16 de noviembre - DOMINGO DE LA XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

 


  DOMINGO DE LA XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO,
  Oficio del Domingo de la Semana I del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes Tercia - Sexta - Nona Vísperas - Completas)
 



PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 16 DE NOVIEMBRE

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario (a las 18.30 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario (a las 19.30 h.).

Para ver la transmisión, pincha aquí

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Laudes Cantados
Domingo, 16 de noviembre de 2025



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ADORACIÓN PERPETUA

DEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO

Parroquia Ntra. Sra. de la Merced
Instituto del Verbo Encarnado
Capilla "San Ignacio de Loyola"
(Manresa, España)



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"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)

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Catequesis
para jóvenes y adultos

a partir del lunes 20 de octubre

a partir del lunes 20 de octubre

¡El Señor viene para tí!

¡¡Ven, te está esperando!!


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MENSAJE DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
PARA LA IX JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

16 de noviembre de 2025, XXXIII Domingo del T.O.

Tú, Señor, eres mi esperanza (cfr Sal 71,5)

1. «Tú, Señor, eres mi esperanza» (Sal 71,5). Estas palabras brotan de un corazón oprimido por graves dificultades: «Me hiciste pasar por muchas angustias» (v. 20), dice el salmista. A pesar de ello, su alma está abierta y confiada, porque permanece firme en la fe, que reconoce el apoyo de Dios y lo proclama: «Tú eres mi Roca y mi fortaleza» (v. 3). De ahí nace la confianza indefectible de que la esperanza en Él no defrauda: «Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme!» (v. 1).

En medio de las pruebas de la vida, la esperanza se anima con la certeza firme y alentadora del amor de Dios, derramado en los corazones por el Espíritu Santo. Por eso no defrauda (cf. Rm 5,5), y san Pablo puede escribir a Timoteo: «Nosotros nos fatigamos y luchamos porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente» (1Tm 4,10). El Dios viviente es, de hecho, el «Dios de la esperanza» (Rm 15,13), que, en Cristo, mediante su muerte y resurrección, se ha convertido en «nuestra esperanza» (1Tm 1,1). No podemos olvidar que hemos sido salvados en esta esperanza, en la que necesitamos permanecer enraizados.

2. El pobre puede convertirse en testigo de una esperanza fuerte y fiable, precisamente porque la profesa en una condición de vida precaria, marcada por privaciones, fragilidad y marginación. No confía en las seguridades del poder o del tener; al contrario, las sufre y con frecuencia es víctima de ellas. Su esperanza sólo puede reposar en otro lugar. Reconociendo que Dios es nuestra primera y única esperanza, nosotros también realizamos el paso de las esperanzas efímeras a la esperanza duradera. Frente al deseo de tener a Dios como compañero de camino, las riquezas se relativizan, porque se descubre el verdadero tesoro del que realmente tenemos necesidad. Resuenan claras y fuertes las palabras con las que el Señor Jesús exhortaba a sus discípulos: «No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben» (Mt 6,19-20).

3. La pobreza más grave es no conocer a Dios. Así nos lo recordaba el Papa Francisco cuando en Evangelii gaudium escribía: «La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe» (n. 200). Aquí se manifiesta una conciencia fundamental y totalmente original sobre cómo encontrar en Dios el propio tesoro. Insiste, en efecto, el apóstol Juan: «El que dice: “Amo a Dios”, y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?» (1 Jn 4,20).

Es una regla de la fe y un secreto de la esperanza que todos los bienes de esta tierra, las realidades materiales, los placeres del mundo, el bienestar económico, aunque importantes, no bastan para hacer feliz al corazón. Las riquezas muchas veces engañan y conducen a situaciones dramáticas de pobreza, la más grave de todas es pensar que no necesitamos a Dios y que podemos llevar adelante la propia vida independientemente de Él. Vuelven a la mente las palabras de san Agustín: «Sea Dios toda tu presunción: siéntete indigente de Él, y así serás de Él colmado. Todo lo que poseas sin Él, te causará un mayor vacío.» (Enarr. in Ps. 85,3).

La ciudad de Dios, en consecuencia, nos compromete con las ciudades de los hombres. Estas deben, desde ahora, comenzar a parecerse a ella. La esperanza, sostenida por el amor de Dios derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo (cf. Rm 5,5 transforma el corazón humano en tierra fértil, donde puede brotar la caridad para la vida del mundo. La Tradición de la Iglesia reafirma constantemente esta circularidad entre las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La esperanza nace de la fe, que la alimenta y sostiene, sobre el fundamento de la caridad, que es madre de todas las virtudes. Y de la caridad tenemos necesidad hoy, ahora. No es una promesa, sino una realidad a la que miramos con alegría y responsabilidad: nos compromete, orientando nuestras decisiones al bien común. Quien carece de caridad no solo carece de fe y esperanza, sino que quita esperanza a su prójimo.

