06 de abril - DOMINGO V DE CUARESMA (CICLO C)



  DOMINGO DE LA V SEMANA DE CUARESMA, feria
  Oficio del Domingo de la Semana I del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia   - Sexta -  Nona Vísperas - Completas)




PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 06 DE ABRIL

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la V Semana de Cuaresma (a las 11.00 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la V Semana de Cuaresma (a las 12.30 h.)




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ADORACIÓN PERPETUA
DEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO

Parroquia Ntra. Sra. de la Merced
Instituto del Verbo Encarnado
Capilla "San Ignacio de Loyola"
(Manresa, España)


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"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)

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NOTICIAS DE ACTUALIDAD

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Homilía del Domingo V de Cuaresma
(06.04.2025)






Portada




SANTORAL DE HOY

El santo del día en 1 minuto:

Elogio: En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres seguidores del maniqueísmo, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, proclamando hasta en el último momento el símbolo de la fe.
Patronazgos: patrono de las parturientas, protector del crecimiento de los cultivos, y contra los dolores de cabeza, los relámpagos, truenos y tormentas.
Elogio: En Roma, santa Gala, hija del cónsul Símaco, la cual, al fallecer su cónyuge, vivió cerca de la iglesia de San Pedro durante muchos años, entregada a la oración, a las limosnas, a los ayunos y a otras obras santas, y cuyo felicísimo tránsito fue descrito por el papa san Gregorio Magno.
Patronazgos: patrona de las viudas.


   San Ireneo de Sirmio, obispo y mártir   

En la región de Sirmio, en Panonia, pasión de san Ireneo, obispo y mártir, que en tiempo del emperador Maximiano, y bajo el prefecto Probo, fue primero atormentado, después encarcelado y finalmente decapitado. († IV)

   San Eutiquio de Constantinopla, obispo y confesor   

En Constantinopla, san Eutiquio, obispo, que presidió el II Concilio Ecuménico Constantinopolitano, en el que defendió enérgicamente la fe ortodoxa y, tras padecer un largo exilio, con su muerte profesó la resurrección de la carne. († 582)

   San Winebaldo de Troyes, abad

En Troyes, en Neustria, san Winebaldo, abad del monasterio de San Lupo, preclaro por su austeridad. († c. 620)

   San Prudencio de Troyes, obispo   

En la misma ciudad de Troyes, san Prudencio, obispo, que para quienes tenían que viajar preparó un compendio del Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina monástica. († 861)

   San Metodio, obispo   

En Velehrad, lugar de Moravia, nacimiento para el cielo de san Metodio, obispo, junto con su hermano san Cirilo, cuya memoria se celebra el día catorce de febrero. († 885)

   Beato Notkero Bálbulo, monje   

En el monasterio de San Gallo, en la región de Suabia, beato Notkero Bálbulo, monje, que pasó casi toda la vida en este cenobio componiendo numerosas secuencias. Grácil de cuerpo pero no de ánimo, tartamudo de voz pero no de espíritu, fue firme en todo lo divino, paciente en lo adverso, manso para con todos, diligente en la oración, en la lectura, en la meditación y en la escritura. († 912)

   San Filarete, monje

En el monasterio de San Elías de Aulina, cerca de Palmi, en Calabria, san Filarete, monje, célebre por su vida entregada a la oración. († 1070)

   San Guillermo de Eskyll, abad   

En la isla de Eskyll, cerca de Roskilde, en Dinamarca, san Guillermo, abad, que pasó de un cenobio de canónigos regulares de París a Dinamarca, instaurando la disciplina regular en medio de grandes dificultades, y al amanecer del domingo de Pascua partió de esta vida. († 1203)

   Beata Catalina de Pallanza, virgen   

En el monasterio de Santa María, en el Sacro Monte cerca de Varesse, en Lombardía, beata Catalina de Pallanza, virgen, que, junto con varias compañeras, llevó vida eremítica bajo la Regla de san Agustín. († 1478)

   San Pablo Lè Bao Tinh, presbítero y mártir   

En la ciudad de Vinh Tri, en Tonquín, san Pablo Lè Bao Tinh, presbítero y mártir, que, aún clérigo, permaneció largo tiempo en la cárcel, y luego, ordenado sacerdote, dirigió el seminario, confeccionó un libro de homilías y un compendio de doctrina cristiana. Finalmente, encarcelado de nuevo, en tiempo del emperador Tu Duc fue condenado a la decapitación. († 1857)

   Beato Ceferino Agostini, presbítero y fundador   

En Verona, en Italia, beato Ceferino Agostini, presbítero, que se dedicó al ministerio de la predicación, a la catequesis y a la instrucción cristiana, y trabajó para ayudar a la juventud, a los pobres y a los enfermos. Instituyó la Pía Unión de la Nuevas Ursulinas Hijas de Santa María Inmaculada. († 1896)

