02 de junio - DOMINGO DE LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI, Solemnidad


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"cuantos más reciban la gracia,
mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios" (2Co 4,15)
¡Gracias!



  DOMINGO DE LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI, Solemnidad
  Oficio Propio de la Solemnidad del Domingo del Corpus Christi del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia   - Sexta Nona Vísperas - Completas)



PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 02 DE JUNIO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Entierro de +MARÍA PIEDAD, en la Parroquia (a las 10.00 h.)

Eucaristía del Domingo de la Solemnidad del Domingo del Corpus Christi  (a las 11.00 h.)

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la Solemnidad del Domingo del Corpus Christi (a las 12.30 h.)



NOTICIAS DE ACTUALIDAD


CURSO BÁSICO
DE FORMACIÓN CRISTIANA
PARA LAS HERMANDADES
DE NUESTRAS PARROQUIAS


Durante los viernes del próximo mes de junio se impartirán en los salones de nuestra Parroquia de los Dolores unas catequesis que nos ayudarán a entender qué son las Hermandades y Cofradías, cuál es su lugar en la Iglesia y qué espera la Iglesia de ellas.

Este curso se propone para todos aquellos que quieren presentarse como miembros de una candidatura, para aquellos que quieren ingresar como hermanos de pleno derecho en la Hermandad y para todos aquellos que tengan interés en profundizar en su ser y vivir cristiano dentro de una Hermandad o Cofradía.

Los días de catequesis serán los viernes 7, 14, 21 y 28 de junio, a las 21.00 h. en la Parroquia de Los Dolores (Huelva).

Si tienes interés, ¡¡NO FALTES!!


NOTICIAS DE ACTUALIDAD




EEUU Alejados de la fe durante años relatan el camino que les llevó de regreso a Roma
Posesiones, la Medalla Milagrosa, preguntas sin respuesta o la Nueva Era: 4 formas de volver a la feVIDA Y FAMILIA ReL entrevista a Jennifer Lahl, veterana divulgadora de los peligros de la gestación subrogada¿Qué puede hacer la gente de a pie ante el vientre de alquiler? Formarse y ver que daña a la personaVATICANO El Papa proclama santos también a mártires españoles asesinados en Damasco en 1860El joven Carlo Acutis y el fundador de la Consolata serán santos: habrá consistorio en RomaCULTURA El centro especializado en esta monja del siglo XII asegura que «la vida virtuosa es fundamental»«Remedios contra la depresión» de Santa Hildegarda de Bingen: Aula Mucha Vida arranca nuevo cursoCULTURA El doctor Alessandro de Franciscis dirige la Oficina de Constataciones MédicasLourdes: ¿cuándo una curación es milagrosa? Los 7 exigentes criterios, explicados por su responsableVIDA Y FAMILIA Coro Samblas relata a Gospa Arts «la gracia» de conocer que «hay hijos que Dios te manda a buscar»Con 8 hijos, llamada a la adopción con discapacidad: «La fe es fuego, fuerza para meternos en líos»PERSONAJES Una religiosa paulina cuenta cómo fue su conversión y su temprana vocaciónJulia era protestante, pero leyó «La Canción de Bernadette» y con María su vida cambióNUEVA EVANGELIZACIÓN «¡Recibid cada comunión como si fuera la primera, la última y la única!»10 breves sugerencias para preparar mejor el corazón y recibir a Cristo en la Santa ComuniónESPAÑA Este martes 21 de mayo participará en el Rosario de Ferraz el actor mexicano Eduardo VerásteguiInician campaña en apoyo del abogado multado por «convocar» los «Rosarios de Ferraz», firma ahoraESPAÑA De fondo, una crisis de liderazgo, clarisas rebeldes, clero desobediente...¿Quién manda aquí? Obediencia y autoridad, el gran tema central en la Asamblea de la ConferCULTURA Una película espiritual y costumbrista sobre la Polonia bajo el comunismo de 1953 a los años 70«El primado de Polonia», la danza de resistencia del cardenal Wyszynski ante el dictador GomulkaVIDA Y FAMILIA Consejos del médico y psicoterapeuta Alberto Pellai, para que los padres no se rindan


SANTORAL DE HOY


 

 Para ver el video, pincha aquí

Elogio: San Marcelino, presbítero, y san Pedro, exorcista, mártires, acerca de los cuales el papa san Dámaso cuenta que, durante la persecución bajo Diocleciano, condenados a muerte y conducidos al lugar del suplicio, fueron obligados a cavar su propia tumba y después degollados y enterrados ocultamente, para que no quedase rastro suyo, pero más tarde, una piadosa mujer llamada Lucila trasladó sus santos restos a Roma, en la vía Labicana, dándoles digna sepultura en el cementerio «ad Duas Lauros».

