18 de abril - VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR, Ayuno y abstinencia

 



  VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR, Ayuno y abstinencia
  Oficio propio del Viernes Santo del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas - Laudes - Tercia  - Sexta   Nona - Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
VIERNES, 18 DE ABRIL

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Solemne Vía Crucis (a las 12.30 h.).

- Celebración de la Pasión del Señor y Adoración de la Santa Cruz (a las 19.00 h.).


PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Solemne Vía Crucis (a las 12.30 h.).

- Celebración de la Pasión del Señor y Adoración de la Santa Cruz (a las 19.00 h.).



* * * * *

ADORACIÓN PERPETUA
DEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO

Parroquia Ntra. Sra. de la Merced
Instituto del Verbo Encarnado
Capilla "San Ignacio de Loyola"
(Manresa, España)


* * * * *

* * * * *


¿Quieres colaborar con las necesidades de nuestra Parroquia?

Necesitamos de tu ayuda

Haz un donativo en:

https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=SB5P5WGXQ5WZS

Paypal.me/LosDoloresHuelva

Ayúdanos a continuar
con nuestra misión evangelizadora
en nuestra Parroquia a través de internet

Puedes realizar tus donativos mediante transferencia a la cuenta bancaria de la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores (Huelva)

2100 4701 3602 0005 1345
(titular de la cuenta: Parroquia Nuestra Señora de los Dolores (Huelva)

Código IBAN: ES30 2100 4701 3602 0005 1345

(Para transferencias desde fuera de España)

Código BIC (SWIFT) CAIXESBBXXX

Si le resulta más cómodo puede realizar sus donativos a través de Paypal@/Me

Paypal.me/LosDoloresHuelva


"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)

* * * * *



NOTICIAS DE ACTUALIDAD


* * * * *

ÚLTIMA HORA DEL PAPA





La Oficina de Prensa de la Santa Sede informa sobre el estado de salud de Francisco, quien se encuentra convaleciente en la Casa Santa Marta: se registran avances en la movilidad, la respiración y la voz. El uso de oxígeno de alto flujo es ya “residual” y está limitado a “fines terapéuticos”, mientras que se prolongan los periodos en los que el Pontífice “logra prescindir” del oxígeno.



El papa Francisco se ha acercado esta tarde a la cárcel Regina Coeli de Roma. Una visita que ha durado 30 minutos y durante la que se encontró con unos 70 reclusos de diversas nacionalidades que participan regularmente en actividades y catequesis organizadas por el capellán.



Cada Jueves Santo el papa visita una cárcel para imitar el gesto de Jesús de lavar los pies a sus discípulos. Sin embargo, esta vez, sus condiciones de salud no le permitieron presidir una celebración litúrgica. Lo que hizo fue tener un encuentro breve con 70 presos de la cárcel Regina Coeli de Roma, e el barrio de Trastevere.





* * * * *

HORARIOS Y CELEBRACIONES
- SEMANA SANTA 2025 -




Portada

Munilla: «Santiago Cantera es el hombre que ha dado a España la lección moral que necesitaba»

Planned Parenthood secunda a los provida frente al régimen del aborto en casa: 6 horrores «posibles»

Milagros con las «monjas de rosa»: adoran sin pausa desde hace un siglo y combaten la crisis de fe

Los niños sanan a los soldados mutilados en Ucrania: más eficaces que los terapeutas

La Iglesia en Nigeria es de las más atacadas pero «crece de forma astronómica», dice el obispo Daboh

Sacerdotes chinos denuncian que la Iglesia tiene menos libertad tras 6 años de los acuerdos con Roma

Misas multitudinarias este domingo en el Valle de los Caídos en apoyo a la Cruz y a los benedictinos


Opinión

En el Metro

Carmen Cabeza

Gracias, Katerina, por enseñarme tanto.

Judío tibio, bebedor en la universidad, se reía de los cristianos hasta que investigó sobre Cristo

«Los jóvenes tienen una visión menos ideológica de la religión, es un terreno potencialmente fértil»


Vídeos

Vía Crucis recorre las calles de Madrid con cientos de jóvenes

Lucifer, exhibido e invocado en un estadio

Los tesoros del Santo Sepulcro: la Custodia y el corazón secreto de Europa

Santa Bárbara bendita, en el estadio del Molinón


Blogs

VIVE DE CRISTO®Dominicas de Lerma

Hoy el reto del amor es que pidas un favor a alguien

Proyecto Amor Conyugal

¿Son mis genialidades? Comentario para Matrimonios: Juan 8, 21-30

Ignasi de Bofarull

La adolescencia en el laberinto

Yasmin Oré y Jesús Urones

Cinco claves para vivir el pudor en estos tiempos

Jesús María Silva Castignani

El Valle: ¿De quién es y quién decide?


Otras noticias

Viktoria, joven médico ucraniana: «No me he encontrado con ningún no creyente en el frente»

«Adiós woke, hola Jesús»: Silicon Valley abraza la fe cristiana y empieza a cuestionar el mundo ateo

José María Carrera Hurtado

Francisco reaparece en el Jubileo de los Enfermos: «En este momento comparto mucho con ustedes»

«No es cristiano»: el obispo Ginés y la «actitud» que le «entristece» de muchos católicos estos días

Helena Marcos, médico y enferma: «El dolor es un modo privilegiado de conocernos, es una gracia»

Un juez condena a una mujer por mostrar frente a un abortorio un cartel que invitaba a hablar

El bombero que se convirtió entre las llamas de Notre Dame: «De la cruz salía una luz que iluminaba»

5 sencillas enseñanzas de San Vicente Ferrer de gran utilidad para el hombre de hoy

Muere el antiguo cardenal Theodore McCarrick, condenado por abusos y expulsado del estado clerical


Espiritualidad

9 claves para afrontar el sufrimiento con un sentido cristiano: respuestas a grandes interrogantes

20 frases de 20 santos para el siglo XXI: Gema Galgani, Carlos de Foucauld, Faustina Kowalska...

Rezar lo que rezaba Jesús y otras 4 virtudes de la Sagrada Familia aplicables en un hogar cristiano


Opinión

Del secularismo a la irreligiosidad

Angélica Barragán

Qué verde era mi valle y qué bella su cruz

Monseñor Jesús Sanz Montes

Abandonado a sus enemigos

Rafael Sánchez Saus


Cine y televisión

Desde el santuario de Lord, en la montaña, «Hagan Lío» explora la fuerza de la oración

«Más Cinco»: la fuerza de los testimonios nos anima a mejorar


Libros

Por qué España es un caso único en el tema de abusos e Iglesia: son los políticos

Descubriendo a Ramón Llull


Testimonios

Andrés Garrigó y algunas claves del buen audiovisual católico

Pablo J. Ginés

Ha entrevistado a más de 120 misioneros en 32 países

Pell y el fundador de los Caballeros de Colón, intercesores en la sorprendente salvación de un niño

C.L.


