MARTES DE LA SEMANA V DEL TIEMPO ORDINARIO, feria o BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE LOURDES (ML), JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO Oficio del Martes de la Semana I del Salterio (Liturgia de las Horas, Tomo III: Oficio de Lecturas - Laudes - Tercia- Sexta - Nona - Vísperas - Completas)
Para el oficio de la Virgen de Lourdes: Oficio de Lecturas - Laudes - Tercia- Sexta - Nona - Vísperas - Completas)
PROGRAMA PARROQUIAL:MARTES, 11 DE FEBREROPARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Martes de la Semana V del T. O., (a las 18.30 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Martes de la Semana V del T. O., (a las 19.30 h.).
PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Martes de la Semana V del T. O., (a las 18.30 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Martes de la Semana V del T. O., (a las 19.30 h.).
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ADORACIÓN PERPETUADEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO
Parroquia Ntra. Sra. de la MercedInstituto del Verbo EncarnadoCapilla "San Ignacio de Loyola"(Manresa, España)
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"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)
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El corto (short) de la semana:
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON OCASIÓN DE LA XXXIII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
11 de febrero de 2025
«La esperanza no defrauda» (Rm 5,5)
y nos hace fuertes en la tribulación
Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos la XXXIII Jornada Mundial del Enfermo en el Año Jubilar 2025, en el que la Iglesia nos invita a hacernos “peregrinos de esperanza”. En esto nos acompaña la Palabra de Dios que, por medio de san Pablo, nos da un gran mensaje de aliento: «La esperanza no defrauda» (Rm 5,5), es más, nos hace fuertes en la tribulación.
Son expresiones consoladoras, pero que pueden suscitar algunos interrogantes, especialmente en los que sufren. Por ejemplo: ¿cómo permanecer fuertes, cuando sufrimos en carne propia enfermedades graves, invalidantes, que quizás requieren tratamientos cuyos costos van más allá de nuestras posibilidades? ¿Cómo hacerlo cuando, además de nuestro sufrimiento, vemos sufrir a quienes nos quieren y que, aun estando a nuestro lado, se sienten impotentes por no poder ayudarnos? En todas estas situaciones sentimos la necesidad de un apoyo superior a nosotros: necesitamos la ayuda de Dios, de su gracia, de su Providencia, de esa fuerza que es don de su Espíritu (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1808).
Detengámonos pues un momento a reflexionar sobre la presencia de Dios que permanece cerca de quien sufre, en particular bajo tres aspectos que la caracterizan: el encuentro, el don y el compartir.
1. El encuentro. Jesús, cuando envió en misión a los setenta y dos discípulos (cf. Lc 10,1-9), los exhortó a decir a los enfermos: «El Reino de Dios está cerca de ustedes» (v. 9). Les pidió concretamente ayudarles a comprender que también la enfermedad, aun cuando sea dolorosa y difícil de entender, es una oportunidad de encuentro con el Señor. En el tiempo de la enfermedad, en efecto, si por una parte experimentamos toda nuestra fragilidad como criaturas —física, psicológica y espiritual—, por otra parte, sentimos la cercanía y la compasión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos. Él no nos abandona y muchas veces nos sorprende con el don de una determinación que nunca hubiéramos pensado tener, y que jamás hubiéramos hallado por nosotros mismos.
La enfermedad entonces se convierte en ocasión de un encuentro que nos transforma; en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida; una experiencia que, incluso en el sacrificio, nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos solos. Por eso se dice que el dolor lleva siempre consigo un misterio de salvación, porque hace experimentar el consuelo que viene de Dios de forma cercana y real, hasta «conocer la plenitud del Evangelio con todas sus promesas y suvida» (S. Juan Pablo II, Discurso a los jóvenes, Nueva Orleans, 12 septiembre 1987).
