16 de febrero - DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)







  DOMINGO DE LA VI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
  Oficio del Sábado de la Semana I del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia   - Sexta Nona Vísperas - Completas)




PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 16 DE FEBRERO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la VI Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la VI Semana del Tiempo Ordinario (a las 12.30 h.).




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ADORACIÓN PERPETUA
DEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO

Parroquia Ntra. Sra. de la Merced
Instituto del Verbo Encarnado
Capilla "San Ignacio de Loyola"
(Manresa, España)


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"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)

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El corto (short) de la semana:





NOTICIAS DE ACTUALIDAD


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NOTICIAS DE ACTUALIDAD




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La Diócesis de Huelva celebra el aniversario de la dedicación de su Catedral

Esta solemnidad subraya la importancia de la Catedral como iglesia madre de todas las parroquias de la diócesis y sede del Obispo, quien preside en la caridad y unidad a toda la comunidad diocesana

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Un enfrentamiento sin precedentes por la expulsión de ilegales.

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SANTORAL DE HOY


Elogio: En la Campania, santa Juliana, virgen y mártir.

Patronazgos: protectora en el parto y en las enfermedades infecciosas.

 

    Santos Elías, Jeremías, Isaías y nueve compañeros, mártires

En Cesarea de Palestina, santos mártires Elías, Jeremías, Isaías, Samuel y Daniel, cristianos egipcios, que, por haber servido a los confesores condenados a las minas, fueron apresados por el prefecto Firmiliano, en tiempo de Galerio Maximiano, y, después de duros tormentos, perecieron decapitados. Tras ellos fueron martirizados Pánfilo, presbítero, Valente, diácono de Jerusalén, y Pablo, oriundo de la ciudad de lamnia, que habían permanecido dos años en la cárcel, así como Porfirio, siervo de Pánfilo, además de Seleuco, capadocio que ostentaba un grado en la milicia, y Teódulo, anciano servidor del prefecto Firmiliano. Finalmente, el capadocio Julián, llegado como peregrino en aquel momento, fue denunciado como cristiano por haber besado los cuerpos de los mártires, y por orden del prefecto lo quemaron a fuego lento.

   San Maruta de Martirópolis, obispo   

En el reino de los persas, san Maruta, obispo, que al establecerse la paz de la Iglesia presidió el concilio de Seleucia, reparó las iglesias destruidas durante la persecución bajo el rey Sapor y colocó las reliquias de los mártires persas en la ciudad episcopal, Talgrit, la cual recibió desde aquella ocasión el nombre de Martirópolis.

   Beata Filipa Mareri, virgen   

En Borgo San Pietro, en el Abruzo, beata Filipa Mareri, virgen, que, despreciando las riquezas y el fasto mundano, abrazó la forma de vida de santa Clara, recientemente establecida en aquella región.

   Beato Nicolás Paglia, religioso presbítero   

En Perusa, de la Umbría, conmemoración del beato Nicolás Paglia, presbítero de la Orden de Predicadores, que recibió de santo Domingo el hábito y la misión de predicar.

   Beato Francisco Tóyama Jintaró, mártir   

En Hiroshima, beato Francisco Tóyama, noble samurai, cuya ejemplar vida cristiana influyó en la conversión de muchos. Por no querer apostatar, murió decapitado en su casa.

   Beato Mariano Arciero, presbítero   

En Nápoles, beato Mariano Arciero, presbítero de la arquidiócesis de Nápoles.

   Beato José Allamano, presbítero y fundador

En Turín, en Italia, beato José Allamano, presbítero, que, lleno de fervor, para propagar la fe cristiana fundó las congregaciones de hombres y de mujeres denominadas Misioneros y Misioneras de la Consolata.


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (C).
- Jer 17, 5-8. Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor.
- Sal 1. R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
- 1 Cor 15, 12. 16-20. Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido.
- Lc 6, 17. 20-26. Bienaventurados los pobres. Ay de vosotros, los ricos.
La fe es confianza de lo que no se ve, y esta confianza genera esperanza en Jesús, el Señor resucitado. Las bienaventuranzas nos ayudan a comprender en qué o en quién de verdad hemos puesto nuestra confianza. Somos llamados a sentir el contraste entre una vida que se mueve solo a ras de tierra y una existencia orientada hacia Dios. Jesús nos pide la pobreza elegida como modo de vida y que se manifiesta en la sencillez, en la búsqueda del bien por encima de cualquier interés personal, en la generosidad, en el saber que se puede vivir con poco, y que el mejor tesoro es el amor de Dios manifestado en Jesús y sus palabras.
® Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 17 de febrero, pág. 166.