Nueva Evangelización

La 3ª Fiesta de la Resurrección presenta a los artistas y las novedades que se verán en Cibeles

Jesús M.C.

Cuatro condiciones del sacerdote del millón de seguidores para usar y evangelizar las redes sociales

José María Carrera

Crean una App que recoge todos los cantos del Camino Neocatecumenal: así puedes descargarla

Juan Cadarso


Lo oculto

Los exorcistas se enfrentan al alcalde democristiano de Benevento por impulsar festivales de brujas

¿Qué es lo que más le llena al senador socialista y Gran Maestre masón que impide salvar bebés?


Vaticano

Francisco reaparece en el Jubileo de los Enfermos: «En este momento comparto mucho con ustedes»

No creen que Cristo sea Dios

La Comisión Teológica Internacional conmemora el Concilio de Nicea con un documento sobre Jesús


España

Refrendo «total y unánime» de los obispos españoles al acuerdo sobre el Valle de los Caídos

C.L.

Amar Siempre Más, el proyecto con base parroquial que da de comer y ofrece un gran sentido a la vida

Juan Cadarso

Mario de las Heras («El Debate»): «Los valores cristianos se encuentran en el tuétano de Occidente»

Luis Javier Moxó Soto

Cultura

La Comisión Teológica Internacional conmemora el Concilio de Nicea con un documento sobre Jesús

«Casa de David», el «Juego de Tronos» bíblico: sin sexo ni dragones, pero con gigantes

Pablo J. Ginés


Estados Unidos

Un hombre intenta rescatar una forma de ser profanada durante la misa satánica de Kansas

Butch Wilmore vuelve tras 9 meses en el espacio: «Cristo obra en todas las cosas»


Hispanoamérica

La Universidad de Puerto Rico cancela a Marcelo Gullo horas antes de su primera conferencia

José María Carrera Hurtado

Confirmado el segundo milagro de Carmen Rendiles: será santa con José Gregorio Hernández

Pablo J. Ginés

Chumel Torres, humorista: «No insultes mi fe, güey»

Personajes


Mundo

Niños de cuatro años, expulsados de clase en el Reino Unido por «tránsfobos»: JK Rowling les apoya

C.L.

Los exorcistas se enfrentan al alcalde democristiano de Benevento por impulsar festivales de brujas

C.L.

Hallan restos de un huerto en el Santo Sepulcro que confirman la precisión del Evangelio de San Juan


Ciencia y Fe

El eclipse de Sol, una maravilla que sugiere diseño

Mariano Urdiales Viedma

Butch Wilmore vuelve tras 9 meses en el espacio: «Cristo obra en todas las cosas»


Familia

8 consejos para educar hijos fuertes y a contracorriente

4 no-excusas para la infidelidad y cómo perdonarla

José María Carrera Hurtado

¿Dónde se conocen las parejas (1930-2024)?


Vida

Álvaro Ortega: la juventud provida, con «Más Cinco»

La locura de la eutanasia

«Más Cinco» hace pensar y entretiene


Historia

El milagro de San José y los sacerdotes salvados del campo nazi de Dachau

Pablo J. Ginés

Mártires católicos de Inglaterra: su fe clandestina y su amor a los sacramentos

Pablo J. Ginés


Ideologías

«Adolescencia» arrasa en Netflix, desvela la trama incel y advierte a los padres: «No se dan cuenta»

José María Carrera Hurtado

Niños de cuatro años, expulsados de clase en el Reino Unido por «tránsfobos»: JK Rowling les apoya

C.L.


Virgen María

Rosario de Ferraz, 500 días

C.L.

Jesús, María y Pedro: los actores de «The Chosen» en la temporada más emotiva

Pablo J. Ginés


Acción social

Chules, de Bocatas: ¡sal de la «supercápsula»!

Amar Siempre Más, el proyecto con base parroquial que da de comer y ofrece un gran sentido a la vida

Juan Cadarso

Una madre china les confió a sus hijos y no dudaron: hoy acogen y dan de comer a 98 niños en Madrid

J.C


SANTORAL DE HOY

El santo del día en 1 minuto:




Elogio: En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Perfecto, presbítero y mártir, que fue encarcelado y después degollado por los sarracenos, por haber combatido la doctrina de Mahoma y confesado con firmeza su fe en Cristo.


Martirologio Romano: En Lima, capital del Perú, san Francisco Solano, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que para salvar almas recorrió en todas las direcciones América Meridional, enseñando con palabras y con milagros a los indios y a los mismos colonizadores españoles la novedad de la vida cristiana († 1610).

Fecha de beatificación: 20 de junio de 1675 por el Papa Pío VI
Fecha de canonización: 27 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII

Etimológicamente: Francisco = Aquel que porta la bandera, es de origen germánico.

Otros santos de este día:

   Santos Hermógenes y Elpidio, mártires

En Melitene, ciudad de la antigua Armenia, santos Hermógenes y Elpidio, mártires. († s. inc.)

   San Pusicio, mártir

En Persia, san Pusicio, mártir, prefecto de los artesanos del rey Sapor II, que, por haber confortado al vacilante presbítero Ananías cuando dudaba de renegar de la fe, fue herido en el cuello y murió el Sábado Santo, ocupando así un lugar insigne en el grupo de mártires sacrificados después de san Simeón. († 341)

   San Eusebio de Fano, obispo y confesor   

En Fano, en el Piceno, en Italia, san Eusebio, obispo, que acompañó al papa san Juan I en el viaje a Constantinopla impuesto por el rey Teodorico, y al regresar le siguió también a la prisión en la que fueron encerrados. († c. 526)

   San Laisren, abad   

En Leighlin, en Irlanda, san Laisren o Molasio, abad, que difundió pacíficamente en la isla el rito romano de la celebración pascual. († c. 639)

   San Ursmaro de Lobbes, abad y obispo

En el cenobio de Lobbes, en Hainaut, san Ursmaro, obispo y abad, que propagó la Regla de san Benito y atrajo al pueblo a la fe cristiana. († 713)

