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ADORACIÓN PERPETUADEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO
Parroquia Ntra. Sra. de la MercedInstituto del Verbo EncarnadoCapilla "San Ignacio de Loyola"(Manresa, España)
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"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)
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NOTICIAS DE ACTUALIDAD
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ÚLTIMA HORA DEL PAPA
En la tarde del viernes 18 de abril, unos 20.000 fieles vivieron este momento intenso y espiritual de conmemoración de la Pasión de Cristo, meditando sobre las principales etapas del sufrimiento del Señor que condujeron a su crucifixión. La oración fue guiada por el Cardenal Baldassare Reina, Vicario General de Su Santidad para la Diócesis de Roma.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede informa sobre el estado de salud de Francisco, quien se encuentra convaleciente en la Casa Santa Marta: se registran avances en la movilidad, la respiración y la voz. El uso de oxígeno de alto flujo es ya “residual” y está limitado a “fines terapéuticos”, mientras que se prolongan los periodos en los que el Pontífice “logra prescindir” del oxígeno.
El papa Francisco se ha acercado esta tarde a la cárcel Regina Coeli de Roma. Una visita que ha durado 30 minutos y durante la que se encontró con unos 70 reclusos de diversas nacionalidades que participan regularmente en actividades y catequesis organizadas por el capellán.
Cada Jueves Santo el papa visita una cárcel para imitar el gesto de Jesús de lavar los pies a sus discípulos. Sin embargo, esta vez, sus condiciones de salud no le permitieron presidir una celebración litúrgica. Lo que hizo fue tener un encuentro breve con 70 presos de la cárcel Regina Coeli de Roma, e el barrio de Trastevere.
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Portada
Munilla: «Santiago Cantera es el hombre que ha dado a España la lección moral que necesitaba»
Planned Parenthood secunda a los provida frente al régimen del aborto en casa: 6 horrores «posibles»
Milagros con las «monjas de rosa»: adoran sin pausa desde hace un siglo y combaten la crisis de fe
Los niños sanan a los soldados mutilados en Ucrania: más eficaces que los terapeutas
La Iglesia en Nigeria es de las más atacadas pero «crece de forma astronómica», dice el obispo Daboh
Sacerdotes chinos denuncian que la Iglesia tiene menos libertad tras 6 años de los acuerdos con Roma
Misas multitudinarias este domingo en el Valle de los Caídos en apoyo a la Cruz y a los benedictinos
Opinión
Carmen Cabeza
Gracias, Katerina, por enseñarme tanto.
Judío tibio, bebedor en la universidad, se reía de los cristianos hasta que investigó sobre Cristo
«Los jóvenes tienen una visión menos ideológica de la religión, es un terreno potencialmente fértil»
Vía Crucis recorre las calles de Madrid con cientos de jóvenes
Lucifer, exhibido e invocado en un estadio
Los tesoros del Santo Sepulcro: la Custodia y el corazón secreto de Europa
Santa Bárbara bendita, en el estadio del Molinón
VIVE DE CRISTO®Dominicas de Lerma
Hoy el reto del amor es que pidas un favor a alguien
Proyecto Amor Conyugal
¿Son mis genialidades? Comentario para Matrimonios: Juan 8, 21-30
Ignasi de Bofarull
La adolescencia en el laberinto
Yasmin Oré y Jesús Urones
Cinco claves para vivir el pudor en estos tiempos
Jesús María Silva Castignani
El Valle: ¿De quién es y quién decide?
Otras noticias
Viktoria, joven médico ucraniana: «No me he encontrado con ningún no creyente en el frente»
«Adiós woke, hola Jesús»: Silicon Valley abraza la fe cristiana y empieza a cuestionar el mundo ateo
José María Carrera Hurtado
Francisco reaparece en el Jubileo de los Enfermos: «En este momento comparto mucho con ustedes»
«No es cristiano»: el obispo Ginés y la «actitud» que le «entristece» de muchos católicos estos días
Helena Marcos, médico y enferma: «El dolor es un modo privilegiado de conocernos, es una gracia»
Un juez condena a una mujer por mostrar frente a un abortorio un cartel que invitaba a hablar
El bombero que se convirtió entre las llamas de Notre Dame: «De la cruz salía una luz que iluminaba»
5 sencillas enseñanzas de San Vicente Ferrer de gran utilidad para el hombre de hoy
Muere el antiguo cardenal Theodore McCarrick, condenado por abusos y expulsado del estado clerical
9 claves para afrontar el sufrimiento con un sentido cristiano: respuestas a grandes interrogantes
20 frases de 20 santos para el siglo XXI: Gema Galgani, Carlos de Foucauld, Faustina Kowalska...
Rezar lo que rezaba Jesús y otras 4 virtudes de la Sagrada Familia aplicables en un hogar cristiano
Del secularismo a la irreligiosidad
Angélica Barragán
Qué verde era mi valle y qué bella su cruz
Monseñor Jesús Sanz Montes
Rafael Sánchez Saus
Desde el santuario de Lord, en la montaña, «Hagan Lío» explora la fuerza de la oración
«Más Cinco»: la fuerza de los testimonios nos anima a mejorar
Por qué España es un caso único en el tema de abusos e Iglesia: son los políticos
Andrés Garrigó y algunas claves del buen audiovisual católico
Pablo J. Ginés
Ha entrevistado a más de 120 misioneros en 32 países
Pell y el fundador de los Caballeros de Colón, intercesores en la sorprendente salvación de un niño
C.L.
La 3ª Fiesta de la Resurrección presenta a los artistas y las novedades que se verán en Cibeles
Jesús M.C.
Cuatro condiciones del sacerdote del millón de seguidores para usar y evangelizar las redes sociales
José María Carrera
Crean una App que recoge todos los cantos del Camino Neocatecumenal: así puedes descargarla
Juan Cadarso
Los exorcistas se enfrentan al alcalde democristiano de Benevento por impulsar festivales de brujas
¿Qué es lo que más le llena al senador socialista y Gran Maestre masón que impide salvar bebés?
Francisco reaparece en el Jubileo de los Enfermos: «En este momento comparto mucho con ustedes»
La Comisión Teológica Internacional conmemora el Concilio de Nicea con un documento sobre Jesús
Refrendo «total y unánime» de los obispos españoles al acuerdo sobre el Valle de los Caídos
C.L.
Amar Siempre Más, el proyecto con base parroquial que da de comer y ofrece un gran sentido a la vida
Juan Cadarso
Mario de las Heras («El Debate»): «Los valores cristianos se encuentran en el tuétano de Occidente»
Luis Javier Moxó Soto
La Comisión Teológica Internacional conmemora el Concilio de Nicea con un documento sobre Jesús
«Casa de David», el «Juego de Tronos» bíblico: sin sexo ni dragones, pero con gigantes
Pablo J. Ginés
Un hombre intenta rescatar una forma de ser profanada durante la misa satánica de Kansas
Butch Wilmore vuelve tras 9 meses en el espacio: «Cristo obra en todas las cosas»
La Universidad de Puerto Rico cancela a Marcelo Gullo horas antes de su primera conferencia
José María Carrera Hurtado
Confirmado el segundo milagro de Carmen Rendiles: será santa con José Gregorio Hernández
Pablo J. Ginés
Chumel Torres, humorista: «No insultes mi fe, güey»
Niños de cuatro años, expulsados de clase en el Reino Unido por «tránsfobos»: JK Rowling les apoya
C.L.
Los exorcistas se enfrentan al alcalde democristiano de Benevento por impulsar festivales de brujas
C.L.
Hallan restos de un huerto en el Santo Sepulcro que confirman la precisión del Evangelio de San Juan
El eclipse de Sol, una maravilla que sugiere diseño
Mariano Urdiales Viedma
Butch Wilmore vuelve tras 9 meses en el espacio: «Cristo obra en todas las cosas»
8 consejos para educar hijos fuertes y a contracorriente
4 no-excusas para la infidelidad y cómo perdonarla
José María Carrera Hurtado
¿Dónde se conocen las parejas (1930-2024)?
Álvaro Ortega: la juventud provida, con «Más Cinco»
«Más Cinco» hace pensar y entretiene
El milagro de San José y los sacerdotes salvados del campo nazi de Dachau
Pablo J. Ginés
Mártires católicos de Inglaterra: su fe clandestina y su amor a los sacramentos
Pablo J. Ginés
«Adolescencia» arrasa en Netflix, desvela la trama incel y advierte a los padres: «No se dan cuenta»
José María Carrera Hurtado
Niños de cuatro años, expulsados de clase en el Reino Unido por «tránsfobos»: JK Rowling les apoya
C.L.
C.L.
Jesús, María y Pedro: los actores de «The Chosen» en la temporada más emotiva
Pablo J. Ginés
Chules, de Bocatas: ¡sal de la «supercápsula»!
Amar Siempre Más, el proyecto con base parroquial que da de comer y ofrece un gran sentido a la vida
Juan Cadarso
Una madre china les confió a sus hijos y no dudaron: hoy acogen y dan de comer a 98 niños en Madrid
J.C
SANTORAL DE HOY
El santo del día en 1 minuto:
Elogio: En Melitene, en Armenia, san Expedito, coronado mártir en este día.Patronazgos: abogado de las causas urgentes.
