DOMINGO III DE PASCUA (CICLO A) Oficio propio del Domingo III de Pascua, del Salterio(Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas - Laudes - Tercia - Sexta - Nona - Vísperas - Completas)
PROGRAMA PARROQUIAL:DOMINGO, 14 DE ABRILPARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo III de Pascua (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo III de Pascua (a las 12.30 h.).
PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo III de Pascua (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo III de Pascua (a las 12.30 h.).
Portada
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SANTORAL DE HOY
Elogio: En Roma, en el cementerio de Pretextato, en la vía Apia, santos Tiburcio, Valeriano y Máximo, mártires.
Refieren a este santo: Santa Cecilia.
Elogio: En Schiedam, en Gueldres, santa Lidvina o Liduina, virgen, que, por la conversión de los pecadores y la liberación de las almas, soportó durante toda la vida enfermedades del cuerpo, confiada sólo en Dios.
Patronazgos: patrona de los enfermos y de la atención pastoral a los enfermos.
Santas Bernice, Prosdoca y Domnina, mártires
En Antioquía de Siria, santas mártires Bernice y Prosdoca, vírgenes, y su madre Domnina, que en tiempo de persecución, para evitar a los que querían atentar contra su pureza, buscaron remedio en la fuga, pero hallaron finalmente el martirio al ser arrojadas a un río. († s. IV)
San Frontón, abad
En el desierto de Nitria, en Egipto, san Frontón, abad, que, junto con setenta compañeros, se retiró a aquel lugar inhóspito. († c.s. IV)
San Asaco de Elphin, obispo
En Elphin, lugar de Irlanda, san Asaco, obispo, considerado como discípulo de san Patricio y primer obispo de esta Iglesia. († s. V)
Santa Tomáide, mártir
En Alejandría de Egipto, santa Tomáide, mártir. († 476)
San Lamberto de Lyon, abad y obispo
En Lyon, en Francia, san Lamberto, obispo, que antes había sido monje y abad del monasterio de Fontanelle. († c. 688)
San Juan de Montemarano, obispo
En Montemarano, de la Campania, san Juan, obispo, que se dedicó con empeño y pasión a ayudar a los pobres y a la santificación del clero. († s. XI/XII)
San Bernardo de Tiron, abad
En el monasterio de Tiron, junto a Chartres, en Francia, san Bernardo, abad, que llevó vida eremítica en los bosques y en la isla de Chausey, y fue maestro insigne de los discípulos que acudían a él en gran número, a los cuales encaminaba hacia la perfección evangélica. († 1117)
San Benito de Aviñón, laico
En Aviñón, en Francia, san Benito, joven pastor, que siendo adolescente se trasladó a esta ciudad y gracias a él, con la ayuda de Dios, se construyó un puente sobre el Ródano, muy útil para los ciudadanos. († 1184)
Beato Pedro González «Telmo», religioso presbítero
En Tuy, en la región de Galicia, en España, beato Pedro González «Telmo», presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como en el pasado había deseado la gloria, y se entregó a ayudar a los más menesterosos, sobre todo a los marineros y a los pescadores. († 1246)
Beata Isabel Calduch Rovira, virgen y mártir
En el pueblo de Cuevas de Vinromá, en la provincia de Castellón de la Región Valenciana, en España, beata Isabel Calduch Rovira, virgen de la Orden de Clarisas Capuchinas y mártir, que en tiempo de persecución contra la fe entregó la vida por confesar a Cristo. († 1936)
Beato Lucien Botovasoa, mártir
En Ambohimanarivo, Madagascar, beato Lucien Botovasoa, mártir, que dio testimonio de Cristo entre su pueblo con su vida, y lo completó con su gloriosa muerte. († 1947)
LITURGIA DE HOY
Santas Bernice, Prosdoca y Domnina, mártires
En Antioquía de Siria, santas mártires Bernice y Prosdoca, vírgenes, y su madre Domnina, que en tiempo de persecución, para evitar a los que querían atentar contra su pureza, buscaron remedio en la fuga, pero hallaron finalmente el martirio al ser arrojadas a un río. († s. IV)
San Frontón, abad
En el desierto de Nitria, en Egipto, san Frontón, abad, que, junto con setenta compañeros, se retiró a aquel lugar inhóspito. († c.s. IV)
San Asaco de Elphin, obispo
En Elphin, lugar de Irlanda, san Asaco, obispo, considerado como discípulo de san Patricio y primer obispo de esta Iglesia. († s. V)
Santa Tomáide, mártir
En Alejandría de Egipto, santa Tomáide, mártir. († 476)
San Lamberto de Lyon, abad y obispo
En Lyon, en Francia, san Lamberto, obispo, que antes había sido monje y abad del monasterio de Fontanelle. († c. 688)
San Juan de Montemarano, obispo
En Montemarano, de la Campania, san Juan, obispo, que se dedicó con empeño y pasión a ayudar a los pobres y a la santificación del clero. († s. XI/XII)
San Bernardo de Tiron, abad
En el monasterio de Tiron, junto a Chartres, en Francia, san Bernardo, abad, que llevó vida eremítica en los bosques y en la isla de Chausey, y fue maestro insigne de los discípulos que acudían a él en gran número, a los cuales encaminaba hacia la perfección evangélica. († 1117)