   Santa Antusa, virgen   

En Constantinopla, santa Antusa, virgen, que, siendo hija del emperador Constantino Coprónimo, se dedicó con gran ánimo a ayudar a los pobres, a redimir a esclavos, a reparar iglesias y a edificar monasterios, y recibió el hábito monacal de manos del obispo san Tarasio. († fin s. VIII)

   Santa Atanasia, viuda   

En la isla de Egina, en Grecia, santa Atanasia, viuda, que primero vivió en soledad, y después fue también hegúmena, destacando por sus virtudes y observancia monástica. († s. IX)

   San Juan Isauro, monje

En la misma isla de Egina, san Juan Isauro, monje, discípulo de san Gregorio Decapolita, que en tiempo del emperador León el Armenio luchó denodadamente defendiendo las santas imágenes. († post 842)

   Beato Idesbaldo, abad

En Brujas, en el territorio de Flandes, beato Idesbaldo, abad, el cual, después de perder a su esposa, sirvió durante treinta años en la corte de los condes de Flandes y, ya en edad madura, ingresó en el monasterio de Dune, del que fue tercer abad durante doce años. († 1167)

   San Galdino de Milán, obispo   

En Milán, de Lombardía, san Galdino, obispo, que trabajó en la restauración de la ciudad destruida por la guerra y, al finalizar un sermón contra los herejes, entregó su alma a Dios. († 1176)

   Beato Andrés de Montereale, monje y presbítero   

En Montereale, en la región de los Abruzos, beato Andrés, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que se dedicó a predicar por Italia y Francia. († 1479)

   Beato Andrés Hibernón, religioso   

En la ciudad de Gandía, en la región de Valencia, en España, beato Andrés Hibernón, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que de joven fue expoliado por unos ladrones y después cultivó admirablemente la pobreza. († 1602)

   Beata María de la Encarnación Avrillot, viuda y fundadora   

En Pontoise, cerca de París, en Francia, beata María de la Encarnación (Bárbara) Avrillot, madre ejemplar de familia y mujer sumamente devota, que introdujo el Carmelo en Francia, fundó cinco monasterios y, muerto su esposo, abrazó la vida religiosa. († 1618)

   Beato José Moreau, presbítero y mártir   

En Angers, también en Francia, beato José Moreau, presbítero y mártir, que durante la Revolución Francesa fue guillotinado un Viernes Santo por quienes odiaban la fe cristiana. († 1794)

   Beata Sabina Petrilli, virgen y fundadora

En Siena, ciudad de Toscana, en Italia, beata Sabina Petrilli, virgen, que fundó la Congregación de Hermanas de Santa Catalina, para ayuda a las jóvenes desamparadas y pobres. († 1923)

   Beato Lucas Passi, presbítero y fundador

En Venecia, Italia, beato Lucas Passi, presbítero y fundador de las Hermanas Maestras de Santa Dorotea († 1866)

   Beato Román Archutowski, presbítero y mártir   

En el lugar de Majdanek, cerca de Lublín, en Polonia, beato Román Archutowski, presbítero y mártir, el cual, encarcelado en tiempo de guerra por su fe cristiana, fue torturado por los soldados y, consumido por el hambre y la enfermedad, pasó a la gloria eterna. († 1943)

   Beato Louis Leroy, presbítero y mártir 

En Ban Pha, Xieng Khouang, Laos, beato Louis Leroy, sacerdote profeso de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, y mártir. († 1961)


LITURGIA DE HOY


SANTO TRIDUO PASCUAL


DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

VIERNES SANTO

La procesión del Viernes Santo    

142. El Viernes Santo la Iglesia celebra la Muerte salvadora de Cristo. En el Acto litúrgico de la tarde, medita en la Pasión de su Señor, intercede por la salvación del mundo, adora la Cruz y conmemora su propio nacimiento del costado abierto del Salvador (Cfr. Jn 19,34).

Entre las manifestaciones de piedad popular del Viernes Santo, además del Vía Crucis, destaca la procesión del "Cristo muerto". Esta destaca, según las formas expresivas de la piedad popular, el pequeño grupo de amigos y discípulos que, después de haber bajado de la Cruz el Cuerpo de Jesús, lo llevaron al lugar en el cual había una "tumba excavada en la roca, en la cual todavía no se había dado sepultura a nadie" (Lc 23,53).

La procesión del "Cristo muerto" se desarrolla, por lo general, en un clima de austeridad, de silencio y de oración, con la participación de numerosos fieles, que perciben no pocos sentidos del misterio de la sepultura de Jesús.

143. Sin embargo, es necesario que estas manifestaciones de la piedad popular nunca aparezcan ante los fieles, ni por la hora ni por el modo de convocatoria, como sucedáneo de las celebraciones litúrgicas del Viernes Santo.

Por lo tanto, al planificar pastoralmente el Viernes Santo se deberá conceder el primer lugar y el máximo relieve a la Celebración litúrgica, y se deberá explicar a los fieles que ningún ejercicio de piedad debe sustituir a esta celebración, en su valor objetivo.

Finalmente, hay que evitar introducir la procesión de "Cristo muerto" en el ámbito de la solemne Celebración litúrgica del Viernes Santo, porque esto constituiría una mezcla híbrida de celebraciones.

Representación de la Pasión de Cristo

144. En muchas regiones, durante la Semana Santa, sobre todo el Viernes, tienen lugar representaciones de la Pasión de Cristo. Se trata, frecuentemente, de verdaderas "representaciones sagradas", que con razón se pueden considerar un ejercicio de piedad. Las representaciones sagradas hunden sus raíces en la Liturgia. Algunas de ellas, nacidas casi en el coro de los monjes, mediante un proceso de dramatización progresiva, han pasado al atrio de la iglesia.

En muchos lugares, la preparación y ejecución de la representación de la Pasión de Cristo está encomendada a cofradías, cuyos miembros han asumido determinados compromisos de vida cristiana. En estas representaciones, actores y espectadores son introducidos en un movimiento de fe y de auténtica piedad. Es muy deseable que las representaciones sagradas de la Pasión del Señor no se alejen de este estilo de expresión sincera y gratuita de piedad, para convertirse en manifestaciones folclóricas, que atraen no tanto el espíritu religioso cuanto el interés de los turistas.

Respecto a las representaciones sagradas hay que explicar a los fieles la profunda diferencia que hay entre una "representación" que es mímesis, y la "acción litúrgica", que es anámnesis, presencia mistérica del acontecimiento salvífico de la Pasión.

Hay que rechazar las prácticas penitenciales que consisten en hacerse crucificar con clavos.

