03 de marzo - DOMINGO DE LA III SEMANA DE CUARESMA (CICLO B)



  DOMINGO III DE CUARESMA (CICLO B)
  Oficio del Domingo de la Semana III del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia   - Sexta Nona Vísperas - Completas)




PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 03 DE MARZO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Cuaresma (a las 11.00 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Cuaresma (a las 12.30 h.)





NOTICIAS DE ACTUALIDAD






Portada

NUEVA EVANGELIZACIÓN Herramientas pastorales para acoger a ateos, alejados o a pecadores de cualquier tipo
EEUU El caso de tres rectoras de la Ivy League destapa la realidad
CULTURA El director de ReL es el autor de «Despierta y combate a los bárbaros que arruinan tu vida»
EUROPA Solo casos con detenciones, juicios y sanciones: hay 2 casos españoles
PERSONAJES Y deja el corazón abierto a su respuesta, añade Carolina: «Confía en Él, Él te ama»
PERSONAJES La mediática Marián Reynoso relata su experiencia de Dios: «Fue como sentirle»
VIDA Y FAMILIA Un desafío diario, una prueba de amor
EEUU Condenas de 10 años de cárcel por sentarse bloqueando clínicas abortistas
EUROPA «Ante los actos cismáticos no pude continuar», confiesa la periodista
CULTURA Se cumplen 60 años de su película «El Evangelio según San Mateo»
NUEVA EVANGELIZACIÓN Los 3 pasos para hacer comunión espiritual, si no puedes ir al sacramento
ESPAÑA Se llenó el Aula Magna de la Universidad Abat Oliba: publicamos su declaración de principios


SANTORAL DE HOY

Elogio: En Calahorra, en la Hispania Tarraconense, santos Emeterio y Celedonio, quienes, durante el desempeño de la milicia en los campamentos junto a León, en la provincia romana de Gallaecia, por confesar el nombre de Cristo en los comienzos de la persecución, fueron conducidos a Calahorra, y allí coronados con el martirio.

Patronazgos: patronos de Santander.

Refieren a este santo: Santos Servando y Germán.


Otros santos de este día:

   Santos Marino y Asterio, mártires

En Cesarea de Palestina, santos Marino, soldado, y Asterio, senador, mártires en tiempo del emperador Galieno. El primero, delatado por su condición de cristiano por un compañero envidioso, profesó su fe ante el juez con palabras muy claras y, decapitado, alcanzó la corona del martirio. Asterio, por haber honrado el cuerpo del mártir al ajustarle la propia veste con que se cubría, mereció a su vez el mismo honor que él había prestado al mártir. († c. 260).

   Santos Cleónico y Eutropio, mártires   

En Amasea, en el Ponto, santos Cleónico y Eutropio, mártires en la persecución desencadenada bajo el emperador Maximiano, siendo procurador Asclepiódato. († s. IV)

   San Ticiano de Brescia, obispo   

En Brescia, en la región de Venecia, san Ticiano, obispo. († c. 526)

   San Winwaleo, abad   

En la península de Armórica, en Bretaña, san Winwaleo, primer abad de Landevenec, el cual, según la tradición, fue discípulo de san Budoco en la isla de Lavret, y con su vida ilustró la regla monástica. († c. 533)

   Santa Artelaides, virgen   

En Benevento, en la Campania, santa Artelaides, virgen († c. 567)

   San Anselmo de Nonantola, abad   

En Nonántola, en la Emilia, san Anselmo, fundador y primer abad de este monasterio, en el que durante cincuenta años promovió la disciplina monástica, tanto con sus normas como con el ejercicio de las virtudes. († 803)

   Santa Cunegunda, viuda y fundadora

En el monasterio de Oberkaufungen, en Hesse, santa Cunegunda, que aportó muchos beneficios a la Iglesia junto con su cónyuge, el emperador san Enrique, y que, tras la muerte de éste, abrazó la vida cenobítica en el monasterio donde se había retirado. Al morir, hizo a Cristo heredero de todos sus bienes, y su cuerpo fue colocado junto a los restos de su esposo, en Bamberg. († 1033/1039)

