25 de febrero - DOMINGO II DE CUARESMA (CICLO B)

 


  DOMINGO II DE CUARESMA (CICLO B)
  Oficio del Domingo de la Semana II del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia   - Sexta Nona Vísperas - Completas)




PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 25 DE FEBRERO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la II Semana de Cuaresma: Función Principal de Instituto del Cristo del Prendimiento (a las 11.00 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la II Semana de Cuaresma (a las 12.30 h.)




NOTICIAS DE ACTUALIDAD





Portada

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CULTURA Se cumplen 60 años de su película «El Evangelio según San Mateo»
NUEVA EVANGELIZACIÓN Los 3 pasos para hacer comunión espiritual, si no puedes ir al sacramento
ESPAÑA Se llenó el Aula Magna de la Universidad Abat Oliba: publicamos su declaración de principios


SANTORAL DE HOY


Elogio: Junto al río Beijang, cerca de Shaoguan, en la provincia china de Guandong, santos mártires Luis Versiglia, obispo, y Calixto Caravario, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales, que sufrieron el martirio por haber dado asistencia pastoral a las personas que les estaban confiadas.

Refieren a este santo: Santos Agustín Zhao Rong, Pedro Sans i Jordá, obispo y compañeros.

Otros santos de este día:

   San Cesáreo, laico

En Nacianzo, de la región de Capadocia, san Cesáreo, médico, hermano de san Gregorio Nacianceno.

   Santa Aldetrudis, abadesa   

En Maubeuge, en la Galia Bélgica, santa Aldetrudis, virgen y abadesa.

   Santa Waldburgis, abadesa   

En el monasterio de Heidenheim, en Franconia, santa Waldburgis, abadesa, a quien san Bonifacio, y los hermanos de ella, santos Willibaldo y Winebaldo, convencieron para que fuese de Inglaterra a Germania, donde rigió aquel monasterio de doble comunidad de monjas y monjes.

   San Gerlando de Agrigento, obispo   

En Agrigento, en Sicilia, san Gerlando, obispo, que organizó su Iglesia una vez recuperada de manos de los sarracenos.

   Beato Roberto de Arbrissel, presbítero y fundador   

En el priorato de Orsan, en la región de Bourges, en Aquitania, tránsito del beato Roberto de Arbrissel, presbítero, que predicando públicamente la conversión de las costumbres, reunió mujeres y hombres en el monasterio doble de Fontevrault, bajo el gobierno de una abadesa.
   Beato Avertano, religioso   

En Luca, de la Toscana, beato Avertano, peregrino, religioso de la Orden de los Carmelitas.

   Beato Sebastián de Aparicio, religioso   

En Puebla de los Ángeles, en México, beato Sebastián Aparicio, que, siendo pastor de ovejas, se trasladó de España a México, donde reunió con su trabajo una notable fortuna con la que ayudó a los pobres, y tras haber enviudado dos veces, fue recibido como hermano laico en la Orden de los Hermanos Menores, en la cual falleció casi centenario.

   San Néstor de Magido, obispo y mártir   

En Perge, en Panfilia, pasión de san Néstor, obispo de Magido y mártir, que en la persecución bajo el emperador Decio fue condenado por el prefecto de la provincia a morir en una cruz, para que sufriese la misma pena del Crucificado a quien confesaba.

   Beato Domingo Lentini, presbítero   

En Lauria, en la Lucania, beato Domingo Lentini, presbítero, que en su lugar de origen, y hasta su muerte, ejerció un fructuoso y variado ministerio, cimentado en una vida de humildad, oración y penitencia.

   Beato Diego Yuki Ruosetsu, presbítero y mártir   

En Osaka, Japón, beato Diego Yuki Ruosetsu, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que fue condenado a la fosa luego de animar y confortar por muchos años con los sacramentos a los cristianos perseguidos.

   Beata María Adeodata Pisani, abadesa   

En el pueblo de Mdina, en la isla de Malta, beata María Adeodata (María Teresa) Pisani, virgen de la Orden de San Benito, que, abadesa del monasterio de San Pedro, con sabia administración de su tiempo, a la vez que cumplía su propia misión, mostró gran interés por los pobres y abandonados, y contribuyó así al bien de la comunidad.

   San Lorenzo Bai Xiaoman, mártir   

En la ciudad de Xilianxian, en la provincia china de Guangxi, san Lorenzo Bai Xiaoman, mártir, de oficio artesano y neófito, que prefirió ser azotado y decapitado antes que negar a Cristo.

   Beato Ciriaco María Sancha Hervás, obispo y fundador   

En Toledo, España, beato Ciriaco María Sancha Hervás, obispo, Cardenal Primado de España y fundador de las Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha.

   Santo Toribio Romo González, presbítero y mártir   

En la aldea de Tequila, en el territorio de Guadalajara, en México, santo Toribio Romo González, presbítero y mártir, que a causa de su condición sacerdotal fue asesinado durante la persecución religiosa.

   Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario, mártires

Junto al río Beijang, cerca de Shaoguan, en la provincia china de Guandong, santos mártires Luis Versiglia, obispo, y Calixto Caravario, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales, que sufrieron el martirio por haber dado asistencia pastoral a las personas que les estaban confiadas.