El recuerdo de la Virgen de los Dolores

145. Dada su importancia doctrinal y pastoral, se recomienda no descuidar el "recuerdo de los dolores de la Santísima Virgen María". La piedad popular, siguiendo el relato evangélico, ha destacado la asociación de la Madre a la Pasión salvadora del Hijo (cfr. Jn 19,25-27; Lc 2,34ss) y ha dado lugar a diversos ejercicios de piedad entre los que se deben recordar:

- el Planctus Mariae, expresión intensa de dolor, que con frecuencia contiene elementos de gran valor literario y musical, en el que la Virgen llora no sólo la muerte del Hijo, inocente y santo, su bien sumo, sino también la pérdida de su pueblo y el pecado de la humanidad.

- la "Hora de la Dolorosa", en la que los fieles, con expresiones de conmovedora devoción, "hacen compañía" a la Madre del Señor, que se ha quedado sola y sumergida en un profundo dolor, después de la muerte de su único Hijo; al contemplar a la Virgen con el Hijo entre sus brazos – la Piedad – comprenden que en María se concentra el dolor del universo por la muerte de Cristo; en ella ven la personificación de todas las madres que, a lo largo de la historia, han llorado la muerte de un hijo. Este ejercicio de piedad, que en algunos lugares de América Latina se denomina "El pésame", no se debe limitar a expresar el sentimiento humano ante una madre desolada, sino que, desde la fe en la Resurrección, debe ayudar a comprender la grandeza del amor redentor de Cristo y la participación en el mismo de su Madre.

 

En este día, en que «ha sido inmolada nuestra Víctima Pascual: Cristo (1 Cor 5, 7), lo que por largo tiempo había sido prometido en misteriosa prefiguración se ha cumplido con plena eficacia: el cordero verdadero sustituye a la oveja que lo anunciaba, y con el único sacrificio se termina la diversidad de las víctimas antiguas» (cf. san León Magno).

En efecto, «esta obra de la Redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada antes por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo, el Señor, la realizó principalmente por el Misterio Pascual de su bienaventurada Pasión, Resurrección de entre los muertos y gloriosa Ascensión. Por este misterio, muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró nuestra vida. Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera» (SC, 5).

La Iglesia, meditando sobre la Pasión de su Señor y Esposo y adorando la Cruz, conmemora su propio nacimiento y su misión de extender a toda la humanidad sus fecundos efectos, que hoy celebra, dando gracias por tan inefable don, e intercede por la salvación de todo el mundo (CO, 312).



Celebración de la Pasión del Señor (rojo).

MISAL: Todo propio. No se dice «Podéis ir en paz».

LECC.: vol. I (C).

- Is 52, 13 — 53, 12. Él fue traspasado por nuestras rebeliones.

- Sal 30. R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

- Heb 4, 14-16; 5, 7-9. Aprendió a obedecer; y se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación.

- Jn 18, 1 — 19, 42. Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

La Palabra de Dios resuena de un modo muy intenso en el silencio del Viernes Santo. El Señor nos recuerda sus misericordias, y la mayor de todas es que ha destruido la muerte. En esta palabra somos el coro en el tercer cántico del siervo, y encomendándonos a Dios Padre con Jesús, queremos vivir en espíritu de obediencia. En la lectura de la Pasión somos como el discípulo amado, puestos por Jesús desde la cruz bajo la maternidad de María en la hora de la gran misericordia.

La acción litúrgica transcurre en silencio y en contemplación. La celebración consta de las siguientes partes:

1. Rito de entrada: procesión en silencio y oración.

2. Liturgia de la Palabra en la que se proclama especialmente la narración de la Pasión y se ora solemnemente por todos.

3. Adoración de la Cruz. La Cruz es signo del triunfo de la donación y del amor supremo de Jesús.

4. Rito de comunión. La comunión es configuración sacramental con Cristo, muerto y resucitado.

5. Rito de conclusión. Las oraciones finales recuerdan a la asamblea, comunidad de la cruz, que debe vivir lo que ha celebrado.


* COLECTA POR LOS SANTOS LUGARES (pontificia): liturgia del día, mon. justificativa de la colecta y colecta.

* Según una antiquísima tradición, la Iglesia no celebra ningún sacramento ni en este día ni en el siguiente, excepto los de la Penitencia y la Unción de enfermos. La sagrada comunión se distribuye a los fieles únicamente dentro de la celebración de la Pasión del Señor; a los enfermos que no puedan participar en dicha celebración, se les puede llevar a cualquier hora del día.

* El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candeleros ni manteles.

* Después del mediodía, cerca de las tres, a no ser que por razones pastorales se elija una hora más tardía, tiene lugar la celebración de la Pasión del Señor, desde el mediodía hasta el atardecer, pero nunca después de las nueve de la noche.

* Las lecturas han de ser leídas por entero.

* La historia de la Pasión del Señor según san Juan se canta o se proclama como el domingo anterior sin cirios ni incienso, no se hace al principio la salutación habitual, ni se signa el libro, pero se dice al final «Palabra del Señor».

* Después de la lectura de la Pasión es oportuno hacer una breve homilía. Al final de la misma, los fieles pueden ser invitados a permanecer en oración durante un breve espacio de tiempo.

* Para la adoración solo debe exponerse una cruz, suficiente, grande y bella. Este rito ha de hacerse con el esplendor digno de la Gloria del misterio de nuestra salvación.

* Acabada la distribución de la comunión, el diácono u otro ministro idóneo lleva la píxide a algún lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o bien, si lo exigen las circunstancias, lo reserva en el sagrario.

* Después de la celebración se desnuda el altar, pero dejando sobre él la cruz con dos o cuatro candeleros. Dispóngase en la iglesia un lugar adecuado para colocar allí la cruz, a fin de que los fieles puedan adorarla, besarla y permanecer en oración y meditación. Hasta la Vigilia pascual se hace genuflexión sencilla a la Cruz.

* Los ejercicios de piedad, como son el viacrucis, las procesiones de la Pasión y el recuerdo de los dolores de la santísima Virgen María, en modo alguno pueden ser descuidados, dada su importancia pastoral. Los textos y los cantos utilizados han de responder al espíritu de la liturgia del día. Los horarios de estos ejercicios piadosos han de regularse con el horario de la celebración litúrgica de tal manera que aparezca claro que la acción litúrgica, por su misma naturaleza, está por encima de los ejercicios piadosos.

* Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.

* Las exequias sin misa han de celebrarse sin canto, sin órgano y sin tocar las campanas.