Oración

Señor, tú has hecho del glorioso testimonio de tus mártires san Marcelino y san Pedro nuestra protección y defensa; concédenos la gracia de seguir sus ejemplo y de vernos continuamente sostenidos por su intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

 

Santos Potino, obispo, y Blandina con cuarenta y seis compañeros, mártires

En Lyon, en la Galia, santos mártires Potino, obispo, Blandina y cuarenta y seis compañeros, cuyo valeroso y reiterado combate, que tuvo lugar en tiempo del emperador Marco Aurelio, está atestiguado en la carta que la Iglesia de Lyon envió a las Iglesias de Asia y Frigia. El obispo Potino, ya nonagenario, falleció al poco de ser encarcelado, y algunos otros también murieron en prisión, mientras que los restantes fueron expuestos como espectáculo en el anfiteatro, ante miles de personas, donde los que eran ciudadanos romanos perecieron decapitados y los demás entregados a las fieras. Por último, Blandina, reservada para un combate más cruel y prolongado, después de haber estado alentando a sus compañeros, les siguió a la gloria al ser también decapitada, tras padecer prolongadas y crueles torturas. Estos son los nombres: Zacarías, presbítero, Vecio Epagato, Macario, Asclibíades, Silvio, Primo, Ulpio, Vital, Comino, Octubre, Filomeno, Gemino, Julia, Albina, Grata, Emilia, Potamia, Pompeya, Rodana, Biblis, Quarcia, Materna, Helpis; Santo, diácono; Maturo, neófito; Atalo de Pérgamo, Alexander de Frigia, Pontico, Justo, Aristeo, Cornelio, Zosimo, Tito, Julio, Zotico, Apolonio, Geminiano, otra Julia, Ausona, otra Emilia, Jamnica, otra Pompeya, Domna, Justa, Trófima y Antonia.

San Erasmo, obispo y mártir

En Formia, de la Campania, san Erasmo, obispo y mártir.

San Eugenio I, papa

En Roma, en la basílica de San Pedro, san Eugenio I, papa, que fue sucesor de san Martín, mártir.

San Nicéforo de Constantinopla, obispo y confesor

En el Bósforo, en la Propóntide, muerte de san Nicéforo, obispo de Constantinopla, que, tenaz defensor de las tradiciones, se opuso con decisión al emperador iconoclasta León el Armenio, sosteniendo el culto de las sagradas imágenes. Expulsado de su sede, fue relegado largo tiempo en un monasterio, donde entregó su alma a Dios.

San Guido de Acqui, obispo

En Acqui, del Piamonte, san Guido, obispo.

San Nicolás, peregrino

En Trani, de la Apulia, san Nicolás, peregrino, que, natural de Grecia, recorría toda la región llevando un crucifijo en la mano y repitiendo incesantemente «Señor, ten piedad».

Beatos Sadoc y compañeros, mártires

En Sandomierz, junto al río Vístula, en Polonia, beatos Sadoc, presbítero, y sus compañeros de la Orden de Predicadores, mártires, que, según la tradición, fueron víctimas de los tártaros mientras cantaban la Salve Regina, saludando al final de su existencia a la Madre de la Vida.

Santo Domingo Ninh, mártir

En la ciudad de Au Thi, en Tonquín, santo Domingo Ninh, mártir, joven agricultor, que, por no querer pisotear la Cruz, fue decapitado en tiempo del emperador Tu Duc.

Beato Joseph Tien [Thao Tien], presbítero y mártir

En Ban Talang, Houaphan, Laos, beato Joseph Tien [Thao Tien], sacerdote del vicariato apostólico (actual diócesis) de Thanh Hoá y mártir.


LITURGIA DE HOY


DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

La solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor

160. El jueves siguiente a la solemnidad de la santísima Trinidad, la Iglesia celebra la solemnidad del santísimo Cuerpo y Sangre del Señor. La fiesta, extendida en 1269 por el Papa Urbano IV a toda la Iglesia latina, por una parte constituyó una respuesta de fe y de culto a doctrinas heréticas acerca del misterio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, por otra parte fue la culminación de un movimiento de ardiente devoción hacia el augusto Sacramento del altar.

La piedad popular favoreció el proceso que instituyó la fiesta del Corpus Christi; a su vez, esta fue causa y motivo de la aparición de nuevas formas de piedad eucarística en el pueblo de Dios.

Durante siglos, la celebración del Corpus Christi fue el principal punto de confluencia de la piedad popular a la Eucaristía. En los siglos XVI-XVII, la fe, reavivada por la necesidad de responder a las negaciones del movimiento protestante, y la cultura – arte, literatura, folclore – han contribuido a dar vida a muchas y significativas expresiones de la piedad popular para con el misterio de la Eucaristía.

161. La devoción eucarística, tan arraigada en el pueblo cristiano, debe ser educada para que capte dos realidades de fondo:

- que el punto de referencia supremo de la piedad eucarística es la Pascua del Señor; la Pascua, según la visión de los Padres, es la fiesta de la Eucaristía, como, por otra parte, la Eucaristía es ante todo celebración de la Pascua, es decir, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús;

- que toda forma de devoción eucarística tiene una relación esencial con el Sacrificio eucarístico, ya porque dispone a su celebración, ya porque prolonga las actitudes cultuales y existenciales suscitadas por ella.