Santos Mapálico y compañeros, mártires
En la provincia romana de África, san Mapálico, mártir, que durante la persecución desencadenada bajo el emperador Decio, movido de piedad hacia su familia pidió que se concediese la paz eclesiástica a su madre y a su hermana, que habían abjurado, tras lo cual, conducido ante el tribunal, fue coronado por el martirio. Con él perecieron muchos otros santos mártires que confesaron igualmente a Cristo, entre ellos Baso, en una cantera; Fortunio, en la cárcel; Pablo, en el mismo tribunal; Fortunata, Victorino, Víctor, Heremio, Crédula, Hereda, Donato, Firme, Venusto, Frutos, Julia, Marcial y Aristón, muertos por hambre en prisión. († 250)
Santa Marta, virgen y mártir
En Persia, santa Marta, virgen y mártir, que en tiempo del rey Sapor II, al siguiente día de la muerte de su padre, Pusicio, sufrió el martirio en la Solemnidad de la Resurrección del Señor. († 341)
San Jorge de Antioquía, obispo y confesor
En Antioquía de Pisidia, san Jorge, obispo, que murió en el destierro por defender el culto de las santas imágenes. († 818)
San Geroldo, eremita
En Friesen, lugar de los Alpes de Baviera, san Geroldo, eremita, de quien se cuenta que llevó una vida de penitencia en la región de Vorarlberg. († c. 978)
San Elfego de Canterbury, obispo y mártir
En la playa junto a Greenwich, en Inglaterra, pasión de san Elfego, arzobispo de Canterbury y mártir, el cual, mientras los daneses pasaban a sangre y fuego el país, se presentó ante ellos con la intención de salvar a su grey, y al no poder ser rescatado por dinero, el sábado después de Pascua fue golpeado con huesos de oveja y finalmente decapitado. († 1012)
San León IX, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, san León IX, papa, que primero fue obispo de Tulle durante veinticinco años, en donde defendió enérgicamente a su comunidad, y una vez elegido para la sede romana, reunió varios sínodos para acordar la reforma de la vida del clero y la extirpación de la simonía. († 1054)
Beato Bernardo, penitente
En el monasterio de Saint-Bertin, en la región de Thérouanne, en Francia, muerte del beato Bernardo, penitente, que para expiar los pecados de su juventud escogió voluntariamente el destierro, y descalzo, sólo vestido con un hábito pobre y comiendo con parquedad, peregrinó incesantemente visitando santos lugares. († 1182)
Beato Jacobo Duckett, mártir
En Londres, en Inglaterra, beato Jacobo Duckett, mártir, el cual, casado y librero de oficio, por vender libros católicos fue denunciado y encerrado durante nueve años en la cárcel, y después, en tiempo de la reina Isabel I, fue finalmente ahorcado en Tyburn junto con quien le había denunciado, al que logró convertir a la fe católica antes de ser ajusticiados. († 1602)
Beatos Ramón y Jaime Llach Candell, presbíteros y mártires
En Montcada i Reixac, Barcelona, España, beatos Ramón y Jaime Llach Candell, presbíteros de la Congregación de la Sagrada Familia y mártires en la cruel persecución que acompañó a la Guerra Civil española. († 1937)
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Santos Mapálico y compañeros, mártires
En la provincia romana de África, san Mapálico, mártir, que durante la persecución desencadenada bajo el emperador Decio, movido de piedad hacia su familia pidió que se concediese la paz eclesiástica a su madre y a su hermana, que habían abjurado, tras lo cual, conducido ante el tribunal, fue coronado por el martirio. Con él perecieron muchos otros santos mártires que confesaron igualmente a Cristo, entre ellos Baso, en una cantera; Fortunio, en la cárcel; Pablo, en el mismo tribunal; Fortunata, Victorino, Víctor, Heremio, Crédula, Hereda, Donato, Firme, Venusto, Frutos, Julia, Marcial y Aristón, muertos por hambre en prisión. († 250)
Santa Marta, virgen y mártir
En Persia, santa Marta, virgen y mártir, que en tiempo del rey Sapor II, al siguiente día de la muerte de su padre, Pusicio, sufrió el martirio en la Solemnidad de la Resurrección del Señor. († 341)
San Jorge de Antioquía, obispo y confesor
En Antioquía de Pisidia, san Jorge, obispo, que murió en el destierro por defender el culto de las santas imágenes. († 818)
San Geroldo, eremita
En Friesen, lugar de los Alpes de Baviera, san Geroldo, eremita, de quien se cuenta que llevó una vida de penitencia en la región de Vorarlberg. († c. 978)
San Elfego de Canterbury, obispo y mártir
En la playa junto a Greenwich, en Inglaterra, pasión de san Elfego, arzobispo de Canterbury y mártir, el cual, mientras los daneses pasaban a sangre y fuego el país, se presentó ante ellos con la intención de salvar a su grey, y al no poder ser rescatado por dinero, el sábado después de Pascua fue golpeado con huesos de oveja y finalmente decapitado. († 1012)
San León IX, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, san León IX, papa, que primero fue obispo de Tulle durante veinticinco años, en donde defendió enérgicamente a su comunidad, y una vez elegido para la sede romana, reunió varios sínodos para acordar la reforma de la vida del clero y la extirpación de la simonía. († 1054)
Beato Bernardo, penitente
En el monasterio de Saint-Bertin, en la región de Thérouanne, en Francia, muerte del beato Bernardo, penitente, que para expiar los pecados de su juventud escogió voluntariamente el destierro, y descalzo, sólo vestido con un hábito pobre y comiendo con parquedad, peregrinó incesantemente visitando santos lugares. († 1182)
Beato Jacobo Duckett, mártir
En Londres, en Inglaterra, beato Jacobo Duckett, mártir, el cual, casado y librero de oficio, por vender libros católicos fue denunciado y encerrado durante nueve años en la cárcel, y después, en tiempo de la reina Isabel I, fue finalmente ahorcado en Tyburn junto con quien le había denunciado, al que logró convertir a la fe católica antes de ser ajusticiados. († 1602)
Beatos Ramón y Jaime Llach Candell, presbíteros y mártires
En Montcada i Reixac, Barcelona, España, beatos Ramón y Jaime Llach Candell, presbíteros de la Congregación de la Sagrada Familia y mártires en la cruel persecución que acompañó a la Guerra Civil española. († 1937)
LITURGIA DE HOY
LITURGIA DE HOY
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
Sábado Santo
146. "Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y el ayuno su Resurrección".
La piedad popular no puede permanecer ajena al carácter particular del Sábado Santo; así pues, las costumbres y las tradiciones festivas vinculadas a este día, en el que durante una época se anticipaba la celebración pascual, se deben reservar para la noche y el día de Pascua.
La "Hora de la Madre"
147. En María, conforme a la enseñanza de la tradición, está como concentrado todo el cuerpo de la Iglesia: ella es la "credentium collectio universa". Por esto la Virgen María, que permanece junto al sepulcro de su Hijo, tal como la representa la tradición eclesial, es imagen de la Iglesia Virgen que vela junto a la tumba de su Esposo, en espera de celebrar su Resurrección.
En esta intuición de la relación entre María y la Iglesia se inspira el ejercicio de piedad de la Hora de la Madre: mientras el cuerpo del Hijo reposa en el sepulcro y su alma desciende a los infiernos para anunciar a sus antepasados la inminente liberación de la región de las tinieblas, la Virgen, anticipando y representando a la Iglesia, espera llena de fe la victoria del Hijo sobre la muerte.
Durante
el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su
Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos, y se abstiene absolutamente del
sacrificio de la Misa, quedando desnudo el altar hasta que, después de la
solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los
gozos de la Pascua, con cuya exuberancia iniciarán los cincuenta días
pascuales.
Liturgia de las Horas: oficio prop. (morado).
Vísperas props. del Sábado Santo.
* Se recomienda con insistencia que en este día se celebre en las iglesias el Oficio de lectura y las Laudes, con participación de los fieles. Cuando esto no es posible, prepárese una celebración de la Palabra o un ejercicio piadoso que corresponda al misterio de este día.
* Pueden ser expuestas en la iglesia, a la veneración de los fieles, la imagen de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o descendiendo a los infiernos, ya que ilustran el misterio del Sábado Santo, así como la imagen de la bienaventurada Virgen de los Dolores.
* En este día no se puede distribuir la sagrada comunión, a no ser en caso de viático.
* Según una antigua tradición, la Iglesia ayuna «porque el Esposo le ha sido arrebatado». Se recomienda que se observe también durante el Sábado Santo, a fin de que la Iglesia pueda llegar con espíritu ligero y abierto a la alegría del domingo de Resurrección (Carta circular sobre las fiestas pascuales, n. 39).
* Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
Martirologio: hoy se omite su lectura.
MISAL
SÁBADO SANTO
1. Durante
el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su
pasión y muerte, su descenso a los infiernos, y esperando su resurrección en
oración y ayuno.
2. La
Iglesia se abstiene del sacrificio de la misa, quedando por ello desnudo el
altar hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la
resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará
los cincuenta días pascuales.
3. En
este día no se puede distribuir la sagrada comunión, a no ser en el modo de
Viático.
SÁBADO SANTO - En la noche:
COMIENZA EL TIEMPO PASCUAL
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
Según una antiquísima tradición, esta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la Noche Santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las Santas Vigilias» (san Agustín).
Durante la Vigilia, la Iglesia espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana (CO, 332). Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc 12, 35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa.
