PROGRAMA PARROQUIAL:DOMINGO, 31 DE DICIEMBRE PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo dentro de la Octava de Navidad, fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José (a las 11.00 h.).
- Solemne Eucaristía de Santa María, Madre del Señor (a las 18.30 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo dentro de la Octava de Navidad, fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José (a las 12.30 h.).
- Solemne Eucaristía de Santa María, Madre del Señor (a las 19.30 h.).
- Solemne Eucaristía de Santa María, Madre del Señor (Comunidades Neocatecumenales, a las 23.00 h.).
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
TIEMPO DE NAVIDAD
El 31 de Diciembre
114. De la piedad popular provienen algunos ejercicios de piedad característicos del 31 de Diciembre. Este día se celebra, en la mayor parte de los países de Occidente, el final del año civil. La ocasión invita a los fieles a reflexionar sobre el "misterio del tiempo", que corre veloz e inexorable. Esto suscita en su espíritu un doble sentimiento: arrepentimiento y pesar por las culpas cometidas y por las ocasiones de gracia perdidas durante el año que llega a su fin; agradecimiento por los beneficios recibidos de Dios.
Esta doble actitud ha dado origen, respectivamente, a dos ejercicios de piedad: la exposición prolongada del Santísimo Sacramento, que ofrece una ocasión a las comunidades religiosas y a los fieles, para un tiempo de oración, preferentemente en silencio; al canto del Te Deum, como expresión comunitaria de alabanza y agradecimiento por los beneficios obtenidos de Dios en el curso del año que está a punto de terminar.
En algunos lugares, sobre todo en comunidades monásticas y en asociaciones laicales marcadamente eucarísticas, la noche del 31 de Diciembre tiene lugar una vigilia de oración que se suele concluir con la celebración de la Eucaristía. Se debe alentar esta vigilia, y su celebración tiene que estar en armonía con los contenidos litúrgicos de la Octava de la Navidad, vivida no sólo como una reacción justificada ante la despreocupación y disipación con la que la sociedad vive el paso de una año a otro, sino como ofrenda vigilante al Señor, de las primicias del nuevo año.
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
Homilía del Domingo dentro de la Octava de Navidad, fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José
(31.12.2023)
Portada
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SANTORAL DE HOY
Elogio: San
Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años,
período en el cual el emperador Constantino Augusto construyó basílicas
venerables, y el Concilio de Nicea aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este
día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.
Patronazgos: patrono
de los animales e intercesor por un buen año nuevo.
Refieren
a este santo: San Inocencio de Tortona.
Santas Donata, Paulina, y cinco compañeras, mártires
También
en Roma, en el cementerio de los Jordanos, en la vía Salaria Nueva, santas
Donata, Paulina, Rogata, Dominanda, Serótina, Saturnina e Hilaria, mártires.
Santa Columba, virgen y mártir
En
Sens, de la Galia Lugdunense, santa Columba, virgen y mártir.
San Zótico, presbítero
En
Constantinopla, san Zótico, presbítero, que se preocupó de alimentar a los
huérfanos.
Santa Melania la Joven, monja
En Jerusalén,
santa Melania la Joven, que con su marido san Piniano dejó Roma, dirigiéndose
ambos a la Ciudad Santa, en la cual llevaron una vida religiosa, ella entre las
mujeres consagradas a Dios y él entre los monjes, y donde ambos murieron
santamente.
San Barbaciano, presbítero
En
Ravena, de la región de la Flaminia, san Barbaciano, presbítero.
San Mario de Lausanne, obispo
En
Lausanne, entre los helvecios, san Mario, obispo, que trasladó allí la sede de
Aventicum, edificó muchas iglesias y fue defensor de los pobres.
San Juan Francisco Regis, religioso presbítero
En el
territorio de La Louvesc, en los montes cercanos a Puy-en-Vélay, en Francia,
san Juan Francisco Regis, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, el
cual, peregrinando por montes y aldeas, procuró sin descanso la renovación de
la fe católica en las almas de los habitantes, mediante la predicación y la
celebración del sacramento de la penitencia.
