MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA Oficio propio de la Octava de Pascua del Salterio (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas - Laudes - Tercia - Sexta - Nona - Vísperas - Completas)
PROGRAMA PARROQUIAL:MIÉRCOLES, 03 DE ABRILPARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Miércoles de la Octava de Pascua (a las 19.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Miércoles de la Octava de Pascua (a las 20.00 h.).
PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Miércoles de la Octava de Pascua (a las 19.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Miércoles de la Octava de Pascua (a las 20.00 h.).
SANTORAL DE HOY
Elogio: En Roma, san Sixto I, papa,
que en tiempo del emperador Adriano rigió la Iglesia Romana, como sexto
pontífice tras el bienaventurado Pedro.
Elogio: En Chichester, ciudad de
Inglaterra, san Ricardo, obispo, que fue desterrado por el rey Enrique III, y
restituido después a esta sede, se mostró siempre generoso en ayudar a los
pobres.
Patronazgos:
patrono de los conductores (de coches, etc).
Refieren
a este santo: San Edmundo Rich.
Santos Cresto y Papo, mártires
En
Tomis, en Escitia, santos Cresto y Papo, mártires. († c. s. IV)
San Ulpiano,
mártir
En
Tiro, ciudad de Fenicia, san Ulpiano, mártir, que, siendo aún adolescente,
durante la persecución desencadenada bajo el emperador Maximino Daza fue
encerrado en un odre con una serpiente y un perro, y, sumergido en el mar, completó
así su martirio. († c. 306)
San Juan de
Nápoles, obispo
En
Nápoles, en la región de Campania, san Juan, obispo, que falleció en la noche
santa de Pascua mientras celebraba los sagrados misterios, y, acompañado de
multitud de fieles y neófitos, fue inhumado el día de la solemnidad de la
Resurrección del Señor. († 432)
San Nicetas,
abad
En el
monasterio de Medikion, en Bitinia, san Nicetas, abad, que en tiempo del
emperador León el Armenio, por defender el culto de las sagradas imágenes,
sufrió cárcel y exilio. († 824)
San José
«Himnógrafo», monje y presbítero
En
Constantinopla, san José, presbítero, por sobrenombre «Himnógrafo», el cual,
siendo monje, en la persecución desencadenada por los iconoclastas fue enviado
a Roma para pedir la protección de la Sede Apostólica. Posteriormente, después
de muchos padecimientos, recibió la custodia de los vasos sagrados de la
Iglesia de Santa Sofía. († 886)
Beato Gandulfo
de Binasco Sacchi, religioso presbítero
En
Polizzi, en la isla de Sicilia, en Italia, beato Gandulfo de Binasco Sacchi,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que llevó una vida solitaria y
austera, e iluminó aquella región con la predicación de la Palabra de Dios. (†
c. 1260)
Beato Juan de
Pina, religioso presbítero
En
Pina, en el Piceno, también en Italia, beato Juan, presbítero, uno de los
primeros compañeros de san Francisco, que fue enviado a la Galia Narbonense,
donde enseñó la nueva forma de vida evangélica. († 1275)
Beatos Roberto
Middleton y Turstano Hunt, presbíteros y mártires
En
Lancaster, en Inglaterra, beatos Roberto Middleton, de la Orden de la Compañía
de Jesús, y Turstano Hunt, ambos presbíteros y mártires. Este último, al querer
liberar al primero cuando era conducido prisionero, también fue apresado y,
bajo el reinado de Isabel I, los dos fueron condenados a muerte por ser
sacerdotes, llegando, a través de los tormentos padecidos, a la derecha de
Cristo. († 1601)
San Luis
Scrosoppi, presbítero y fundador
En
Udine, en la región de Venecia, san Luis Scrosoppi, presbítero de la
Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, que fundó la Congregación de
Hermanas de la Divina Providencia, para la educación cristiana de la juventud
femenina. († 1884)
Beatos José
Luciano Huerta Gutiérrez y José Salvador Huerta Gutiérrez, mártires
En
Guadalajara, México, beatos laicos José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez y
José Salvador Huerta Gutiérrez, mártires. († 1927)
Beata María
Teresa Casini, virgen y fundadora
En
Grottaferrata, beata María Teresa Casini, virgen, fundadora de la congregación
de Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús († 1937)
Beato Pedro
Eduardo Dankowski, presbítero y mártir
Cerca
de Cracovia, en Polonia, en el campo de concentración de Auschwitz, beato Pedro
Eduardo Dankowski, presbítero y mártir, que al ser ocupada militarmente
Polonia, su patria, en tiempo de guerra, fue detenido por su confesión
cristiana y atormentado hasta consumar el martirio. († 1942)
LITURGIA DE HOY
Misa del miércoles de la Octava (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., sin Cr., Pref. Pasc. I «en este día», embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya».