Esta vigilia es figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, «rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo» (pregón pascual).
Misa de la Vigilia Pascual (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Pf. I Pascua «en esta noche», embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya».
LECC.: vol. I (C).
1ª - Gén 1, 1 — 2, : Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
- Sal 103: R. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
o bien: Sal 32: R. La misericordia del Señor llena la tierra.
2ª - Gén 22, 1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
- Sal 15: R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
3ª - Éx 14, 15 — 15, 1a: Los hijos de Israel entraron en medio del mar, por lo seco.
- Salmo: Éx 15, 1-18: R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
4ª - Is 54, 5-14: Con amor eterno te quiere el Señor, tu libertador.
- Sal 29: R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
5ª - Is 55, 1-11: Venid a mí y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua.
- Salmo: Is 12, 2-6: R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
6ª - Bar 3, 9-15. 32 — 4, 4: Camina al resplandor del Señor.
- Sal 18: R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
7ª - Ez 36, 16-17a. 18-28: Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo.
- Sal 41: R. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
o bien: Sal 50: R. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.
- Rom 6, 3-11: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.
- Sal 117: R. Aleluya, aleluya, aleluya.
- Mt 28, 1-10. Ha resucitado y va por
delante de vosotros a Galilea.
Durante
la Cuaresma nos hemos preparado para la celebración de esta noche en la que
renovaremos las promesas bautismales desde la fe en la resurrección del Señor.
Comenzaremos con la bendición del cirio pascual que significa Cristo
resucitado, desde quien brota para nosotros la luz de la fe. Y con los cirios
encendidos escucharemos el pregón pascual. Después, la liturgia de la Palabra,
que con las oraciones que siguen a cada lectura nos irá acercando a la plenitud
de la revelación que oiremos en el Evangelio: «Cristo ha resucitado como había
dicho».
La celebración litúrgica consta de las siguientes partes:
1. Lucernario: bendición del fuego, procesión y pregón pascual.
2. Liturgia de la Palabra: la Iglesia proclama y medita las maravillas que Dios ha hecho en favor de su pueblo.
3. Liturgia bautismal: por los sacramentos de iniciación cristiana los nuevos discípulos de Cristo se comprometen a seguirle con fidelidad. La Iglesia renueva su compromiso bautismal.
4. Liturgia eucarística: es la Eucaristía más importante de todo el Año litúrgico.
TEXTOS MISA
1. Según
una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor (Ex 12,
42). Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc 12, 35-37), deben
asemejarse a los criados que, con las lámparas encendidas en sus manos, esperan
el retorno de su Señor, para que cuando llegue les encuentre en vela y los
invite a sentarse a su mesa.
2. La
Vigilia de esta noche, que es la mayor y más noble de todas las solemnidades,
ha de ser una sola en cada iglesia. Se desarrolla de la siguiente manera:
después del lucernario y el pregón pascual (que es la primera parte de la
Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en la palabra y en las promesas del
Señor, contempla las maravillas que el Señor Dios realizó desde el principio en
favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la Palabra), hasta que, al
acercarse el día y acompañada ya de sus nuevos hijos renacidos en el Bautismo
(tercera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo
como memorial de su muerte y resurrección hasta que vuelva (cuarta parte).
3. Toda
la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche. Por ello no
debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio
de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo.
4. La
misa de la Vigilia pascual, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la
misa de Pascua del Domingo de Resurrección.
5. Los
fieles que participan en esta misa de la noche pueden comulgar de nuevo en la
misa del día de Pascua. El que celebra o concelebra la misa de la noche pascual
puede celebrar o concelebrar de nuevo la misa del día de Pascua. La Vigilia
pascual ocupa el lugar del oficio de lectura.
6. Según
costumbre, asista al sacerdote un diácono; en su ausencia, el sacerdote
celebrante o un concelebrante asuman las funciones de su orden, excepto las que
a continuación se indican.
El
sacerdote y el diácono se revisten con las vestiduras blancas que han de usar
en la misa.
7. Han de prepararse velas para todos los fieles que participen en la Vigilia. Se apagan las luces de la iglesia.
RITOS INICIALES
Bendición del fuego y
preparación del cirio
8. En
un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se enciende la hoguera. Congregado allí
el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de ellos lleva el cirio
pascual. No se lleva la cruz procesional ni los ciriales.
Donde
no pueda encenderse el fuego fuera de la iglesia, el rito se desarrolla como se
indica en el número 13.
9. El
sacerdote y los fieles se signan cuando él dice:
En el nombre del Padre...
El
sacerdote saluda, como de costumbre, al pueblo congregado y hace una breve
monición sobre el sentido de esta vigilia nocturna con estas palabras u otras
semejantes:
Queridos hermanos: En esta
noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida,
la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan
para velar en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, escuchando su
palabra y celebrando sus misterios, podremos esperar tener parte en su triunfo
sobre la muerte y vivir con él en Dios.
10. Seguidamente
el sacerdote, con las manos extendidas, bendice el fuego diciendo:
Oremos.
11. Bendecido
el fuego nuevo, un acólito, u otro ministro, lleva el cirio pascual ante el
celebrante; este, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza en
la parte superior de esta cruz la letra griega alfa, y debajo de la misma la
letra griega omega; en los ángulos que forman los brazos de la cruz traza los
cuatro números del año en curso.
Mientras
hace estos signos, dice:
1. Cristo ayer y hoy,
Graba
el trazo vertical de la cruz.
2. principio y fin,
Graba
el trazo horizontal.
3. alfa
Graba
la letra alfa sobre el trazo vertical.
4. y omega.
Graba
la letra omega debajo del trazo vertical.
5. Suyo es el tiempo
Graba
el primer número del año en curso en el ángulo izquierdo superior de la cruz.
6. y la eternidad.
Graba
el segundo número del año en curso en el ángulo derecho superior de la cruz.
7. A él la gloria y el
poder,
Graba
el tercer número del año en curso en el ángulo izquierdo inferior de la cruz.
8. por los siglos de
los siglos. Amén.
Graba
el cuarto número del año en curso en el ángulo derecho inferior de la cruz.
12. Acabada
la incisión de la cruz y de los otros signos, el sacerdote puede incrustar en
el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz, mientras dice:
1. Por sus llagas
2. santas y gloriosas,
3. nos proteja
4. y nos guarde
5. Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
1
4 2 5
3
13. Donde
por alguna dificultad no se enciende la hoguera, la bendición del fuego se
acomodará a las circunstancias. Reunido el pueblo en la iglesia como de
costumbre, el sacerdote y los ministros, uno de los cuales lleva el cirio
pascual, se dirigen a la puerta de la iglesia. El pueblo, en cuanto sea
posible, se vuelve hacia el celebrante. El sacerdote saluda al pueblo y hace la
monición inicial, tal como se indica en el número 9; después bendice el fuego y
prepara el cirio como se indica en los nn. 10-12.
14. El
sacerdote enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:
La luz de Cristo, que
resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.
Procesión
15. Encendido
el cirio, uno de los ministros toma carbones encendidos del fuego y los pone en
el incensario. El sacerdote, según costumbre, impone el incienso. El diácono, o
en su ausencia otro ministro idóneo, recibe del ministro el cirio pascual y se
organiza la procesión. El turiferario, con el incensario humeante, camina
delante del diácono o el ministro que lleva el cirio pascual. Sigue el
sacerdote con los ministros y el pueblo, llevando todos en la mano las velas
apagadas. A la puerta de la iglesia, el diácono, de pie y levantando el cirio
canta:
Luz del Cristo.
Y
todos responden:
Demos gracias a Dios.
El
sacerdote enciende su vela del cirio pascual.
16. Después,
el diácono continúa hasta el centro de la iglesia y, de pie y elevando el
cirio, canta de nuevo:
Luz de Cristo.
Y
todos responden:
Demos gracias a Dios.
Todos
encienden sus velas de la llama del cirio pascual, y avanzan.
17. El
diácono, al llegar ante el altar, de pie y vuelto al pueblo, eleva el cirio y
canta por tercera vez:
Luz de Cristo.
Y
todos responden:
Demos gracias a Dios.
El
diácono pone el cirio pascual sobre un candelero solemne colocado junto al
ambón o en medio del presbiterio.
Y se
encienden las luces de la iglesia, excepto las velas del altar.
Pregón pascual
18. Cuando
el sacerdote ha llegado al altar, va a su sede, entrega la candela al ministro,
impone y bendice el incienso como para el Evangelio en la misa. El diácono va
ante el sacerdote, y diciendo: Padre, dame tu bendición, pide y recibe la
bendición del sacerdote, que dice en voz baja:
El Señor esté en tu corazón
y en tus labios, para que anuncies dignamente su pregón pascual; en el nombre
del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo.
El
diácono responde:
Amén.
Esta
bendición se omite si el pregón pascual es anunciado por alguien que no sea
diácono.
19. El
diácono, una vez incensados el libro y el cirio, anuncia el pregón pascual en
el ambón o púlpito, estando todos de pie y con las velas encendidas en las
manos.
El
pregón pascual puede ser anunciado, en ausencia del diácono, por el mismo
sacerdote o por otro presbítero concelebrante. Si, por necesidad, anuncia el
pregón un cantor laico, omite las palabras: Por eso, queridos hermanos, hasta
el fin de la invitación, y el saludo: El Señor esté con vosotros.
El
pregón puede ser cantado también en su forma más breve.