Beato Alano de Solminihac, obispo
En la
fortaleza de Mercués, cerca de Cahors, en la Francia meridional, tránsito del
beato Alano de Solminihac, obispo de Cahors, que con visitas pastorales trabajó
por enderezar las costumbres del pueblo, y se empeñó con apostólica insistencia
en renovar la Iglesia que tenía encomendada.
Santa Catalina Labouré, virgen
En
París, también en Francia, santa Catalina Labouré, virgen de las Hijas de la
Caridad, que de manera singular honró a la Inmaculada y brilló por su
sencillez, caridad y paciencia.
Beata Josefina Nicoli, virgen
En
Cagliari, Italia, beata Josefina Nicoli, virgen, religiosa de las Hermanas de
la Caridad de San Vicente de Paúl.
Beato Leandro Gómez Gil, religioso y mártir
En
Santander, en el monasterio trapense de Viaceli, beato Leandro Gómez Gil,
hermano lego, mártir de la fe en la persecución religiosa durante la Guerra
Civil.
Beato Luis Vidaurrázaga González, presbítero y mártir
En la
cuesta de La Elipa, Madrid, beato Luis Vidaurrázaga González, sacerdote profeso
benedictino del priorato de Montserrat, dependiente de la abadía de Santo
Domingo de Silos.
Beato Anton Zogaj, presbítero y mártir
En
Durrës, Albania, beato Anton Zogaj, presbítero de la arquidiócesis de
Tiranë-Durrës y mártir.
LITURGIA DE HOY
Elogio: San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, período en el cual el emperador Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y el Concilio de Nicea aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.
Patronazgos: patrono
de los animales e intercesor por un buen año nuevo.
Refieren
a este santo: San Inocencio de Tortona.
Santas Donata, Paulina, y cinco compañeras, mártires
También
en Roma, en el cementerio de los Jordanos, en la vía Salaria Nueva, santas
Donata, Paulina, Rogata, Dominanda, Serótina, Saturnina e Hilaria, mártires.
Santa Columba, virgen y mártir
En
Sens, de la Galia Lugdunense, santa Columba, virgen y mártir.
San Zótico, presbítero
En
Constantinopla, san Zótico, presbítero, que se preocupó de alimentar a los
huérfanos.
Santa Melania la Joven, monja
En Jerusalén,
santa Melania la Joven, que con su marido san Piniano dejó Roma, dirigiéndose
ambos a la Ciudad Santa, en la cual llevaron una vida religiosa, ella entre las
mujeres consagradas a Dios y él entre los monjes, y donde ambos murieron
santamente.
San Barbaciano, presbítero
En
Ravena, de la región de la Flaminia, san Barbaciano, presbítero.
San Mario de Lausanne, obispo
En
Lausanne, entre los helvecios, san Mario, obispo, que trasladó allí la sede de
Aventicum, edificó muchas iglesias y fue defensor de los pobres.
San Juan Francisco Regis, religioso presbítero
En el
territorio de La Louvesc, en los montes cercanos a Puy-en-Vélay, en Francia,
san Juan Francisco Regis, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, el
cual, peregrinando por montes y aldeas, procuró sin descanso la renovación de
la fe católica en las almas de los habitantes, mediante la predicación y la
celebración del sacramento de la penitencia.
Beato Alano de Solminihac, obispo
En la
fortaleza de Mercués, cerca de Cahors, en la Francia meridional, tránsito del
beato Alano de Solminihac, obispo de Cahors, que con visitas pastorales trabajó
por enderezar las costumbres del pueblo, y se empeñó con apostólica insistencia
en renovar la Iglesia que tenía encomendada.
Santa Catalina Labouré, virgen
En
París, también en Francia, santa Catalina Labouré, virgen de las Hijas de la
Caridad, que de manera singular honró a la Inmaculada y brilló por su
sencillez, caridad y paciencia.
Beata Josefina Nicoli, virgen
En
Cagliari, Italia, beata Josefina Nicoli, virgen, religiosa de las Hermanas de
la Caridad de San Vicente de Paúl.