   Beato Federico de Mariengaarde, abad y presbítero   

En Frisia, beato Federico, presbítero, que primero fue párroco en la ciudad de Hallum y después llegó a ser abad del monasterio de Mariengaarde, de la Orden Premonstratense. († 1175)

   Beato Pedro Geremia, religioso presbítero   

En Palermo, en Sicilia, beato Pedro Geremia, presbítero de la Orden de Predicadores, que, confirmado por san Vicente Ferrer en el ministerio de la palabra de Dios, se entregó por entero a la salvación de las almas. († 1452)

   Beato Giacomino de Canepaci, religioso   

En Vercelli, en el Piamonte, beato Jacobino de' Canepacci, religioso de la Orden de los Carmelitas, preclaro por su dedicación a la oración y a la penitencia. († 1508)

   Beatos Liberato Weiss, Samuel Marzorati, y Miguel Pío Fasoli de Zerbo, presbíteros y mártires 

En Gondar, en Etiopía, beatos Liberato Weisss, Samuel Marzorati y Miguel Pío Fasoli de Zerbo, presbíteros de la Orden de los Hermanos Menores y mártires, que murieron lapidados a causa de su fe católica. († 1716)

   Beato Pedro Renato Rogue, presbítero y mártir   

En Vannes, localidad de Bretaña Menor, en Francia, beato Pedro Renato Rogue, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que en tiempo de la Revolución Francesa, rechazando el inicuo juramento impuesto al clero, permaneció secretamente en la ciudad para atender con su ministerio a los fieles, y finalmente, condenado a la pena capital, descansó en la misericordia del Señor en la misma iglesia donde celebraba los sagrados misterios. († 1796)

   Santa Teresa Eustoquio Verzeri, virgen y fundadora

En Brescia, en Lombardía, santa Teresa Eustoquio (Ignacia) Verzeri, virgen, fundadora del Instituto de Hijas del Sacratísimo Corazón de Jesús. († 1852)

   Beato Inocencio de Berzo Scalvinoni, religioso presbítero   

En Bérgamo, también de Lombardía, beato Inocencio de Berzo (Juan) Scalvinoni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que brilló por su eximia caridad difundiendo la palabra de Dios y escuchando las confesiones. († 1890)

   Beata María Concepción Cabrera Arias de Armida, fundadora

En México D.F., México, beata María Concepción Cabrera Arias de Armida, laica, devota esposa y madre de familia. Al enviudar se sumergió profundamente en la contemplación de la Trinidad, llevándola a fundar las Obras de la Cruz. († 1937)

   Santa Catalina Drexel, virgen y fundadora   

En Filadelfia, ciudad del estado de Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica, santa Catalina Drexel, virgen, que fundó la Congregación de Hermanas del Santísimo Sacramento y utilizó con largueza y de buen grado los bienes de su herencia en educar y ayudar a indios y negros. († 1955).


LITURGIA DE HOY

INTRODUCCIÓN

‘Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto’ (Mt. 5, 48); la Cuaresma es la verificación del propio trabajo espiritual no tanto sobre un modelo de santo, sino sobre Dios mismo. El cristiano tiene, por tanto, un ideal infinito y es por esto que no debe jamás considerar la religión como algo que se paga con un gesto de caridad o con un acto litúrgico.

Al centro de la espiritualidad cristiana está, como nos recuerda san Pablo, el Cristo crucificado, nuestra sabiduría y fuerza. La autenticidad de la Cuaresma debe comprobarse sobre el Evangelio, como un test ineludible.

El ámbito en el cual se desarrolla y se alimenta la propia espiritualidad no es el culto en cuanto tal, sino el templo de carne, es decir, la fe encarnada en la existencia. El sentido cristiano del tiempo y el misterio de la redención en la historia, dan valor al trabajo concreto y cotidiano en el templo de carne de la vida humana. ‘La venida de Cristo al mundo, su muerte y pascua, son la batalla decisiva. Ahora nosotros estamos en espera y colaboramos para el Víctor day, para el día de la victoria en el que Dios será todo en todos’ (Cullmann).

