20 de julio - DOMINGO DE LA XVI SEMANA DEL TIEMO ORDINARIO (CICLO C)

 




 DOMINGO DE LA XVI SEMANA DEL TIEMO ORDINARIO (CICLO C)
 Oficio del Domingo de la Semana IV del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo III: Oficio de Lecturas Laudes Tercia - Sexta - Nona Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 20 DE JULIO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la XVI Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la XVI Semana del Tiempo Ordinario  (a las 12.30 h.).


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ADORACIÓN PERPETUA

DEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO

Parroquia Ntra. Sra. de la Merced
Instituto del Verbo Encarnado
Capilla "San Ignacio de Loyola"
(Manresa, España)



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Homilía del Domingo XV del T.O.,

(20.07.2025)








Alfonso López Quintás

«Sentimos que estamos solos»: el clamor de un sacerdote sirio ante una persecución permanente

Jorge López Teulón

Santiago Martín

VIVE DE CRISTO®Dominicas de Lerma

Proyecto Amor Conyugal


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José María Carrera Hurtado

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José María Carrera Hurtado
José María Carrera Hurtado

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José María Carrera Hurtado

Pablo J. Ginés
Germán Masserdotti

C.L.
José María Carrera Hurtado
C.L.

Pablo J. Ginés / CariFilii
Jesús M.C.

José María Carrera Hurtado
Cardenal Fernando Chomali


SANTORAL DE HOY

Elogio: San Apolinar, obispo, que, al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, donde pasó al banquete eterno el día veintitrés de julio.

Patronazgos: patrono de Rávena y de otras ciudades europeas, de los fabricantes de agujas; protector contra los cálculos biliares y renales, gota, enfermedades venéreas y epilepsia.

Refieren a este santo: San Eleucadio de Ravena.

Oración

Conduce, Señor, a tus fieles por el camino de la eterna salvación, que tu obispo san Apolinar enseñó con su doctrina y martirio, y haz que, perseverando en tus mandamientos, merezcamos ser coronados con él. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).


Para ver el video, pincha aquí

Elogio: Conmemoración de san Elías Tesbita, profeta del Señor en tiempo de Ajab y Ococías, reyes de Israel, que defendió los derechos del único Dios ante el pueblo infiel a su Señor, con tal valor que prefiguró no sólo a Juan Bautista, sino al mismo Cristo. No dejó oráculos escritos, pero se le ha recordado siempre fielmente, sobre todo en el monte Carmelo.

Patronazgos: patrono de los vuelos, de los conductores, y protector contra la tempestad y el fuego.

 

San José Bársabas, santo del NT

Conmemoración del bienaventurado José, llamado «Bársabas» y por sobrenombre «el Justo», discípulo de Cristo, a quien, junto con san Matías, los seguidores del Señor presentaron a los apóstoles para que uno de ellos desempeñase la misión apostólica en sustitución de Judas. Aunque la elección recayó en Matías, también José sirvió al Señor con su predicación y santidad.

Santa Marina o Margarita, virgen y mártir

En Antioquía de Pisidia, santa Marina o Margarita, que es tradición que consagró su cuerpo a Cristo en la virginidad y en el martirio.

San Frumencio de Aksum, obispo

En Etiopía, san Frumencio, obispo, que, habiendo sido hecho prisionero, vivió primero como esclavo, y después, ordenado obispo por san Atanasio, propagó el Evangelio en esta región.

San Aurelio de Cartago, obispo

En Cartago, san Aurelio, obispo, firmísimo pilar de la Iglesia, que protegió a sus fieles para que no se dejasen arrastrar por las costumbres paganas y colocó su sede episcopal en el mismo lugar donde primero se encontraba una estatua de la diosa del cielo.

San Vulmaro, abad y presbítero

En la región de Boulogne, en la Galia, san Vulmaro, presbítero, que, siendo humilde pastor, interesado en instruirse adquirió una buena formación y fue ordenado sacerdote, tras lo cual se retiró en un eremo siguiendo las costumbres de los antiguos padres, y finalmente, en Hautmont, en el Hainaut, en los bosques de su patria, fundó dos monasterios, uno de monjes y otro de vírgenes.

San Pablo de Córdoba, diácono y mártir

En Córdoba, ciudad de la región hispánica de Andalucía, san Pablo, diácono y mártir, que, aleccionado con el ejemplo y la palabra de san Sisenando, no temió reprochar a los príncipes y dignatarios sarracenos la falsedad de su culto, y fue muerto por haber confesando a Cristo como verdadero Dios.