A causa precisamente de esto, el Rituale Romanum advierte: "Los fieles, cuando veneran a Cristo, presente en el Sacramento, recuerden que esta presencia deriva del Sacrificio y tiende a la comunión, sacramental y espiritual".

162. La procesión de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo es, por así decir, la "forma tipo" de las procesiones eucarísticas. Prolonga la celebración de la Eucaristía: inmediatamente después de la Misa, la Hostia que ha sido consagrada en dicha Misa se conduce fuera de la iglesia para que el pueblo cristiano "dé un testimonio público de fe y de veneración al Santísimo Sacramento".

Los fieles comprenden y aman los valores que contiene la procesión del Corpus Christi: se sienten "Pueblo de Dios" que camina con su Señor, proclamando la fe en Él, que se ha hecho verdaderamente el "Dios con nosotros".

Con todo, es necesario que en las procesiones eucarísticas se observen las normas que regulan su desarrollo, en particular las que garantizan la dignidad y la reverencia debidas al santísimo Sacramento; y también es necesario que los elementos típicos de la piedad popular, como el adorno de las calles y de las ventanas, la ofrenda de flores, los altares donde se colocará el Santísimo en las estaciones del recorrido, los cantos y las oraciones "muevan a todos a manifestar su fe en Cristo, atendiendo únicamente a la alabanza del Señor", y ajenos a toda forma de emulación.

163. Las procesiones eucarísticas concluyen, normalmente, con la bendición del santísimo Sacramento. En el caso concreto de la procesión del Corpus Christi, la bendición constituye la conclusión solemne de toda la celebración: en lugar de la bendición sacerdotal acostumbrada, se imparte la bendición con el santísimo Sacramento.

Es importante que los fieles comprendan que la bendición con el santísimo Sacramento no es una forma de piedad eucarística aislada, sino el momento conclusivo de un encuentro cultual suficientemente amplio. Por eso, la normativa litúrgica prohíbe "la exposición realizada únicamente para impartir la bendición".

La adoración eucarística

164. La adoración del santísimo Sacramento es una expresión particularmente extendida del culto a la Eucaristía, al cual la Iglesia exhorta a los Pastores y fieles.

Su forma primigenia se puede remontar a la adoración que el Jueves Santo sigue a la celebración de la Misa en la cena del Señor y a la reserva de las sagradas Especies. Esta resulta muy significativa del vínculo que existe entre la celebración del memorial del sacrificio del Señor y su presencia permanente en las Especies consagradas. La reserva de las Especies sagradas, motivada sobre todo por la necesidad de poder disponer de las mismas en cualquier momento, para administrar el Viático a los enfermos, hizo nacer en los fieles la loable costumbre de recogerse en oración ante el sagrario, para adorar a Cristo presente en el Sacramento.

De hecho, "la fe en la presencia real del Señor conduce de un modo natural a la manifestación externa y pública de esta misma fe (...) La piedad que mueve a los fieles a postrarse ante la santa Eucaristía, les atrae para participar de una manera más profunda en el misterio pascual y a responder con gratitud al don de aquel que mediante su humanidad infunde incesantemente la vida divina en los miembros de su Cuerpo. Al detenerse junto a Cristo Señor, disfrutan su íntima familiaridad, y ante Él abren su corazón rogando por ellos y por sus seres queridos y rezan por la paz y la salvación del mundo. Al ofrecer toda su vida con Cristo al Padre en el Espíritu Santo, alcanzan de este maravilloso intercambio un aumento de fe, de esperanza y de caridad. De esta manera cultivan las disposiciones adecuadas para celebrar, con la devoción que es conveniente, el memorial del Señor y recibir frecuentemente el Pan que nos ha dado el Padre".

165. La adoración del santísimo Sacramento, en la que confluyen formas litúrgicas y expresiones de piedad popular entre las que no es fácil establecer claramente los límites, puede realizarse de diversas maneras:

- la simple visita al santísimo Sacramento reservado en el sagrario: breve encuentro con Cristo, motivado por la fe en su presencia y caracterizado por la oración silenciosa;

- adoración ante el santísimo Sacramento expuesto, según las normas litúrgicas, en la custodia o en la píxide, de forma prolongada o breve;

- la denominada Adoración perpetua o la de las Cuarenta Horas, que comprometen a toda una comunidad religiosa, a una asociación eucarística o a una comunidad parroquial, y dan ocasión a numerosas expresiones de piedad eucarística.