La autenticidad de la existencia cristiana tiene un comprobante privilegiado en el Decálogo que la liturgia de hoy nos hace meditar. Él es un retrato perfecto de nuestras relaciones con Dios y con el prójimo. Lutero así concluía una de sus lecciones sobre el Catecismo: ‘No hay espejo mejor en el cual tú puedas ver aquello de lo que tienes necesidad sino es precisamente en los Diez Mandamientos, en los cuales encuentras aquello que te falta y aquello que debes buscar’.


Misa del Domingo (morado).

MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir la PE IV.

LECC.: vol. I (B).

- Ex 20, 1-17. La ley se dio por medio de Moisés (Jn 1, 17).

- Sal 18. R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

- 1 Cor 1, 22-25. Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres; pero para los llamados es sabiduría de Dios.

- Jn 2, 13-25. Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

No hagamos ídolos de nada ni con nadie, basta acercarnos a Dios reconociendo nuestra pequeñez y sabiendo que solo él tiene palabras de vida eterna. Dios quiere que nos acerquemos a él como el eterno y el que siempre está en este Cristo crucificado que es fuerza y sabiduría de Dios. Jesucristo es un templo para nosotros, el nuevo templo de un culto nuevo, perfecto y definitivo. Su cuerpo entregado en la cruz nos muestra el amor de Dios, y todo nuestro culto y nuestra piedad se centran en él, en su presencia resucitada.

- DÍA Y COLECTA DE HISPANOAMÉRICA (dependiente de la CEE, optativa). Celebración de la liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ., colecta.

- Este domingo se celebra el primer escrutinio preparatorio al bautismo de los catecúmenos que en la Vigilia pascual serán admitidos a los sacramentos de la Iniciación cristiana, con  oraciones e intercesiones propias.

- Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. No se dice Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 4 de marzo, pág. 190.


RITOS INICIALES  

Antífona de entrada Sal 24, 15-16
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red. Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
 O bien: Cf. Ez 36, 23-26
Cuando, por medio de vosotros, haga ver mi santidad, os reuniré de todos los países; derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias, y os daré un espíritu nuevo, dice el Señor.
No se dice Gloria.

Oración colecta
OH, Dios, autor de toda misericordia y bondad,
que aceptas el ayuno, la oración y la limosna
como remedio de nuestros pecados,
mira con amor el reconocimiento de nuestra pequeñez
y levanta con tu misericordia
a los que nos sentimos abatidos por nuestra conciencia.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA  

PRIMERA LECTURA
La ley se dio por medio de Moisés (Jn 1, 17)
Lectura del libro del Éxodo 20, 1-17
EN AQUELLOS DÍAS, el Señor pronunció estas palabras:
«Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.
No tendrás otros dioses frente a mí.
No te fabricarás ídolos, ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo el pecado de los padres en los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación de los que me odian.
Pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y guardan mis preceptos.
No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.
Recuerda el día del sábado para santificarlo.
Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso, consagrado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que reside en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y lo que hay en ellos; y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.
Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No darás falso testimonio contra tu prójimo.
No codiciarás los bienes de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo».
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R: Jn 6, 68c)
R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
V/. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes. R/.
V/. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.
V/. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
V/. Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R/.

SEGUNDA LECTURA
Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres;
pero para los llamados es sabiduría de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 22-25
HERMANOS:
Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio Cf. Jn 3, 16
R/. Alabanza y honor a ti, Señor Jesús.
V/.Tanto amó Dios al mundo,
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna. R/.

EVANGELIO
Destruid este templo, y en tres días lo levantaré
Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 13-25
SE ACERCABA la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo; ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo.
Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
Palabra del Señor.



DOMINGO DE LA III SEMANA DE CUARESMA (CICLO B)

El salmo, o, si se prefiere, la oración que acompaña a la primera lectura que describe los mandamientos en la versión del Éxodo, nos da su verdadero sentido: La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma Los mandatos del Señor son rectos... La norma del Señor es límpida...