2. Y esto nos conduce al segundo punto de reflexión: el don. Ciertamente, nunca como en el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor, y que por eso es, ante todo, un don que hemos de acoger y cultivar, permaneciendo “fieles a la fidelidad de Dios”, según la hermosa expresión de Madeleine Delbrêl (cf. La speranza è una luce nella notte, Ciudad del Vaticano 2024, Prefacio).
Por lo demás, sólo en la resurrección de Cristo nuestros destinos encuentran su lugar en el horizonte infinito de la eternidad. Sólo de su Pascua nos viene la certeza de que nada, «ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios» (Rm 8,38-39). Y de esta “gran esperanza” deriva cualquier otro rayo de luz que nos permite superar las pruebas y los obstáculos de la vida (cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, 27.31). No sólo eso, sino que el Resucitado también camina con nosotros, haciéndose nuestro compañero de viaje, como con los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-53). Como ellos, también nosotros podemos compartir con Él nuestro desconcierto, nuestras preocupaciones y nuestras desilusiones, podemos escuchar su Palabra que nos ilumina y hace arder nuestro corazón, y nos permite reconocerlo presente en la fracción del Pan, vislumbrando en ese estar con nosotros, aun en los límites del presente, ese “más allá” que al acercarse nos devuelve valentía y confianza.
3. Y llegamos así al tercer aspecto, el del compartir. Los lugares donde se sufre son a menudo lugares de intercambio, de enriquecimiento mutuo. ¡Cuántas veces, junto al lecho de un enfermo, se aprende a esperar! ¡Cuántas veces, estando cerca de quien sufre, se aprende a creer! ¡Cuántas veces, inclinándose ante el necesitado, se descubre el amor! Es decir, nos damos cuenta de que somos “ángeles” de esperanza, mensajeros de Dios, los unos para los otros, todos juntos: enfermos, médicos, enfermeros, familiares, amigos, sacerdotes, religiosos y religiosas; y allí donde estemos: en la familia, en los dispensarios, en las residencias de ancianos, en los hospitales y en las clínicas.
Y es importante saber descubrir la belleza y la magnitud de estos encuentros de gracia y aprender a escribirlos en el alma para no olvidarlos; conservar en el corazón la sonrisa amable de un agente sanitario, la mirada agradecida y confiada de un paciente, el rostro comprensivo y atento de un médico o de un voluntario, el semblante expectante e inquieto de un cónyuge, de un hijo, de un nieto o de un amigo entrañable. Son todas luces que atesorar pues, aun en la oscuridad de la prueba, no sólo dan fuerza, sino que enseñan el sabor verdadero de la vida, en el amor y la proximidad (cf. Lc 10,25-37).
Queridos enfermos, queridos hermanos y hermanas que asisten a los que sufren, en este Jubileo ustedes tienen más que nunca un rol especial. Su caminar juntos, en efecto, es un signo para todos, «un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza» (Bula Spes non confundit, 11), cuya voz va mucho más allá de las habitaciones y las camas de los sanatorios donde se encuentren, estimulando y animando en la caridad “el concierto de toda la sociedad” (cf. ibíd.), en una armonía a veces difícil de realizar, pero precisamente por eso, muy dulce y fuerte, capaz de llevar luz y calor allí donde más se necesita.
Toda la Iglesia les está agradecida. También yo lo estoy y rezo por ustedes encomendándolos a María, Salud de los enfermos, por medio de las palabras con las que tantos hermanos y hermanas se han dirigido a ella en las dificultades:
“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!”
Los bendigo, junto con sus familias y demás seres queridos, y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí.
Roma, San Juan de Letrán, 14 de enero de 2025.
Francisco
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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON OCASIÓN DE LA XXXIII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
11 de febrero de 2025
«La esperanza no defrauda» (Rm 5,5)
y nos hace fuertes en la tribulación
Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos la XXXIII Jornada Mundial del Enfermo en el Año Jubilar 2025, en el que la Iglesia nos invita a hacernos “peregrinos de esperanza”. En esto nos acompaña la Palabra de Dios que, por medio de san Pablo, nos da un gran mensaje de aliento: «La esperanza no defrauda» (Rm 5,5), es más, nos hace fuertes en la tribulación.