En estos momentos de adoración se debe ayudar a los fieles para que empleen la Sagrada Escritura como incomparable libro de oración, para que empleen cantos y oraciones adecuadas, para que se familiaricen con algunos modelos sencillos de la Liturgia de las Horas, para que sigan el ritmo del Año litúrgico, para que permanezcan en oración silenciosa. De este modo comprenderán progresivamente que durante la adoración del santísimo Sacramento no se deben realizar otras prácticas devocionales en honor de la Virgen María y de los Santos. Sin embargo, dado el estrecho vínculo que une a María con Cristo, el rezo del Rosario podría ayudar a dar a la oración una profunda orientación cristológica, meditando en él los misterios de la Encarnación y de la Redención.


DOMINGO DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO, solemnidad

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, quien, con estos alimentos sagrados, ofrece el remedio de la inmortalidad y la prenda de la resurrección (elog. del Martirologio Romano).

Misa de la solemnidad (blanco).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. I ó II de la Eucaristía. LECC.: vol. I (B).

- Ex 24, 3-8. Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros.

- Sal 115. R. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

- Heb 9, 11-15. La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia.

- Secuencia (opcional): Lauda, Sion, Salvatorem.

- Mc 14, 12-16. 22-26. Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre.

Adoramos una presencia en la Eucaristía, basada en las palabras de Jesús en la última cena con sus discípulos, que han sido fielmente transmitidas por la tradición de los Evangelios y por san Pablo. Es la nueva y eterna Alianza sellada con la sangre de Cristo, es el sacramento admirable que nos ha dejado como memorial de su pasión redentora. Y a través de este sacramento estamos llamados a dar culto al Dios vivo, purificando nuestra conciencia y recibiendo la promesa de una herencia eterna. Adoramos un pan vivo bajado del cielo, un alimento de inmortalidad.

- DÍA Y COLECTA DE LA CARIDAD (dependiente de la CEE, obligatoria): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ., colecta.

- Del Domingo IX del tiempo ordinario, nada.

- Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.

Liturgia de las Horas: oficio de la solemnidad. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 3 de junio, pág. 345.


RITOS INICIALES

Antífona de Entrada Sal 80, 17

El Señor los alimentó con flor de harina y los sació con miel silvestre.


Monición de entrada

Hoy, solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, cobra su relieve el mandato del Señor: «Haced esto -la eucaristía- en memora mía». Alegrémonos todos en el Señor, comensales suyos; entremos en su presencia, dándole gracias. Celebremos con gozo el sagrado banquete, memorial de Jesucristo, de su Pascua, y prenda de vida eterna en el reino glorioso.


Acto penitencial

Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las siguientes invocaciones:

- Tú, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión: Señor ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

- Tú, que hoy nos entregas tu Cuerpo como alimento para la vida eterna: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

- Tú, que has derramado tu Sangre para el perdón de los pecados: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Se dice Gloria.


Oración colecta

Oh, Dios, que en este sacramento admirable

nos dejaste el memorial de tu pasión,

te pedimos nos concedas venerar de tal modo

los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,

que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención.

Tú, que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo

y eres Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros

Lectura del libro del Éxodo Éx 24, 3-8

EN AQUELLOS DÍAS, Moisés bajó y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todos sus decretos; y el pueblo contestó con voz unánime:

«Cumpliremos todas las palabras que ha dicho el Señor».

Moisés escribió todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes de los hijos de Israel ofrecer al Señor holocaustos e inmolar novillos como sacrificios de comunión. Tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después tomó el documento de la alianza y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:
«Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos».

Entonces Moisés tomó la sangre y roció al pueblo, diciendo:
«Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras».

Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 115, 12-13. 15-16. 17-18 (R: 13)

R/. Alzaré la copa de la salvación,

invocando el nombre del Señor.

O bien:

R/. Aleluya.

V/. ¿Cómo pagaré al Señor

todo el bien que me ha hecho?

Alzaré la copa de la salvación,

invocando el nombre del Señor. R/.

V/. Mucho le cuesta al Señor

la muerte de sus fieles.

Señor, yo soy tu siervo,

hijo de tu esclava:

rompiste mis cadenas. R/.

V/. Te ofreceré un sacrificio de alabanza,

invocando el nombre del Señor.

Cumpliré al Señor mis votos

en presencia de todo el pueblo. R/.


SEGUNDA LECTURA

La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11-15

HERMANOS:

Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su «tienda» es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.

No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.

Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto al Dios vivo!

Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Palabra de Dios.


Aleluya Jn 6, 51

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo —dice el Señor—;
el que coma de este pan vivirá para siempre. R/.

EVANGELIO

Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre

 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26

EL PRIMER DÍA de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?».

Él envió a dos discípulos diciéndoles:
«Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa adonde entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?”.

Os enseñará una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí».

Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Ies había dicho y prepararon la Pascua.

Mientras comían, Jesús tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».

Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.

Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.

Palabra del Señor.

 

Audio y comentario del Evangelio de hoy



SANTA MISA Y PROCESIÓN EUCARÍSTICA

EN LA SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Atrio de la iglesia de Santa Maria Consolatrice, Casal Bertone, Roma

Domingo, 23 de junio de 2019

La Palabra de Dios nos ayuda hoy a redescubrir dos verbos sencillos, dos verbos esenciales para la vida de cada día: decir y dar.