Beato Leandro Gómez Gil, religioso y mártir
En
Santander, en el monasterio trapense de Viaceli, beato Leandro Gómez Gil,
hermano lego, mártir de la fe en la persecución religiosa durante la Guerra
Civil.
Beato Luis Vidaurrázaga González, presbítero y mártir
En la
cuesta de La Elipa, Madrid, beato Luis Vidaurrázaga González, sacerdote profeso
benedictino del priorato de Montserrat, dependiente de la abadía de Santo
Domingo de Silos.
Beato Anton Zogaj, presbítero y mártir
En
Durrës, Albania, beato Anton Zogaj, presbítero de la arquidiócesis de
Tiranë-Durrës y mártir.
LITURGIA DE HOY
SOLEMNIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, fiesta
Fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, desde la que se proponen santísimos ejemplos a las familias cristianas y se invocan los auxilios oportunos (elog. del Martirologio Romano).
Misa de la fiesta (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. Nav., embolismos props.
de la Octava en las PP. EE. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. I (B).
- Eclo 3, 2-6. 12-14. Quien teme al Señor honrará a sus padres.
- Sal 127. R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
- Col 3, 12-21. La vida de familia en el Señor.
- Lc 2, 22-40. El niño iba creciendo, lleno de sabiduría.
Lecturas alternativas para el presente año B:
- Gen 15, 1-6; 21, 1-3. Uno salido de tus entrañas será tu heredero.
- Sal 104. R. El Señor es nuestro Dios, se acuerda de su alianza eternamente.
- Heb 11, 8. 11-12. 17-19. La fe de Abrahán, de Sara y de Isaac.
- Lc 2, 22-40. El niño iba creciendo, lleno de sabiduría.
Honrar desde el amor a los padres es un mandamiento de Dios que está escrito en nuestro corazón. Respondemos a esta lectura con el Salmo que proclama la providencia divina manifestada en el don de la familia. La segunda lectura nos habla de la vivencia del amor
de Dios en la comunidad cristiana y en la familia, pues el origen de las primeras comunidades está en las casas familiares que se ensanchan acogiendo a otras familias. Amor y autoridad, las dos virtudes domésticas de la fraternidad cristiana. En la escena del Evangelio encontramos a Jesús viviendo bajo la autoridad de José y María.
- JORNADA DE LA SAGRADA FAMILIA (pontificia y dependiente de la CEE): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ.
- Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio de la fiesta. Te Deum.
Martirologio: elogs. del 1 de enero, pág. 87.
CALENDARIOS: Hijos e Hijas de la Sagrada Familia, Siervas de San José y Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia: Sagrada Familia: Jesús, María y José (S).
Girona: Aniversario de la muerte de Mons. Jaume Camprodón Rovira, obispo, emérito (2016).
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Monición de entrada
Hoy contemplamos a Jesús con María y José: es la fiesta de la Sagrada Familia. Jesús, hecho hombre, ha tenido necesidad de una familia, donde ha pasado la mayor parte de su existencia sin otro acontecimiento extraordinario que la vida cotidiana, donde ha aprendido la sabiduría de la fe de su pueblo y la oración confiada a Dios. La Sagrada Familia se nos propone como modelo de confianza en Dios, de disponibilidad a su plan de salvación y de fidelidad para ponerlo en práctica.
Antífona de entrada Sab 18, 14-15
Cuando un profundo silencio envolvía todas las cosas y la noche estaba a la mitad de su camino, tu Palabra todopoderosa, Señor, bajó desde el trono real del cielo.
Acto penitencial
Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las invocaciones propias del tiempo de Navidad o las que se proponen a continuación.
- Tú, que has venido a cumplir la voluntad del Padre: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, que, despojado de tu rango, pasaste por uno de tantos: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, que te sometiste obediente a María y a José: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
Monición al Gloria
Se dice Gloria. Puede introducirse con la siguiente monición.
Recitamos (cantamos) el himno de alabanza que prolonga el cántico de los ángeles en la noche de la Navidad del Señor.