Son expresiones consoladoras, pero que pueden suscitar algunos interrogantes, especialmente en los que sufren. Por ejemplo: ¿cómo permanecer fuertes, cuando sufrimos en carne propia enfermedades graves, invalidantes, que quizás requieren tratamientos cuyos costos van más allá de nuestras posibilidades? ¿Cómo hacerlo cuando, además de nuestro sufrimiento, vemos sufrir a quienes nos quieren y que, aun estando a nuestro lado, se sienten impotentes por no poder ayudarnos? En todas estas situaciones sentimos la necesidad de un apoyo superior a nosotros: necesitamos la ayuda de Dios, de su gracia, de su Providencia, de esa fuerza que es don de su Espíritu (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1808).
Detengámonos pues un momento a reflexionar sobre la presencia de Dios que permanece cerca de quien sufre, en particular bajo tres aspectos que la caracterizan: el encuentro, el don y el compartir.
1. El encuentro. Jesús, cuando envió en misión a los setenta y dos discípulos (cf. Lc 10,1-9), los exhortó a decir a los enfermos: «El Reino de Dios está cerca de ustedes» (v. 9). Les pidió concretamente ayudarles a comprender que también la enfermedad, aun cuando sea dolorosa y difícil de entender, es una oportunidad de encuentro con el Señor. En el tiempo de la enfermedad, en efecto, si por una parte experimentamos toda nuestra fragilidad como criaturas —física, psicológica y espiritual—, por otra parte, sentimos la cercanía y la compasión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos. Él no nos abandona y muchas veces nos sorprende con el don de una determinación que nunca hubiéramos pensado tener, y que jamás hubiéramos hallado por nosotros mismos.
La enfermedad entonces se convierte en ocasión de un encuentro que nos transforma; en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida; una experiencia que, incluso en el sacrificio, nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos solos. Por eso se dice que el dolor lleva siempre consigo un misterio de salvación, porque hace experimentar el consuelo que viene de Dios de forma cercana y real, hasta «conocer la plenitud del Evangelio con todas sus promesas y suvida» (S. Juan Pablo II, Discurso a los jóvenes, Nueva Orleans, 12 septiembre 1987).
2. Y esto nos conduce al segundo punto de reflexión: el don. Ciertamente, nunca como en el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor, y que por eso es, ante todo, un don que hemos de acoger y cultivar, permaneciendo “fieles a la fidelidad de Dios”, según la hermosa expresión de Madeleine Delbrêl (cf. La speranza è una luce nella notte, Ciudad del Vaticano 2024, Prefacio).
Por lo demás, sólo en la resurrección de Cristo nuestros destinos encuentran su lugar en el horizonte infinito de la eternidad. Sólo de su Pascua nos viene la certeza de que nada, «ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios» (Rm 8,38-39). Y de esta “gran esperanza” deriva cualquier otro rayo de luz que nos permite superar las pruebas y los obstáculos de la vida (cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, 27.31). No sólo eso, sino que el Resucitado también camina con nosotros, haciéndose nuestro compañero de viaje, como con los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-53). Como ellos, también nosotros podemos compartir con Él nuestro desconcierto, nuestras preocupaciones y nuestras desilusiones, podemos escuchar su Palabra que nos ilumina y hace arder nuestro corazón, y nos permite reconocerlo presente en la fracción del Pan, vislumbrando en ese estar con nosotros, aun en los límites del presente, ese “más allá” que al acercarse nos devuelve valentía y confianza.