Decir. En la primera lectura, Melquisedec dice: «Bendito sea Abrán por el Dios altísimo […]; bendito sea el Dios altísimo» (Gn 14,19-20). El decir de Melquisedec es bendecir. Él bendice a Abraham, en quien todas las familias de la tierra serán bendecidas (cf. Gn 12,3; Ga 3,8). Todo comienza desde la bendición: las palabras de bien engendran una historia de bien. Lo mismo sucede en el Evangelio: antes de multiplicar los panes, Jesús los bendice: «tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos» (Lc 9,16). La bendición hace que cinco panes sean alimento para una multitud: hace brotar una cascada de bien.

¿Por qué bendecir hace bien? Porque es la transformación de la palabra en don. Cuando se bendice, no se hace algo para sí mismo, sino para los demás. Bendecir no es decir palabras bonitas, no es usar palabras de circunstancia: no; es decir bien, decir con amor. Así lo hizo Melquisedec, diciendo espontáneamente bien de Abraham, sin que él hubiera dicho ni hecho nada por él. Esto es lo que hizo Jesús, mostrando el significado de la bendición con la distribución gratuita de los panes. Cuántas veces también nosotros hemos sido bendecidos, en la iglesia o en nuestras casas, cuántas veces hemos escuchado palabras que nos han hecho bien, o una señal de la cruz en la frente... Nos hemos convertido en bendecidos el día del Bautismo, y al final de cada misa somos bendecidos. La Eucaristía es una escuela de bendición. Dios dice bien de nosotros, sus hijos amados, y así nos anima a seguir adelante. Y nosotros bendecimos a Dios en nuestras asambleas (cf. Sal 68,27), recuperando el sabor de la alabanza, que libera y sana el corazón. Vamos a Misa con la certeza de ser bendecidos por el Señor, y salimos para bendecir nosotros a su vez, para ser canales de bien en el mundo.

También para nosotros: es importante que los pastores nos acordemos de bendecir al pueblo de Dios. Queridos sacerdotes, no tengáis miedo de bendecir, bendecir al pueblo de Dios. Queridos sacerdotes: Id adelante con la bendición: el Señor desea decir bien de su pueblo, está feliz de que sintamos su afecto por nosotros. Y solo en cuanto bendecidos podremos bendecir a los demás con la misma unción de amor. Es triste ver con qué facilidad hoy se hace lo contrario: se maldice, se desprecia, se insulta. Presos de un excesivo arrebato, no se consigue aguantar y se descarga la ira con cualquiera y por cualquier cosa. A menudo, por desgracia, el que grita más y con más fuerza, el que está más enfadado, parece que tiene razón y recibe la aprobación de los demás. Nosotros, que comemos el Pan que contiene en sí todo deleite, no nos dejemos contagiar por la arrogancia, no dejemos que la amargura nos llene. El pueblo de Dios ama la alabanza, no vive de quejas; está hecho para las bendiciones, no para las lamentaciones. Ante la Eucaristía, ante Jesús convertido en Pan, ante este Pan humilde que contiene todo el bien de la Iglesia, aprendamos a bendecir lo que tenemos, a alabar a Dios, a bendecir y no a maldecir nuestro pasado, a regalar palabras buenas a los demás.

El segundo verbo es dar. El “decir” va seguido del “dar", como Abraham que, bendecido por Melquisedec, «le dio el diezmo de todo» (Gn 14,20). Como Jesús que, después de recitar la bendición, dio el pan para ser distribuido, revelando así el significado más hermoso: el pan no es solo un producto de consumo, sino también un modo de compartir. En efecto, sorprende que en la narración de la multiplicación de los panes nunca se habla de multiplicar. Por el contrario, los verbos utilizados son “partir, dar, distribuir” (cf. Lc 9,16). En resumen, no se destaca la multiplicación, sino el compartir. Es importante: Jesús no hace magia, no transforma los cinco panes en cinco mil y luego dice: “Ahora, distribuidlos”. No. Jesús reza, bendice esos cinco panes y comienza a partirlos, confiando en el Padre. Y esos cinco panes no se acaban. Esto no es magia, es confianza en Dios y en su providencia.

En el mundo siempre se busca aumentar las ganancias, incrementar la facturación... Sí, pero, ¿cuál es el propósito? ¿Es dar o tener? ¿Compartir o acumular? La “economía” del Evangelio multiplica compartiendo, nutre distribuyendo, no satisface la voracidad de unos pocos, sino que da vida al mundo (cf. Jn 6,33). El verbo de Jesús no es tener, sino dar.