Beato Bernardo de Hildesheim, obispo

En Hildesheim, ciudad de Sajonia, en Germania, beato Bernardo, obispo, que, pese a ser ciego, rigió en paz su Iglesia durante veintitrés años.

Santos Magdalena Yi Yong-hui y siete compañeros, mártires

En la ciudad de Seúl, en Corea, santas Magdalena Yi Yong-hui, Teresa Yi Mae-im, Marta Kim Song-im, Lucía Kim, Rosa Kim y Ana Kim Chang-gum, María Won Kwi-im, virgen, y san Juan Bautista Yi Kwangnyol, todos ellos mártires.

San José María Díaz Sanjurjo, obispo y mártir

En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, san José María Díaz Sanjurjo, obispo, de la Orden de Predicadores y mártir, que durante la persecución ordenada por el emperador Tu Duc, fue condenado a muerte por quienes odiaban la fe cristiana.

Santos León Ignacio Mangin, Pablo Denn y María Zhou Wuzhi, presbíteros y mártires

En Zhoujiahe, aldea cercana a la ciudad de Yingxian, en la provincia de Hebei, en China, pasión de los santos León Ignacio Mangin y Pablo Denn, presbíteros de la Orden de la Compañía de Jesús, los cuales, en la persecución desencadenada por los Yihetuan, fueron atravesados con lanzas ante el altar, cuando estaban dando ánimo a los fieles. Con ellos fue asesinada santa María Zhou Wuzhi, que intentaba proteger con su cuerpo al celebrante san León.

San Pedro Zhou Rixin, mártir

En el pueblo de Lujiazhuang, cerca también de Yingxian, en la misma provincia china de Hebei, san Pedro Zhou Rixin, mártir, que en la misma persecución por los Yihetuan, ante el prefecto que le exigía abjurar, afirmó que no podía renegar del Dios Creador del mundo, por lo que fue decapitado.

Santa María Fu Guilin, catequista mártir

En el lugar de Daliucun, en Wuyi, de nuevo en la provincia china de Hebei, santa María Fu Guilin, maestra, que, nuevamente en la misma persecución, fue entregada a los enemigos del Evangelio y decapitada mientras invocaba a nuestro Salvador Jesucristo.

Santas María Zhao Gouzhi, Rosa Zhao y María Zhao, mártires

En el pueblo de Wuqiao Zhaojia, igualmente en Hebei, conmemoración de santa María Zhao Gouzhi y de sus hijas Rosa Zhao y María Zhao, que en la citada persecución, para no ser violadas se arrojaron a un pozo, pero sacadas de él consumaron el martirio.

San Xi Guizi, mártir

En el lugar de Dechao, también en la provincia china de Hebei, conmemoración de san Xi Guizi, mártir, que, cuando aún no era más que catecúmeno, ante una multitud desaforada se confesó cristiano y, herido de muerte, fue bautizado con su propia sangre.

Beatas Rita Dolores del Corazón de Jesús Pujalte y Sánchez, y Francisca del Corazón de Jesús Aldea Araujo, vírgenes y mártires

En Madrid, en España, beatas Rita Dolores del Corazón de Jesús Pujalte y Sánchez, y Francisca del Sagrado Corazón de Jesús Aldea Araujo, vírgenes del Instituto de Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús y mártires, las cuales, durante la guerra, fueron hechas prisioneras en la capilla del colegio por los enemigos de la Iglesia y fusiladas poco después, cuando las trasladaban a otro lugar.

Beato Luis Novarese, presbítero y fundador

En Rocca Priora, Roma, beato Luis Novarese, presbítero y fundador de la congregación de los Silenciosos Obreros de la Cruz.


LITURGIA DE HOY 

Misa del Domingo (verde).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.

LECC.: vol. I (C).

- Gen 18, 1-10a. Señor, no pases de largo junto a tu siervo.

- Sal 14. R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

- Col 1, 24-28. El misterio escondido desde siglos, revelado ahora a los santos.

- Lc 10, 38-42. Marta lo recibió. María ha escogido la parte mejor.

La escucha de la Palabra está antes que cualquier otra actividad, pues, si no escuchamos, el trabajo misionero se convierte en un activismo nervioso, que quiere hacer muchas cosas, pero que no se centra en lo importante. La oposición no está entre vida activa y comprometida y vida contemplativa, sino entre escuchar y no escuchar. No olvidemos que la gran novedad de esta escena es que una mujer escucha a Jesús como discípula. Para Jesús el discipulado es también para las mujeres, y este evangelista lo recuerda más veces. María de Betania nos recuerda lo más importante que tenemos que hacer cada día: escucharlo a él, si no, ¿qué vamos a decir?

- Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 21 de julio, pág. 434.