(Forma larga del pregón
pascual)
Exulten por fin los coros de
los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria de Rey tan
poderoso que las trompetas anuncien la salvación.
Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del Rey eterno, se
sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero. Alégrese también nuestra
madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones
del pueblo.
[Por eso, queridos hermanos,
que asistís a la admirable claridad de esta luz santa, invocad conmigo la
misericordia de Dios omnipotente, para que aquel que, sin mérito mío, me agregó
al número de sus diáconos, infundiendo el resplandor de su luz, me ayude a
cantar las alabanzas de este cirio.
V. El
Señor esté con vosotros.
R. Y
con tu espíritu.]
V. Levantemos
el corazón.
R. Lo
tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos
gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es
justo y necesario.
En verdad es justo y
necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón a Dios
invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por
nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y, derramando su sangre, canceló el
con misericordia el recibo del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas
de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las
puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que
sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar el mar
Rojo por el camino seco.
Ésta es la noche en que la
columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.
Esta es la noche en que, por
toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios
del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son
agregados a los santos.
Ésta es la noche en que,
rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo. ¿De qué
nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados?
¡Que asombroso beneficio de
tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al
esclavo entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de
Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció
tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa! Solo
ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos.
Esta es la noche de la que
estaba escrito: «Será la noche clara como el día, la noche iluminada por
mi gozo».
Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la
alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los
poderosos.
En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza que la santa
Iglesia te ofrece por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este
cirio, hecho con cera de abejas.
Sabemos ya lo que anuncia
esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para la gloria de Dios. Y aunque
distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera
fundida, que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa, en
que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, que este
cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse para destruir la oscuridad de
esta noche. Y, como ofrenda agradable, se asocie a las lumbreras del cielo. Que
el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso, y es
Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro, brilla sereno para el
linaje humano, y vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
20. En
esta vigilia, «Madre de todas las vigilias», se proponen nueve lecturas: siete
del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (Epístola y Evangelio), que se han de
leer todas donde sea posible, para salvaguardar la índole de la Vigilia, que
requiere larga duración.
21. Por
motivos graves de orden pastoral puede reducirse el número de lecturas del
antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que la lectura de la palabra
divina es parte fundamental de esta Vigilia pascual. Deben leerse, por lo
menos, tres lecturas del Antiguo Testamento, concrete mente de la Ley y los
Profetas, y cantarse los respectivos salmos responsoriales. Nunca puede
omitirse la lectura del capítulo 14 del Éxodo (tercera lectura) ni su canto.
22.
Apagadas las velas todos se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el
sacerdote hace una breve monición al pueblo con estas palabras u otras
semejantes:
Queridos hermanos: Con el
pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la
resurrección del Señor. Escuchemos, en silencio meditativo, la palabra de Dios.
Recordemos las maravillas que Dios ha realizado para salvar al primer Israel, y
cómo en el avance continuo de la historia de la salvación, al llegar los
últimos tiempos, envió al mundo a su Hijo, para que, con su muerte y
resurrección, salvara a todos los hombres. Mientras contemplamos la gran
trayectoria de esta historia santa, oremos intensamente, para que el designio
de salvación universal, que Dios inició con Israel, llegue a su plenitud y
alcance a toda la humanidad por el misterio de la resurrección de Jesucristo.
23. Después siguen las lecturas. El lector se dirige al ambón y lee la primera de ellas. Seguidamente el salmista o un cantor dice el salmo, proclamando el pueblo la respuesta. Acabado el salmo, todos se levantan y el sacerdote dice: Oremos, y, después de que todos han orado en silencio durante algún tiempo, dice la oración correspondiente a la lectura. En lugar del salmo responsorial puede guardarse un espacio de silencio sagrado, omitiendo en este caso la pausa después del Oremos.
Lecturas
de la Vigilia Pascual en la Noche Santa. Domingo de Pascua de la Resurrección
del Señor (Lec. I A).
«Exista la luz».
Y la luz existió.
Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.
Y dijo Dios:
«Exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas».
E hizo Dios el firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento.
Y así fue.
Llamó Dios al firmamento «cielo».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.
Dijo Dios:
«Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo seco».
Y así fue.
Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa de las aguas llamó «mar».
Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios:
«Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra».
Y así fue.
La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.
Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.
Dijo Dios:
«Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra».
Y así fue.
E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla.
Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.
Dijo Dios:
«Bullan las aguas de seres vivientes, y vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo».
Y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus especies.
Y vio Dios que era bueno.
Luego los bendijo Dios, diciendo:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
Dijo Dios:
«Produzca la tierra seres vivientes según sus especies: ganados, reptiles y fieras según sus especies».
Y así fue.
E hizo Dios las fieras según sus especies, los ganados según sus especies y los reptiles según sus especies.
Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
Dios los bendijo; y les dijo Dios:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».
Y dijo Dios:
«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira».
Y así fue.
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
Así quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo.
Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho.
Palabra de Dios.
(forma breve)
Lectura del libro del Génesis 1, 1. 26-31a
AL PRINCIPIO creó Dios el cielo y la tierra.
Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
Dios los bendijo; y les dijo Dios:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».
Y dijo Dios:
«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira».
Y así fue.
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Palabra de Dios.
Como salmo responsorial se puede elegir entre el 103 y el 32.
Sal 103, 1-2a. 5-6. 10 y 12. 13-14. 24 y 35c (R.: cf. 30)
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas.
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.
Él saca pan de los campos.
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
Sal 32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22.
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres.
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
24. Después de la primera lectura: (La creación: Gén 1, 1-2, 2 ó 1, 1. 26-31a) y el salmo (103 ó 32).
Oremos.
O bien (La creación del hombre):
Oremos.
SEGUNDA LECTURA
El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe
(forma larga)
Lectura del libro del Génesis 22,1-18
EN AQUELLOS DÍAS, Dios puso a prueba a Abrahán. Le dijo:
El respondió:
«Aquí estoy».
Dios dijo:
«Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré».
Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el holocausto y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.
Al tercer día levantó Abrahán los ojos y divisó el sitio desde lejos. Abrahán dijo a sus criados:
«Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros».
Abrahán tomó la leña para el holocausto, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac dijo a Abrahán, su padre:
«Padre».
Él respondió:
«Aquí estoy, hijo mío».
El muchacho dijo:
«Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?».
Abrahán contestó:
«Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío». Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «En el monte el Señor es visto».
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo:
«Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».
Palabra de Dios.
Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11 (R.: 1)
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción.
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
25. Después de la segunda lectura (El sacrificio de Abrahán: Gén 22, 1-18 ó 1-2. 9a. 10-13. 15-18) y el salmo (15).
que multiplicas sobre la tierra los hijos de tu promesa
con la gracia de la adopción
y, por el Misterio pascual,
hiciste de tu siervo Abrahán el padre de todas las naciones,
como lo habías prometido,
concede a tu pueblo responder dignamente
a la gracia de tu llamada.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
TERCERA LECTURALos hijos de Israel entraron en medio del mar, por lo seco
Lectura del libro del Éxodo 14,15-15,1a
EN
AQUELLOS DÍAS, el Señor dijo a Moisés:
«¿Por
qué sigues clamando a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. Y
tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los
hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco. Yo haré que los egipcios
se obstinen y entren detrás de vosotros, y me cubriré de gloria a costa del
faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes. Así sabrán los
egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del
faraón, de sus carros y de sus jinetes».
Se
puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y
pasó a retaguardia. También la columna de nube, que iba delante de ellos, se
desplazó y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y
el campamento de Israel. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin
que los ejércitos pudieran aproximarse el uno al otro. Moisés extendió su mano
sobre el mar y el Señor hizo retirarse el mar con un fuerte viento del este que
sopló toda la noche; el mar se secó y se dividieron las aguas. Los hijos de
Israel entraron en medio del mar, en lo seco, y las aguas les hacían de muralla
a derecha e izquierda. Los egipcios los persiguieron y entraron tras ellos, en
medio del mar: todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes.
Era
ya la vigilia matutina cuando el Señor miró desde la columna de fuego y humo
hacia el ejército de los egipcios y sembró el pánico en el ejército egipcio.
Trabó las ruedas de sus carros, haciéndolos avanzar pesadamente.
Los
egipcios dijeron:
«Huyamos
ante Israel, porque el Señor lucha por él contra Egipto».
Luego
dijo el Señor a Moisés:
«Extiende
tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus
jinetes».
Moisés
extendió su mano sobre el mar; y al despuntar el día el mar recobró su estado
natural, de modo que los egipcios, en su huida, toparon con las aguas. Así
precipitó el Señor a los egipcios en medio del mar.
Las
aguas volvieron y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del
faraón, que había entrado en el mar. Ni uno solo se salvó.
Mas
los hijos de Israel pasaron en seco por medio del mar, mientras las aguas
hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel
día salvó el Señor a Israel del poder de Egipto, e Israel vio a los egipcios
muertos, en la orilla del mar. Vio, pues, Israel la mano potente que el Señor
había desplegado contra los egipcios, y temió el pueblo al Señor, y creyó en el
Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces
Moisés y los hijos de Israel entonaron este canto al Señor:
No se
dice Palabra de Dios.
Salmo responsorial a la
tercera lectura
Ex
15, 1b-2. 3-4. 5-6. 17-18 (R.: 1b)
Ex 15, 1b-2. 3-4. 5-6. 17-18 (R.: 1b)
R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
V. Cantaré
al Señor, gloriosa es su victoria,
caballos
y carros ha arrojado en el mar.