La petición que él hace a los discípulos es perentoria: «Dadles vosotros de comer» (Lc 9,13). Tratemos de imaginar el razonamiento que habrán hecho los discípulos: “¿No tenemos pan para nosotros y debemos pensar en los demás? ¿Por qué deberíamos darles nosotros de comer, si a lo que han venido es a escuchar a nuestro Maestro? Si no han traído comida, que vuelvan a casa, es su problema, o que nos den dinero y lo compraremos”. No son razonamientos equivocados, pero no son los de Jesús, que no escucha otras razones: Dadles vosotros de comer. Lo que tenemos da fruto si lo damos —esto es lo que Jesús quiere decirnos—; y no importa si es poco o mucho. El Señor hace cosas grandes con nuestra pequeñez, como hizo con los cinco panes. No realiza milagros con acciones espectaculares, no tiene la varita mágica, sino que actúa con gestos humildes. La omnipotencia de Dios es humilde, hecha sólo de amor. Y el amor hace obras grandes con lo pequeño. La Eucaristía nos los enseña: allí está Dios encerrado en un pedacito de pan. Sencillo y esencial, Pan partido y compartido, la Eucaristía que recibimos nos transmite la mentalidad de Dios. Y nos lleva a entregarnos a los demás. Es antídoto contra el “lo siento, pero no me concierne”, contra el “no tengo tiempo, no puedo, no es asunto mío”; contra el mirar desde la otra orilla.

En nuestra ciudad, hambrienta de amor y atención, que sufre la degradación y el abandono, frente a tantas personas ancianas y solas, familias en dificultad, jóvenes que luchan con dificultad para ganarse el pan y alimentar sus sueños, el Señor te dice: “Tú mismo, dales de comer”. Y tú puedes responder: “Tengo poco, no soy capaz para estas cosas”. No es verdad, lo poco que tienes es mucho a los ojos de Jesús si no lo guardas para ti mismo, si lo arriesgas. También tú, arriesga. Y no estás solo: tienes la Eucaristía, el Pan del camino, el Pan de Jesús. También esta tarde nos nutriremos de su Cuerpo entregado. Si lo recibimos con el corazón, este Pan desatará en nosotros la fuerza del amor: nos sentiremos bendecidos y amados, y querremos bendecir y amar, comenzando desde aquí, desde nuestra ciudad, desde las calles que recorreremos esta tarde. El Señor viene a nuestras calles para decir-bien, decir bien de nosotros y para darnos ánimo, darnos ánimo a nosotros. También nos pide que seamos don y bendición.

 

ÁNGELUS, Domingo 2 de junio de 2013

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El jueves pasado hemos celebrado la fiesta del Corpus Christi, que en Italia y en otros países se traslada a este domingo. Es la fiesta de la Eucaristía, Sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo.

El Evangelio nos propone el relato del milagro de los panes (Lc 9, 11-17); quisiera detenerme en un aspecto que siempre me conmueve y me hace reflexionar. Estamos a orillas del lago de Galilea, y se acerca la noche; Jesús se preocupa por la gente que está con Él desde hace horas: son miles, y tienen hambre. ¿Qué hacer? También los discípulos se plantean el problema, y dicen a Jesús: "Despide a la gente" para que vayan a los poblados cercanos a buscar de comer. Jesús, en cambio, dice: "Dadles vosotros de comer" (v. 13). Los discípulos quedan desconcertados, y responden: "No tenemos más que cinco panes y dos peces", como si dijeran: apenas lo necesario para nosotros.

Jesús sabe bien qué hacer, pero quiere involucrar a sus discípulos, quiere educarles. La actitud de los discípulos es la actitud humana, que busca la solución más realista sin crear demasiados problemas: Despide a la gente –dicen–, que cada uno se las arregle como pueda; por lo demás, ya has hecho demasiado por ellos: has predicado, has curado a los enfermos... ¡Despide a la gente!

La actitud de Jesús es totalmente distinta, y es consecuencia de su unión con el Padre y de la compasión por la gente, esa piedad de Jesús hacia todos nosotros: Jesús percibe nuestros problemas, nuestras debilidades, nuestras necesidades. Ante esos cinco panes, Jesús piensa: ¡he aquí la providencia! De este poco, Dios puede sacar lo necesario para todos. Jesús se fía totalmente del Padre celestial, sabe que para Él todo es posible. Por ello dice a los discípulos que hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta –esto no es casual, porque significa que ya no son una multitud, sino que se convierten en comunidad, nutrida por el pan de Dios. Luego toma los panes y los peces, eleva los ojos al cielo, pronuncia la bendición –es clara la referencia a la Eucaristía–, los parte y comienza a darlos a los discípulos, y los discípulos los distribuyen... los panes y los peces no se acaban, ¡no se acaban! He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración. Comieron todos y sobró: es el signo de Jesús, pan de Dios para la humanidad.