   Beato Miguel Rua, religioso presbítero   

En Turín, igualmente de Italia, beato Miguel Rua, presbítero, propagador eximio de la Sociedad de San Francisco de Sales. († 1910)

   Beata Petrina Morosini, virgen y mártir 

En la localidad de Fiobbio di Albino, cerca de Bérgamo, nuevamente en Italia, beata Petrina Morosini, virgen y mártir, que a los veintiséis años, cuando regresaba a casa desde su trabajo, por defender frente a un joven la virginidad que había prometido a Dios, fue herida de muerte en la cabeza. († 1957)


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. I (C).
- Is 43, 16-21. Mirad que realizo algo nuevo; daré de beber a mi pueblo.
- Sal 125. R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
- Flp 3, 8-14. Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte.
- Jn 8, 1-11. El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
Entender y vivir los sentimientos de Dios en Jesús. Sabemos que con Jesús siempre podemos volver a Dios, y quiere que quede clara la actitud de los corazones, y con su silencio trata de no discutir sobre lo que no hay discusión. Con pocas palabras, llega al corazón. Y dice claramente, pues sigue haciendo el gesto de escribir en el suelo, que Dios es quien juzga. Esta es la sabiduría de Jesús que los hace mirarse a sí mismos, y ponerse en presencia del tribunal de su corazón y de su conciencia. San Agustín dice que solo dos se quedan allí: la miserable y la misericordia. La mujer pecadora y quien nos presenta ante la misericordia de Dios.
® Este domingo se celebra el tercer escrutinio preparatorio al bautismo para los catecúmenos que en la Vigilia pascual serán admitidos a los sacramentos de la Iniciación cristiana, con oraciones e intercesiones propias.
® La costumbre de cubrir las cruces y las imágenes de la iglesia desde este domingo puede conservarse. Las cruces permanecerán cubiertas hasta después de la celebración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo, y las imágenes hasta el comienzo de la Vigilia pascual.
® Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. No se dice Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 7 de abril, pág. 242.
CALENDARIOS: Bilbao: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Joseba Segura Etxezarraga, obispo (2019).

RITOS INICIALES  

 Antífona de entrada Cf. Sal 42, 1-2
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa, contra gente sin piedad; sálvame del hombre traidor y malvado, porque tú eres mi Dios y mi fortaleza.
No se dice Gloria.

Oración colecta
TE pedimos, Señor Dios nuestro,
que, con tu ayuda, avancemos animosamente
hacia aquel mismo amor
que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte
por la salvación del mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo. 

LITURGIA DE LA PALABRA  

PRIMERA LECTURA
Mirad que realizo algo nuevo; daré de beber a mi pueblo
Lectura del libro de Isaías 43, 16-21
ESTO DICE el Señor,
que abrió camino en el mar
y una senda en las aguas impetuosas;
que sacó a batalla carros y caballos,
la tropa y los héroes:
caían para no levantarse,
se apagaron como mecha que se extingue.
«No recordéis lo de antaño,
no penséis en lo antiguo;
mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino en el desierto,
corrientes en el yermo.
Me glorificarán las bestias salvajes,
chacales y avestruces,
porque pondré agua en el desierto,
corrientes en la estepa,
para dar de beber a mi pueblo elegido,
a este pueblo que me he formado
para que proclame mi alabanza».
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 125, 1b-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 [R.: 3])
 
 

V. Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
V. Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
V. Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
V. Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

SEGUNDA LECTURA
Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14
HERMANOS:

Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio Cf. Jl 2, 12-13
Ahora -dice el Señor-, convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.

EVANGELIO
El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra

Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11
EN AQUEL TIEMPO, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor.


Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)


Papa Francisco

ÁNGELUS. Plaza de San Pedro. V Domingo de Cuaresma, 7 de abril de 2019

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este quinto domingo de Cuaresma, la liturgia nos presenta el episodio de la mujer adúltera (ver Jn 8, 1-11) en el que se contraponen dos actitudes: la de los escribas y los fariseos, por una parte, y la de Jesús, por otra. Los primeros quieren condenar a la mujer, porque se sienten los guardianes de la Ley y de su fiel aplicación. En cambio, Jesús quiere salvarla, porque personifica la misericordia de Dios que, perdonando, redime y reconciliando, renueva.

Veamos, pues, el hecho. Mientras Jesús enseña en el templo, los escribas y los fariseos le traen a una mujer sorprendida en adulterio; la ponen en medio y le preguntan a Jesús si debe ser lapidada, como prescribe la Ley de Moisés. El evangelista precisa que le plantean la pregunta «para tentarle, para tener de que acusarle» (v. 6). Se puede suponer que su propósito fuera ese ―fijaos en la maldad de estas personas―: el “no” a la lapidación habría sido un motivo para acusar a Jesús de desobediencia a la Ley; el “sí”, en cambio, para denunciarlo a la autoridad romana, que se había reservado las sentencias y no admitía el linchamiento popular. Y Jesús debe responder.

