30 de enero - MARTES DE LA IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria




  MARTES IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO,
  Oficio del Martes de la Semana IV del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia   - Sexta Nona Vísperas - Completas)



PROGRAMA PARROQUIAL:
MARTES, 30 DE ENERO

PARROQUIA DEL CARMEN:

Eucaristía del Martes de la Semana IV del T. O., en la Parroquia (a las 18.30 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

Eucaristía del Martes de la Semana IV del T. O., en la Parroquia (a las 19.30 h.).


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NOTICIAS DE ACTUALIDAD




PERSONAJES En su libro «El infiltrado de Dios» cuenta su conversión y colaboración con los Carabinieri
Valter Di Cera: «Estaba en las Brigadas Rojas, a punto de matar, cuando encontré a Dios»
VIDA Y FAMILIA En Estados Unidos o España, las rupturas suponen la mitad de enlaces
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OPINIÓN Una crítica de la película, que llega a cines españoles el 2 de febrero
«Nefarious» no es terror, es un gran «thriller» que inquieta con la palabra y lo que nos dice
AMÉRICA LATINA Murió en la Guatemala de Ríos Montt: sus propios verdugos acordonaron la zona y llamaron al juez
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PERSONAJES Armelle cuenta su conversión, con algunos consejos sobre el testimonio cristiano
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ESPAÑA Remigi Palmés explica esta iniciativa y su encuentro abierto del 3 de febrero en Barcelona
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CIENCIA Y FE Dios y la ciencia moderna: las razones de José Carlos González-Hurtado y Jesús Herrero
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PERSONAJES Todo lo que debes saber del santo dominico que revolucionó el mundo en la Edad Media
¿Quién fue Santo Tomás de Aquino? ¿Por qué es el Doctor Angélico? ¿Quién le llamó el «buey mudo»?
PERSONAJES Buscando llenar el vacío, «hablaba con un espíritu a todas horas», pero «solo Dios podía hacerlo»
En la Nueva Era, fue «torturada» por el demonio «hasta ayer»: gracias a Emaús «ya no tengo miedo»
PERSONAJES Coche Inciarte salió con vida de la cordillera pero aseguraba que allí, con ellos, había alguien más
El «superviviente número 17» de los Andes: «No sé por qué me elegía a mí y me hacía seguir viviendo»
CULTURA Los sacerdotes de Red de Redes analizan la historia del pueblo de Israel en un nuevo capítulo
¿Qué pasó con los judíos después de Cristo? 2.000 años entre la destrucción del templo y el Estado


SANTORAL DE HOY

Elogio: En Roma, conmemoración de santa Martina, a quien el papa Dono dedicó una basílica a su nombre en el foro romano.

Patronazgos: patrona de Roma y de las mujeres en período de lactancia.


   San Matías de Jerusalén, obispo   

En Jerusalén, san Matías, obispo, que descansó en paz después de soportar muchos sufrimientos por la causa de Cristo.

   San Barsimeo de Edesa, obispo   

En Edesa, de Osroene, san Barsimeo, obispo, que en tiempo del emperador Decio fue azotado por su fe en Cristo, y después, terminada la persecución y liberado de la cárcel, dedicó el resto de su vida a gobernar con total entrega la Iglesia a él encomendada.

   Santa Batilde, viuda y fundadora

En el monasterio de Chelle, en el territorio de París, santa Batilde, reina, que fundó un cenobio bajo la Regla de san Benito, al estilo del monasterio de Luxeuil, y, a la muerte de su esposo Clodoveo II, gobernó el reino de los francos. Cuando asumió su hijo el poder, se retiró al citado monasterio y vivió hasta su muerte bajo la observancia de la Regla.

   Santa Aldegunda, abadesa   

En el monasterio de Maubeuge, en Neustria, santa Aldegunda, abadesa, en tiempo del rey Dagoberto.

