PROGRAMA PARROQUIAL:LUNES, 01 DE ENERO PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía de la Octava de Navidad, solemnidad de Santa María, Madre del Señor (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía de la Octava de Navidad, solemnidad de Santa María, Madre del Señor (a las 12.30 h.).
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
TIEMPO DE NAVIDAD
La solemnidad de santa María, Madre de Dios
115. El 1 de Enero, Octava de la Navidad, la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. La maternidad divina y virginal de María constituye un acontecimiento salvífico singular: para la Virgen fue presupuesto y causa de su gloria extraordinaria; para nosotros es fuente de gracia y de salvación, porque "por medio de ella hemos recibido al Autor de la vida".La solemnidad del 1 de Enero, eminentemente mariana, ofrece un espacio particularmente apto para el encuentro entre la piedad litúrgica y la piedad popular: la primera celebra este acontecimiento con las formas que le son propias; la segunda, si está formada de manera adecuada, no dejará de dar vida a expresiones de alabanza y felicitación a la Virgen por el nacimiento de su Hijo divino, y de profundizar en el contenido de tantas fórmulas de oración, comenzando por la que resulta tan entrañable a los fieles: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores".
116. En Occidente el 1 de Enero es un día para felicitarse: es el inicio del año civil. Los fieles están envueltos en el clima festivo del comienzo del año y se intercambian, con todos, los deseos de "Feliz año". Sin embargo, deben saber dar a esta costumbre un sentido cristiano, y hacer de ella casi una expresión de piedad. Los fieles saben que "el año nuevo" está bajo el señorío de Cristo y por eso, al intercambiarse las felicitaciones y deseos, lo ponen, implícita o explícitamente, bajo el dominio de Cristo, a quien pertenecen los días y los siglos eternos (cfr. Ap 1,8; 22,13).Con esta conciencia se relaciona la costumbre, bastante extendida, de cantar el 1 de Enero el himno Veni, creator Spiritus, para que el Espíritu del Señor dirija los pensamientos y las acciones de todos y cada uno de los fieles y de las comunidades cristianas durante todo el año.
117. Entre los buenos deseos, con los que hombres y mujeres se saludan el 1 de Enero, destaca el de la paz. El "deseo de paz" tiene profundas raíces bíblicas, cristológicas y navideñas; los hombres de todos los tiempos invocan el "bien de la paz" , aunque atentan contra él frecuentemente, y en el modo más violento y destructor: con la guerra.La Sede Apostólica, partícipe de las aspiraciones profundas de los pueblos, desde el 1967, ha señalado para el 1 de Enero la celebración de la "Jornada mundial de la paz".La piedad popular no ha permanecido insensible ante esta iniciativa de la Sede Apostólica y, a la luz del Príncipe de la paz recién nacido, convierte este día en un momento importante de oración por la paz, de educación en la paz y en los valores que están indisolublemente unidos a la misma, como la libertad, la solidaridad y la fraternidad, la dignidad de la persona humana, el respeto de la naturaleza, el derecho al trabajo y el carácter sagrado de la vida, y de denuncia de situaciones injustas, que turban las conciencias y amenazan la paz.
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
Portada
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año después de su muerte: ¿a la altura de San Agustín y de San León Magno?PERSONAJES El
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que recibeNUEVA
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«Nefarious», Sarah y Cantalamessa...POLÉMICAS «Jamás
habíamos visto cosa así en el seno de la Iglesia», lamenta el obispo de
Orihuela-AlicanteFiducia «es un error» y
abre una práctica «contraria a la fe»: 11 razones de Munilla para «oponerse»CULTURA Ejercicios,
predicaciones, el Rosario, la Virgen, sanación, Santa Teresita...CULTURA Hablamos
sobre «Raros como yo», su último libroVIDA
Y FAMILIA ReL desvela el making of: «Su tío es seminarista y tiene las
paredes llenas de santos y superhéroes»ESPAÑA Se
destina casi la mitad de dinero a madres embarazadas que a financiar abortosVIDA
Y FAMILIA Juan Pablo II o Madre Teresa ofrecen estrategias para
recobrar el buen ambiente
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SANTORAL DE HOY
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Elogio: Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Éfeso la aclamaron como Theotokos, porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre.
San Justino de Chieti, obispo
En la Campania y en los Abruzos, conmemoración de san Justino, que fue obispo ilustre por su celo y defensa de los cristianos.