Tenemos peligro de ver la ley de Dios como un peso; como algo que nos hace difícil la existencia, como algo que nos complica la vida... Como nos decía el Papa Benedicto XVI: «Cada vez más se ha pensado y dicho: Este Dios no nos deja libertad, nos limita el espacio de nuestra vida con todos sus mandamientos. Por tanto, Dios debe desaparecer; queremos ser autónomos, independientes. Sin este Dios nosotros seremos dioses, y haremos lo que nos plazca (En Colonia, el 15 de agosto de 2005)

Es la única manera de que el hombre pueda llenar su vida y dar sentido pleno a todos los acontecimientos que van marcando su existencia. Sin Dios la vida de los hombres es un caos al regirse por normas que son fruto del capricho propio o de los poderosos de turno.

La segunda lectura nos pone delante un aspecto recurrente en este tiempo de cuaresma; nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles... Sólo se entiende la realidad de Cristo crucificado entrando en la verdadera sabiduría que nos hará valorar lo que supone la gravedad del no a Dios y la donación máxima del amor.

Quisiera aquí, para entrar profundamente en este misterio de donación de Dios y gravedad del pecado, transcribir todo el tema de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia comentando aquél: Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado...? (Opúsculo nº 11 en el libro Luz en la noche. El misterio de la fe dado en sabiduría amorosa) Veamos alguno de los párrafos en los que después de hablarnos extensamente de la reconciliación de Dios con la humanidad caída, nos introduce en los principales aspectos de la pasión:

Reconciliación que culminó en la pasión dolorosa del Ungido de Yahvé, el Cristo del Padre, expresando los sentimientos más profundos e íntimos de su corazón palpitante de amor y ternura: «Pueblo mío, Pueblo mío, qué pude hacer por ti que no hiciera»15, en desbordamiento de amor lleno de compasión misericordiosa sobre el hombre.

Amor que se nos manifiesta, por el esplendor de la gloria de Yahvé, único Dios verdadero, en su Unigénito Hijo, Jesucristo su Enviado, con el derramamiento de su Sangre redentora en el patíbulo de la cruz.

En el cual, el divino Redentor, colgado de un madero, con los brazos extendidos y el corazón traspasado, nos demostró que «nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos»16.

Y clavado entre el cielo y la tierra, y en la plenitud del ejercicio de su Sacerdocio, con gemidos que son inenarrables por el Espíritu Santo, comprendiendo que era llegado el momento cumbre y sublime de la Redención –«cuando sea levantado en alto todo lo atraeré hacia mí»17 –; exclamaba, al sentirse abrasar en sed torturante de rescatar a toda la humanidad del pecado cometido contra la Santidad infinita de Dios ofendida y ultrajada:

«¡Tengo sed...!»18;
reseco en la terrible agonía de su dolorosa pasión que le llevó a dar la vida para salvarnos, y con su alma palpitante y desgarrada ante el desamor de los que amaba.

«Tengo sed» de dar gloria al Padre y de llevar las almas a su Seno, para saciar, con el derramamiento de mi Sangre, la sed reseca del corazón sediento del hombre.

Llegando la manifestación de que «amando a los suyos los amó hasta el extremo»19, como en una locura de amor infinito del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas en desgarradora inmolación, cuando, al sentirse como abandonado del Padre, exclama:

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado...?»

Palabras misteriosas, que, penetrando aguda y dolorosamente la médula de mi espíritu en postración reverente de profunda y venerante adoración ante el Ungido de Yahvé pendiente de un madero, y profundizada en el pensamiento divino, me hacen comprender algo del dolor lacerante del alma de Cristo:

En un desbordamiento de desgarro y desolación de pavorosa y aterradora soledad por el rechazo del Padre contra el pecado que, cargando sobre sus hombros, siendo el Cristo, Él tenía que reparar en y por la plenitud de su Sacerdocio, como Reconciliador del hombre con Dios, «gritó con voz potente:

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado...?”»

Palabras cargadas de misterio, que culminan con el fruto de la Redención mediante la reconciliación de Dios con el hombre, por el desolador desamparo del Cristo del Padre; implorando el perdón de misericordia a la Santidad infinita del Dios ofendido –«Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»20– que exigía, por justicia, reparación infinita mediante la inmolación de su Unigénito Hijo, hecho Hombre, en la plenitud y por la plenitud de su Sacerdocio ejercido entre Dios y los hombres, entre el cielo y la tierra, entre la humanidad y la Divinidad.