CALENDARIOS: Carmelitas: San Elías, profeta (S).

Tui-Vigo: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Antonio José Valín Valdés, obispo (2024).


RITOS INICIALES

Antífona de entrada Sal 53, 6. 8
Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario dando gracias a tu nombre, que es bueno.

Oración colecta
MUÉSTRATE propicio con tus siervos, Señor,
y multiplica compasivo los dones de tu gracia sobre ellos,
para que, encendidos de fe, esperanza y caridad,
perseveren siempre, con observancia atenta, en tus mandatos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA 

PRIMERA LECTURA
Señor, no pases de largo junto a tu siervo
Lectura del libro del Génesis 18, 1-10a
EN AQUELLOS DÍAS, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:
«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de
pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».
Contestaron:
«Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».
Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron:
«Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó:
«Aquí, en la tienda».
Y uno añadió:
«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».
Palabra de Dios.
 
SALMO RESPONSORIAL (Sal 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5 [R.: 1b])
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V. El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V. El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V. El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
 
 
SEGUNDA LECTURA
El misterio escondido desde siglos, revelado ahora a los santos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 24-28
HERMANOS:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.
Palabra de Dios.
 
Aleluya Cf. Lc 8, 15
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia. R.

EVANGELIO
Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
EN AQUEL TIEMPO, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor.

Papa Francisco
ÁNGELUS, Domingo, 21 de julio de 2019
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el pasaje de este domingo, el evangelista Lucas narra la visita de Jesús a la casa de Marta y María, las hermanas de Lázaro (cf. Lc 10,38-42). Lo reciben, y María se sienta a sus pies para escucharlo; deja lo que estaba haciendo para estar cerca de Jesús: no quiere perderse ninguna de sus palabras. Todo debe dejarse de lado porque, cuando Él viene a visitarnos en nuestra vida, su presencia y su palabra vienen antes que todo. El Señor siempre nos sorprende: cuando empezamos a escucharlo realmente, las nubes se desvanecen, las dudas dan paso a la verdad, los miedos a la serenidad y las diferentes situaciones de la vida encuentran el lugar que les corresponde. El Señor siempre, cuando viene, arregla las cosas, incluso para nosotros.
En esta escena de María de Betania a los pies de Jesús, san Lucas muestra la actitud orante del creyente, que sabe cómo permanecer en la presencia del Maestro para escucharlo y estar en sintonía con Él. Se trata de hacer una parada durante el día, de recogerse en silencio, unos minutos, para dejar espacio al Señor que “pasa” y encontrar el valor de quedarse un poco “a solas” con Él, para volver luego, con serenidad y eficacia, a las cosas cotidianas. Elogiando el comportamiento de María, que «eligió la parte buena» (v. 42), Jesús parece repetirnos a cada uno de nosotros: “No te dejes llevar por las cosas que hacer; escucha antes que nada la voz del Señor, para desempeñar bien las tareas que la vida te asigna”.
Luego está la otra hermana, Marta. san Lucas dice que fue ella la que hospedó a Jesús (cf. v. 38). Tal vez Marta era la mayor de las dos hermanas, no lo sabemos, pero ciertamente aquella mujer tenía el carisma de la hospitalidad. Efectivamente, mientras María escucha a Jesús, ella está totalmente ocupada con otros quehaceres. Por eso, Jesús le dice: «Marta, Marta, te afanas y preocupas por muchas cosas» (v. 41). Con estas palabras, ciertamente no pretende condenar la actitud del servicio, sino más bien la ansiedad con la que a veces se vive. También nosotros compartimos las preocupaciones de santa Marta y, siguiendo su ejemplo, nos proponemos asegurarnos de que, en nuestras familias y en nuestras comunidades, vivamos el sentido de aceptación, de fraternidad, para que todos puedan sentirse “como en casa”, especialmente los pequeños y los pobres cuando llaman a la puerta.
El Evangelio de hoy nos recuerda, pues que la sabiduría del corazón reside precisamente en saber conjugar estos dos elementos: la contemplación y la acción. Marta y María nos muestran el camino. Si queremos disfrutar de la vida con alegría, debemos aunar estas dos actitudes: por un lado, el “estar a los pies” de Jesús, para escucharlo mientras nos revela el secreto de cada cosa; por otro, ser diligentes y estar listos para la hospitalidad, cuando Él pasa y llama a nuestra puerta, con el rostro de un amigo que necesita un momento de descanso y fraternidad. Hace falta esta hospitalidad.
¡Qué María Santísima, Madre de la Iglesia, nos conceda la gracia de amar y servir a Dios y a nuestros hermanos con las manos de Marta y el corazón de María, para que permaneciendo siempre a la escucha de Cristo podamos ser artesanos de paz y de esperanza! Y esto es interesante: con estas dos actitudes seremos artesanos de paz y de esperanza.
 