Los discípulos vieron, pero no captaron bien el mensaje. Se dejaron llevar, como la gente, por el entusiasmo del éxito. Una vez más siguieron la lógica humana y no la de Dios, que es la del servicio, del amor, de la fe. La fiesta de Corpus Christi nos pide convertirnos a la fe en la Providencia, saber compartir lo poco que somos y tenemos y no cerrarnos nunca en nosotros mismos. Pidamos a nuestra Madre María que nos ayude en esta conversión para seguir verdaderamente más a Jesús, a quien adoramos en la Eucaristía. Que así sea.


SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

Terminamos esta serie de fiestas y solemnidades: Pascua, Ascensión, Pentecostés, Santísima Trinidad, con la celebración del Corpus Christi.

La Iglesia, año tras año, nos hace vivir todas estas solemnidades. Aquel Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos, se hará perceptible de muchas maneras, pero hoy nos toca subrayar su presencia eucarística.

Veamos unos pensamientos del libro de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, Frutos de Oración:

871. La Eucaristía es la manera de estar Jesús realmente con los hombres de nuestro tiempo, como la Encarnación lo fue de estar durante treinta y tres años con los del suyo. (17-1-1967)

872. Amándonos, Dios se encarnó; y amándonos hasta la consumación de los tiempos, inventó la Eucaristía. (17-1-1967)

873. Amándonos hasta el fin, el Verbo se encarnó y se quedó en la Eucaristía para que seamos uno con Él, con el Padre y con el Espíritu Santo, y uno entre nosotros. (17-1-1967)

895. Al Amor le gusta estar con los que ama, y para eso se quedó en la Eucaristía; por ello, es necesario que amemos al Amor, estando grandes ratos con Él. (26-9-1963)

896. Dios instituyó la Eucaristía para estar conmigo siempre. ¡El Amor es así! ¿Procuro yo estar con Él? En eso sabré cuánto y cómo le amo. (4-7-1969)

898. Yo sé que Jesús está en la Eucaristía y me mira, y lo sé porque me lo dice la fe; y eso que la fe me dice, la esperanza me lo actualiza y la caridad me lo vivifica. (11-1-1967)

921. Los años pasan, el mundo se altera, los hombres cambian, nacen y mueren... Jesús sigue igual, esperando en el sagrario sin cambiar ni alterarse. El Amor Infinito es así. ¡Qué seguridad encierran los misterios divinos, aunque los hombres, por no gustarlos, los profanen! (25-10-1968)

924. Señor, te olvidaron los hombres... ¡Están tan ocupados, tan llenos de cosas...! ¡No hay mayor desprecio que no hacer aprecio del bien recibido! (1-5-1977)

Veamos igualmente alguna poesía del libro Luz en la Noche:

 

MI DIOS GRANDE

Dios es tan grande, ¡tan grande!,

en su infinito portento,

que es capaz de hacerse Pan

y de habitar en el suelo.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,

tan exhaustivo en su seno,

que se hace cuanto quiere,

y por eso es alimento.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,

en su serse el Sempiterno,

que se hace criatura

para llevarme a su encuentro.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,

que por eso es tan pequeño

cuando se oculta en la Hostia

tras la cárcel de su encierro.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,

que es capaz de ser, sin serlo,

cosas de las que no son,

para mostrar sus portentos.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,

que todo Él rompe en Beso,

para besarme en su ser

en gozo de amor eterno.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,

que me besa cuando peno,

¡haciéndose tan chiquito

como mi pena en el suelo!

Dios es tan grande, ¡tan grande!,

que, en su proceder eterno,

por la fuerza de su brazo,

¡rompe en inmensos portentos!

28-5-1974

 

CONTIGO QUEDO

Tú quieres que esté contigo

en descansados encuentros,

sin más quehaceres que amarte

junto a mi Sagrario abierto.

Tú quieres que esté contigo

en ratos de entendimiento,

donde Tú vuelcas tus penas

en la hondura de mi pecho.

Tú quieres que esté contigo

en adorantes desvelos,

pues, cuando en ti me tienes,

descansas con mis recreos.

Tú quieres que esté contigo,

¡tanto!, que, cuando no vengo,

mi espíritu se acongoja

y mi alma rompe en vuelo.

Tú quieres que esté contigo...

¡Esto bien que lo comprendo

por las dulzuras de gloria

que vivo, cuando a ti vengo!

Tú quieres que esté contigo...

¡Cuán hondo misterio es esto!,

pues mi pobreza es tan grande,

que ante tus amores muero.

Tú quieres que esté contigo.

¡Contigo quedo, mi Dueño!

(15-4-1975)

 

El Señor quiere tomar posesión de nuestras calles y plazas; nuestros pueblos y ciudades.

El día de la institución de la Eucaristía está muy cerca de su pasión y muerte el Viernes Santo. Nuestra admiración y adoración exigía encontrar maneras de demostrar nuestro agradecimiento, y la fe de nuestro pueblo ha encontrado la manera de manifestarse.

Serán las custodias, las procesiones, los horas santas y de adoración; que en algunas iglesias, como en la de San Ginés, se ha convertido en Adoración Permanente desde las 7:30h de la mañana hasta las 23:00h de la noche...