LECC.: vol. II.
- Hch 3, 1-10. Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda.
- Sal 104. R. Que se alegren los que buscan al Señor.
- Secuencia (opcional). Ofrezcan los cristianos.
- Lc 24, 13-35. Lo reconocieron al partir el pan.
- Hoy no se permiten otras celebraciones, excepto la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio del miércoles de la Octava. Te Deum. Comp. Dom. I o II.
Martirologio: elogs. del 4 de abril, pág. 237.
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Antífona de entrada Cfr. Mt 25, 34
Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Aleluya.
Se dice Gloria.
Oración colecta
DIOS NUESTRO, que cada año nos inundas de alegríapor la solemnidad de la resurrección del Señor,concédenos propicio que, por estas fiestas que celebramos en el tiempo,merezcamos llegar al gozo de la eternidad.Por nuestro Señor Jesucristo.
Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Aleluya.
Oración colecta
DIOS NUESTRO, que cada año nos inundas de alegría
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles Hch 3, 1-10
EN AQUELLOS DÍAS, Pedro y Juan subían al templo, a la oración de la hora de nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le dijo:
«Míranos».
Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pero Pedro le dijo:
«No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda».
Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa del templo, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R/.
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R/.
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R/.
Secuencia (opcional)
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
V/. Este es el día que hizo el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
EVANGELIO
Lo reconocieron al partir el pan
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
AQUEL MISMO DÍA, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
RECIBE, Señor, estas ofrendas de la humanidad redimida,y realiza a favor nuestro,la plena salvación del cuerpo y el alma.Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)El misterio pascual
En verdad es justo y necesario,es nuestro deber y salvaciónglorificarte siempre, Señor;pero más que nunca en esta noche (este día) (este tiempo)en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Corderoque quitó el pecado del mundo;muriendo destruyó nuestra muerte,y resucitando restauró la vida.
Por eso,con esta efusión de gozo pascual,el mundo entero se desborda de alegríay también los coros celestiales,los ángeles y los arcángeles,cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de la comunión Cfr. Lc 24. 35
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.
Oración después de la comunión
TE ROGAMOS, Señor, que, purificadosde nuestra antigua condición pecadora,la santa recepción del sacramento de tu Hijonos transforme en nuevas creaturas.Por Jesucristo, nuestro Señor.
La despedida se hace como el día de Pascua.
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.
Oración después de la comunión
TE ROGAMOS, Señor, que, purificados
La despedida se hace como el día de Pascua.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«La cruz es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre. La cruz es como un toque del amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del hombre» (San Juan Pablo II).
«El perdón cuesta algo, ante todo al que perdona (…). Dios sólo pudo superar la culpa y el sufrimiento de los hombres interviniendo personalmente, sufriendo Él mismo en su Hijo, que ha llevado esa carga y la ha superado mediante la entrega de sí mismo» (Benedicto XVI).
«Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación: ‘¡Padre líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!’ (Jn 12, 27). ‘El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo voy a beber?’ (Jn 18,11). Y todavía en la cruz antes de que ‘todo esté cumplido’ (Jn 19,30), dice: ‘Tengo sed’ (Jn 19,28)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 607).
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