   San Armentario de Pavía, obispo   

En la ciudad de Pavía, en la Lombardía, san Armentario, obispo, que colocó solemnemente en la basílica de San Pedro in Coelo Aureo el cuerpo de san Agustín, trasladado por el rey Liutprando.

   San Teófilo el Joven, mártir   

Pasión de san Teófilo, llamado el Joven, mártir, que, siendo prefecto de la armada cristiana, fue apresado en Chipre y conducido a la presencia de Harun ar-Rashid, califa supremo de los sarracenos, y dado que ni las amenazas ni las promesas pudieron hacerle apostatar de Cristo, fue herido de muerte con la espada.

   San Lesmes, abad   

En la ciudad de Burgos, en Castilla la Vieja, san Lesmes, abad, que convirtió en monasterio la capilla de San Juan y el hospital de pobres contiguo.

   Beato Francisco Taylor, mártir   

En Dublín, en Irlanda, tránsito del beato Francisco Taylor, mártir, que, siendo padre de familia, pasó siete años en la cárcel a causa de su fe católica y, después de soportar tribulaciones en su ancianidad, terminó su martirio bajo el reinado de Jacobo I.

   Beatos Ogasawara Gen`ya, Miya Kagayama y trece compañeros, mártires   

En Kamamoto, Japón, beatos Ogasawara Gen`ya, su esposa Miya Kagayama, sus nueve hijos y cuatro sirvientes, que después de sufrir destierro y persecución y de pasar cuarenta días en la cárcel, fueron decapitados en el patio del templo budista Zengo-In.

   Santa Jacinta Mariscotti, virgen   

En Viterbo, en el Lacio, santa Jacinta Mariscotti, virgen de la Tercera Orden Regular de San Francisco, quien, después de perder quince años entregada a vanos placeres, abrazó con ardor la conversión y promovió confraternidades para la asistencia a los ancianos y para fomentar el culto a la Eucaristía.

   Beato Sebastián Valfré, religioso presbítero   

En Turín, ciudad del Piamonte, en Italia, beato Sebastián Valfré, presbítero de la Congregación del Oratorio, que con su entrega desinteresada ayudó a pobres, enfermos y encarcelados, y condujo a muchos hacia Cristo con su amistad y su eximia caridad.

   San Pablo Ho Hyob, mártir   

En Seúl, en Corea, san Pablo Ho Hyob, mártir, que, siendo soldado, fue encerrado en prisión por confesarse cristiano y, sometido a tormento, llegaron a ceder sus fuerzas, dando la impresión de retractarse, pero arrepentido y repuesto, él mismo se presentó ante el juez confirmando su fe en Cristo, por lo cual, encarcelado de nuevo, después de largo tiempo falleció a consecuencia del maltrato recibido.

   Santo Tomás Khuong, presbítero y mártir   

En Tonkin, actual Vietnam, santo Tomás Khuong, presbítero y mártir, que en la persecución bajo el emperador Tu Duc confesó con gran fuerza de ánimo ser cristiano. Fue encarcelado y, finalmente, de rodillas ante la Cruz, lo mataron a hachazos.

   San David Galván Bermúdez, presbítero y mártir

En la ciudad de Guadalajara, en México, san David Galván Bermúdez, presbítero y mártir, que durante la persecución mexicana, por defender la santidad del matrimonio, obtuvo la corona del martirio al ser fusilado sin previo juicio por los soldados.

   San Muciano María Viaux, religioso   

En Malonne, población de Bélgica, san Muciano María (Luis) Viaux, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó toda su vida, con constancia y generosidad, a la formación de los jóvenes.

   Beato Columba Marmión, abad   

En el monasterio de san Benito de Maredsous, también en Bélgica, beato Columba (José) Marmión, el cual, nacido en Irlanda y ordenado sacerdote, llegó a ser abad de aquel monasterio benedictino, donde se distinguió como padre del cenobio, guía de almas en el camino de la santidad, así como por su riqueza en doctrina espiritual y elocuencia.