5. La invitación bíblica a la esperanza conlleva, por tanto, el deber de asumir responsabilidades coherentes en la historia, sin dilaciones. La caridad, en efecto, «representa el mayor mandamiento social» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1889). La pobreza tiene causas estructurales que deben ser afrontadas y eliminadas. Mientras esto sucede, todos estamos llamados a crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron muchos santos y santas de todas las épocas. Los hospitales y las escuelas, por ejemplo, son instituciones creadas para expresar la acogida hacia los más débiles y marginados. Hoy deberían formar parte ya de las políticas públicas de todo país, pero las guerras y desigualdades con frecuencia lo impiden. Cada vez más, los signos de esperanza son hoy las casas-familia, las comunidades para menores, los centros de escucha y acogida, los comedores para los pobres, los albergues, las escuelas populares: cuántos signos, a menudo escondidos, a los que quizás no prestamos atención y, sin embargo, tan importantes para sacudirnos de la indiferencia y motivar el compromiso en las distintas formas de voluntariado.

Los pobres no son una distracción para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más amados, porque cada uno de ellos, con su existencia, e incluso con sus palabras y la sabiduría que poseen, nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio. Por eso, la Jornada Mundial de los Pobres quiere recordar a nuestras comunidades que los pobres están en el centro de toda la acción pastoral. No solo de su dimensión caritativa, sino también de lo que la Iglesia celebra y anuncia. Dios ha asumido su pobreza para enriquecernos a través de sus voces, sus historias, sus rostros. Toda forma de pobreza, sin excluir ninguna, es un llamado a vivir concretamente el Evangelio y a ofrecer signos eficaces de esperanza.

6. Esta es la invitación que nos llega de la celebración del Jubileo. No es casualidad que la Jornada Mundial de los Pobres se celebre hacia el final de este año de gracia. Cuando se cierre la Puerta Santa, tendremos que custodiar y transmitir los dones divinos que han sido derramados en nuestras manos a lo largo de todo un año de oración, conversión y testimonio. Los pobres no son objetos de nuestra pastoral, sino sujetos creativos que nos estimulan a encontrar siempre formas nuevas de vivir el Evangelio hoy. Ante la sucesión de nuevas oleadas de empobrecimiento, existe el riesgo de acostumbrarse y resignarse. Todos los días nos encontramos con personas pobres o empobrecidas y, a veces, puede suceder que seamos nosotros mismos los que tengamos menos, los que perdamos lo que antes nos parecía seguro: una vivienda, comida adecuada para el día, acceso a la atención médica, un buen nivel de educación e información, libertad religiosa y de expresión.

Al promover el bien común, nuestra responsabilidad social se basa en el gesto creador de Dios, que a todos da los bienes de la tierra; y al igual que estos, también los frutos del trabajo del hombre deben ser accesibles de manera equitativa. Ayudar al pobre es, en efecto, una cuestión de justicia, antes que de caridad. Como observa San Agustín: «Das pan al hambriento, pero sería mejor que nadie sintiese hambre y no tuvieses a nadie a quien dar. Vistes al desnudo, pero ¡ojalá todos estuviesen vestidos y no hubiese necesidad de vestir a nadie!» (Homilías sobre la primera carta de san Juan a los partos, VIII, 5).

Espero, por tanto, que este Año Jubilar pueda impulsar el desarrollo de políticas para combatir antiguas y nuevas formas de pobreza, además de nuevas iniciativas de apoyo y ayuda a los más pobres entre los pobres. El trabajo, la educación, la vivienda y la salud son las condiciones para una seguridad que nunca se logrará con las armas. Estoy contento por las iniciativas ya existentes y por el compromiso que cada día asumen a nivel internacional un gran número de hombres y mujeres de buena voluntad.

Confiemos en María Santísima, Consuelo de los afligidos, y con ella entonemos un canto de esperanza haciendo nuestras las palabras del Te Deum: «In Te, Domine, speravi, non confundar in aeternum —En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre».

Vaticano, 13 de junio de 2025, memoria de San Antonio de Padua, Patrono de los Pobres.

LEÓN PP. XIV 

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Ángelus del Papa León XIV
(16.11.2025)


Homilía del Domingo de la
 XXXIII del T.O., por Mons.
 Munilla

(16.11.2025)


Homilía del Domingo de la
 XXXIII del T.O.,
del P. Santiago Martín

(16.11.2025)







Herminia Navarro


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Lo que Chesterton pensaba del progreso.