San Almaquio, mártir
En Roma, san Almaquio, que, habiéndose opuesto a las luchas de gladiadores, por orden de Alipio, prefecto de la ciudad, fue muerto por ellos y contado entre los mártires vencedores.
San Eugendo, abad
En los montes del Jura, en la Galia Lugdunense, conmemoración de san Eugendo, abad de Condat, que desde su adolescencia vivió en este monasterio, donde promovió la vida en común de los monjes.
San Fulgencio de Ruspe, obispo y confesor
En Ruspe, ciudad de Bizacena, san Fulgencio, obispo, quien, después de haber sido procurador de ese lugar, abrazó la vida monástica y fue constituido obispo. En la persecución desencadenada por los vándalos, sufrió mucho a causa de los arrianos y, exiliado a Cerdeña por el rey Trasamundo, pudo al fin regresar a Ruspe, donde dedicó el resto de su vida a alimentar a sus fieles con palabras de gracia y de verdad.
San Claro, abad
En Vienne, de Burgundia, san Claro, abad del monasterio de San Marcelo, que dejó a sus monjes un ejemplo de perfección religiosa.
San Frodoberto, abad
En Troyes, ciudad de Neustria, san Frodoberto, fundador y primer abad del monasterio de Celle.
San Guillermo de Dijon, abad
En el monasterio de Fécamp, en Normandía, muerte de san Guillermo, abad de San Benigno de Dijon, que al final de su vida dirigió con firmeza y prudencia a muchos monjes, distribuidos en cuarenta monasterios.
San Odilón de Cluny, abad
En Souvigny, de Burgundia, muerte de san Odilón, abad de Cluny, que fue severo consigo mismo, pero dulce y misericordioso con los demás. Estableció treguas entre quienes estaban en lucha, y en tiempo de hambre ayudó a los necesitados con todas sus fuerzas. Fue el primero en establecer en sus monasterios la Conmemoración de todos los fieles difuntos, fijándola para el día siguiente a la solemnidad de Todos los Santos.
Santa Zdislava, madre de familia
En Gablonné, en Bohemia, santa Zdislava, madre de familia, que prestó consuelo a los afligidos.
Beato Hugolino de Gualdo Cattaneo, eremita
En Gualdo Cattaneo, de la Umbría, beato Hugolino, que vivió como anacoreta.
San José María Tomasi, religioso presbítero
En Roma, san José María Tomasi, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos y cardenal, quien, deseando ardientemente la renovación del culto divino, se dedicó con tesón a la investigación y publicación de los textos y documentos litúrgicos más antiguos, así como a la catequesis de niños.
Beatos Juan y Renato Lego, presbíteros y mártires
En Avrillé, en las cercanías de Angers, en Francia, beatos Juan y Renato Lego, presbíteros y mártires, que fueron degollados durante la Revolución Francesa por haberse negado a pronunciar el execrable juramento impuesto al clero.
San Vicente María Strambi, religioso y obispo
En Roma, san Vicente María Strambi, obispo de Macerata y Tolentino, de la Congregación de la Pasión, que gobernó santamente las diócesis que tenía encomendadas y por su fidelidad hacia el Romano Pontífice fue desterrado.
Beato Valentín Paquay, religioso presbítero
En la ciudad de Hasselt, cerca de Maastricht, en Bélgica, beato Valentín Paquay, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien se distinguió, por el admirable ejemplo de su caridad cristiana, en la predicación, en el ministerio de la reconciliación y en fomentar la devoción al Rosario, alcanzando, en su espíritu de humildad, una sublime santidad.
San Segismundo Gorazdowski, presbítero y fundador
En Lvov, ciudad de Ucrania, san Segismundo Gorazdowski, presbítero, originario de Polonia, que se distinguió por su amor al prójimo, por ser precursor en el empeño de proteger la vida y por fundar el Instituto de Hermanas de San José, dedicado a la atención de los pobres y abandonados.
Beato Andrés Gómez Sáez, presbítero y mártir
En el acantilado de Santander, España, beato Andrés Gómez Sáez, presbítero salesiano y mártir, arrojado al mar a causa de su fe.
