos a los coros angélicos,

te alabamos proclamando llenos de alegría.

Santo, Santo, Santo...


Antífona de la Comunión Lc 1, 48-49

Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí.


Oración después de la Comunión

Después de recibir los sacramentos que nos salvan, te rogamos, Señor,
por intercesión de santa María Virgen, elevada al cielo,
llegar a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor. 


Se puede utilizar la bendición solemne. Santa María Virgen.
 
Dios, que en su providencia amorosa quiso salvar al género humano
por el fruto bendito del seno de la Virgen María, os colme de sus bendiciones.

R. Amén.

Que os acompañe siempre la protección de la Virgen,
por quien habéis recibido al Autor de la vida.

R. Amén.

Y a todos vosotros, reunidos hoy para celebrar con devoción esta fiesta de María,
el Señor os conceda la alegría del Espíritu y los bienes de su reino.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.

R. Amén.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«La fiesta de la Asunción de Nuestra Señora nos propone la realidad de esa esperanza gozosa. Somos aún peregrinos, pero Nuestra Madre nos ha precedido y nos señala ya el término del sendero: nos repite que es posible llegar y que, si somos fieles, llegaremos» (San Josemaría).

«En esta Solemnidad de la Asunción miramos a María: Ella nos conduce a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con Él, sino dejarnos iluminar y guiar por su palabra» (Benedicto XVI).

«La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 974).


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