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SANTORAL DE HOY

El santo del día en un minuto:

Elogio: Santa Margarita, nacida en Hungría y casada con Malcolm III, rey de Escocia, que dio a luz ocho hijos, y fue sumamente solícita por el bien del reino y de la Iglesia; a la oración y a los ayunos añadía la generosidad para con los pobres, dando así un óptimo ejemplo como esposa, madre y reina.

Patronazgos: Patrona de Escocia, de las familias numerosas, las viudas, protectora contra la muerte de los niños.


Elogio: Santa Gertrudis, llamada «Magna», virgen, que entregada desde su infancia, con mucho fervor y decisión, a la soledad y al estudio de las letras, y convertida totalmente a Dios, ingresó en el monasterio cisterciense de Helfta, cerca de Eisleben, en Sajonia, donde progresó de modo admirable por el camino de perfección, consagrándose a la oración y contemplación de Cristo crucificado. Falleció el día diecisiete.
Patronazgos: patrona de Perú, de las Antillas, y de las monjas.
Refieren a este santo: Santa Matilde.


Otros santos de este día:

   Santos Agustín y Felicidad, mártires

En Capua, de la Campania, santos Agustín y Felicidad, mártires, que, según la tradición, padecieron en tiempo del imperio de Decio.

   Santos Leocadio y Lusor, laicos

En Dol, en el territorio de Bourges, en la Galia, conmemoración de los santos Leocadio y Lusorio, el primero de los cuales, siendo senador de las Galias y aún pagano, recibió a los primeros pregoneros de la fe en este territorio y convirtió en iglesia su propia casa; del segundo, hijo suyo, se dice que falleció llevando todavía las vestiduras blancas del bautismo.

   San Euquerio de Lyon, obispo  

En Lyon, también en la Galia, san Euquerio, del orden senatorial, que primero se retiró con su familia a la vida ascética en una isla junto a Lérins, y después, elegido obispo de Lyon, consignó por escrito muchas pasiones de santos mártires.

   San Otmar, abad  

Entre los helvecios, san Otmar, abad, que junto a la celda construida por san Galo fundó un pequeño hospital para leprosos y un cenobio bajo la observancia de la Regla de san Benito, y por defender sus derechos fue deportado por vecinos poderosos a una isla del Rin, donde falleció.

   Beato Simeón, abad  

En el monasterio de Cava dei Tirreni, en la Campania, beato Simeón, abad.

   San Edmundo Rich, obispo  

En la villa de Soisy, en Francia, muerte de san Edmundo Rich, obispo de Cantorbery, que, desterrado por defender los derechos de la Iglesia, llevó una vida santa entre los monjes cistercienses de Pontigny.

   Santa Inés de Asís, virgen

En Asís, población de Umbría, en el convento de san Damián, santa Inés, virgen, que en la flor de la juventud, siguiendo a su hermana santa Clara, se abrazó de todo corazón a la pobreza, bajo la dirección de san Francisco.

   Beato Eduardo Osbaldeston, presbítero y mártir  

En York, en Inglaterra, beato Eduardo Osbaldeston, presbítero de Lancaster y mártir, el cual, alumno del Colegio de los Ingleses de Reims, al volver a Inglaterra como sacerdote fue condenado a muerte y ahorcado, en tiempo de la reina Isabel I.

   Beato Zef Marksen [Josef Marxen], presbítero y mártir

En Tirana, Albania, beato Marksen [Josef Marxen], presbítero de la diócesis de Lezhë y mártir.


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (C).
- Mal 3, 19-20a. A vosotros os iluminará un sol de justicia.
- Sal 97. R. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
- 2 Tes 3, 7-12. Si alguno no quiere trabajar, que no coma.
- Lc 21, 5-19. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
También hoy hay quien mira a la Iglesia solo desde sus templos e instituciones, y pondera su grandeza y su permanencia en el tiempo. Esta es una mirada superficial y autocomplaciente, a veces envuelta en ideología más que en fe. No ve a Jesús donde él se hace presente y se empeña en verlo donde no está. Jesús nos pide encontrarlo en nuestras pruebas, también en las persecuciones. Jesús nos pide que lo miremos a él, que es la belleza que nos salva.
Nuestra perseverancia y nuestra paciencia miran hacia él, todo lo demás es relativo. Algunos marginados en los que Jesús se hace presente nos enseñan precisamente a reconocer esa fragilidad.
- JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES (pontificia). Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la oración universal.
- Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de Las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 17 de noviembre, pág. 672.
CALENDARIOS: Cartagena: Aniversario de la muerte de Mons. Javier Azagra Labiano, obispo, emérito (2014)

RITOS INICIALES

Antífona de entrada Cf. Jer 29, 11-12.14
Dice el Señor: «Tengo designios de paz y no de aflicción, me invocaréis y yo os escucharé; os congregaré sacándoos de los países y comarcas por donde os dispersé».