Beato Mariano Konopinski, presbítero y mártir
En el campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, en Alemania, beato Mariano Konopinski, presbítero y mártir, el cual, polaco de origen, falleció en la paz de Cristo a causa de las atrocidades que le infligieron los médicos de aquel lugar.
Beato Luis Grozde, mártir
En Mirna, en la actual Eslovenia, beato Luis Grozde, mártir.
LITURGIA DE HOY
LITURGIA DE HOY
«Padre». El Evangelio nos presenta la escena de Jesús acostado en el pesebre, el Hijo de Dios, el «príncipe de la paz». La maternidad virginal de María, madre de Jesús y madre de la Iglesia, «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón».
Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio de la solemnidad. Comp. Dom. I o II.
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Antífona de entrada
¡Salve, Madre santa!, Virgen, Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos.
O bien: Cf. Is 9, 1. 5; Lc 1, 33
Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el
Señor; y es admirable su nombre: Dios, Príncipe de la paz, Padre perpetuo; y su
reino no tendrá fin.
Se dice Gloria. Puede introducirse con la siguiente monición.
Oración colecta
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
R. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
R. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
R. Que
Dios tenga piedad y nos bendiga.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21
HOMILÍA DEL
SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica de San Pedro. Viernes, 1 de enero de 2021
[Homilía del Santo Padre, leída por Su Eminencia el Cardenal
Pietro Parolin]
Bendecir. En el Libro de los Números el Señor pide que los
ministros sagrados bendigan a su pueblo: «Bendeciréis a los hijos de Israel:
“El Señor te bendiga”» (6,23-24). No es una exhortación piadosa, sino una
petición concreta. Y es importante que también hoy los sacerdotes bendigan al
Pueblo de Dios, sin cansarse; y que además todos los fieles sean portadores de
bendición, que bendigan. El Señor sabe que necesitamos ser bendecidos: lo
primero que hizo después de la creación fue decir bien de cada cosa y decir muy
bien de nosotros. Pero ahora, con el Hijo de Dios, no recibimos sólo palabras
de bendición, sino la misma bendición: Jesús es la bendición del Padre. En Él
el Padre, dice san Pablo, nos bendice «con toda clase de bendiciones» (Ef 1,3).
Cada vez que abrimos el corazón a Jesús, la bendición de Dios entra en nuestra
vida.
Hoy celebramos al Hijo de Dios, el Bendito por naturaleza,
que viene a nosotros a través de la Madre, la bendita por gracia. María nos
trae de ese modo la bendición de Dios. Donde está ella llega Jesús. Por eso
necesitamos acogerla, como santa Isabel, que la hizo entrar en su casa,
inmediatamente reconoció la bendición y dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y
bendito el fruto de tu vientre!» (Lc 1,42). Son las palabras que repetimos en
el Avemaría. Acogiendo a María somos bendecidos, pero también aprendemos a
bendecir. La Virgen, de hecho, enseña que la bendición se recibe para darla.
Ella, la bendita, fue bendición para todos los que la encontraron: para Isabel,
para los esposos de Caná, para los Apóstoles en el Cenáculo… También nosotros
estamos llamados a bendecir, a decir bien en nombre de Dios. El mundo está
gravemente contaminado por el decir mal y por el pensar mal de los demás, de la
sociedad, de sí mismos. Pero la maldición corrompe, hace que todo degenere,
mientras que la bendición regenera, da fuerza para comenzar de nuevo cada día.
Pidamos a la Madre de Dios la gracia de ser para los demás portadores gozosos
de la bendición de Dios, como ella lo es para nosotros.
El segundo verbo es nacer. San Pablo remarca
que el Hijo de Dios ha «nacido de una mujer» (Gal 4,4). En pocas palabras nos
dice una cosa maravillosa: que el Señor nació como nosotros. No apareció ya
adulto, sino niño; no vino al mundo él solo, sino de una mujer, después de
nueve meses en el seno de la Madre, a quien dejó que formara su propia
humanidad. El corazón del Señor comenzó a latir en María, el Dios de la vida
tomó el oxígeno de ella. Desde entonces María nos une a Dios, porque en ella
Dios se unió a nuestra carne para siempre. María —le gustaba decir a san
Francisco— «ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad» (San
Buenaventura, Legenda major, 9,3). Ella no es sólo el puente entre
Dios y nosotros, es más todavía: es el camino que Dios ha recorrido para llegar
a nosotros y es la senda que debemos recorrer nosotros para llegar a Él. A
través de María encontramos a Dios como Él quiere: en la ternura, en la
intimidad, en la carne. Sí, porque Jesús no es una idea abstracta, es concreto,
encarnado, nació de mujer y creció pacientemente. Las mujeres conocen esta
concreción paciente, nosotros los hombres somos frecuentemente más abstractos y
queremos las cosas inmediatamente; las mujeres son concretas y saben tejer con
paciencia los hilos de la vida. Cuántas mujeres, cuántas madres de este modo
hacen nacer y renacer la vida, dando un porvenir al mundo.