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado...», si soy el Hijo de tus complacencias, el Santo que mora siempre en tu Seno y que he venido a los hombres para inmolarme en sacrificio cruento de reparación a tu Santidad infinita ultrajada y ofendida...?:

«No quisiste sacrificios ni holocaustos, pero me has preparado un cuerpo. Los holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces Yo dije: He aquí que vengo –en el volumen del libro está escrito de mí– para hacer ¡oh Dios! tu voluntad.

Y en virtud de esta voluntad somos nosotros santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez»21.

15 Cfr. Is 5, 4. 16 Jn 15, 13. 17 Jn 12, 32. 18 Jn 19, 28. 19 Jn 13, 1. 20 Lc 23, 34. 21 Heb 10, 5-10.

Se dice Credo.

Oración Universal

Instruidos por el ejemplo de Jesús, el Señor, que en el desierto se entregaba a la oración, oremos también nosotros con insistencia a nuestro Dios:

- Para que todos los fieles, por medio de las penitencias y prácticas cuaresmales, sean purificados de sus culpas y vean fortalecida su vida cristiana, roguemos al Señor.

- Para que todos los pueblos alcancen la paz, la tranquilidad y el bienestar necesario y puedan así buscar más fácilmente los bienes del cielo, roguemos al Señor.

- Para que el Señor conceda su fuerza a los que se ven tentados o se sienten turbados, infunda el deseo de la conversión a los pecadores y otorgue el consuelo del cielo a los que están tristes o abatidos, roguemos al Señor.

- Para que infunda en todos nosotros el deseo de una verdadera conversión, a fin de que nos preparemos a celebrar debidamente el sacramento pascual de la penitencia, roguemos al Señor.

Señor, Dios nuestro, abre nuestros corazones a tus mandatos
y haz que penetremos en la sabiduría de la cruz,
para que, liberados del egoísmo que nos aprisiona,
alcancemos los dones del Espíritu Santo
y lleguemos a ser aquel templo vivo
en el que tú deseas recibir nuestra adoración.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas
SEÑOR, por la celebración de este sacrificio
concédenos, en tu bondad,
que, al pedirte el perdón nuestras ofensas,
nos esforcemos en perdonar las de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de cuaresma
Significación espiritual de la cuaresma
Cuando no se lee el Evangelio de la Samaritana, se utiliza el prefacio I o II de Cuaresma
39. Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no corresponda decir un prefacio que sea más indicado.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno
por Cristo, Señor nuestro.
Por él concedes a tus hijos
anhelar, años tras año,
con el gozo de habernos purificado,
la solemnidad de la Pascua,
para que, dedicados con mayor entrega
a la alabanza divina y al amor fraterno,
por la celebración de los misterios que nos dieron nuestra vida,
lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles
y con todos los coro celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
 
Antífona de comunión
Cuando se lee el Evangelio de la Samaritana: Cf. Jn 4, 13-14
El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
Cuando se lee otro Evangelio: Sal 85, 4-5
Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.

Oración después de la comunión
ALIMENTADOS ya en la tierra con el pan del cielo,
prenda de eterna salvación,
te suplicamos, Señor,
que se haga realidad en nuestra vida
lo que hemos recibido en este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
TE pedimos, Señor, que dirijas los corazones de tus fieles
y les concedas benigno la gracia
de permanecer firmes en el amor a ti y al prójimo,
y de cumplir plenamente tus mandamientos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«En aquella transfiguración se trataba, sobre todo, de alejar de los corazones de los discípulos el escándalo de la cruz, y evitar así que la humillación de la pasión voluntaria conturbara su fe» (San León Magno).

«‘Escúchenlo’. Es muy importante esta invitación del Padre. Nosotros, los discípulos de Jesús, estamos llamados a ser personas que escuchan su voz y se toman en serio sus palabras» (Francisco).

«Los Evangelios narran en dos momentos solemnes, el bautismo y la transfiguración de Cristo, que la voz del Padre lo designa como su ‘Hijo amado’. Jesús se designa a sí mismo como ‘el Hijo Único de Dios’ (Jn 3,16) y afirma mediante este título su preexistencia eterna. Pide la fe en ‘el Nombre del Hijo Único de Dios’ (Jn 3,18) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 444).


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