Los interlocutores de Jesús están encerrados en los vericuetos del legalismo y quieren encerrar al Hijo de Dios en su perspectiva de juicio y condena. Pero Él no vino al mundo para juzgar y condenar, sino para salvar y ofrecer a las personas una nueva vida. ¿Y cómo reacciona Jesús a esta prueba? En primer lugar, se queda un rato en silencio, y se inclina para escribir con el dedo en el suelo, como para recordar que el único Legislador y Juez es Dios que había escrito la Ley en la piedra. Y luego dice: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra» (v. 7). De esta manera, Jesús apela a la conciencia de aquellos hombres: ellos se sentían “paladines de la justicia”, pero Él los llama a la conciencia de su condición de hombres pecadores, por la cual no pueden reclamar para sí el derecho a la vida o a la muerte de los demás. En ese momento uno tras otro, empezando por los más viejos, es decir, por los más expertos de sus propias miserias, todos se fueron, renunciando a lapidar a la mujer. Esta escena también nos invita a cada uno de nosotros a ser conscientes de que somos pecadores, y a dejar caer de nuestras manos las piedras de la denigración y de la condena, de los chismes, que a veces nos gustaría lanzar contra otros. Cuando chismorreamos de los demás, lanzamos piedras, somos como estos.

Al final solo quedan Jesús y la mujer, allí en el medio: «la mísera y la misericordia», dice San Agustín (In Joh 33,5). Jesús es el único sin culpa, el único que podría arrojar la piedra contra ella, pero no lo hace, porque Dios «no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva» (ver Ez 33,11). Y Jesús despide a la mujer con estas estupendas palabras: «Vete, y en adelante no peques más» (v. 11). Y así, Jesús le abre un nuevo camino, creado por la misericordia, un camino que requiere su compromiso de no pecar más. Es una invitación válida para cada uno de nosotros: cuando Jesús nos perdona, nos abre siempre un nuevo camino para que avancemos. En este tiempo de Cuaresma, estamos llamados a reconocernos como pecadores y a pedir perdón a Dios. Y el perdón, a su vez, al reconciliarnos y darnos paz, nos hace comenzar una historia renovada. Toda conversión verdadera está encaminada a un futuro nuevo, a una vida nueva, a una vida hermosa, a una vida libre de pecado, a una vida generosa. No temamos pedir perdón a Jesús porque Él nos abre la puerta a esta vida nueva. ¡Qué la Virgen María nos ayude a testimoniar ante todos amor misericordioso de Dios que, en Jesús, nos perdona y hace nueva nuestra existencia, ofreciéndonos siempre nuevas posibilidades!

 

Papa Benedicto XVI

ÁNGELUS, Plaza de San Pedro, Domingo 21 de marzo de 2010

Queridos hermanos y hermanas:

Hemos llegado al quinto domingo de Cuaresma, en el que la liturgia nos propone, este año, el episodio evangélico de Jesús que salva a una mujer adúltera de la condena a muerte (Jn 8, 1-11). Mientras está enseñando en el Templo, los escribas y los fariseos llevan ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio, para la cual la ley de Moisés preveía la lapidación. Esos hombres piden a Jesús que juzgue a la pecadora con la finalidad de "ponerlo a prueba" y de impulsarlo a dar un paso en falso. La escena está cargada de dramatismo: de las palabras de Jesús depende la vida de esa persona, pero también su propia vida. De hecho, los acusadores hipócritas fingen confiarle el juicio, mientras que en realidad es precisamente a él a quien quieren acusar y juzgar. Jesús, en cambio, está "lleno de gracia y de verdad" (Jn 1, 14): él sabe lo que hay en el corazón de cada hombre, quiere condenar el pecado, pero salvar al pecador, y desenmascarar la hipocresía.

El evangelista san Juan pone de relieve un detalle: mientras los acusadores lo interrogan con insistencia, Jesús se inclina y se pone a escribir con el dedo en el suelo. San Agustín observa que el gesto muestra a Cristo como el legislador divino: en efecto, Dios escribió la ley con su dedo en las tablas de piedra (cf. Comentario al Evangelio de Juan, 33, 5). Jesús, por tanto, es el Legislador, es la Justicia en persona. Y ¿cuál es su sentencia? "Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra". Estas palabras están llenas de la fuerza de la verdad, que desarma, que derriba el muro de la hipocresía y abre las conciencias a una justicia mayor, la del amor, en la que consiste el cumplimiento pleno de todo precepto (cf. Rm 13, 8-10). Es la justicia que salvó también a Saulo de Tarso, transformándolo en san Pablo (cf. Flp 3, 8-14).