Liturgia de las Horas: oficio prop. Comp. Dom. II.

* Se recomienda que en este día se celebre en las iglesias el Oficio de lectura y las Laudes, con participación de los fieles.

* Los que participan en la solemne acción litúrgica de la Pasión del Señor no rezan hoy las Vísperas.

Martirologio: hoy se omite su lectura.


RITOS INICIALES


VIERNES SANTO


1. Según una antiquísima tradición, la Iglesia no celebra ningún sacramento ni en este día ni en el siguiente, excepto el de la Penitencia y Unción de enfermos.

2. En este día la sagrada comunión se distribuye a los fieles únicamente dentro de la celebración de la Pasión del Señor; a los enfermos, que no pueden participar en dicha celebración, se les puede llevar a cualquier hora del día.

3. El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candeleros, ni manteles.

 

Celebración de la Pasión del Señor

4. Después del mediodía, cerca de las tres, a no ser que por razón pastoral se elija una hora más tardía, tiene lugar la celebración de la Pasión del Señor, que consta de tres partes: liturgia de la Palabra, adoración de la Cruz y sagrada comunión.

 

Monición de entrada

Excepcionalmente debe hacerla otro ministro, que no sea el que preside y antes de que comience la celebración.

Nos hemos reunido para conmemorar la pasión y muerte del Señor Jesús. Es la hora aproximada en que sucedió el acontecimiento que nos trae la salvación: la Hora del combate supremo y de la victoria definitiva; la Hora de la humillación y de la glorificación; la Hora de pasar de este mundo al Padre. En la celebración de esta tarde, todos los ritos han de ser vividos desde la contemplación y el silencio, porque se trata del misterio santo de la cruz y la pasión.

Toda la celebración pone ante nuestros ojos la pasión del Señor: las lecturas de la Palabra de Dios que llegan a su culmen en la pasión según san Juan, la solemne oración universal que manifiesta la universalidad de la salvación, la Santa cruz a la que hoy adoramos, la sagrada comunión que nos une al Cuerpo entregado y a la Sangre derramada por nosotros.

5. El sacerdote, y el diácono si lo hay, revestidos de color rojo como para la misa, se dirigen en silencio al altar, y, hecha la reverencia al mismo, se postran rostro en tierra o, si se juzga mejor, se arrodillan, y oran en silencio durante algún espacio de tiempo. Todos los demás se postran de rodillas.

6. Después el sacerdote, con los ministros, se dirige a la sede, donde, vuelto hacia el pueblo, que está de pie, con las manos juntas, dice una de las siguientes oraciones sin decir la invitación Oremos.

 

Recuerda, Señor, tus misericordias,
y santifica a tus siervos con tu eterna protección,
pues Jesucristo, tu Hijo, por medio de su sangre,
instituyó en su favor el Misterio pascual.
Él, que vive y reina contigo.

O bien:

Oh, Dios, que por la pasión de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
has destruido la muerte, herencia del antiguo pecado
que alcanza a toda la humanidad,
concédenos que, semejantes a él, llevemos la imagen del hombre celestial
por la acción santificadora de tu gracia,
así como hemos llevado grabada la imagen del hombre terreno
por exigencia de la naturaleza.
Por nuestro Señor Jesucristo.
R. Amén


LITURGIA DE LA PALABRA


Primera parte:
LITURGIA DE LA PALABRA


7. Luego todos se sientan y se proclama la lectura, del profeta Isaías (52, 13-53, 12), con su salmo.

PRIMERA LECTURA 
Él fue traspasado por nuestras rebeliones

Lectura del libro de Isaías 52, 13-53, 12

MIRAD, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.

Como muchos se espantaron de él
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos,
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y comprender algo inaudito.

¿Quién creyó nuestro anuncio?;
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.

Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultaban los rostros,
despreciado y desestimado.

Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.

Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca:
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.

Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién se preocupará de su estirpe?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.

Le dieron sepultura con los malvados
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.

Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte,
y tendrá como despojo una muchedumbre.

Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
él tomó el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores.
 
Palabra de Dios. 

 

SALMO RESPONSORIAL (Sal 30, 2 y 6. 12-13. 15-16. 17 y 25 [R.: Lc 23, 46])

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

V. A ti , Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

V. Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

V. Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen.

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

V. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor.

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.


8. A esta lectura sigue la de la carta a los Hebreos (4, 14-16; 5, 7-9), y el canto antes del Evangelio.
  

SEGUNDA LECTURA
Aprendió a obedecer; y se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

HERMANOS:

Ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.

Cristo, en efecto, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio Flp 2, 8-9
Cristo se ha hecho por nosotros obediente hasta la muerte,
y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre.

 

9. Finalmente se lee la historia de la Pasión del Señor según san Juan (18, 1-19, 42), del mismo modo que el domingo precedente.

Para la lectura de la historia de la Pasión del Señor no se llevan cirios ni incienso, ni se hace al principio la salutación habitual, ni se signa el libro. Esta lectura la proclama el diácono o, en su defecto, el mismo celebrante. Pero puede también ser proclamada por lectores laicos, reservando, si es posible, al sacerdote la parte correspondiente a Cristo.

Si los lectores de la Pasión son diáconos, antes del canto de la Pasión piden la bendición al celebrante, como en otras ocasiones antes del Evangelio; pero si los lectores no son diáconos se omite esta bendición.

 

EVANGELIO
Pasión de nuestro Señor Jesucristo

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19, 42


¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno

Cronista:

EN AQUEL TIEMPO, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+ «¿A quién buscáis?».

C. Le contestaron:

S. «A Jesús, el Nazareno».

C. Les dijo Jesús:

+ «Yo soy».

C. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+ «¿A quién buscáis?».

C. Ellos dijeron:

S. «A Jesús, el Nazareno».

C. Jesús contestó:

+ «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos».

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+ «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».

 

Llevaron a Jesús primero ante Anás

C. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro:

S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».

C. Él dijo:

S. «No lo soy».

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.

Jesús le contestó:

+ «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho».

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?».

C. Jesús respondió:

+ «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?».

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

 

¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:

S. «¿No eres tú también de sus discípulos?».

C. Él lo negó, diciendo:

S. «No lo soy».

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. «¿No te he visto yo en el huerto con él?».

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

 

Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?».

C. Le contestaron:

S. «Si este no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».

C. Pilato les dijo:

S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley».