Oración colecta
Oh, Dios, que nos has propuesto a la Sagrada Familia
como maravilloso ejemplo,
concédenos, con bondad, que, imitando
sus virtudes domésticas y su unión en el amor,
lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
Quien teme al Señor honrará a sus padres
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14
EL SEÑOR honra más al padre que a los hijos
y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados,
y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos
y, cuando rece, será escuchado.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida,
y quien honra a su madre obedece al Señor.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez
y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él,
y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada
y te servirá para reparar tus pecados.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 127, 1bc-2. 3. 4-5 [R.: cf. 1bc])
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
V. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
V. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
V. Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (Col 3, 12-21)
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo.
Palabra de Dios.
Lectura del santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2, 22-40
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has
prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será
signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón.
Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.
Palabra del Señor.
Lecturas alternativas para el presente año B:
Lectura del libro del Génesis 15, 1-6; 17, 5; 21, 1-3
EN AQUELLOS DIAS, la palabra del Señor llegó a Abrám en una
visión, en estos términos: “No temas, Abrám. Yo soy para ti un
escudo. Tu recompensa será muy grande”. “Señor, respondió
Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi
casa será Eliezer de Damasco?” Después añadió: “Tú no
me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero”.
Entonces el Señor le dirigió esta palabra: “No,
ése no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti”. Luego
lo llevó afuera y continuó diciéndole: “Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta
las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”.
Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para
su justificación. Y le dijo: “Ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu
nombre será Abraham, para indicar que Yo te he constituido Padre de una
multitud de naciones”.
El Señor visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella
conforme a su promesa.
En el momento anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo
a Abraham, que ya era anciano. Cuando nació el niño que le dio Sara, Abraham le
puso el nombre de Isaac.
Palabra de Dios.
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R.
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R.
sus prodigios, las sentencias de su boca.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido! R.
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 8. 11-12. 17-19
HERMANOS:
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió
hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. También
por la fe, Sara, siendo estéril, recibió el poder deconcebir, a pesar de su
edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un
solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia
numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la
orilla del mar.
Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a
Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a
aquél de quiense había anunciado: “De Isaac nacerá la descendencia que llevará
tu nombre”. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para
resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un
símbolo.
✠
Lectura del santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2,
22-40
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la
purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está
escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían
ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena
la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era
justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en
él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús
llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo
tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu
servidor muera en paz, como lo has
prometido, porque mis ojos han visto la salvación que
preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones
paganas y gloria de tu pueblo Israel”.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir
de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será
causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será
signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará
el corazón.
Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de
muchos”.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel,
de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud,
había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda,
y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios
noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso
a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la
redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor,
volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se
fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.
Palabra del Señor.
Audio y comentario del Evangelio de hoy
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy celebramos la Sagrada Familia de Nazaret. Dios eligió a una familia humilde y sencilla para venir entre nosotros. Contemplemos la belleza de este misterio, destacando también dos aspectos concretos para nuestras familias.
El primero: la familia es la historia de la que provenimos. Cada uno de nosotros tiene su propia historia, nadie nació mágicamente, con una varita mágica, cada uno de nosotros tiene una historia y la familia es la historia de la que venimos. El Evangelio de la liturgia de hoy nos recuerda que Jesús es también hijo de una historia familiar. Lo vemos viajar a Jerusalén con María y José para la Pascua; luego hace preocupar a su madre y a su padre, que no lo encuentran; una vez encontrado, vuelve a casa con ellos (cf. Lc 2,41-52). Es hermoso ver a Jesús insertado en la red de afectos familiares, naciendo y creciendo en el abrazo y la preocupación de los suyos. Esto es importante también para nosotros: venimos de una historia entretejida de lazos de amor y la persona que somos hoy nace, no tanto de los bienes materiales que hemos gozado, sino del amor que hemos recibido, del amor en el seno de la familia. Puede que no hayamos nacido en una familia excepcional y sin problemas, pero es nuestra historia ―cada uno debe pensar: es mi historia―, son nuestras raíces: ¡si las cortamos, la vida se seca! Dios no nos creó para ser caballeros solitarios, sino para caminar juntos. Démosle las gracias y recemos por nuestras familias. Dios piensa en nosotros y quiere que estemos juntos: agradecidos, unidos, capaces de proteger nuestras raíces. Y tenemos que pensar en esto, en la propia historia.