3. Y llegamos así al tercer aspecto, el del compartir. Los lugares donde se sufre son a menudo lugares de intercambio, de enriquecimiento mutuo. ¡Cuántas veces, junto al lecho de un enfermo, se aprende a esperar! ¡Cuántas veces, estando cerca de quien sufre, se aprende a creer! ¡Cuántas veces, inclinándose ante el necesitado, se descubre el amor! Es decir, nos damos cuenta de que somos “ángeles” de esperanza, mensajeros de Dios, los unos para los otros, todos juntos: enfermos, médicos, enfermeros, familiares, amigos, sacerdotes, religiosos y religiosas; y allí donde estemos: en la familia, en los dispensarios, en las residencias de ancianos, en los hospitales y en las clínicas.
Y es importante saber descubrir la belleza y la magnitud de estos encuentros de gracia y aprender a escribirlos en el alma para no olvidarlos; conservar en el corazón la sonrisa amable de un agente sanitario, la mirada agradecida y confiada de un paciente, el rostro comprensivo y atento de un médico o de un voluntario, el semblante expectante e inquieto de un cónyuge, de un hijo, de un nieto o de un amigo entrañable. Son todas luces que atesorar pues, aun en la oscuridad de la prueba, no sólo dan fuerza, sino que enseñan el sabor verdadero de la vida, en el amor y la proximidad (cf. Lc 10,25-37).
Queridos enfermos, queridos hermanos y hermanas que asisten a los que sufren, en este Jubileo ustedes tienen más que nunca un rol especial. Su caminar juntos, en efecto, es un signo para todos, «un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza» (Bula Spes non confundit, 11), cuya voz va mucho más allá de las habitaciones y las camas de los sanatorios donde se encuentren, estimulando y animando en la caridad “el concierto de toda la sociedad” (cf. ibíd.), en una armonía a veces difícil de realizar, pero precisamente por eso, muy dulce y fuerte, capaz de llevar luz y calor allí donde más se necesita.
Toda la Iglesia les está agradecida. También yo lo estoy y rezo por ustedes encomendándolos a María, Salud de los enfermos, por medio de las palabras con las que tantos hermanos y hermanas se han dirigido a ella en las dificultades:
no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!”
Los bendigo, junto con sus familias y demás seres queridos, y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí.
Roma, San Juan de Letrán, 14 de enero de 2025.
Francisco
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"Por las vocaciones al sacerdocioy la vida religiosa"(Febrero 2025)
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En el quinto capítulo del programa 'Eméritos' de TRECE TV, D. José Vilaplana, nuestro obispo emérito, ha repasado toda una vida al servicio de la Iglesia y cómo es su día a día en su pueblo natal, Benimarfull, en Alicante
12 de febrero, aniversario de la Dedicaciónde la Santa Iglesia Catedral
El 12 de febrero de 1977, el Obispo Monseñor Rafael González Moralejo consagró el altar y dedicó solemnemente la Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Merced, tras las obras de restauración llevadas a cabo a raíz de los problemas surgidos con motivo del seísmo de febrero de 1969.Comunicado oficial del Obispado de Huelva en relación a los cursos pre-bendiciónde la parroquia de San Pablo de Huelva
Ante la información publicada por la parroquia de San Pablo de Huelva y otros medios de comunicación, el Obispado de Huelva desea aclarar lo siguiente
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SANTORAL DE HOY
Elogio: Nuestra Señora la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, cerca de la población de Lourdes, en Francia, y, desde entonces, aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.
Refieren a este santo: Santa María Bernarda Soubirous.
Elogio: Nuestra Señora la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, cerca de la población de Lourdes, en Francia, y, desde entonces, aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.
Refieren a este santo: Santa María Bernarda Soubirous.
Santa Soteris, virgen y mártir
En Roma, en la vía Apia, en el cementerio que lleva su nombre, santa Soteris, virgen y mártir, que, como relata san Ambrosio, renunciando por causa de la fe a la nobleza y a los honores de su familia, no se prestó a inmolar a los ídolos, ni se dejó vencer por humillantes injurias, ni temió morir herida por una espada.
Santos Mártires de Numidia
Conmemoración de los numerosos santos mártires apresados en Numidia, durante la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano, que fueron víctimas de crueles suplicios por no querer entregar las Sagradas Escrituras, conforme al edicto del emperador.