   Beata Carmela García Moyón, catequista mártir   

En la localidad valenciana de Torrent, en España, beata Carmen García Moyón, mártir, maestra de la doctrina cristiana, que en la cruel persecución religiosa fue violada y quemada viva, a causa de su fe en Cristo.

   Beato Segismundo Pisarski, presbítero y mártir   

En la ciudad de Gdeszyn, en Polonia, beato Segismundo Pisarski, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra, por no renunciar a su fe ante los perseguidores, fue fusilado junto a la parroquia del lugar.

   Beata Maria Bolognesi, laica   

En Rovigo, Italia, beata María Bolognesi, laica, que ofreció sus sufrimientos físicos y espirituales por la salvación del prójimo.


LITURGIA DE HOY

Misa de feria (verde).

MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 62, n. 5), Pf. común.

LECC.: vol. III-par.

- 2 Sam 18, 9-10. 14b. 24-25a. 31 — 19, 3. ¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién

me diera haber muerto en tu lugar!

- Sal 85. R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.

- Mc 5, 21-43. Contigo hablo, niña, levántate.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 31 de enero, pág. 138.

CALENDARIOS: Burgos: San Lesmes, abad (MO).

Toledo-ciudad: Beato Manuel Domingo y Sol, presbítero (MO). Toledo-diócesis: (ML).

Bernabitas y HH. Angélicas de San Pablo: San Francisco Javier María Bianchi, presbítero (MO).

HH. de las Escuelas Cristianas: San Muciano María Wiaux, religioso (MO).

Tortosa-ciudad: Santa Ángela de Mérici, virgen (ML).

Congregación del Oratorio: Beato Sebastián Valfré, presbítero (ML).

Familia Salesiana: Beato Bronislao Markiewicz, presbítero (ML).

TOR: Santa Jacinta de Mariscotti, virgen (ML).


RITOS INICIALES 

Monición de entrada

Nuestra primera lectura es la historia de Absalón, hijo de David, que retó a su padre para obtener el trono, pero murió como víctima de su vanidad por su cabellera hermosa. El texto mismo no dice expresamente que se enredó con la famosa cabellera, ni lo excluye; eso es simplemente la lectura tradicional. Lo importante es que queda colgado del árbol, porque un texto legal dice que Dios maldice al que cuelga de un árbol (Deut 21,23). Se puede añadir el hecho irónico de que el mulo, en el cual montaba el joven, fue tradicionalmente cabalgadura de reyes. Absalón se queda sin mulo, sin reino y sin vida. No obstante, lo más desconcertante son las palabras de David: Absalón, hijo mío! (19, 1). Es el grito de todos los padres de hijos extraviados, llorando a lo largo de los siglos.


Antífona de entrada Ef 5, 19-20

Canten con todo el corazón las alabanzas al Señor. Den continuamente gracias a Dios Padre por todas las cosas, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.


Oración colecta
Dios nuestro, que siempre nos escuchas en nuestra aflicción,
te damos gracias por tu bondad
y te pedimos que, liberados de todos los males,
podamos servirte siempre con alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo.


LITURGIA DE LA PALABRA  

PRIMERA LECTURA
¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar!