El segundo aspecto: aprendemos a ser una familia cada día. En el Evangelio vemos que incluso en la Sagrada Familia no todo va bien: hay problemas inesperados, angustia, sufrimiento. No existe la Sagrada Familia de las estampitas. María y José pierden a Jesús y lo buscan angustiados, luego lo encuentran después de tres días. Y cuando, sentado entre los maestros del Templo, responde que debe atender los asuntos de su Padre, no lo entienden. Necesitan tiempo para aprender a conocer a su hijo. Así es también para nosotros: cada día, en la familia, hay que aprender a escucharnos y comprendernos, a caminar juntos, a afrontar los conflictos y las dificultades. Es el reto diario, y se gana con la actitud adecuada, con pequeñas atenciones, con gestos sencillos, cuidando los detalles de nuestras relaciones. Y también esto, nos ayuda mucho hablar en familia, hablar en la mesa, el diálogo entre padres e hijos, el diálogo entre hermanos, nos ayuda a vivir esta raíz familiar que viene de los abuelos, el diálogo con los abuelos.
¿Y cómo se hace esto? Fijémonos en María, que en el Evangelio de hoy dice a Jesús: «Tu padre y yo te estábamos buscando» (v. 48). Tu padre y yo; no dice yo y tu padre: ¡antes del “yo” está el “tú”! Aprendamos esto: antes del yo está el tú. En mi idioma hay un adjetivo para las personas que dicen primero “yo” y luego “tú”: “yo, me, conmigo, para mí y en mi beneficio”. Gente que es así, primero yo y luego tú. No, en la Sagrada Familia, primero el tú y luego el yo. Para preservar la armonía en la familia, hay que luchar contra la dictadura del “yo”. Cuando el “yo” se infla. Es peligroso cuando, en lugar de escucharnos, nos reprochamos nuestros errores; cuando, en lugar de preocuparnos por los demás, nos centramos en nuestras propias necesidades; cuando, en lugar de hablar, nos aislamos con nuestros teléfonos móviles; es triste ver a una familia en la comida, cada uno con su teléfono móvil sin hablar con los demás; cada uno habla con su teléfono; cuando nos acusamos unos a otros, repitiendo siempre las mismas frases, escenificando una comedia ya vista en la que cada uno quiere tener razón y al final hay un frío silencio. Ese silencio cortante y frío después de una discusión familiar. ¡Eso es feo, feísimo! Repito un consejo: por la noche, después de todo, hagan las paces. Siempre. No vayan a dormir sin hacer las paces. Nunca vayan a dormir sin haber hecho las paces, porque si no, al día siguiente habrá una “guerra fría·. Y esta es peligrosa porque comenzará una historia de reproches, una historia de resentimientos. ¡Cuántas veces, por desgracia, nacen conflictos dentro de las paredes del hogar como resultado de silencios demasiado largos y egoísmos no curados! A veces incluso se llega a la violencia física y moral. Esto rompe la armonía y mata a la familia. Pasemos del “yo” al “tú”. Lo que debe importar más en la familia es el “tú”. Y cada día, por favor, recen un poco juntos, si pueden hacer el esfuerzo, para pedir a Dios el don de la paz en familia. ¡Y comprometámonos todos ―padres, hijos, Iglesia, sociedad civil― a apoyar, defender y proteger la familia que es nuestro tesoro!
Que la Virgen María, esposa de José y madre de Jesús, proteja a nuestras familias.