Mi
fuerza y mi poder es el Señor,
El
fue mi salvación.
Él es
mi Dios: yo lo alabaré;
el
Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
V. El
Señor es un guerrero,
su
nombre es “El Señor”.
Los
carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó
en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
V. Las
olas los cubrieron,
bajaron
hasta el fondo como piedras.
Tu
diestra, Señor, es magnífica en poder,
tu
diestra, Señor, tritura al enemigo.
R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
V. Lo
introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar
del que hiciste tu trono, Señor;
santuario,
Señor, que fundaron tus manos.
El
Señor reina por siempre jamás.
R. Cantaré
al Señor, gloriosa es su victoria.
26. Después
de la tercera lectura (El paso del mar Rojo: Ex 14, 15-15, 1) y su cántico
(Éx 15).
Oremos.
También ahora, Señor,
vemos brillar tus antiguas maravillas,
y lo mismo que en otro tiempo manifestabas tu poder
al librar a un solo pueblo de la persecución del Faraón,
hoy aseguras la salvación de todas las naciones,
haciéndolas renacer por las aguas del bautismo;
te pedimos que los hombres del mundo entero
lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
Oremos.
Oh, Dios, que has iluminado
los prodigios
de los tiempos antiguos con la luz del nuevo Testamento,
el mar Rojo fue imagen de la fuente bautismal,
y el pueblo, liberado de la esclavitud,
imagen de la familia cristiana;
concede a todas las gentes,
elevadas por su fe a la dignidad de pueblo elegido,
regenerarse por la participación de tu Espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
su nombre es Señor todopoderoso.
Tu libertador es el Santo de Israel:
se llama «Dios de toda la tierra».
Como a mujer abandonada y abatida
te llama el Señor;
como a esposa de juventud, repudiada
—dice tu Dios—.
Por un instante te abandoné,
pero con gran cariño te reuniré.
En un arrebato de ira,
por un instante te escondí mi rostro,
pero con amor eterno te quiero
—dice el Señor, tu libertador—.
Me sucede como en los días de Noé:
juré que las aguas de Noé
no volverían a cubrir la tierra;
así juro no irritarme contra ti
ni amenazarte.
Aunque los montes cambiasen
y vacilaran las colinas,
no cambiaría mi amor,
ni vacilaría mi alianza de paz
—dice el Señor que te quiere—.
¡Ciudad afligida, azotada por el viento,
a quien nadie consuela!
Mira, yo mismo asiento tus piedras sobre azabaches, tus cimientos sobre zafiros;
haré tus almenas de rubí,
tus puertas de esmeralda,
y de piedras preciosas tus bastiones.
Tus hijos serán discípulos del Señor,
gozarán de gran prosperidad tus constructores.
Tendrás tu fundamento en la justicia:
lejos de la opresión, no tendrás que temer;
lejos del terror, que no se acercará.
Salmo responsorial a la cuarta lectura
Sal Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b (R.: 2a)
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
y me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor Dios mío, te daré gracias por siempre.
27. Después de la cuarta lectura (La nueva Jerusalén: Is 54, 5-14) y el salmo (29).
Oremos.
multiplica, fiel a tu palabra,
la descendencia que aseguraste a la fe de nuestros padres,
y aumenta con tu adopción los hijos de la promesa,
para que tu Iglesia vea en qué medida
se ha cumplido ya, en gran medida,
cuanto creyeron y esperaron los patriarcas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
«Sedientos todos, acudid por agua;
venid, también los que no tenéis dinero:
comprad trigo y comed, venid y comprad,
sin dinero y de balde, vino y leche.
¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta
y el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme atentos y comeréis bien,
saborearéis platos sustanciosos.
Inclinad vuestro oído, venid a mí:
escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros una alianza perpetua,
las misericordias firmes hechas a David:
lo hice mi testigo para los pueblos,
guía y soberano de naciones.
Tú llamarás a un pueblo desconocido,
un pueblo que no te conocía correrá hacia ti;
porque el Señor tu Dios,
el Santo de Israel te glorifica.
Buscad al Señor mientras se deja encontrar,
invocadlo mientras está cerca.
Que el malvado abandone su camino,
y el malhechor sus planes;
que se convierta al Señor, y él tendrá piedad,
a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Porque mis planes no son vuestros planes,
vuestros caminos no son mis caminos
—oráculo del Señor—.
Cuanto dista el cielo de la tierra,
así distan mis caminos de los vuestros,
y mis planes de vuestros planes.
Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».
Salmo responsorial a la quinta lectura
Is 12, 2-3. 4bcde. 5-6 (R.: 3)
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso».
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión,
porque es grande es en medio de ti el Santo de Israel.
28. Después de la quinta lectura (La salvación que se ofrece gratuitamente a todos: Is 55, 1-11) y el cántico (Is 12).
Oremos.
esperanza única del mundo que anunciaste por la voz de tus profetas
los misterios de los tiempos presentes,
atiende los deseos de tu pueblo,
porque ninguno de tus fieles puede progresar en la virtud
sin la inspiración de tu gracia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
SEXTA LECTURACamina al resplandor del Señor
Lectura del libro de Baruc 3,9-15. 32-4,4
ESCUCHA,
Israel, mandatos de vida;
presta
oído y aprende prudencia.
¿Cuál
es la razón, Israel,
de
que sigas en país enemigo,
envejeciendo
en tierra extranjera;
de
que te crean un ser contaminado,
un
muerto habitante del Abismo?
¡Abandonaste
la fuente de la sabiduría!
Si
hubieras seguido el camino de Dios,
habitarías
en paz para siempre.
Aprende
dónde está la prudencia,
dónde
el valor y la inteligencia,
dónde
una larga vida,
la
luz de los ojos y la paz.
¿Quién
encontró su lugar
o
tuvo acceso a sus tesoros?
El
que todo lo sabe la conoce,
la ha
examinado y la penetra;
el
que creó la tierra para siempre
y la
llenó de animales cuadrúpedos;
el
que envía la luz y le obedece,
la
llama y acude temblorosa;
a los
astros que velan gozosos
arriba
en sus puestos de guardia,
los
llama, y responden: «Presentes»,
y
brillan gozosos para su Creador.
Este
es nuestro Dios,
y no
hay quien se le pueda comparar;
rastreó
el camino de la inteligencia
y se
lo enseñó a su hijo, Jacob,
se lo
mostró a su amado, Israel.
Después
apareció en el mundo
y
vivió en medio de los hombres.
Es el
libro de los mandatos de Dios,
la
ley de validez eterna:
los
que la guarden vivirán;
los
que la abandonen morirán.
Vuélvete,
Jacob, a recibirla,
camina
al resplandor de su luz;
no
entregues a otros tu gloria,
ni tu
dignidad a un pueblo extranjero.
¡Dichosos
nosotros, Israel,
que
conocemos lo que agrada al Señor!
Palabra
de Dios.
Salmo responsorial a la
sexta lectura
Sal
18, 8. 9. 10. 11 (R.: Jn 6, 68c)
R. Señor,
tú tienes palabras de vida eterna.
V. La
ley del Señor es perfecta
y es
descanso del alma;
el
precepto del Señor es fiel
e
instruye a los ignorantes.
R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
V. Los
mandatos del Señor son rectos
y
alegran el corazón;
la
norma del Señor es límpida
y da
luz a los ojos.
R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
V. El
temor del Señor es puro
y
eternamente estable;
los
mandamientos del Señor son verdaderos
y
eternamente justos.
R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
V. Más
preciosos que el oro,
más
que el oro fino;
más
dulce que la miel
de un
panal que destila.
R. Señor,
tú tienes palabras de vida eterna.
29. Después
de la sexta lectura (La fuente de la sabiduría: Bar 3, 9-15. 31-4, 4).
Oremos.
Oh, Dios, que sin cesar haces crecer a tu Iglesia
con la convocatoria de todas las gentes,
defiende con tu constante protección
a cuantos purificas en el agua del bautismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
SÉPTIMA LECTURADerramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo
Lectura
de la profecía de Ezequiel 36, 16-17a. 18-28
ME
VINO esta palabra del Señor:
«Hijo
de hombre, la casa de Israel profanó
con
su conducta y sus acciones
la
tierra en que habitaba.
Me
enfurecí contra ellos,
por
la sangre que habían derramado en el país,
y por
haberlo profanado con sus ídolos.
Los
dispersé por las naciones,
y
anduvieron dispersos por diversos países.
Los
he juzgado según su conducta y sus acciones.
Al
llegar a las diversas naciones,
profanaron
mi santo nombre,
ya
que de ellos se decía:
“Estos
son el pueblo del Señor
y han
debido abandonar su tierra”.
Así
que tuve que defender mi santo nombre,
profanado
por la casa de Israel
entre
las naciones adonde había ido.
Por
eso, di a la casa de Israel:
“Esto
dice el Señor Dios:
No
hago esto por vosotros, casa de Israel,
sino
por mi santo nombre, profanado por vosotros
en
las naciones a las que fuisteis.
Manifestaré
la santidad de mi gran nombre,
profanado
entre los gentiles,
porque
vosotros lo habéis profanado en medio de ellos. Reconocerán las naciones que yo
soy el Señor —oráculo del Señor Dios—,
cuando
por medio de vosotros les haga ver mi santidad.