   Beata María Ludovica De Angelis, virgen

En City Bell, Argentina, beata María Ludovica (Antonina) De Angelis, virgen de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia.

   Beata Rani Maria Vattalil, religiosa mártir   

Cerca de Udainagar, Bagli, en la India, beata Rani Maria Vattalil, franciscana clarisa, muerta por odio a la fe, mientras pronunciaba el nombre de Jesús.


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. I (B).
- Gen 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18. El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
- Sal 115. R. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
- Rom 8, 31b-34. Dios no se reservó a su propio Hijo.
- Mc 9, 2-10. Este es mi Hijo, el amado.
Pasamos del desierto y la tentación del primer domingo a la elevación y la transfiguración de este segundo domingo. Este Jesús que conoce nuestros desiertos y tentaciones se nos presenta resplandeciente, para iluminarnos con su verdad. Esta verdad pasa por la cruz, y pide de nosotros una mirada limpia para contemplar su rostro con la esperanza de que caminaremos en su presencia en el país de los vivos. Jesús mismo es la revelación de Dios y su rostro transfigurado es el rostro misericordioso de Dios. Solo con nuestras fuerzas no podemos contemplar el rostro del Señor, nos tenemos que dejar guiar por la gracia que el Señor nos otorga en la vida espiritual que se manifiesta en los sacramentos y en la oración de su Iglesia.
- Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. No se dice Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 26 de febrero, pág. 180.
CALENDARIOS: Cuenca: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. José María Yanguas Sanz, obispo (2006).

RITOS INICIALES  

Antífona de entrada Sal 24, 6. 3. 22

Mi corazón me habla de ti diciendo: “Busca su rostro”. Tu faz estoy  buscando, Señor; no me escondas tu rostro.

O bien: Cfr. Sal 24, 6. 2. 22

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. No permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias.

No se dice Gloria.


Oración colecta

SEÑOR, Dios, que nos mandaste escuchar a tu Hijo muy amado,
dígnate alimentarnos íntimamente con tu palabra,
para que, ya purificada nuestra mirada interior,
nos alegremos en la contemplación de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.


LITURGIA DE LA PALABRA  

PRIMERA LECTURA
El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe

Lectura del libro del Génesis 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18

EN AQUELLOS DÍAS, Dios puso a prueba a Abrahán.
Le dijo:
«¡Abrahán!».
Él respondió:
«Aquí estoy».
Dios dijo:
«Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré».
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña.
Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo: «Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».

Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 115, 10 y 15. 16-17. 18-19 (R: Sal 114, 9)

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

V/. Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!».
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.

V/. Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor. R/.

V/. Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R/.


SEGUNDA LECTURA
Dios no se reservó a su propio Hijo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-34

HERMANOS:

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros?

Palabra de Dios.


Versículo antes del Evangelio Cf. Lc 9, 35

R/. Alabanza a ti, Cristo, rey de la gloria eterna.

V/. En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo». R/.

EVANGELIO
Este es mi Hijo, el amado
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-10

EN AQUEL TIEMPO, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

DOMINGO DE LA II SEMANA DE CUARESMA (CICLO B)

Quería, sobre la primera lectura, recoger aquí algo de lo que escribe la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, tantas veces citada en estos comentarios, a propósito de esta página sobre la fe inquebrantable de Abrahán:

¡¿Qué experimentaría el alma santísima de nuestro Padre Abraham, escogido y privilegiado por Dios para que en su descendencia fueran bendecidas todas las naciones por el Mesías Prometido...?!

¡Cuántas cosas pasarían por su mente en aquel camino largo, por el cual condujera a su hijo a la inmolación cruenta del sacrificio de su vida, para ofrecérselo a Yahvé como himno de renuncia, amor, entrega y alabanza; quedando con ello como destruidas todas las promesas que, sobre su hijo Isaac, el mismo Dios le había anunciado y prometido que realizaría...!

¡¿Qué experimentaría en lo más profundo de la médula de su espíritu nuestro Padre Abraham ante la petición de Dios, como llena de contradicción; y que él aceptaba con fe inquebrantable de que serían cumplidas sus promesas, tal como Yahvé se lo había manifestado, al mismo tiempo que caminaba con la firmeza y la determinación absoluta de ofrecer en sacrificio al hijo de la promesa...?!

¡¿Qué sentiría su corazón desgarrado, en lo más recóndito de su espíritu, que, confiando en Dios con fe firme y certera, no dudaba de las promesas de Yahvé, que había hecho recaer sobre él y su descendencia para siempre; al mismo tiempo que iba a ofrecer en sacrificio a su «unigénito» hijo, que le había nacido en la vejez de modo tan milagroso, por medio de Sara, ya estéril; sobre el cual recaían todas aquellas promesas hechas por el mismo Dios a su alma, y que ahora tenía que sacrificar...?!