Oración colecta
CONCÉDENOS, Señor, Dios nuestro,
alegrarnos siempre en tu servicio,
porque en dedicarnos a ti, autor de todos los bienes,
consiste la felicidad completa y verdadera.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA  

PRIMERA LECTURA
A vosotros os iluminará un sol de justicia
Lectura de la profecía de Malaquías 3, 19-20a
HE AQUÍ que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo, y no les dejará ni copa ni raíz.
Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 97, 5-6. 7-8. 9ab. 9cd (R: cf. 9)
R/. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
V/. Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.
V/. Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.
V/. Al Señor, que llega
para regir la tierra. R/.
V/. Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

SEGUNDA LECTURA
Si alguno no quiere trabajar, que no coma
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 7-12
HERMANOS:
Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros.
No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar.
Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo.
A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan.
Palabra de Dios.

Aleluya Lc 21, 28bc
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Levantaos, alzad la cabeza:
se acerca vuestra liberación. R/.

EVANGELIO
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 5-19
EN AQUEL TIEMPO, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Palabra del Señor.

Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)


DOMINGO DE LA XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(CICLO C)
Veamos, como despedida del año litúrgico, algunos aspectos del Día del Señor.
La liturgia, que es la manera que nos ofrece la Iglesia para vivir todas las verdades de la fe, nos pone delante una realidad que todavía no se ha realizado. Lo mismo que nos hace vivir las realidades pasadas, como la Encarnación, pasión..., nos hace vivir la venida del Señor al final de los tiempos.
Lo mismo que me actualiza lo pasado, me actualiza lo que está por venir.
Vamos por tanto a trasladarnos a aquel momento del fin de los tiempos y a gozarnos sobre todo en lo que será ser testigos del tiempo de Cristo.
Los primeros cristianos vivían con ilusión mirando al fin de los tiempos con aquél: Ven Señor, del Apocalipsis.
Nosotros también, sin duda, hemos deseado a veces este momento. Con frecuencia vemos el desprecio con el que en el mundo de hoy se trata a Dios y a su Iglesia y sin duda nos entran ganas de que se presente el Señor con toda su grandeza y los enemigos de Dios y su Iglesia se vean humillados y obligados a reconocer la verdad.
Dios, infinito en su misericordia, espera... Pero esto no impide que nosotros, a través de la liturgia, nos traslademos a aquel día y nos gocemos de verdad pregustando su triunfo y también nuestro triunfo. La seguridad de la fe nos hace disfrutar de aquella realidad que un día todos viviremos.
Todos reconocerán los planes perfectísimos de Dios y no tendrán más remedio que admirar su providencia, que ha regido todos los acontecimientos de la historia.
El triunfo de Dios, de Cristo en su humanidad, el triunfo de María, de la Iglesia... y también nuestro triunfo.
La seguridad del triunfo futuro nos anima a ser fieles en vivir nuestro presente, a menudo en medio de dificultades y contradicciones.
En una charla que tiene como título: El Señor vendrá (7-12-1965), la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia enlaza este momento con el día sin fin de la Eternidad y termina con estas palabras:
Hoy quiero que viváis día de Eternidad. Y para esto meteros ahora en el seno de María, estaos ahora un ratito con Ella, y decidla que os lleve a aquel momento del triunfo de Jesús, y que os lleve a aquel día eterno de la Eternidad, donde, unidas con Él, y con todas las almas, iremos a gozar de Dios para siempre..., ¡para siempre...! ¡para siempre!... Y eso será ¡ya! ¡mañana!


LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas
CONCÉDENOS, Señor,
que estos dones, ofrecidos
ante la mirada de tu majestad,
nos consigan la gracia de servirte
y nos obtengan el fruto de una eternidad dichosa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio
El misterio de la salvación en Cristo

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión Sal 72, 28
Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor Dios mi refugio.
 O bien: Cf. Mc 11, 23. 24
En verdad os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido y lo obtendréis, dice el Señor.

Oración después de la comunión
SEÑOR, después de recibir el don sagrado del sacramento,
te pedimos humildemente
que nos haga crecer en el amor
lo que tu Hijo nos mandó realizar
en memoria suya.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida» (San Juan Pablo II).

«‘Con su perseverancia salvarán sus almas’. ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son un llamamiento a la esperanza y a la paciencia. El Señor, dueño de la historia, lleva todo a su cumplimiento. ¡A pesar de los desórdenes y de los desastres que turban al mundo, el designio de bondad y de misericordia de Dios se cumplirá!» (Francisco).

«Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.810)