Os
recogeré de entre las naciones,
os
reuniré de todos los países
y os
llevaré a vuestra tierra.
Derramaré
sobre vosotros un agua pura
que
os purificará:
de
todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he
de purificar;
y os daré
un corazón nuevo,
y os
infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré
de vuestra carne el corazón de piedra,
y os
daré un corazón de carne.
Os
infundiré mi espíritu,
y
haré que caminéis según mis preceptos,
y que
guardéis y cumpláis mis mandatos.
Y
habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros
seréis mi pueblo,
y yo
seré vuestro Dios”».
Palabra de Dios.
Si se celebra el Bautismo se utiliza como salmo responsorial el texto de Isaías 12, o bien el salmo 50.
Salmo responsorial a la
séptima lectura (cuando no se celebra el Bautismo)
Sal
41, 3. 5bcd; 42, 3. 4 (R.: 41, 2)
R. Como
busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
V. Mi
alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo
entraré a ver el rostro de Dios?
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
V. Cómo
entraba en el recinto santo,
cómo
avanzaba hacia la casa de Dios,
entre
cantos de júbilo y alabanza,
en el
bullicio de la fiesta.
R. Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
V. Envía
tu luz y tu verdad:
que
ellas me guíen
y me
conduzcan hasta tu monte santo,
hasta
tu morada.
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
V. Me acercaré al altar de Dios,
al
Dios de mi alegría;
y te
daré gracias al son de la cítara,
Dios,
Dios mío.
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Salmo responsorial a la
séptima lectura (cuando se celebra el Bautismo, opción 1)
Is
12, 2-3. 4bcde. 5-6 (R.: 3)
R. Sacaréis
aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
V. «Él
es mi Dios y Salvador:
confiaré
y no temeré,
porque
mi fuerza y mi poder es el Señor,
él
fue mi salvación».
Y
sacaréis aguas con gozo
de
las fuentes de la salvación.
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
V. «Dad
gracias al Señor,
invocad
su nombre,
contad
a los pueblos sus hazañas,
proclamad
que su nombre es excelso».
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
V. Tañed
para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas
a toda la tierra;
gritad
jubilosos, habitantes de Sion,
porque
es grande en medio de ti el Santo de Israel.
R. Sacaréis
aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Salmo responsorial a la
séptima lectura (cuando se celebra el Bautismo, opción 2)
Sal
50, 12-13. 14-15. 18-19 (R.: 12a)
R. Oh,
Dios, crea en mí un corazón puro.
V. Oh,
Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame
por dentro con espíritu firme.
No me
arrojes lejos de tu rostro,
no me
quites tu santo espíritu.
R. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.
V. Devuélveme
la alegría de tu salvación,
afiánzame
con espíritu generoso;
enseñaré
a los malvados tus caminos,
los
pecadores volverán a ti.
R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
V. Los
sacrificios no te satisfacen;
si te
ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El
sacrificio agradable a Dios
es un
espíritu quebrantado;
un
corazón quebrantado y humillado,
tú, oh,
Dios, tú no lo desprecias.
R. Oh
Dios, crea en mí un corazón puro.
30. Después
de la séptima lectura (El corazón nuevo y el espíritu nuevo: Ez 36,
16-28) y el salmo (41-42).
Oremos.
Oh, Dios, poder inmutable y luz sin ocaso,
mira con bondad el sacramento admirable de la Iglesia entera
y, en cumplimiento de tus eternos designios,
lleva a feliz término la obra de la salvación humana;
y que todo el mundo experimente y vea cómo lo abatido se levanta,
lo viejo se renueva y todo vuelve a su integridad original,
por el mismo Jesucristo, de quien todo procede.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
O bien:
Oremos.
Oh, Dios, que para celebrar
el Misterio pascual
nos instruyes con las páginas de ambos Testamentos,
danos a conocer tu misericordia,
para que, al percibir los bienes presentes,
se afiance la esperanza de los futuros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
31. Después
de de la última lectura del Antiguo Testamento, con su salmo responsorial y
oración, se encienden los cirios del altar, y el sacerdote entona el
himno Gloria a Dios, que todos prosiguen mientras se hacen sonar las
campanas, según las costumbres de cada lugar.
32. Acabado
el himno, el sacerdote dice la oración colecta, como de costumbre.
Oremos.
Oh, Dios, que has iluminado esta noche santísima
con la gloria de la resurrección del Señor,
aviva en tu Iglesia el espíritu de la adopción filial,
para que, renovados en cuerpo y alma,
nos entreguemos plenamente a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.
33. Seguidamente
un lector proclama la lectura del Apóstol.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Pues si hemos sido incorporados a él en una muerte como la suya, lo seremos también en una resurrección como la suya; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que fuera destruido el cuerpo de pecado, y, de este modo, nosotros dejáramos de servir al pecado; porque quien muere ha quedado libre del pecado.
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
34. Acabada la epístola, todos se levantan, y el sacerdote entona solemnemente por tres veces, elevando gradualmente el tono de la voz, el Aleluya, que repiten todos. Si fuese necesario, el salmista entona el Aleluya.
Salmo responsorial a la epístola Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
35. El sacerdote, según el modo acostumbrado, pone el incienso y bendice al diácono. Para el Evangelio no se llevan cirios, sino solamente incienso.
(Año C:)
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE
SANTA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
Basílica
Vaticana. Sábado Santo, 20 de abril de 2019
1.
Las mujeres llevan los aromas a la tumba, pero temen que el viaje sea en balde,
porque una gran piedra sella la entrada al sepulcro. El camino de aquellas
mujeres es también nuestro camino; se asemeja al camino de la salvación que
hemos recorrido esta noche. Da la impresión de que todo en él acabe
estrellándose contra una piedra: la belleza de la creación contra el drama del
pecado; la liberación de la esclavitud contra la infidelidad a la Alianza; las
promesas de los profetas contra la triste indiferencia del pueblo. Ocurre lo
mismo en la historia de la Iglesia y en la de cada uno de nosotros: parece que
el camino que se recorre nunca llega a la meta. De esta manera se puede ir
deslizando la idea de que la frustración de la esperanza es la oscura ley de la
vida.
Hoy,
sin embargo, descubrimos que nuestro camino no es en vano, que no termina
delante de una piedra funeraria. Una frase sacude a las mujeres y cambia la
historia: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (Lc 24,5); ¿por qué
pensáis que todo es inútil, que nadie puede remover vuestras piedras? ¿Por qué
os entregáis a la resignación o al fracaso? La Pascua, hermanos y hermanas, es
la fiesta de la remoción de las piedras. Dios quita las piedras más duras,
contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el
pecado, el miedo, la mundanidad. La historia humana no termina ante una piedra
sepulcral, porque hoy descubre la «piedra viva» (cf. 1 P 2,4): Jesús
resucitado. Nosotros, como Iglesia, estamos fundados en Él, e incluso cuando
nos desanimamos, cuando sentimos la tentación de juzgarlo todo en base a
nuestros fracasos, Él viene para hacerlo todo nuevo, para remover nuestras
decepciones. Esta noche cada uno de nosotros está llamado a descubrir en el que
está Vivo a aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón.
Preguntémonos, antes de nada: ¿cuál es la piedra que tengo que remover en mí,
cómo se llama esta piedra?
A
menudo la esperanza se ve obstaculizada por la piedra de la desconfianza.
Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos,
no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la muerte es más fuerte
que la vida y nos convertimos en personas cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo
desaliento. Piedra sobre piedra, construimos dentro de nosotros un monumento a
la insatisfacción, el sepulcro de la esperanza. Quejándonos de la vida, hacemos
que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma. Se va
abriendo paso así una especie de psicología del sepulcro: todo termina allí,
sin esperanza de salir con vida. Esta es, sin embargo, la pregunta hiriente de
la Pascua: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? El Señor no vive en
la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo
encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos (cf. Mt 22,32). ¡No
enterréis la esperanza!
Hay
una segunda piedra que a menudo sella el corazón: la piedra del pecado. El
pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero
luego deja dentro soledad y muerte. El pecado es buscar la vida entre los
muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan. ¿Por qué buscáis entre
los muertos al que vive? ¿Por qué no te decides a dejar ese pecado que, como
una piedra en la entrada del corazón, impide que la luz divina entre? ¿Por qué
no pones a Jesús, luz verdadera (cf. Jn 1,9), por encima de los destellos
brillantes del dinero, de la carrera, del orgullo y del placer? ¿Por qué no le
dices a las vanidades mundanas que no vives para ellas, sino para el Señor de
la vida?
2.
Volvamos a las mujeres que van al sepulcro de Jesús. Ante la piedra removida,
se quedan asombradas; viendo a los ángeles, dice el Evangelio, quedaron
«despavoridas» y con «las caras mirando al suelo» (Lc 24,5). No tienen el valor
de levantar la mirada. Y cuántas veces nos sucede también a nosotros:
preferimos permanecer encogidos en nuestros límites, encerrados en nuestros
miedos. Es extraño: pero, ¿por qué lo hacemos? Porque a menudo, en la situación
de clausura y de tristeza nosotros somos los protagonistas, porque es más fácil
quedarnos solos en las habitaciones oscuras del corazón que abrirnos al Señor.