Después del Ángelus
Me dirijo ahora a los matrimonios de todo el mundo:
Hoy, en la fiesta de la Sagrada Familia, se publica una Carta que escribí pensando en ustedes. Quiere ser mi regalo de Navidad para ustedes, los esposos: un estímulo, una señal de cercanía y también una oportunidad para meditar. Es importante reflexionar y experimentar la bondad y la ternura de Dios, que con mano paternal guía los pasos de los matrimonios por el camino del bien. Que el Señor dé a todos los matrimonios la fuerza y la alegría de continuar el camino que han emprendido. También quiero recordarles que nos acercamos al Encuentro Mundial de las Familias: los invito a preparar este acontecimiento, especialmente con la oración, y a vivirlo en sus diócesis, junto con otras familias.
Y hablando de la familia, me viene a la mente una preocupación, una verdadera preocupación, al menos aquí en Italia: el invierno demográfico. Parece que muchos han perdido la aspiración de seguir adelante con los hijos y muchas parejas prefieren quedarse sin hijos, o con uno solo. Piensen en esto, es una tragedia. Hace unos minutos he visto en el programa “A Sua immagine” cómo hablaban de este grave problema, el invierno demográfico. Hagamos todo lo posible para recuperar nuestra conciencia, para superar este invierno demográfico que va contra nuestras familias, contra nuestra patria, incluso contra nuestro futuro.
Saludo ahora a todos ustedes, peregrinos que han venido de Italia y de diferentes países: ―Veo aquí polacos, brasileños, y también veo allí colombianos― familias, grupos parroquiales, asociaciones. Renuevo mi deseo de que la contemplación del Niño Jesús, corazón y centro de las fiestas de Navidad, suscite actitudes de fraternidad y de compartir en las familias y en las comunidades. Y para celebrar un poco la Navidad, será bueno visitar el pesebre aquí en la plaza y los 100 pesebres que están bajo la columnata, también esto nos ayudará.
En estos días he recibido muchos mensajes de felicitaciones desde Roma y desde otras partes del mundo. Lamentablemente, no me es posible responder a todos, pero rezo por cada uno y agradezco especialmente las oraciones que tantos de ustedes han prometido hacer. Por favor, recen por mí, no se olviden. Muchas gracias y feliz día de la Sagrada Familia. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
Queridos hermanos y hermanas:
El Evangelio según san Lucas narra que los pastores de Belén, después de recibir del ángel el anuncio del nacimiento del Mesías, "fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre" (Lc 2, 16). Así pues, a los primeros testigos oculares del nacimiento de Jesús se les presentó la escena de una familia: madre, padre e hijo recién nacido. Por eso, el primer domingo después de Navidad, la liturgia nos hace celebrar la fiesta de la Sagrada Familia. Este año tiene lugar precisamente al día siguiente de la Navidad y, prevaleciendo sobre la de san Esteban, nos invita a contemplar este "icono" en el que el niño Jesús aparece en el centro del afecto y de la solicitud de sus padres. En la pobre cueva de Belén –escriben los Padres de la Iglesia– resplandece una luz vivísima, reflejo del profundo misterio que envuelve a ese Niño, y que María y José custodian en su corazón y dejan traslucir en sus miradas, en sus gestos y sobre todo en sus silencios. De hecho, conservan en lo más íntimo las palabras del anuncio del ángel a María: "El que ha de nacer será llamado Hijo de Dios" (Lc 1, 35).
Sin embargo, el nacimiento de todo niño conlleva algo de este misterio. Lo saben muy bien los padres que lo reciben como un don y que, con frecuencia, así se refieren a él. Todos hemos escuchado decir alguna vez a un papá y a una mamá: "Este niño es un don, un milagro". En efecto, los seres humanos no viven la procreación meramente como un acto reproductivo, sino que perciben su riqueza, intuyen que cada criatura humana que se asoma a la tierra es el "signo" por excelencia del Creador y Padre que está en el cielo. ¡Cuán importante es, por tanto, que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amados. Esto es lo que necesitan los niños: el amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, les permite descubrir el sentido de la vida. La Sagrada Familia de Nazaret pasó por muchas pruebas, como la de la "matanza de los inocentes" –nos la recuerda el Evangelio según san Mateo–, que obligó a José y María a emigrar a Egipto (cf. Mt 2, 13-23). Ahora bien, confiando en la divina Providencia, encontraron su estabilidad y aseguraron a Jesús una infancia serena y una educación sólida.