San Castrense, mártir
En Volturno, en la Campania, san Castrense, mártir.
San Secundino de Apulia, obispo
En Apulia, san Secundino, obispo.
San Severino de Agaune, abad
En Chateâu-Laudon, en la Galia, san Severino, abad del monasterio de Agaune.
San Gregorio II, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura de san Gregorio II, papa, el cual, en los difíciles tiempos bajo el emperador León Isáurico, trabajó en defensa de la Iglesia y del culto de las sagradas imágenes, y envió a san Bonifacio por tierras de Germania a predicar el Evangelio.
San Pascual I, papa
También en Roma, memoria de san Pascual I, papa, que, llevado por la devoción, trasladó muchos cuerpos de mártires desde las catacumbas a distintas iglesias de la ciudad.
San Ardano, abad
En Borgoña, san Ardano, abad de Tournus.
San Pedro de Jesús Maldonado Lucero, presbítero y mártir
En Chihuahua, en México, san Pedro de Jesús Maldonado Lucero, presbítero y mártir, que, arrestado durante la persecución contra la Iglesia mientras administraba el sacramento de la Eucaristía, alcanzó el triunfo del martirio al ser golpeado mortalmente en la cabeza.
Beato Tobías Borrás Romeu, religioso y mártir
En Vinarós, en la región de Valencia, en España, beato Tobías (Francisco) Borrás Romeu, religioso de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios y mártir, que durante la persecución religiosa consumó su glorioso sacrificio.
Santa Soteris, virgen y mártir
En Roma, en la vía Apia, en el cementerio que lleva su nombre, santa Soteris, virgen y mártir, que, como relata san Ambrosio, renunciando por causa de la fe a la nobleza y a los honores de su familia, no se prestó a inmolar a los ídolos, ni se dejó vencer por humillantes injurias, ni temió morir herida por una espada.
Santos Mártires de Numidia
Conmemoración de los numerosos santos mártires apresados en Numidia, durante la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano, que fueron víctimas de crueles suplicios por no querer entregar las Sagradas Escrituras, conforme al edicto del emperador.
San Castrense, mártir
En Volturno, en la Campania, san Castrense, mártir.
San Secundino de Apulia, obispo
En Apulia, san Secundino, obispo.
San Severino de Agaune, abad
En Chateâu-Laudon, en la Galia, san Severino, abad del monasterio de Agaune.
San Gregorio II, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura de san Gregorio II, papa, el cual, en los difíciles tiempos bajo el emperador León Isáurico, trabajó en defensa de la Iglesia y del culto de las sagradas imágenes, y envió a san Bonifacio por tierras de Germania a predicar el Evangelio.
San Pascual I, papa
También en Roma, memoria de san Pascual I, papa, que, llevado por la devoción, trasladó muchos cuerpos de mártires desde las catacumbas a distintas iglesias de la ciudad.
San Ardano, abad
En Borgoña, san Ardano, abad de Tournus.
San Pedro de Jesús Maldonado Lucero, presbítero y mártir
En Chihuahua, en México, san Pedro de Jesús Maldonado Lucero, presbítero y mártir, que, arrestado durante la persecución contra la Iglesia mientras administraba el sacramento de la Eucaristía, alcanzó el triunfo del martirio al ser golpeado mortalmente en la cabeza.
Beato Tobías Borrás Romeu, religioso y mártir
En Vinarós, en la región de Valencia, en España, beato Tobías (Francisco) Borrás Romeu, religioso de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios y mártir, que durante la persecución religiosa consumó su glorioso sacrificio.
LITURGIA DE HOY
LITURGIA DE HOY
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Antífona de entrada Sal 94, 6-7Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Oración colectaPROTEGE, Señor, con amor continuo a tu familia,
para que, al apoyarse en la sola esperanza de tu gracia del cielo,
se sienta siempre fortalecida con tu protección.