Cuando los acusadores "se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos", Jesús, absolviendo a la mujer de su pecado, la introduce en una nueva vida, orientada al bien: "Tampoco yo te condeno; vete y en adelante no peques más". Es la misma gracia que hará decir al Apóstol: "Una cosa hago: olvido lo que dejé detrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio al que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús" (Flp 3, 13-14). Dios sólo desea para nosotros el bien y la vida; se ocupa de la salud de nuestra alma por medio de sus ministros, liberándonos del mal con el sacramento de la Reconciliación, a fin de que nadie se pierda, sino que todos puedan convertirse.

En este Año sacerdotal, deseo exhortar a los pastores a imitar al santo cura de Ars en el ministerio del perdón sacramental, para que los fieles vuelvan a descubrir su significado y belleza, y sean sanados nuevamente por el amor misericordioso de Dios, que "lo lleva incluso a olvidar voluntariamente el pecado, con tal de perdonarnos" (Carta para la convocatoria del Año sacerdotal).

Queridos amigos, aprendamos del Señor Jesús a no juzgar y a no condenar al prójimo. Aprendamos a ser intransigentes con el pecado –·comenzando por el nuestro!– e indulgentes con las personas. Que nos ayude en esto la santa Madre de Dios, que, exenta de toda culpa, es mediadora de gracia para todo pecador arrepentido.

Se dice Credo.

 

Oración de los fieles (Año C)

Oremos al Señor nuestro Dios, que no quiere la muerte del pecador, sino que sed convierta y viva.

- Para que la Iglesia sea para el mundo signo de esperanza, acogiendo, animaando y consolando a todos los hombres. Roguemos al Señor.

- Para que nuestra sociedad reconozca sus pecados colectivos que dañan a los hombres, asuma su culpa, y procure el remedio. Roguemos al Señor.

- Para que los marginados de la sociedad encuentren en los cristianos la ayuda fraterna que necesitan para salir de su situación. Roguemos al Señor.

- Para que no nos creamos limpios de pecado, ni nos erijamos en jueces de los demás, como los acusadores de la mujer adúltera, sino que aprendamos de Jesús a ser comprensivos y a perdonar. Roguemos al Señor.

Señor Dios nuestro,
que nos has enviado a tu Hijo a decirnos:
“Yo tampoco te condeno, en adelante no peques más”,
perdona nuestras culpas, escúchanos, ábrenos a la esperanza.
Por Jesucristo nuestro Señor.


LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas
ESCÚCHANOS, Dios todopoderoso,
y, por la acción de este sacrificio,
purifica a tus siervos,
a quienes has iluminado con las enseñanzas de la fe cristiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor. 
Prefacio I de cuaresma
Significación espiritual de la cuaresma
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno
por Cristo, Señor nuestro.
Por él concedes a tus hijos
anhelar, años tras año,
con el gozo de habernos purificado,
la solemnidad de la Pascua,
para que, dedicados con mayor entrega
a la alabanza divina y al amor fraterno,
por la celebración de los misterios que nos dieron nuestra vida,
lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles
y con todos los coro celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión
Cuando se lee el Evangelio de la resurrección de Lázaro: Cf. Jn 11, 26
El que está vivo y cree en mí no morirá para siempre, dice el Señor.
Cuando se lee el Evangelio de la mujer adúltera: Jn 8, 10-11
Mujer, ¿ninguno te ha condenado? Ninguno, Señor. Tampoco yo te condeno. En adelante no peques más.
Cuando se lee otro Evangelio: Jn 12, 24-25
En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.

Oración después de la comunión
TE pedimos, Dios todopoderoso,
que nos cuentes siempre
entre los miembros de Cristo,
cuyo Cuerpo y Sangre hemos recibido.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre el pueblo
SEÑOR, bendice a tu pueblo
que espera siempre el don de tu misericordia,
y concédele, inspirado por ti,
recibir lo que desea de tu generosidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Se desdeñaron de creer en Cristo, precisamente porque su impiedad lo despreció muerto, se rio de él, asesinado, mas esa misma muerte era la del grano que había de multiplicarse, y la elevación de quien arrastra tras de sí todo» (San Agustín).

«Él mismo es el grano de trigo venido de Dios, que se deja caer en tierra, que se deja romper en la muerte y, precisamente de esta forma, se abre y puede dar fruto en todo el mundo» (Benedicto XVI).

«(…) Sobre todo, Él realizará la venida de su Reino por medio de (…) su muerte en la Cruz y su Resurrección. ‘Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí’ (Jn 12,32). A esta unión con Cristo están llamados todos los hombres» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 542).