RITOS INICIALES 

Monición de entrada
¿En quién tenemos nuestra confianza? ¿En nosotros mismos, en nuestra fuerza, en el dinero y los bienes materiales? (cf. 1 lect.). «Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor» (sal. resp.). «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. […] ¡Ay de vosotros los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo» (Ev.). Ser cristiano supone confiar en Dios por encima de todo, viviendo la pobreza evangélica. En la práctica, esto se traduce en estar más cerca de los pobres, de los que sufren, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales, sabiendo que a Dios no lo vamos a ganar en generosidad. Ese es el camino de los justos, que nos lleva a las fuentes de donde brota la vida verdadera (cf. orac. después de la comunión).

Antífona de entrada Cf. Sal 30, 3-4
Sé la roca de mi refugio, oh, Dios, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y aliméntame.


Se dice Gloria.


Oración colecta
OH, Dios, que prometiste permanecer
en los rectos y sencillos de corazón,
concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera
que te dignes habitar en nosotros.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor

Lectura del libro de Jeremías 17, 5-8

ASÍ DICE el Señor:
-«Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto».

Palabra de Dios.


Salmo responsorial Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6
R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
V/. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos;
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
V/. Será como un árbol plantado
al borde de la acequia:
da fruto en su sazón, y no se marchitan sus hojas
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
 
SEGUNDA LECTURA
Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios 15, 12. 16-20
HERMANOS:
Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que decía alguno que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo, se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Palabra de Dios.

Aleluya Lc 6, 23ab
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Alegraos y saltad de gozo —dice el Señor—,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo. R.

EVANGELIO
Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26

EN AQUEL TIEMPO, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
- «Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo!.

¡Ay de vosotros los que estáis saciados, porque tendréis hambre!.

¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas».

Palabra del Señor.


DOMINGO DE LA VI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

Hermosas expresiones las del profeta Jeremías (primera lectura) señalando como dos polos opuestos: Maldito quien confía en el hombre... Será como cardo en la estepa y Bendito quien confía en el Señor... Será como un árbol plantado junto al agua.

La misma idea e imágenes se repiten en el salmo: Un árbol plantado al borde de la acequia... o paja que arrebata el viento.

Con imágenes y expresiones distintas vuelve el tema en el Evangelio: Dichosos... y ¡Ay de vosotros...!

Ordenar nuestra vida según Dios u ordenarla con criterios humanos; perspectiva sólo de tiempo y sin fe o perspectiva con fe y visión de eternidad.

En definitiva: organizar la vida con criterios meramente humanos o con criterios sobrenaturales.

Las apariencias confunden constantemente a quienes se fían de ellas y no profundizan para actuar, como dirá Jesús a Pedro: ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! (Mat. 16-23)

Veamos un fragmento del tema El camino de la vida (Opúsculo nº 13) del libro de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, Luz en la noche. El misterio de la fe dado en sabiduría amorosa:

¡Qué extraña es mi vida...! Hoy me ha sido descubierto en un momento un camino rápido, breve, por el que todos los hombres corríamos velozmente. Todos a un mismo paso; ninguno, aunque quisiera, se podía rezagar: son los días de la vida. Ninguno íbamos más ligeros ni más despacio; todos en una misma velocidad, en una marcha simultánea y además en una marcha que era vertiginosa y, por lo tanto, pronto daría con su fin.

Pero en esta marcha unos se van refregando y ensuciando en el lodazal del mundo: «nubes sin agua arrastradas por los vientos; árboles otoñales sin fruto, dos veces muertos, desarraigados; olas bravas del mar, que arrojan la espuma de sus impurezas; astros errantes, a los cuales está reservado el Abismo tenebroso para siempre»8 ; y que, al llegar al término y encontrarse con el Abismo que les separa de su fin, en su alocada y desconcertante carrera, caen de improviso en ese Abismo tenebroso e insondable de terrible amargura y desesperación eterna, sin detenerse a reflexionar.

Mientras que los segundos, que van con sus alas extendidas sin mancharse en el lodazal, siguen adelante por encima del Abismo, lo pasan, lo cruzan velozmente dejándolo atrás, porque caminan impelidos por la voz del Amor Infinito que, colgado en el Abismo, clavado entre Dios y los hombres, les reclama: «Venid a mí». Y con Él y por Él se introducen en la mansión de la Luz, de la Vida y del Amor...