Por nuestro Señor Jesucristo.
para que, al apoyarse en la sola esperanza de tu gracia del cielo,
se sienta siempre fortalecida con tu protección.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURAHagamos
al hombre a nuestra imagen y semejanza
Lectura
del libro del Génesis 1, 20 — 2, 4aDIJO
Dios:
«Bullan las aguas de seres vivientes, y vuelen los pájaros sobre la tierra
frente al firmamento del cielo».
Y
creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las
aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus
especies.
Y vio
Dios que era bueno.
Luego
los bendijo Dios, diciendo:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las aves se
multipliquen en la tierra».
Pasó
una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
Dijo
Dios:
«Produzca la tierra seres vivientes según sus especies: ganados, reptiles y
fieras según sus especies».
Y así
fue.
E
hizo Dios las fieras según sus especies, los ganados según sus especies y los
reptiles según sus especies.
Y vio
Dios que era bueno.
Dijo
Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar,
las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».
Y
creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los
creó.
Dios
los bendijo; y les dijo Dios:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces
del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la
tierra».
Y
dijo Dios:
«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie
de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de
alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la
tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo
ser que respira».
Y así
fue.
Vio
Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Pasó
una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
Así
quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo.
Y
habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo
de toda la obra que había hecho.
Y
bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de toda la
obra que Dios había hecho cuando creó.
Esta
es la historia del cielo y de la tierra cuando fueron creados.Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial Sal 8, 4-5. 6-7. 8-9 (R: 2ab)R/. ¡Señor,
Dios nuestro,
qué
admirable es tu nombre en toda la tierra!V/. Cuando
contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la
luna y las estrellas que has creado.
¿Qué
es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser
humano, para mirar por él? R/.V/. Lo
hiciste poco inferior a los ángeles,
lo
coronaste de gloria y dignidad;
le
diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo
lo sometiste bajo sus pies. R/.V/. Rebaños
de ovejas y toros,
y
hasta las bestias del campo,
las
aves del cielo, los peces del mar
que
trazan sendas por el mar. R/.
Aleluya
Sal 118, 36a. 29bR/. Aleluya,
aleluya, aleluya.V/. Inclina
mi corazón, oh, Dios, a tus preceptos;
y
dame la gracia de tu ley. R/.
EVANGELIODejáis
o un lado el mandamiento de Diospara aferraros a la tradición de los hombres
✠Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13EN
AQUEL TIEMPO, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas
venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras,
es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no
comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición
de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se
aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los
fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y
comen el pan con manos impuras?».
Él
les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío,
porque la doctrina que enseñan
son preceptos humanos”.
Dejáis
a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Y
añadió:
«Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo:
“Honra a tu padre y a tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es
reo de muerte”. Pero vosotros decís: “Si uno le dice al padre o a la madre: los
bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada”, ya no
le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de
Dios con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas
semejantes».Palabra
del Señor.
«Bullan las aguas de seres vivientes, y vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo».
Y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus especies.
Y vio Dios que era bueno.
Luego los bendijo Dios, diciendo:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
Dijo Dios:
«Produzca la tierra seres vivientes según sus especies: ganados, reptiles y fieras según sus especies».
Y así fue.
E hizo Dios las fieras según sus especies, los ganados según sus especies y los reptiles según sus especies.
Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
Dios los bendijo; y les dijo Dios:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».
Y dijo Dios:
«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira».
Y así fue.
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
Así quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo.
Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho.
Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de toda la obra que Dios había hecho cuando creó.
Esta es la historia del cielo y de la tierra cuando fueron creados.
Salmo responsorial Sal 8, 4-5. 6-7. 8-9 (R: 2ab)
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? R/.
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies. R/.
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar
que trazan sendas por el mar. R/.
Aleluya Sal 118, 36a. 29b
y dame la gracia de tu ley. R/.