ÁNGELUS, Domingo 17 de julio de 2016
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy el evangelista Lucas habla de Jesús que, mientras está de camino hacia Jerusalén, entra en un pueblo y es acogido en casa de las hermanas Marta y María (cf. Lc 10, 38-42). Ambas ofrecen acogida al Señor, pero lo hacen de modo diverso. María se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra (cf. v. 39), en cambio Marta estaba totalmente absorbida por las cosas que tiene que preparar; y en esto le dice a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo. Dile, pues, que me ayude» (v. 40). Y Jesús le responde «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (vv. 41-42).
En su obrar hacendoso y de trabajo, Marta corre el riesgo de olvidar —y este es el problema— lo más importante, es decir, la presencia del huésped. Y al huésped no se le sirve, nutre y atiende de cualquier manera. Es necesario, sobre todo, que se le escuche. Recuerden bien esta palabra: escuchar. Porque al huésped se le acoge como persona, con su historia, su corazón rico de sentimientos y pensamientos, de modo que pueda sentirse verdaderamente en familia. Pero si tú acoges a un huésped en tu casa y continúas haciendo cosas, le haces sentarse ahí, mudo él y mudo tú, es como si fuera de piedra: el huésped de piedra. No. Al huésped se le escucha. Ciertamente, la respuesta que Jesús da a Marta —cuando le dice que una sola es la cosa de la que tiene necesidad— encuentra su pleno significado en referencia a la escucha de la palabra de Jesús mismo, esa palabra que ilumina y sostiene todo lo que somos y hacemos. Si nosotros vamos a rezar —por ejemplo— ante el Crucifijo, y hablamos, hablamos, hablamos y después nos vamos, no escuchamos a Jesús. No dejamos que Él hable a nuestro corazón. Escuchar: esta es la palabra clave. No lo olviden. Y no debemos olvidar que en la casa de Marta y María, Jesús, antes que ser Señor y Maestro, es peregrino y huésped. Por lo tanto, la respuesta tiene este primer y más importante significado: «Marta, Marta, ¿por qué te afanas tanto en hacer cosas para el huésped hasta olvidar su presencia? —El huésped de piedra— Para acogerlo no son necesarias muchas cosas; es más, necesaria es una cosa sola: escucharlo —he aquí la palabra: escucharlo—, demostrarle una actitud fraterna, de modo que se dé cuenta de que se está en familia, y no en una «hospitalización provisional».
Así entendida, la hospitalidad, que es una de las obras de misericordia, aparece verdaderamente como una virtud humana y cristiana, una virtud que en el mundo de hoy corre el riesgo de ser descuidada. En efecto, se multiplican los hospicios y asilos, pero no siempre en estos ambientes se practica una hospitalidad real. Se da vida a muchas instituciones que atienden distintas formas de enfermedad, de soledad, de marginación, pero disminuye la probabilidad para quien es extranjero, refugiado, inmigrante, de escuchar esa dolorosa historia. Incluso en la propia casa, entre los propios familiares puede suceder que encuentren fácilmente servicios y curas de varios tipos más que de escucha y acogida. Hoy estamos absorbidos por el frenesí, por tantos problemas —algunos de los cuales no resultan importantes— que carecemos de la capacidad de escuchar. Y yo quisiera preguntarles, hacerles una pregunta, cada uno responda en el propio corazón: tú, marido, ¿tienes tiempo para escuchar a tu mujer? Y tú, mujer, ¿tienes tiempo para escuchar a tu marido? Ustedes padres, ¿tienen tiempo que «perder» para escuchar a sus hijos, o a sus abuelos y a los ancianos? —«Pero los abuelos dicen siempre las mismas cosas, son aburridos...»— Pero tienen necesidad de ser escuchados. Escuchar. Les pido que aprendan a escuchar y a dedicarse más tiempo entre ustedes. En la capacidad de escucha está la raíz de la paz.
La Virgen María, Madre de la escucha y del servicio atento, nos enseña a ser acogedores y hospitalarios hacia nuestros hermanos y hermanas.
 
Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Castelgandolfo, Domingo 18 de julio de 2010
Queridos hermanos y hermanas:
Estamos ya en pleno verano, al menos en el hemisferio boreal. Es el tiempo en el que cierran las escuelas y se concentran la mayor parte de las vacaciones. También las actividades pastorales de las parroquias se reducen y yo mismo he suspendido las audiencias por un período. Es por lo tanto un momento favorable para dar el primer lugar a lo que efectivamente es más importante en la vida, o sea, la escucha de la Palabra del Señor. Así lo recuerda también el Evangelio de este domingo, con el célebre episodio de la visita de Jesús a casa de Marta y María, narrado por san Lucas (Lc 10, 38-42).
Marta y María son dos hermanas; tienen también un hermano, Lázaro, quien en este caso no aparece. Jesús pasa por su pueblo y –dice el texto– Marta le recibió (cf. 10, 38). Este detalle da a entender que, de las dos, Marta es la mayor, quien gobierna la casa. De hecho, después de que Jesús entró, María se sentó a sus pies a escucharle, mientras Marta está completamente ocupada en muchos servicios, debidos ciertamente al Huésped excepcional. Nos parece ver la escena: una hermana se mueve atareada y la otra como arrebatada por la presencia del Maestro y sus palabras. Poco después, Marta, evidentemente molesta, ya no aguanta y protesta, sintiéndose incluso con el derecho de criticar a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude". Marta quería incluso dar lecciones al Maestro. En cambio Jesús, con gran calma, responde: "Marta, Marta –y este nombre repetido expresa el afecto–, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada" (Lc 10, 41-42). La palabra de Cristo es clarísima: ningún desprecio por la vida activa, ni mucho menos por la generosa hospitalidad; sino una llamada clara al hecho de que lo único verdaderamente necesario es otra cosa: escuchar la Palabra del Señor; y el Señor en aquel momento está allí, ¡presente en la Persona de Jesús! Todo lo demás pasará y se nos quitará, pero la Palabra de Dios es eterna y da sentido a nuestra actividad cotidiana.
Queridos amigos: como decía, esta página del Evangelio es especialmente adecuada al tiempo de vacaciones, pues recuerda el hecho de que la persona humana debe trabajar, sí; empeñarse en las ocupaciones domésticas y profesionales; pero ante todo tiene necesidad de Dios, que es luz interior de amor y de verdad. Sin amor, hasta las actividades más importantes pierden valor y no dan alegría. Sin un significado profundo, toda nuestra acción se reduce a activismo estéril y desordenado. Y ¿quién nos da el amor y la verdad sino Jesucristo? Por eso aprendamos, hermanos, a ayudarnos los unos a los otros, a colaborar, pero antes aún a elegir juntos la parte mejor, que es y será siempre nuestro mayor bien.

Se dice Credo.
 
Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, que prepara su casa a los desvalidos.
- Por la Iglesia, que se siente solidaria con todos, para que sea hogar abierto, acogedor. Roguemos al Señor.
- Por todos los que tienen responsabilidades en la sociedad, para que procuren la necesaria convivencia de todos los ciudadanos en el respeto y estima mutuos. Roguemos al Señor.
- Por los hijos abandonados por sus padres, por los ancianos, por los emigrantes, para que encuentren siempre en la Iglesia calor y acogida. Roguemos al Señor.
- Por nosotros mismos, por nuestras familias, por nuestros grupos de amistad, para que tengamos siempre presentes, en nuestras relaciones personales, las palabras de Cristo: «El que os recibe a vosotros me recibe a mí». Roguemos al Señor.

Dios, Padre nuestro, que en tu Hijo Jesucristo has venido a visitarnos;
acógenos por tu bondad, y atiende nuestras súplicas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
 

LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas
OH, Dios, que has llevado a la perfección del sacrificio único
los diferentes sacrificios de la ley antigua,
recibe la ofrenda de tus fieles siervos
y santifica estos dones como bendijiste los de Abel,
para que la oblación que ofrece cada uno de nosotros
en alabanza de tu gloria,
beneficie a la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio
El misterio de la salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión Sal 110, 4-5
Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a los que lo temen.
 O bien: Ap 3, 20
Mira, estoy a la puerta y llamo, dice el Señor. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.

Oración después de la comunión
ASISTE, Señor, a tu pueblo
y haz que pasemos del antiguo pecado
a la vida nueva
los que hemos sido alimentados
con los sacramentos del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Pues es Cristo el que da a la levadura esa virtud. Que nadie se queje, pues, de su pequeñez, pues el dinamismo de la predicación es enorme, y lo que una vez ha fermentado, se convierte en fermento para los demás» (San Juan Crisóstomo).

«El mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Ante la cizaña presente en el mundo, el discípulo del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, alimentar la esperanza con el apoyo de una firme confianza en la victoria final del bien, es decir de Dios» (Francisco).

«‘La Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación’ (Concilio Vaticano II). Todos los miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 827).


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