San Benito de Aviñón, laico
En Aviñón, en Francia, san Benito, joven pastor, que siendo adolescente se trasladó a esta ciudad y gracias a él, con la ayuda de Dios, se construyó un puente sobre el Ródano, muy útil para los ciudadanos. († 1184)
Beato Pedro González «Telmo», religioso presbítero
En Tuy, en la región de Galicia, en España, beato Pedro González «Telmo», presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como en el pasado había deseado la gloria, y se entregó a ayudar a los más menesterosos, sobre todo a los marineros y a los pescadores. († 1246)
Beata Isabel Calduch Rovira, virgen y mártir
En el pueblo de Cuevas de Vinromá, en la provincia de Castellón de la Región Valenciana, en España, beata Isabel Calduch Rovira, virgen de la Orden de Clarisas Capuchinas y mártir, que en tiempo de persecución contra la fe entregó la vida por confesar a Cristo. († 1936)
Beato Lucien Botovasoa, mártir
En Ambohimanarivo, Madagascar, beato Lucien Botovasoa, mártir, que dio testimonio de Cristo entre su pueblo con su vida, y lo completó con su gloriosa muerte. († 1947)
Misa del Domingo (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. Pasc.
LECC.: vol. I (B).
- Hch 3, 13-15. 17-19. Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
- Sal 4. R. Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
- 1 Jn 2, 1-5a. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y también por los del mundo entero.
- Lc 24, 35-48. Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día.
No somos seguidores de una idea, sino de una persona en la que confiamos. Esta persona es Jesús resucitado, que reúne a los suyos, se presenta ante ellos, les infunde paz, y les muestra
las heridas de su pasión. La resurrección está unida a la pasión y muerte, el resucitado es el que ha padecido y ha atravesado la muerte. Jesús quiere hacerse visible con su cuerpo resucitado en medio de su comunidad. Después de que se hayan vuelto a congregar superando su dispersión, quiere infundirles paz para que superen también su miedo y recobren la gloria de la adopción filial y la esperanza de la felicidad eterna.
- Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 15 de abril, pág. 256.
CALENDARIOS: Alcalá de Henares: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Juan Antonio Reig Pla, obispo, emérito (1996).
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Antífona de entrada Sal 65, 1-2Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Aleluya.
Se dice Gloria.
Oración colectaQUE TU PUEBLO, Señor, exulte siempre
al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu,
para que todo el que se alegra ahora
de haber recobrado la gloria de la adopción filial,
ansíe el día de la resurrección
con la esperanza cierta de la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Aleluya.
Se dice Gloria.
al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu,
para que todo el que se alegra ahora
de haber recobrado la gloria de la adopción filial,
ansíe el día de la resurrección
con la esperanza cierta de la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
-«Israelitas, ¿de qué os admiráis?, ¿por qué nos miráis como si hubiésemos hecho andar a éste por nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas; que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.»
Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R/.
y el Señor me escuchará cuando lo invoque. R/.
«¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» R/.
y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor,
me haces vivir tranquilo. R/.
Os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es victima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
-«Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
-«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
-«¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
-«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
-«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
DOMINGO
DE LA III SEMANA DE PASCUA (CICLO B)
Un
aspecto muy interesante en la vida de los Apóstoles como testigos de
la Resurrección de Jesús, será la afirmación en los Hechos (10,
41): Comimos y bebimos con Él después que resucitase de entre los muertos.
La aparición que nos narra el evangelio de San Lucas, tiene el encanto de quien
convence a sus amigos de un hecho para ellos inconcebible. Testigos de su
muerte escalofriante, no acaban de convencerse: Mirad mis manos y mis
pies: soy yo en persona; ¿tenéis ahí algo que comer?; Él lo tomó y
comió delante de ellos...
Les
abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Termina
así ese ciclo de los domingos después de Pascua en que se nos narran las
apariciones de Jesús.