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío,
porque la doctrina que enseñan
son preceptos humanos”.
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Y añadió:
«Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte”. Pero vosotros decís: “Si uno le dice al padre o a la madre: los bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada”, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las ofrendas
SEÑOR y Dios nuestro,que has creado estos donescomo remedio eficaz de nuestra debilidad,concédenos que sean también para nosotrossacramento de vida eterna.Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio del Canon IIEl misterio de la salvación en cristo77. Este prefacio, tomado de la Plegaria eucarística II, se dice en las misas que carecen de prefacio propio y no deben tomar un prefacio del tiempo.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.Por él, que es tu palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.Por eso,
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:Santo, Santo, Santo...
77. Este prefacio, tomado de la Plegaria eucarística II, se dice en las misas que carecen de prefacio propio y no deben tomar un prefacio del tiempo.
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
Antífona de comunión Sal 106, 8-9
Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos y a los hambrientos los colmó de bienes.
O bien: Mt 5, 5-6
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Oración después de la comunión
OH, Dios, que has querido hacernos partícipesde un mismo pan y de un mismo cáliz,concédenos vivir de tal modo que,unidos en Cristo,fructifiquemos con gozopara la salvación del mundo.Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«[Es tarea de los hijos de Dios] procurar que todos los hombres entren a gusto en las redes divinas y se amen unos a otros (…). Acompañemos a Cristo en esta pesca divina» (San Josemaría).
«Quien confiesa a Jesús sabe que en la vida no puede acomodarse en el bienestar, sino que tiene que correr el riesgo de ir mar adentro» (Francisco).
«Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre descubre su pequeñez (…). Ante los signos divinos que Jesús realiza, Pedro exclama: ‘Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador’ (Lc 5,8)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 208).
* * * * *
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Misa de la memoria:
11 de febrero
Nuestra
Señora de Lourdes
La oración colecta es propia. El resto está tomado del común de Santa María Virgen 3.
Antífona de entrada Cf. Jdt 13, 18-19
El Señor Dios altísimo te ha bendecido, Virgen María, entre todas las
mujeres de la tierra, porque ha sido glorificado tu nombre de tal modo que tu
alabanza está siempre en la boca de todos.
Monición de entrada
Conmemoramos hoy a la bienaventurada Virgen María de Lourdes En 1858, cuatro años después de la proclamación del dogma de su Inmaculada Concepción, la Virgen María se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en la gruta de Massabielle, cerca de la población de Lourdes, en Francia. Desde entonces, aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.
Oración colecta
concédenos fortaleza en nuestra debilidad
a cuantos recordamos a la inmaculada Madre de Dios,
para que, con el auxilio de su intercesión,
nos levantemos de nuestros pecados.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas
propias de la memoria de la Virgen de Lourdes:
Lectura del libro del profeta Isaías 66, 10-14c
FESTEJAS a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamaréis a sus pechos
y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias
de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado.
La mano del Señor se manifestará a sus siervos.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL (Jdt 13, 18bcde. 19 [R.: 15, 9d)]
R. Tú eres el orgullo de nuestra raza.
V/. El Altísimo te ha bendecido, hija,
más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito el Señor, Dios,
creador del cielo y tierra. R.
R. Tú eres el orgullo de nuestra raza.
V/. Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo,
que tu alabanza estará siempre en la boca de todos
los que se acuerden de esta obra poderosa de Dios. R.
R. Tú eres el orgullo de nuestra raza.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las ofrendas
te ofrecemos, Señor, el sacrificio de alabanza,
y te pedimos, por este sagrado intercambio,
que se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I del Bienaventurada Virgen MaríaLa maternidad de María
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria
en la veneración de santa María, siempre virgen.
Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo,
y, sin perder la gloria de su virginidad,
derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro.
te adoran las dominaciones,
tiemblan las potestades,
los cielos, sus virtudes y los santos serafines
te celebran unidos en común alegría.
cantando humildemente tu alabanza:
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