Y sin embargo solo él eleva. Una poetisa escribió: «Ignoramos nuestra verdadera
estatura, hasta que nos ponemos en pie» (E. Dickinson, We never know
how high we are). El Señor nos llama a alzarnos, a levantarnos de nuevo con
su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no
para la tierra; para las alturas de la vida, no para las bajezas de la muerte:
¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Dios
nos pide que miremos la vida como Él la mira, que siempre ve en cada uno de
nosotros un núcleo de belleza imborrable. En el pecado, él ve hijos que hay que
elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación,
corazones para consolar. No tengas miedo, por tanto: el Señor ama tu vida,
incluso cuando tienes miedo de mirarla y vivirla. En Pascua te muestra cuánto
te ama: hasta el punto de atravesarla toda, de experimentar la angustia, el
abandono, la muerte y los infiernos para salir victorioso y decirte: “No estás
solo, confía en mí”. Jesús es un especialista en transformar nuestras muertes
en vida, nuestros lutos en danzas (cf. Sal 30,12); con Él también nosotros
podemos cumplir la Pascua, es decir el paso: el paso de la cerrazón a la
comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza. No nos
quedemos mirando el suelo con miedo, miremos a Jesús resucitado: su mirada nos
infunde esperanza, porque nos dice que siempre somos amados y que, a pesar de
todos los desastres que podemos hacer, su amor no cambia. Esta es la certeza no
negociable de la vida: su amor no cambia. Preguntémonos: en la vida, ¿hacia
dónde miro? ¿Contemplo ambientes sepulcrales o busco al que Vive?
3.
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Las mujeres escuchan la llamada
de los ángeles, que añaden: «Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea»
(Lc 24,6). Esas mujeres habían olvidado la esperanza porque no recordaban las
palabras de Jesús, su llamada acaecida en Galilea. Perdida la memoria viva de
Jesús, se quedan mirando el sepulcro. La fe necesita ir de nuevo a Galilea,
reavivar el primer amor con Jesús, su llamada: recordarlo, es decir, literalmente
volver a Él con el corazón. Es esencial volver a un amor vivo con el Señor, de
lo contrario se tiene una fe de museo, no la fe de pascua. Pero Jesús no es un
personaje del pasado, es una persona que vive hoy; no se le conoce en los
libros de historia, se le encuentra en la vida. Recordemos hoy cuando Jesús nos
llamó, cuando venció nuestra oscuridad, nuestra resistencia, nuestros pecados,
cómo tocó nuestros corazones con su Palabra.
Hermanos
y hermanas, volvamos a Galilea.
Las
mujeres, recordando a Jesús, abandonan el sepulcro. La Pascua nos enseña que el
creyente se detiene por poco tiempo en el cementerio, porque está llamado a
caminar al encuentro del que Vive. Preguntémonos: en mi vida, ¿hacia dónde
camino? A veces nos dirigimos siempre y únicamente hacia nuestros problemas,
que nunca faltan, y acudimos al Señor solo para que nos ayude. Pero entonces no
es Jesús el que nos orienta sino nuestras necesidades. Y es siempre un buscar
entre los muertos al que vive. Cuántas veces también, luego de habernos
encontrado con el Señor, volvemos entre los muertos, vagando dentro de nosotros
mismos para desenterrar arrepentimientos, remordimientos, heridas e
insatisfacciones, sin dejar que el Resucitado nos transforme. Queridos hermanos
y hermanas, démosle al que Vive el lugar central en la vida. Pidamos la gracia
de no dejarnos llevar por la corriente, por el mar de los problemas; de no ir a
golpearnos con las piedras del pecado y los escollos de la desconfianza y el
miedo. Busquémoslo a Él, dejémonos buscar por Él, busquémoslo a Él en todo y
por encima de todo. Y con Él resurgiremos.
LITURGIA BAUTISMAL
37. Después
de la homilía se procede a la liturgia bautismal. El sacerdote, con los
ministros, se dirige a la fuente bautismal, si esta se encuentra situada a la
vista de los fieles. Si no es así, se coloca un recipiente con agua en el
presbiterio.
38. Si
hay catecúmenos, se los llama y sus padrinos los presentan; pero si los
catecúmenos son niños, son sus padres y padrinos quienes los llevan y presentan
a toda la asamblea congregada.
39. Si
hay procesión al baptisterio o a la fuente, se organiza inmediatamente. Abre la
procesión un ministro con el cirio pascual, siguen los bautismos con los
padrinos, luego los demás ministros, el diácono y el sacerdote. Durante la
procesión se cantan las letanías (n. 43). Terminadas estas, el sacerdote
hace la monición (n. 40).
40. Si
la liturgia bautismal se desarrolla en el presbiterio, el sacerdote hace
inmediatamente la monición introductoria con estas palabras u otras parecidas.
A. Si
hay bautismos:
Queridos hermanos:
acompañemos unánimes con nuestra oración la esperanza de nuestros hermanos que
van a la fuente de la regeneración, para que el Padre omnipotente les otorgue
todo el auxilio de su misericordia.
B. Si
se bendice la fuente, pero no hay bautismos:
Invoquemos, queridos
hermanos, a Dios todopoderoso para que su gracia descienda sobre esta fuente, y
cuantos en ella renazcan, sean incorporados a Cristo como hijos de adopción.
41. Dos
cantores entonan las letanías a las que todos responden estando en pie (por
razón del tiempo pascual). Si la procesión hasta el baptisterio es larga, las
letanías se cantan durante dicha procesión; entonces, se llama a los que se van
a bautizar antes de empezar la procesión. Se abre la procesión con el cirio
pascual, luego siguen los catecúmenos con sus padrinos, después los ministros,
el diácono y el sacerdote. En este caso, la monición precedente se hace antes
de la bendición del agua.
42. Si
no hay bautismos ni se ha de bendecir la fuente, omitidas las letanías, se
procede inmediatamente a la bendición del agua (n. 52).
43. En
las letanías se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del
titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los que van a ser
bautizados.
Letanías de los santos
Señor, ten piedad. Señor,
ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo,
ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor,
ten piedad.
Santa María, Madre de Dios.
Ruega por nosotros.
San Miguel. Ruega por
nosotros.
Santos Ángeles de Dios.
Rogad por nosotros.
San Juan Bautista. Ruega por
nosotros.
San José. Ruega por
nosotros.
Santos Pedro y Pablo. Rogad
por nosotros.
San Andrés. Ruega por
nosotros.
San Juan. Ruega por
nosotros.
Santa María Magdalena. Ruega
por nosotros.
San Esteban. Ruega por
nosotros.
San Ignacio de Antioquía.
Ruega por nosotros.
San Lorenzo. Ruega por
nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad.
Rogad por nosotros.
Santa Inés. Ruega por
nosotros.
San Gregorio. Ruega por
nosotros.
San Agustín. Ruega por
nosotros.
San Atanasio. Ruega por
nosotros.
San Basilio. Ruega por
nosotros.
San Martín. Ruega por
nosotros.
San Benito. Ruega por
nosotros.
Santos Francisco y Domingo.
Rogad por nosotros.
San Francisco Javier. Ruega
por nosotros.
San Juan
María [Vianney]. Ruega por nosotros.
Santa Catalina [de
Siena]. Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús. Ruega
por nosotros.
Santos y Santas de Dios.
Rogad por nosotros.
Muéstrate propicio.
Líbranos, Señor.
De todo mal. Líbranos,
Señor.
De todo pecado. Líbranos,
Señor.
De la muerte eterna.
Líbranos, Señor.
Por tu encarnación.
Líbranos, Señor.
Por tu muerte y
resurrección. Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu
Santo. Líbranos, Señor.
Nosotros, que somos
pecadores. Te rogamos, óyenos.
A. Si
hay bautizos:
Para que regeneres a estos
elegidos con la gracia del bautismo. Te rogamos, óyenos.
B. Si
no hay bautizos:
Para que santifiques esta
agua en la que renacerán tus nuevos hijos. Te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo. Te
rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos. Cristo,
óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo,
escúchanos.
Si
hay bautismos, el sacerdote dice la siguiente oración con las manos extendidas:
Bendición del agua bautismal
44. El
sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo la siguiente oración con las
manos extendidas:
Oh, Dios, que realizas en
tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible,
y de diversos modos te has
servido de tu criatura el agua
para significar la gracia
del bautismo.
Oh, Dios, cuyo Espíritu, en
los orígenes del mundo, se cernía sobre las aguas,
para que ya desde entonces
concibieran el poder de santificar.
Oh, Dios, que incluso en las
aguas torrenciales del diluvio
prefiguraste el nuevo
nacimiento,
de modo que una misma agua,
misteriosamente,
pusiera fin al pecado y
diera origen a la santidad.
Oh, Dios, que hiciste pasar
a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abrahán,
para que el pueblo liberado
de la esclavitud del Faraón
fuera imagen de la familia
de los bautizados.
Oh, Dios, cuyo Hijo, al ser
bautizado por Juan en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu
Santo;
colgado en la cruz vertió de
su costado agua, junto con la sangre;
y después de su resurrección
mandó a sus apóstoles:
«Id y haced discípulos de
todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»,
mira el rostro de tu Iglesia
y dígnate abrir para ella la fuente del bautismo.
Que esta agua reciba, por el
Espíritu Santo, la gracia de tu Unigénito,
para que el hombre, creado a
tu imagen,
lavado, por el sacramento
del bautismo,
de todas las manchas de su
vieja condición,
renazca, como niño, a nueva
vida por el agua y el Espíritu.