Lectura del segundo libro de Samuel 18, 9-10. 14b. 24-25a. 31 - 19, 3

EN AQUELLOS DÍAS, Absalón se encontró frente a los hombres de David.
Montaba un mulo y, al pasar el mulo bajo el ramaje de una gran encina, la cabeza se enganchó en la encina y quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que montaba siguió adelante.
Alguien lo vio y avisó a Joab:
«He visto a Absalón colgado de una encina».
Cogiendo Joab tres venablos en la mano, los clavó en el corazón de Absalón.
David estaba sentado entre las dos puertas.
El vigía subió a la terraza del portón, sobre la muralla. Alzó los ojos y vio que un hombre venía corriendo en solitario.
El vigía gritó para anunciárselo al rey.
El rey dijo:
«Si es uno solo, trae buenas noticias en su boca». Cuando llegó el cusita, dijo:
«Reciba una buena noticia el rey, mi señor: el Señor te ha hecho justicia hoy, librándote de la mano de todos los que se levantaron contra ti».
El rey preguntó:
«¿Se encuentra bien el muchacho Absalón?».
El cusita respondió:
«Que a los enemigos de mi señor, el rey, y a todos los que se han levantado contra ti para hacerte mal les ocurra como al muchacho».
Entonces el rey se estremeció. Subió a la habitación superior del portón y se puso a llorar. Decía al subir:
«¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!».
Avisaron a Joab:
«El rey llora y hace duelo por Absalón».
Así, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, al oír decir que el rey estaba apenado por su hijo.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL (Sal 85, 1b-2. 3-4. 5-6 [R.: 1b])

V. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti.

R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
 
V. Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
 
V. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.

Aleluya Mt 8, 17
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades. R.

 

EVANGELIO
Contigo hablo, niña, levántate

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43

EN AQUEL TIEMPO, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor.


Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)

 

Papa Francisco, Ángelus 1-julio-2018

En esta página del Evangelio se entrelazan los temas de la fe y de la vida nueva que Jesús ha venido a ofrecer a todos. Entrando en la casa donde la muchacha yace muerta, Él echa a aquellos que se agitan y se lamentan (cf. Mc 5, 40) y dice: «La niña no ha muerto; está dormida» (Mc 5, 39). Jesús es el Señor y delante de Él la muerte física es como un sueño: no hay motivo para desesperarse. Otra es la muerte de la que tener miedo: la del corazón endurecido por el mal. ¡De esa sí que tenemos que tener miedo! Cuando sentimos que tenemos el corazón endurecido, el corazón que se endurece y, me permito la palabra, el corazón momificado, tenemos que sentir miedo de esto. Esta es la muerte del corazón. Pero incluso el pecado, incluso el corazón momificado, para Jesús nunca es la última palabra, porque Él nos ha traído la infinita misericordia del Padre. E incluso si hemos caído, su voz tierna y fuerte nos alcanza: «Yo te digo: ¡Levántate!». Es hermoso sentir aquella palabra de Jesús dirigida a cada uno de nosotros: «yo te digo: Levántate. Ve. ¡Levántate, valor, levántate!». Y Jesús vuelve a dar la vida a la muchacha y vuelve a dar la vida a la mujer sanada: vida y fe a las dos.


LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas
Señor, tú que nos diste a tu Hijo
para que nos librara de la muerte y de todo mal,
acepta este sacrificio que te ofrecemos en acción de gracias
por habernos librado de nuestras tribulaciones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio del Canon II
El misterio de la salvación en cristo

77. Este prefacio, tomado de la Plegaria eucarística II, se dice en las misas que carecen de prefacio propio y no deben tomar un prefacio del tiempo.


En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión Sal 137, 1

Te damos gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste nuestros ruegos.

O bien: Sal 115, 12-13

Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor.


Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, que, mediante este pan de vida,
te dignas librar a tus siervos de las ataduras del pecado
y restaurar piadosamente sus fuerzas,
concédenos crecer sin cesar en la esperanza de la gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«La lectura de hoy es un compendio perfecto de esperanza, y la exclusión de cualquier motivo de desesperación» (San Pedro Crisólogo).

«A Dios le pedimos muchas curaciones de problemas, de necesidades concretas, y está bien hacerlo, pero lo que debemos pedir con insistencia es una fe cada vez más sólida, para que el Señor renueve nuestra vida» (Benedicto XVI).

«Jesús escucha la oración de fe expresada en palabras (el leproso, Jairo, la cananea, el buen ladrón), o en silencio (los portadores del paralítico, la hemorroísa que toca su vestido, las lágrimas y el perfume de la pecadora). Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.616).


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