Queridos amigos, ciertamente la Sagrada Familia es singular e irrepetible, pero al mismo tiempo es "modelo de vida" para toda familia, porque Jesús, verdadero hombre, quiso nacer en una familia humana y, al hacerlo así, la bendijo y consagró. Encomendemos, por tanto, a la Virgen y a san José a todas las familias, para que no se desalienten ante las pruebas y dificultades, sino que cultiven siempre el amor conyugal y se dediquen con confianza al servicio de la vida y de la educación.
Se dice Credo
Oración de los fieles
Oremos al Señor nuestro Dios, Padre de la gran familia humana.
- Por la Iglesia, la familia de los hijos de Dios: para que sepa acoger a todos. Roguemos al Señor.
- Por los gobernantes, para que procuren con tenacidad la solución de los graves problemas de educación, vivienda y salarios que afectan a la familia. Roguemos al Señor.
- Por los padres, para que sepan educar a sus hijos, respetando su personalidad y ganándose su confianza. Roguemos al Señor.
- Por los novios, para que, preparándose seriamente durante el noviazgo, sean capaces de realizar su vida familiar según el proyecto de Dios. Roguemos al Señor.
- Por todos los hogares, para que sepamos discernir los valores permanentes que es preciso salvaguardar. Roguemos al Señor.
- Por las familias desunidas, por las familias que sufren, para que reciban ayuda y consuelo, fruto de la solidaridad cristiana. Roguemos al Señor.
- Por nosotros aquí reunidos, para que la Eucaristía que celebramos fomente en nosotros el espíritu de familia. Roguemos al Señor.
que pone su confianza en tu amor y su mirada
en el hogar de Nazaret.
Por Jesucristo nuestro Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las ofrendas
te suplicamos, por intercesión de la Virgen Madre de Dios y de San José,
que guardes a nuestras familias en tu gracia y en tu paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor,
para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.
tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de comunión Cf. Bar 3, 38
Nuestro Dios apareció en el mundo y vivió en medio de los hombres.
Oración después de la comunión
concede a cuantos has renovado con estos divinos sacramentos
imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia
para que, después de las tristezas de esta vida,
podamos gozar de su eterna compañía en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se puede utilizar la bendición solemne de la Natividad del Señor.
Dios, bondad infinita, que disipó las tinieblas del mundo con la encarnación de su Hijo y con su nacimiento glorioso iluminó este día santo aleje de vosotros las tinieblas del pecado y alumbre vuestros corazones con la luz de la gracia.
R. Amén.
Quien encomendó al ángel anunciar a los pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador os llene de gozo y os haga también a vosotros mensajeros del Evangelio.
R. Amén.
Quien por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino os conceda la paz a vosotros, amados de Dios, y un día os admita entre los miembros de la Iglesia del cielo.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Cuando los magos anuncian a Herodes que ha nacido un Rey, él se turba, y, para no perder su reino, lo quiere matar. Si hubiera creído en Él, estaría seguro aquí en la tierra y reinaría sin fin en la otra vida» (San Quodvultdeus).
«¡Cuán importante es que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amados» (Benedicto XVI).
«La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes manifiestan la oposición de las tinieblas a la luz: ‘Vino a su Casa, y los suyos no lo recibieron’ (Jn 1,11)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 530).
(Después de la Hora Nona:)
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Éfeso la aclamaron como «Theotokos», porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre (elog. del Martirologio Romano).
Misa vespertina de la solemnidad de santa María, Madre de Dios (blanco).
«Padre». El Evangelio nos presenta la escena de Jesús acostado en el pesebre, el Hijo de Dios, el «príncipe de la paz». La maternidad virginal de María, madre de Jesús y madre de la Iglesia, «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón».
Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio de la solemnidad. Comp. Dom. I o II.
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