Y,
metiendo, si lo cree oportuno, el cirio pascual en el agua una o tres veces,
prosigue:
Te pedimos, Señor, que el
poder del Espíritu Santo, por tu Hijo,
descienda hasta el fondo de
esta fuente,
Y,
teniendo el cirio en el agua, prosigue:
para que todos los
sepultados con Cristo en su muerte, por el bautismo,
resuciten a la vida con él.
Que vive y reina contigo.
R. Amén.
45. Seguidamente
saca el cirio del agua, y el pueblo hace la siguiente aclamación:
Manantiales, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por
los siglos.
46. Terminada
la bendición del agua bautismal con la consiguiente aclamación del pueblo, el
sacerdote, de pie, interroga a los adultos y a los padres o padrinos de los
niños, para hacer las renuncias, como se determina en los respectivos
rituales.
Si la
unción de los adultos con el óleo de los catecúmenos no se ha hecho
anteriormente en los ritos preparatorios, se hace en este momento.
47. Después,
el sacerdote interroga sobre la fe a cada adulto, y si se trata de niños, pide
a la vez a los padres y padrinos la triple profesión de fe, como se indica en
los respectivos rituales.
Cuando
en esta noche son muchos los que han de ser bautizados, se puede ordenar el
rito de modo que, inmediatamente después de la respuesta de los bautizandos, padres
y padrinos, el celebrante pida y reciba la renovación de las promesas
bautismales de todos los presentes.
48. Terminado
el interrogatorio, el sacerdote bautiza a los elegidos adultos y niños.
49. A
continuación del bautismo el sacerdote unge a los niños con el crisma. A todos,
adultos y niños, se les entrega la vestidura blanca. Seguidamente, el sacerdote
o el diácono toma el cirio pascual de manos de un ministro y de él se encienden
las velas de los neófitos. En el bautismo de los niños se omite el rito
del Effetá.
50. Después,
si no han tenido lugar en el presbiterio la ablución bautismal y los demás
ritos explanativos, se regresa al presbiterio, ordenando la procesión como
antes, llevando los neófitos, o sus padres y padrinos, las velas encendidas.
Durante la procesión se entona el canto bautismal Vi que manaba agua u
otro apropiado (n. 54).
51. Si
los bautizados son adultos, el obispo o, en su ausencia, el presbítero que
confirió el bautismo, les administra inmediatamente el sacramento de la
Confirmación en el presbiterio, como se indica en el Pontifical o en el Ritual
Romano.
Bendición del agua común
52. Si
no hay bautizos ni se bendice la fuente bautismal, el sacerdote bendice el agua
con la siguiente oración:
Invoquemos, queridos
hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser
derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle que nos
renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos
recibido.
Después
de una breve oración en silencio, prosigue con las manos juntas:
muéstrate propicio a tu pueblo que vela en esta noche santa.
Dígnate bendecir esta agua
ahora que celebramos la acción admirable de nuestra creación
y la maravilla, aún más grande, de nuestra redención.
Tú la creaste para hacer fecunda la tierra
y para dar alivio y frescor a nuestros cuerpos.
La hiciste también instrumento de tu misericordia
al librar a tu pueblo, por medio de ella, de la esclavitud
y al apagar su sed en el desierto;
por los profetas la revelaste como signo de la nueva alianza
que quisiste sellar con los hombres.
Y finalmente, también por ella, santificada por Cristo en el Jordán,
renovaste nuestra naturaleza pecadora en el baño del nuevo nacimiento.
Que esta agua, Señor, avive en nosotros el recuerdo de nuestro bautismo
y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos, bautizados en la Pascua.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Renovación de las promesas
del bautismo
53. Acabado
el rito del bautismo (y de la confirmación), o después de la bendición del
agua, si no hubo bautismos, todos de pie y con las velas encendidas en sus
manos, renuevan las promesas del bautismo, a no ser que se hubiera hecho junto
con los que van a ser bautizados (cf. n. 49).
El
sacerdote se dirige a los fieles con estas o semejantes palabras:
Queridos hermanos: Por el
Misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que
vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma,
renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo
renunciamos a Satanás y a sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la
santa Iglesia católica.
I
Sacerdote: ¿Renunciáis
a Satanás?
Todos: Sí,
renuncio.
Sacerdote: ¿Y
a todas sus obras?
Todos: Sí,
renuncio.
Sacerdote: ¿Y
a todas sus seducciones?
Todos: Sí,
renuncio.*
II
Sacerdote: ¿Renunciáis
al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Todos: Si,
renuncio.
Sacerdote: ¿Renunciáis
a todas las seducciones del mal, para que no domine en vosotros el pecado?
Todos: Si,
renuncio.
Sacerdote: ¿Renunciáis
a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Todos: Si,
renuncio.*
*Prosigue
el sacerdote:
¿Creéis en Dios, Padre
todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Todos: Si,
creo.
Sacerdote: ¿Creéis
en Jesucristo, su Hijo único, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen,
murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha
del Padre?
Todos: Sí,
creo.
Sacerdote: ¿Creéis
en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los
santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la
vida eterna?
Todos: Sí,
creo.
Y
concluye el sacerdote:
Que Dios todopoderoso, Padre
de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo y
que nos concedió la remisión de los pecados, nos guarde en su gracia, en el
mismo Jesucristo nuestro Señor, para la vida eterna.
Todos: Amén.
54. El
sacerdote asperja al pueblo con agua bendita, mientras todos cantan:
Antífona
Vi que manaba agua del lado
derecho del templo, aleluya. Y habrá vida dondequiera que llegue la corriente y
cantarán: Aleluya, aleluya.
Se
puede cantar otro canto de índole bautismal.
55. Mientras
tanto los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles.
Si la
bendición del agua bautismal se hizo en el presbiterio, el diácono y los
ministros llevan el recipiente del agua al baptisterio.
Si no
hubo bendición del agua bautismal, el agua bendita se deja en lugar
conveniente.
56. Acabada
la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, donde, omitida la profesión de fe,
dirige la oración de los fieles, en la que los neófitos participan por primera
vez.
Oración de los fieles
Por
medio de Jesucristo el Señor, resucitado de la muerte por el poder del Espíritu
Santo, dirigimos en esta santa noche nuestra súplicas al Padre.
- Por todos los que,
reunidos en asamblea por todo el mundo, renuevan esta noche su adhesión a
Cristo Jesús. Roguemos al Señor.
- Por
los catecúmenos que, iluminados con la luz de Cristo, se incorporan esta noche
a la Iglesia por los sacramentos de la iniciación cristiana. Roguemos al Señor.
- Por el papa, por
nuestro obispo, por todos los obispos, sacerdotes, diáconos y demás ministros
de la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Por el rey, por el
gobierno de nuestro país, por los gobernantes de todos los pueblos y naciones.
Roguemos al Señor.
- Por toda la humanidad
que, rescatada en Cristo de la muerte, todavía sufre en la espera de su plena
liberación. Roguemos al Señor.
- Por nosotros que,
renacidos del agua y del Espíritu, nos disponemos a participar en el banquete
de la Pascua y queremos vivir en plenitud el Misterio pascual. Roguemos al
Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
57. El
sacerdote va al altar y comienza la liturgia eucarística como de costumbre.
58. Conviene
que el pan y el vino sean llevados por los neófitos, y si son niños, por sus
padres y padrinos.
Oración sobre las ofrendas
62. Antes
del Cordero de Dios, el sacerdote exhorta brevemente a los neófitos sobre
la primera comunión que van a recibir y sobre el valor de tan gran misterio,
que es culmen de la iniciación y centro de toda vida cristiana.
63. Conviene
que los neófitos reciban la sagrada comunión bajo las dos especies, junto con
los padrinos, madrinas, padres y cónyuges católicos, así como los catequistas
laicos. Conviene también que, con el consentimiento del obispo diocesano, donde
las circunstancias lo aconsejen, todos los fieles sean admitidos a la sagrada
comunión bajo las dos especies.
Antífona de comunión Cf. 1 Cor 5, 7-8
Ha
sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebremos con los
panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya.
Oportunamente
se canta el salmo 117.
Oración después de la
comunión
Bendición solemne
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
Según
las circunstancias, se puede emplear también la fórmula de bendición conclusiva
del Ritual del Bautismo de adultos y de niños.
Para
despedir al pueblo, el diácono, o el mismo sacerdote, canta:
Podéis ir en paz, aleluya,
aleluya.
R. Demos
gracias a Dios, aleluya, aleluya.
Esto
se observa durante toda la Octava de Pascua.
El
cirio pascual se enciende en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes de
este tiempo.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«La cruz es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre. La cruz es como un toque del amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del hombre» (San Juan Pablo II).
«El perdón cuesta algo, ante todo al que perdona (…). Dios sólo pudo superar la culpa y el sufrimiento de los hombres interviniendo personalmente, sufriendo Él mismo en su Hijo, que ha llevado esa carga y la ha superado mediante la entrega de sí mismo» (Benedicto XVI).
«Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación: ‘¡Padre líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!’ (Jn 12, 27). ‘El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo voy a beber?’ (Jn 18,11). Y todavía en la cruz antes de que ‘todo esté cumplido’ (Jn 19,30), dice: ‘Tengo sed’ (Jn 19,28)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 607).
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