También hay unos terceros que, parándose en seco al borde del Abismo, están a tiempo de reflexionar.

Todos corremos a una misma velocidad, aunque no todos llegaremos a un mismo término, a pesar de que el término que Dios quiso para todos es el mismo; pero no lo pueden conseguir sino aquellos que, viviendo de lo sobrenatural mediante la vida de la gracia y bajo el ímpetu del Espíritu Santo, tienen alas, y alas de águilas reales, que les hacen capaces de franquear el insondable Abismo que existe entre la Vida y la muerte, entre la tierra y el Cielo.

¡Extraña concepción de la vida la que hoy, en un momento, he descubierto...! ¡Extraña intuición que me ha enseñado nuevamente lo fugaz de las cosas, el modo apresurado en que se desliza todo, y la necesidad de buscar sólo a Dios para franquear triunfantemente en conquista de gloria el Abismo que se antepone a la Luz.

Abismo cortado en seco, inmensamente profundo, ¡tanto, que no se le ve el fin!; por lo que sólo con alas inmensas de águila podrá ser atravesado.

Oigo carcajadas en la lejanía... carrera en tropel... camino de vida... Porque es el camino de la vida por el que vamos todos, porque es el destierro el camino que nos lleva a la Vida, por el cual no todos van de la misma manera, aunque sí todos corremos a la misma velocidad...

¡Son alas de águila las que necesita mi corazón dolorido, para correr al encuentro del Amor...! Pero oigo, en el caminar de mi vertiginosa peregrinación, carcajadas burlonas de desprecio e incomprensión, que me hacen estremecer, ante cuanto se ha descubierto hoy a mi mirada espiritual, en lo más profundo de la médula del alma.

¡Qué corto es el camino...! ¡Qué cerca está el Abismo...! ¡Qué infranqueable sin alas de águila...! Y las alas sólo el amor, el sacrificio, la renuncia y la vida de fe, esperanza y caridad, los Sacramentos con los dones y frutos del Espíritu Santo, son capaces de dárnoslas; alas de águila que nos lleven a la esperanzadora luz del Amor:

[...]

¡Qué corto es el camino...! ¡Qué velocidad la de sus caminantes...! ¡Qué insensatez la de la inmensa mayoría de los que por él caminan...!

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8 Jds 12b-13.


Se dice Credo.


Oración de los fieles

Oremos al Señor, nuestro Dios. Dichosos los que ponen su confianza en él.

- Por los que en la Iglesia dedican su vida al servicio de los más necesitados, para que su dicha y abnegación sirva de estímulo. Roguemos al Señor.

- Por los que acumulan riqueza, insensibles al mundo de la pobreza, para que al menos sepan que los pobres están a la puerta y aguardan las migajas de su banquete. Roguemos al Señor.

- Por los pobres, los que pasan hambre, los que lloran, los despreciados, para que puedan entender las Bienaventuranzas. Roguemos al Señor.

- Por nosotros, aquí reunidos, para que no caigamos en la tentación de confiar en el dinero como supremo valor. Roguemos al Señor.


Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo,
que pone su confianza en ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas

SEÑOR, que esta oblación
nos purifique y nos renueve,
y sea causa de eterna recompensa
para los que cumplen tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio del Canon II
El misterio de la salvación en Cristo

77. Este prefacio, tomado de la Plegaria eucarística II, se dice en las misas que carecen de prefacio propio y no deben tomar un prefacio del tiempo.


En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión Cf. Sal 77, 29-30
Comieron y se hartaron, así el Señor satisfizo su avidez; no los defraudó según su deseo.
 O bien: Jn 3,16
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Oración después de la comunión
ALIMENTADOS con las delicias del cielo,
te pedimos, Señor,
que procuremos siempre
aquello que nos asegura la vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«La Misericordia quiere que seas misericordioso, la Justicia desea que seas justo, pues el Creador quiere verse reflejado en su criatura, y Dios quiere ver reproducida su imagen en el espejo del corazón humano» (San León Magno)

«El Sermón de la montaña está dirigido a todo el mundo, en el presente y en el futuro, y sólo se puede entender y vivir siguiendo a Jesús, caminando con Él» (Benedicto XVI)

«La bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas: nos invita a purificar nuestro corazón de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.723).


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