Volvamos
ahora nuestra atención a la carta de San Juan. El domingo pasado hablamos de la
misericordia de Dios. También hoy admiramos algunos matices enriquecedores con
detalles más que paternales: Hijos míos: os escribo esto para que no
pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a
Jesucristo, el Justo. Y describe la dimensión intercesora sacerdotal de Cristo.
Detalles
enriquecedores encontramos en estos pensamientos de la Madre Trinidad de la
Santa Madre Iglesia en el libro citado otras veces de Frutos de
oración:
580.
Es tan excelente la Santidad infinita de Dios, que, al ser ultrajada, no había
posibilidad en la criatura para repararla dignamente; y Dios mismo, al
encarnarse, se hace Respuesta infinita de reparación, que resarce y adora su
santidad. (16-10-1974)
581.
¡Qué alegría que, aunque todos los hombres le dijéramos a Dios que «no», Él se
hizo su Hombre, y éste fue tan rico que su «sí» superó infinitamente los «no»
de toda la humanidad! (19-1-1967)
582.
En el instante de la Encarnación, el alma de Cristo, por la grandeza de su
perfección, fue capaz de vivir, contener y abarcar en la experiencia saboreable
o dolorosa de su ser, toda su postura sacerdotal de recepción del Infinito y de
respuesta, en retornación, al mismo Infinito; de receptor de la donación de
Dios para todos los hombres y de recopilador de todos ellos en sí, siendo la respuesta
de todo lo creado ante la infinita Santidad. (15-9-1974)
585.
La muerte de Jesús fue el supremo himno de adoración de la criatura que, ante
el Creador, responde en manifestación cruenta de reparación diciendo al Dios
tres veces santo: Tú sólo eres el que te eres, y yo sólo soy por ti, como
hombre. Y al cargar con los pecados de todos, muero en reconocimiento de tu
excelencia, y resucito en manifestación de que soy esa misma excelencia por mí
mismo reparada. (16-10-1974)
La
persona que es consciente de tener a Jesús como abogado y víctima de
propiciación por los pecados del mundo entero, no puede menos de abrazar
en todo y siempre la voluntad de Dios y el cumplimiento de sus mandamientos.
Si conocemos a
Cristo viviremos conscientes nuestra incorporación a Él con todas las
consecuencias.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: Toda la riqueza de Cristo es para todo hombre y constituye el bien de cada uno (nº 519) y Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (nº 616).
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las ofrendasRECIBE, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante,
y a quien diste motivo de tanto gozo
concédele disfrutar de la alegría eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
y a quien diste motivo de tanto gozo
concédele disfrutar de la alegría eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
El misterio pascual
El misterio pascual
En verdad es justo y necesario,es nuestro deber y salvaciónglorificarte siempre, Señor;pero más que nunca en esta noche (este día) (este tiempo)en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Corderoque quitó el pecado del mundo;muriendo destruyó nuestra muerte,y resucitando restauró la vida.
Por eso,con esta efusión de gozo pascual,el mundo entero se desborda de alegríay también los coros celestiales,los ángeles y los arcángeles,cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comuniónAño A: Cf. Lc 24, 35Los discípulos reconocieron al Señor Jesús al partir el pan. Aleluya.
Año B: Cf. Lc 24, 46-47Convenía que el Mesías padeciera, resucitara de entre los muertos al tercer día y, en su nombre, se proclamara la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos. Aleluya.
Año C: Cf. Jn 21, 12-13Jesús dijo a sus discípulos: «Vamos, almorzad». Y tomó el pan y se lo dio. Aleluya.
Oración después de la comuniónMIRA, Señor, con bondad a tu pueblo
y, ya que has querido renovarlo
con estos sacramentos de vida eterna,
concédele llegar a la incorruptible resurrección
de la carne que habrá de ser glorificada.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se puede utilizar la fórmula de bendición solemne (n. 8).
Antífona de comunión
Año B: Cf. Lc 24, 46-47
Oración después de la comunión
y, ya que has querido renovarlo
con estos sacramentos de vida eterna,
concédele llegar a la incorruptible resurrección
de la carne que habrá de ser glorificada.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se puede utilizar la fórmula de bendición solemne (n. 8).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que iban de camino y los reprendió por su resistencia en creer. Sus corazones, por Él iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras» (San León Magno).
«El encuentro con Dios en la oración, mediante la lectura de la Biblia y en la vida fraterna os ayudará a conocer mejor al Señor y vosotros mismos, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para vuestras vidas» (Francisco).
«Los evangelios son el corazón de todas las Escrituras ‘por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador’ (Concilio Vaticano II)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 125).
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