C. Los judíos le dijeron:

S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Jesús le contestó:

+ «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

C. Pilato replicó:

S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

C. Jesús le contestó:

+ «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

C. Pilato le dijo:

S. «Entonces, ¿tú eres rey?».

C. Jesús le contestó:

+ «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

C. Pilato le dijo:

S. «Y, ¿qué es la verdad?».

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Volvieron a gritar:

S. «A ese no, a Barrabás».

C. El tal Barrabás era un bandido.

 

¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. «Salve, rey de los judíos!».

C. Y le daban bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. «Mirad, os lo saco afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. «He aquí al hombre».

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. «Crucifícalo, crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».

C. Los judíos le contestaron:

S. «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús:

S. «¿De dónde eres tú?».

C. Pero Jesús no le dio respuesta.

Y Pilato le dijo:

S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».

C. Jesús le contestó:

+ «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».

 

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. «Si sueltas a ese, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo “Gábbata”). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.

Y dijo Pilato a los judíos:

S. «He aquí a vuestro rey».

C. Ellos gritaron:

S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?».

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. «No tenemos más rey que al César».

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

 

Lo crucificaron; y con él a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice “Gólgota”), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. «No escribas “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: soy el rey de los judíos”».

C. Pilato les contestó:

S. «Lo escrito, escrito está».

 

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

S. «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

 

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:

+ «Mujer, ahí tienes a tu hijo».

C. Luego, dijo al discípulo:

+ «Ahí tienes a tu madre».

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

 

Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:

+ «Tengo sed».

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+ «Está cumplido».

C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

 

Al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura:

«No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice:

«Mirarán al que traspasaron».

 

Envolvieron el cuerpo de Jesús en los lienzos con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra del Señor.
 

Audio y comentario del Evangelio de hoy

 

10. Después de la lectura de la Pasión es oportuno hacer una breve homilía. Al final de la misma, el sacerdote puede invitar a los fieles a que permanezcan en oración durante un breve espacio de tiempo.

 

Oración universal

11. La liturgia de la Palabra se concluye con la oración universal, que se hace de este modo: el diácono, si lo hay, o en su ausencia un ministro laico, en pie y desde el ambón, pronuncia las invitaciones que expresan la intención. Después todos oran en silencio durante un espacio de tiempo, y seguidamente el sacerdote, desde la sede o, si parece más oportuno, desde el altar, con las manos extendidas, dice la oración.

Los fieles pueden permanecer de rodillas o de pie durante todo el tiempo de las oraciones.

12. Antes de la oración del sacerdote se pueden emplear, según la tradición, las invitaciones del diácono: Pongámonos de rodillas y: Podéis levantaros, con un espacio de oración en silencio que todos hacen arrodillados.

13. En una grave necesidad pública, el obispo diocesano puede permitir o mandar que se añada alguna intención especial.

 

I. Por la santa Iglesia

La oración se canta en tono simple o, si se usan las invitaciones Pongámonos de rodillas - Podéis levantaros, en tono solemne.

Oremos, hermanos, por la Iglesia santa de Dios, para que el Señor le dé la paz, la mantenga en la unidad, la proteja en toda la tierra, y a todos nos conceda una vida confiada y serena, para gloria de Dios, Padre todopoderoso.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo manifiestas tu gloria a todas las naciones, vela solícito por la obra de tu amor, para que la Iglesia, extendida por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

II. Por el Papa

Oremos también por nuestro Santo Padre el papa N., para que Dios, que lo llamó al orden episcopal, lo asista y proteja para bien de la Iglesia, como guía del pueblo santo de Dios.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, cuya sabiduría gobierna todas las cosas, atiende bondadoso nuestras súplicas y guarda en tu amor a quien has elegido como papa, para que el pueblo cristiano, gobernado por ti, progrese siempre en la fe bajo el cayado del mismo pontífice. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

III. Por todos los ministros y por los fieles

Oremos también por nuestro obispo N., por todos los obispos, presbíteros, diáconos, y por todos los miembros del pueblo santo de Dios.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, cuyo Espíritu santifica y gobierna todo el cuerpo de la Iglesia, escucha las súplicas que te dirigimos por tus ministros, para que, con la ayuda de tu gracia, todos te sirvan con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

IV. Por los catecúmenos.

Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios nuestro Señor les abra los oídos del espíritu y la puerta de la misericordia, de modo que, recibida la remisión de todos los pecados por el baño de la regeneración, sean incorporados a Jesucristo, nuestro Señor.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que heces fecunda a tu Iglesia dándole constantemente nuevos hijos, acrecienta la fe y la sabiduría de los (nuestros) catecúmenos, para que al renacer en la fuente bautismal, sean contados entre los hijos de adopción. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

V. Por la unidad de los cristianos.

Oremos también por todos los hermanos nuestros que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor asista y congregue en una sola Iglesia a los que viven de acuerdo con la verdad.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que vas reuniendo a tus hijos dispersos y velas por la unidad ya lograda, mira con amor a la grey de tu Hijo, para que la integridad de la fe y el vínculo de la caridad congregue a los que consagró un solo bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

VI. Por los judíos.

Oremos también por el pueblo judío, el primero a quien habló el Señor Dios nuestro, para que acreciente en ellos el amor de su nombre y la fidelidad a la alianza.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que confiaste tus promesas a Abraham y a su descendencia, escucha con piedad las súplicas de tu Iglesia, para que el pueblo de la primera alianza llegue a conseguir en plenitud la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

VII. Por los que no creen en Cristo.

Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, encuentren el camino de la salvación.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo encontrar la verdad al caminar en tu presencia con sincero corazón, y a nosotros, deseosos de ahondar en el misterio de tu vida, ser ante el mundo testigos más convincentes de tu amor y crecer en la caridad fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

VIII. Por los que no creen en Dios.

Oremos también por los que no conocen a Dios, para que merezcan llegar a él por la rectitud y sinceridad de su vida.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que creaste a todos los hombres para que, deseándote siempre, te busquen y, cuando te encuentren, descansen en ti, concédeles, en medio de sus dificultades, que los signos de tu amor y el testimonio de las buenas obras de los creyentes los lleven al gozo de reconocerte como el único Dios verdadero y Padre de todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

IX. Por los gobernantes.

Oremos también por los gobernantes de todas las naciones, para que Dios nuestro Señor, según sus designios, los guíe en sus pensamientos y decisiones hacia la paz y libertad de todos los hombres.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, en tu mano están los corazones de los hombres y los derechos de los pueblos, mira con bondad a los que nos gobiernan, para que en todas partes se mantengan, por tu misericordia, la prosperidad de los pueblos, la paz estable y la libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


X. Por los que se encuentran en alguna tribulación.

Oremos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todos los errores, aleje las enfermedades, destierre el hambre, abra las prisiones injustas, rompa las cadenas, conceda seguridad a los caminantes, el retorno a casa a los peregrinos, la salud a los enfermos y la salvación a los moribundos.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fuerza de los que sufren, lleguen hasta ti las súplicas de quienes te invocan en su tribulación, para que todos sientan en sus adversidades el gozo de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

Segunda parte:
ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 

14. Acabada la oración universal, tiene lugar la solemne adoración de la santa Cruz. De las dos formas que se proponen a continuación para mostrar la cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada, según las exigencias pastorales.