¡Qué momento más peligroso para su inconmovible fe, más dramático, más desconcertante para su alma dolorida y desgarrada, y para su brazo extendido y sin vacilar, alzando a Dios su mirada para, valerosamente, ofrecerle no sólo a su propio hijo, sino cuanto en él y por él le había sido prometido!

¡Cosa más terrible que mil muertes para el corazón del hombre que conoce los pensamientos de Dios que le han sido revelados, y que, aparentemente, se le convertían en una insospechada e inimaginable contradicción!

Opúsculo nº 17 Yo tengo fe (Del libro: Luz en la noche. El misterio de la fe dado en sabiduría amorosa)

No me atrevo a añadir nada más que lo que ella misma dirá en unos párrafos anteriores a la cita afirmando que se sentía...

... llena de amor y santo orgullo por nuestro Padre Abraham, que no se reservó nada para sí, estando dispuesto a ofrecer en sacrificio a su «único» hijo, su «primogénito», el hijo de la gran promesa hecha por Yahvé a su alma; y que, aun en medio de la más terrible y desconcertante tribulación, nunca dudó –titubeando– de la palabra que Yahvé había inscrito en su alma!

Sintamos ese amor y santo orgullo al considerar a Abrahán nuestro padre en la fe.

No puedo pasar sin un breve comentario a la afirmación de San Pablo (segunda lectura) El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará todo con Él?

Solo el Amor Infinito es Capaz de actuar de manera tan desconcertante con nosotros los hombres tan raquíticos en la entrega y tan poco responsables en aprovechar los regalos de Dios.

Medimos muchas veces a Dios con nuestros criterios rastreros y no entendemos. Lo que Dios hace no cabe en nuestros modos: La Cruz, la Eucaristía y la misma Encarnación del Verbo, desbordan nuestras maneras y en vez de entrar dentro de estas maneras de donación, nos entretenemos con nuestras cositas y miramos a otra parte.

Por eso, y termino, tomemos en serio la voz del Padre que nos dice: (Evangelio) Este es mi Hijo amado: escuchadlo.

Credo.


Oración de los fieles

Oremos, hermanos, al Padre de la misericordia, árbitro de nuestros actos y Dios que escudriña lo profundo de nuestros corazones, y, con espíritu contrito, pidámosle que escuche la oración de su pueblo penitente:

- Para que Dios conceda a sus fieles vivir estos días de Cuaresma con verdadero espíritu de penitencia y prepararse a celebrar con fruto el sacramento del perdón, roguemos al Señor.

- Para que quienes se han apartado del camino del bien y han muerto a causa del pecado escuchen en estos días de Cuaresma la voz del Hijo de Dios y vivan, roguemos al Señor.

- Para que Dios inspire sentimientos de caridad a los que tienen riquezas y multiplique los bienes de la tierra en bien de todos, roguemos al Señor.

- Para que la penitencia cuaresmal aleje de nosotros el amor desordenado a los bienes visibles y sane nuestra aridez espiritual con el deseo de los bienes del cielo, roguemos al Señor.

Dios nuestro, que llamaste a la fe a nuestros padres de Israel,
y a nosotros nos has concedido ser iluminados con la fe del Evangelio,
escucha nuestras oraciones y abre nuestros oídos,
para que, escuchando siempre la voz de tu Hijo 
y aceptando en nuestra vida el misterio de la cruz,
podamos alcanzar la gloria de tu reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas
TE ROGAMOS, Señor, que estos dones borren nuestros pecados
y santifiquen el cuerpo y el alma de tus fieles,
para celebrar dignamente las fiestas pascuales.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio
La transfiguración del Señor

℣. El Señor esté con vosotros.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.

EN VERDAD es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar;
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque él mismo,
después de anunciar su muerte a los discípulos,
les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria,
para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas,
que la pasión es el camino de la resurrección.

Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo,
así nosotros en la tierra te aclamamos,
diciendo sin cesar:
 
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la comunión Mt 17, 5

Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadlo.


Oración después de la comunión

AL RECIBIR, Señor, este glorioso sacramento,
queremos darte gracias de todo corazón
porque así nos permites, desde este mundo,
participar ya de los bienes del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

BENDICE, Señor, a tus fieles con una bendición perpetua, y haz que de
tal manera acojan el Evangelio de tu Hijo, que puedan debida y
felizmente desear y alcanzar la gloria que El manifestó a los apóstoles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«En aquella transfiguración se trataba, sobre todo, de alejar de los corazones de los discípulos el escándalo de la cruz, y evitar así que la humillación de la pasión voluntaria conturbara su fe» (San León Magno).

«‘Escúchenlo’. Es muy importante esta invitación del Padre. Nosotros, los discípulos de Jesús, estamos llamados a ser personas que escuchan su voz y se toman en serio sus palabras» (Francisco).

«Los Evangelios narran en dos momentos solemnes, el bautismo y la transfiguración de Cristo, que la voz del Padre lo designa como su ‘Hijo amado’. Jesús se designa a sí mismo como ‘el Hijo Único de Dios’ (Jn 3,16) y afirma mediante este título su preexistencia eterna. Pide la fe en ‘el Nombre del Hijo Único de Dios’ (Jn 3,18) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 444).


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