No estamos en el mundo para morir, sino para generar vida. La
Santa Madre de Dios nos enseña que el primer paso para dar vida a lo que nos
rodea es amarlo en nuestro interior. Ella, dice hoy el Evangelio, “conservaba
todo en su corazón” (cf. Lc 2,19). Y es del corazón que nace el bien: qué
importante es tener limpio el corazón, custodiar la vida interior, la oración.
Qué importante es educar el corazón al cuidado, a valorar a las personas y las
cosas. Todo comienza ahí, del hacerse cargo de los demás, del mundo, de la
creación. No sirve conocer muchas personas y muchas cosas si no nos ocupamos de
ellas. Este año, mientras esperamos una recuperación y nuevos tratamientos, no
dejemos de lado el cuidado. Porque, además de la vacuna para el cuerpo se
necesita la vacuna para el corazón: y esta vacuna es el cuidado. Será un buen
año si cuidamos a los otros, como hace la Virgen con nosotros.
El tercer verbo es encontrar. El Evangelio
nos dice que los pastores «encontraron a María y a José, y al Niño» (v. 16). No
encontraron signos prodigiosos y espectaculares, sino una familia sencilla.
Allí, sin embargo, encontraron verdaderamente a Dios, que es grandeza en lo
pequeño, fortaleza en la ternura. Pero, ¿cómo hicieron los pastores para
encontrar este signo tan poco llamativo? Fueron llamados por un ángel. Tampoco
nosotros habríamos encontrado a Dios si no hubiésemos sido llamados por gracia.
No podíamos imaginar un Dios semejante, que nace de una mujer y revoluciona la
historia con la ternura, pero por gracia lo hemos encontrado. Y hemos
descubierto que su perdón nos hace renacer, que su consuelo enciende la
esperanza, y su presencia da una alegría incontenible. Lo hemos encontrado,
pero no debemos perderlo de vista. El Señor, de hecho, no se encuentra una vez
para siempre: sino que hemos de encontrarlo cada día. Por eso el Evangelio
describe a los pastores siempre en búsqueda, en movimiento: “fueron corriendo,
encontraron, contaron, se volvieron dando gloria y alabanza a Dios” (cf. vv.
16-17.20). No eran pasivos, porque para acoger la gracia es necesario
mantenerse activos.
Oremos al Señor, nuestro Dios, que con su mirada abarca los
tiempos y el universo.
- Por la Iglesia, que peregrina por este mundo en el
transcurso de los siglos hasta el gran día de Jesucristo, para que realice
fielmente su misión. Roguemos al Señor.
- Por todas las naciones, para que, superando la guerra y
toda clase de violencia, pongan sus riquezas en común al servicio de la gran
familia humana. Roguemos al Señor.
- Por nuestra patria, por el rey y el gobierno, por todos los
ciudadanos para que procuremos todos con la mayor generosidad de ánimo lo que
conviene al bien común. Roguemos al Señor.
- Por los que trabajan por la paz, la reconciliación de todos
y el reconocimiento de los derechos humanos, para que sus esfuerzos no sean en
vano. Roguemos al Señor.
- Por nuestra ciudad (nuestro pueblo) y por nosotros, aquí
reunidos, para que el año que comenzamos sea para todos año de bienes, año de
gracia. Roguemos al Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las ofrendas
En verdad
es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria
en la maternidad de santa María, siempre virgen.
Porque ella
concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo,
y, sin perder la gloria de su virginidad,
derramó sobre el mundo la luz eterna,
Jesucristo, Señor nuestro.
Por él, los ángeles alaban tu gloria,
te adoran las dominaciones, tiemblan las potestades,
los cielos, sus virtudes y los santos serafines
te celebran unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
Oración
después de la comunión
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