 

Mostración de la santa Cruz

Primera forma

15. El diácono, u otro ministro idóneo, acompañado de otros ministros, va a la sacristía y, de allí, trae la Cruz procesionalmente por la iglesia, cubierta con un velo morado, hasta el centro del presbiterio, acompañándole dos ministros con velas encendidas.

El sacerdote, de pie ante el altar, de cara al pueblo, toma la cruz, descubre un poco su parte superior y la eleva, comenzando la invitación: Mirad el árbol de la cruz acompañándole en el canto el diácono o, si es necesario, la «schola». Todos responden: Venid a adorarlo, y acabado el canto se arrodillan y adoran en silencio, durante unos momentos, la cruz, que el sacerdote, de pie, mantiene en alto.

Seguidamente el sacerdote descubre el brazo derecho de la cruz, y de nuevo, elevándola, canta la invitación: Mirad el árbol, y se hace todo lo restante como la primera vez.

Finalmente descubre totalmente la cruz y, elevándola, canta por tercera vez la invitación: Mirad el árbol, y se hace todo lo restante como la primera vez.

 

El sacerdote:

Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo.

Todos responden: 

R/.Venid adorarlo.

 

Segunda forma

16. El sacerdote, o el diácono, con los ministros, o bien otro ministro idóneo, se dirige a la puerta de la iglesia, donde toma la cruz ya descubierta; los ministros le acompañan con velas encendidas, y van procesionalmente por la iglesia hacia el presbiterio. Cerca de la puerta, en medio de la iglesia y antes de subir al presbiterio, el que lleva la cruz la eleva y canta la invitación Mirad el árbol, a la que todos responden Venid a adorarlo, y después de cada una de las respuestas se arrodillan y la adoran en silencio durante unos momentos, como se ha indicado antes.

 

El sacerdote:

V/. Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo.

R/. Venid a adorarlo.

 

Adoración de la santa Cruz


17. Seguidamente, acompañado por dos ministros con velas encendidas, lleva la cruz al comienzo del presbiterio o a otro lugar apto, y allí la deja o la entrega a los ministros para que la sostengan, una vez dejadas las velas a ambos lados de la cruz.

18. Para la adoración de la cruz, primero se acerca solo el sacerdote celebrante que, silo juzga conveniente, puede quitarse la casulla y los zapatos. A continuación, el clero, los ministros laicos y los fieles se acercan procesionalmente y adoran la cruz mediante una genuflexión simple o con algún otro signo de veneración (por ejemplo, besándola), según las costumbres de cada lugar.

19. Para la adoración sólo debe exponerse una cruz. Si por el gran número de asistentes resulta difícil que cada uno de los fieles adore individualmente la santa cruz, el sacerdote, después que una parte de los fieles haya hecho la adoración, toma la cruz y, de pie ante el altar, invita al pueblo con una breve monición a que adore la santa cruz. Luego la levanta en alto durante unos momentos y los fieles la adoran en silencio.

20. Mientras tanto, se canta la antífona Tu Cruz adoramos, los Improperios, el himno Oh, cruz fiel, u otros cánticos apropiados. Los que ya han adorado la cruz, regresan a sus lugares y se sientan.

 

Cantos para la adoración de la santa Cruz

Antífona

Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el madero ha venido la alegría al mundo entero.

Cf. Sal 66, 2 Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros y tenga piedad.

Y se repite la antífona:

Tu cruz adoramos.

 

Improperios

 Las partes que corresponden a cada coro se indican con los números 1 (coro primero), y 2 (coro segundo); las que deben cantar conjuntamente los dos coros se indican de esta manera: 1 y 2. Algunos versos pueden cantarlos dos cantores.

I

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

1. Yo te saqué de Egipto; tú preparaste una cruz para tu Salvador.

2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

1. Hágios o Theós.

2. Santo es Dios.

1. Hágios Ischyrós.

2. Santo y fuerte.

1. Hágios Athánatos, eléison himás.

2. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros.

1 y 2. Yo te guié cuarenta años por el desierto, te alimenté con el maná, te introduje en una tierra excelente; tú preparaste una cruz para tu Salvador.

1. Hágios o Theós.

2. Santo es Dios.

1. Hágios Ischyrós.

2. Santo y fuerte.

1. Hágios Athánatos, eléison himás.

2. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros.

1 y 2. ¿Qué más pude hacer por ti? Yo te planté como viña mía, escogida y hermosa. ¡Qué amarga te has vuelto conmigo! Para mi sed me diste vinagre, con la lanza traspasaste el costado a tu Salvador.

1. Hágios o Theós.

2. Santo es Dios.

1. Hágios Ischyrós.

2. Santo y fuerte.

1. Hágios Athánatos, eléison himás.

2. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros.

 

II

Cantores:

Yo por ti azoté a Egipto y a sus primogénitos; tú me entregaste para que me azotaran.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo te saqué de Egipto, sumergiendo al Faraón en el mar Rojo; tú me entregaste a los sumos sacerdotes.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo abrí el mar delante de ti; tú con la lanza abriste mi costado.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo te guiaba con una columna de nubes; tú me guiaste al pretorio de Pilato.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo te sustenté con maná en el desierto; tú me abofeteaste y me azotaste.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña; tú me diste a beber hiel y vinagre.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo por ti herí a los reyes cananeos; tú me heriste la cabeza con la caña.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo te di un cetro real; tú me pusiste una corona de espinas.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo te levanté con gran poder; tú me colgaste del patíbulo de la cruz.

1 y 2. ¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

 

Himno

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!

 


Todos: 

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!

Jamás el bosque dio mejor tributo

en hoja, en flor y en fruto.

¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza

con un peso tan dulce en su corteza!

Cantores:

Cantemos la nobleza de esta guerra,

el triunfo de la sangre y del madero,

y un Redentor, que en trance de Cordero,

sacrificado en cruz, salvó la tierra.