Saber que Jesús es uno más que convive con nosotros como convivía con los de su tiempo, es, para quienes tenemos fe, un gran regalo que hay que saber agradecer.

 

Monición al Credo

Se dice Credo. Puede introducirse con la siguiente monición.

Confesamos nuestra fe, recordando las intervenciones maravillosas de Dios en la historia de la salvación: la creación, la encarnación, la Pascua la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia y la promesa de la vida eterna.

 

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre, que da el alimento a todo viviente.

- Por la unión de todos los cristianos en la unidad de la Iglesia de Cristo, para que formemos un solo cuerpo los que comemos del mismo pan. Roguemos al Señor.

- Por la organización eclesial de Cáritas, para que promueva el amor fraterno, la mutua ayuda, la solidaridad. Roguemos al Señor.

- Por los responsables políticos de las naciones, para que fomenten la libertad religiosa y la justicia. Roguemos al Señor.

- Por los que sufren hambre, para que sepamos compartir con ellos nuestro pan de cada día, anuncio del pan de vida eterna. Roguemos al Señor.

- Por nosotros, invitados a la mesa del Señor, para que el pan de la palabra despierte en nosotros el hambre del pan de la eucaristía. Roguemos al Señor.

Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia,

que observando fielmente el mandato de tu Hijo,

celebra el memorial de su obra, hasta que él vuelva.

Por Jesucristo, nuestro Señor.


LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas

Señor, concede propicio a tu Iglesia

los dones de la paz y de la unidad, 

místicamente representados en los dones que hemos ofrecido.

Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio II de la Santísima Eucaristía

Los frutos de la Santísima Eucaristía


En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

 

El cual, en la última cena con sus apóstoles,

para perpetuar a través de los siglos el memorial de la cruz salvadora,

se entregó a ti como Cordero inmaculado y ofrenda perfecta de alabanza.

Con este sacramento alimentas y santificas a tus fieles,

para que una misma fe ilumine, y un mismo amor congregue,

a todos los hombres que habitan un mismo mundo.

 

Así, pues, nos acercamos a la mesa de este sacramento admirable,

para que, impregnados de la suavidad de tu gracia,

nos transformemos según el modelo celestial.

 

Por eso, Señor, tus criaturas del cielo y de la tierra

te adoran cantando un cántico nuevo,

y también nosotros, con todo el ejército de los ángeles,

te aclamamos por siempre diciendo:

 

Santo, santo Santo...

 

 

Antífona de la comunión Jn 6, 57

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él, dice el Señor.

 

Oración después de la comunión

Concédenos, Señor, saciarnos del gozo eterno de tu divinidad,

anticipado en la recepción actual de tu precioso Cuerpo y Sangre.

Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Conviene que la procesión tenga lugar después de la misa en la que se consagra la hostia que se ha de llevar en ella. Pero nada impide que la procesión se haga después de una adoración pública y prolongada que siga a la misa. Si la procesión se tiene inmediatamente después de la misa, concluida la comunión de los fieles se coloca sobre el altar la custodia en la cual se pone la hostia consagrada.

Dicha la oración después de la comunión y omitidos los ritos conclusivos, se organiza la procesión.

 

Monición a la procesión con el Santísimo Sacramento

Llevamos en procesión el Santísimo Sacramento para expresar públicamente, con nuestros cánticos y aclamaciones, nuestra adhesión a Cristo en la eucaristía; como los discípulos que lo seguían y acompañaban; como la gente que lo rodeaba y acudía a su encuentro, aclamándolo, suplicándole, agradeciéndole. El pan de la eucaristía es nuestro viático: el alimento que fortalece nuestros pasos en nuestra peregrinación por este mundo hasta la casa del Padre; como el maná, que alimentaba al pueblo de Dios en su travesía por el desierto; como el pan que comió el profeta Elías, para proseguir con ánimo el camino emprendido hasta el monte de Dios; como los panes y los peces que Cristo multiplicó, para saciar el hambre de la muchedumbre que lo seguía.

 

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Alimentó a la muchedumbre cuando ya declinaba la tarde, esto es, cuando ya se acerca el fin de los tiempos, o cuando el Sol de Justicia iba a morir por nosotros» (San Beda el Venerable).

«El Señor desea que todos los seres humanos se alimenten de la Eucaristía. Hoy, fiesta del Corpus Christi, con la procesión y la adoración común de la Eucaristía, se llama la atención hacia el hecho de que Cristo se inmoló por la humanidad entera» (Benedicto XVI).

«Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.335).

 

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, siendo la más maravillosa de sus obras. Y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia» (Santo Tomás de Aquino).

«La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra. Es un rayo de gloria de la Jerusalén Celestial que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino» (San Juan Pablo II).

«Cristo, que pasó de este mundo al Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de la gloria que tendremos junto a Él: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con su Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santa Virgen María y a todos los santos» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.419).


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