Todos:

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!

Jamás el bosque dio mejor tributo

en hoja, en flor y en fruto.

Cantores:

Dolido mi Señor por el fracaso

de Adán, que mordió muerte en la manzana,

otro árbol señaló, de flor humana,

que reparase el daño paso a paso.

Todos:

¡Dulces clavos!¡Dulce árbol donde la Vida empieza.

con un peso tan dulce en su corteza!

Cantores:

Y así dijo el Señor: ¡Vuelva la Vida

y que Amor redima la condena!

La gracia está en el fondo de la pena

y la salud naciendo de la herida.

Todos:

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!

Jamás el bosque dio mejor tributo

en hoja, en flor y en fruto.

Cantores:

¡Oh plenitud del tiempo consumado!

Del seno de Dios Padre en que vivía,

ved la Palabra entrando por María

en el misterio mismo del pecado.

Todos:

¡Dulces clavos!¡Dulce árbol donde la Vida empieza.

con un peso tan dulce en su corteza!

Cantores:

¿Quién vio en más estrechez gloria más plena

y a Dios como el menor de los humanos?

Llorando en el pesebre, pies y manos

le faja una doncella nazarena.

Todos:

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!

Jamás el bosque dio mejor tributo

en hoja, en flor y en fruto.

Cantores:

En plenitud de vida y de sendero,

dio el paso hacia la muerte porque él quiso.

Mirad de par en par el paraíso

abierto por la fuerza de un Cordero.

Todos: 

Dulces clavos!¡Dulce árbol donde la Vida empieza.

con un peso tan dulce en su corteza!

Cantores:

Vinagre y sed la boca, apenas gime;

y al golpe de los clavos y lanza,

un mar de sangre fluye, inunda, avanza

por tierra, mar y cielo y los redime.

Todos:

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!

Jamás el bosque dio mejor tributo

en hoja, en flor y en fruto.

Cantores:

Ablándate, madero, tronco abrupto

de duro corazón y fibra inerte;

doblégate a este peso y esta muerte

que cuelga de tus ramas como un fruto.

Todos:

¡Dulces clavos!¡Dulce árbol donde la Vida empieza.

con un peso tan dulce en su corteza!

Cantores:

Tú sólo entre los árboles, crecido

para tender a Cristo en tu regazo;

tú el arca que nos salva, tú el abrazo

de Dios con los verdugos del Ungido.

Todos:

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!

Jamás el bosque dio mejor tributo

en hoja, en flor y en fruto.

Esta conclusión no debe omitirse:

Todos:

Al Dios de los designios de la historia,

que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;

al que en cruz devuelve la esperanza

de toda salvación, honor y gloria. Amén.

 

Teniendo en cuenta las condiciones del lugar y las tradiciones del pueblo,según la oportunidad pastoral, se puede cantar el Stabat Mater, según el Gradual Romano, u otro canto apropiado en memoria de la compasión de santa María Virgen.

21. Terminada la adoración, el diácono, u otro ministro, lleva la Cruz a su lugar junto al altar. Las velas encendidas se colocan cerca del altar, sobre el altar o junto a la Cruz.

 

Tercera Parte:
SAGRADA COMUNIÓN

22. Sobre el altar se pone el mantel y sobre el mismo se coloca el corporal y el Misal. Mientras tanto, el diácono, o en su defecto el mismo sacerdote, con el velo humeral, traslada el Santísimo Sacramento desde el lugar de la reserva al altar, por el camino más corto, mientras todos permanecen de pie y en silencio. Dos ministros con velas encendidas acompañan el Santísimo Sacramento y dejan luego las velas cerca del altar o sobre el mismo.

Después que el diácono, si lo hay, ha colocado sobre el altar el Santísimo Sacramento y ha destapado la píxide, el sacerdote se acerca al altar y hace genuflexión.

 

23. Después, el sacerdote, con voz clara y teniendo las manos juntas, dice:

Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

El sacerdote, con las manos extendidas, dice junto con el pueblo:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

 

24. El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:

Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.

El pueblo concluye la oración, aclamando:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

 

25. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

 

26. Seguidamente hace genuflexión, toma una partícula, la mantiene un poco elevada sobre la píxide y, dirigiéndose al pueblo, dice con voz clara:

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade una sola vez:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

 

27. Luego, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo, diciendo en secreto: El Cuerpo de Cristo.

28. Después distribuye la comunión a los fieles. Durante la comunión se puede cantar el salmo 21 u otro canto apropiado.

29. Acabada la distribución de la comunión, el diácono u otro ministro idóneo lleva la píxide a algún lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o bien, si lo exigen las circunstancias, lo reserva en el sagrario.

30. Después, el sacerdote dice: Oremos, y guardado, si lo cree oportuno, un espacio de sagrado silencio, dice la oración después de la comunión:

Dios todopoderoso y eterno, que nos has renovado con la gloriosa muerte y resurrección de tu Ungido, continúa realizando en nosotros, por la participación en este misterio, la obra de tu misericordia, para que vivamos siempre entregados a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

31. Para despedir al pueblo, el diácono, o en su defecto el sacerdote, puede decir esta invitación: Inclinaos para recibir la bendición.

Después, el sacerdote, de pie cara al pueblo y con las manos extendidas sobre él, dice la siguiente oración sobre el pueblo:

Descienda, Señor, tu bendición abundante sobre tu pueblo que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza de su resurrección; llegue a él tu perdón, reciba el consuelo, crezca su fe y se afiance en él la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

 

32. Y todos, hecha genuflexión a la cruz, salen en silencio.

33. Después de la celebración se desnuda el altar, pero dejando sobre él la cruz con dos o cuatro candeleros.

34. Los que han participado en esta solemne acción litúrgica vespertina no celebran la hora de Vísperas.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«La cruz es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre. La cruz es como un toque del amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del hombre» (San Juan Pablo II).

«El perdón cuesta algo, ante todo al que perdona (…). Dios sólo pudo superar la culpa y el sufrimiento de los hombres interviniendo personalmente, sufriendo Él mismo en su Hijo, que ha llevado esa carga y la ha superado mediante la entrega de sí mismo» (Benedicto XVI).

«Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación: ‘¡Padre líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!’ (Jn 12, 27). ‘El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo voy a beber?’ (Jn 18,11). Y todavía en la cruz antes de que ‘todo esté cumplido’ (Jn 19,30), dice: ‘Tengo sed’ (Jn 19,28)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 607).


No hay comentarios:

Publicar un comentario