30 de junio - DOMINGO DE LA XIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B), Santos Protomártires de la Iglesia Romana (ML)


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"cuantos más reciban la gracia,
mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios" (2Co 4,15)
¡Gracias!


  
  DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
  Oficio del Domingo de la Semana I del Salterio
 (Liturgia de las Horas, Tomo I: Oficio de Lecturas - Laudes  - Tercia - Sexta  - Nona   - Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 30 DE JUNIO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la XIII Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la XIII Semana del Tiempo Ordinario (a las 12.30 h.).




NOTICIAS DE ACTUALIDAD





Portada

NUEVA EVANGELIZACIÓN Elizalde, Munilla y Zornoza hablan de la conversión pastoral; es una planta frágil, pero fértil
CULTURA El conocido analista hace un diagnóstico del viejo continente
PERSONAJES Stephen Rossetti ha sido exorcista 12 años y ahora forma a los sacerdotes para este ministerio
NUEVA EVANGELIZACIÓN Gran encuentro de conversión pastoral, con los obispos de Getafe, Vitoria, Cádiz y Palencia
VIDA Y FAMILIA Katie Gillio, madre de nueve hijos, da las gracias a quienes en la Iglesia le dijeron la verdad
PERSONAJES Barres, obispo de Rockville Center (EE.UU), vivió en un hogar por el que pasaban figuras ilustres
VIDA Y FAMILIA El archiduque Eduardo, embajador ante la Santa Sede, señala que «el verdadero poder es dar ejemplo»
PERSONAJES Oriana llegó a jugar en la selección italiana: «Me faltaba algo, sentía una gran insatisfacción»
EEUU El ex alcalde de Nueva York es una personalidad muy influyente en el ámbito financiero
POLÉMICAS Vivir en gracia, rezar por los hijos o alejarse de la Nueva Era...
PERSONAJES Martín siempre cantó sobre muerte y esperanza, y hoy eso le ayuda
OPINIÓN ReL recorre Transcaucasia: finisterre oriental del cristianismo, último «reservorio de fe» de Europa



SANTORAL DE HOY

Elogio: Santos Protomártires de la santa Iglesia Romana, que, acusados de haber incendiado la Urbe, por orden del emperador Nerón unos fueron asesinados después de crueles tormentos, otros, cubiertos con pieles de fieras, entregados a perros rabiosos, y los demás, tras clavarlos en cruces, quemados para que, al caer el día, alumbrasen la oscuridad. Eran todos discípulos de los Apóstoles y fueron las primicias del martirio que la iglesia de Roma presentó al Señor.

Oración
Señor, Dios nuestro, que santificaste los comienzos de la Iglesia romana con la sangre abundante de los mártires, concédenos que su valentía en el combate nos infunda el espíritu de fortaleza y la santa alegría de la victoria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).


   San Basílides, mártir   

En Alejandría de Egipto, san Basílides, que en tiempo del emperador Septimio Severo, al conducir a la virgen santa Potamiena al suplicio, la protegió de las intenciones deshonestas de algunos hombres, recibiendo como premio, en primer lugar, la gracia de convertirse a Cristo, y después, tras un breve combate, llegar a ser también mártir glorioso. († c. 202)

   San Marcial de Limoges, obispo 

En Limoges, de Aquitania, san Marcial, obispo. († s. III)

   San Bertrando de Le Mans, obispo

En Cenomanum (Le Mans), de Neustria, san Bertrando, obispo, pastor de paz, atento a las necesidades de los pobres y de los monjes. († 623)

   Santa Erentrudis, abadesa   

En Salzburgo, en la región de Baviera, santa Erentrudis, primera abadesa del monasterio de Nonnberg y sobrina de san Ruperto, la predicación del cual sostuvo con oraciones y obras. († c. 718)

   San Teobaldo de Provins, presbítero y eremita

En Salánica, en el territorio de Vicenza, san Teobaldo, presbítero y eremita, que habiendo nacido en la familia de los condes de Champagne, nobles de Francia, junto con su amigo Gualterio renunció a las riquezas y a los honores, y por Cristo abrazó la soledad y la pobreza. († 1066)

   San Ladislao, rey   

En Nitra, en los montes Cárpatos, muerte de san Ladislao, rey de Hungría, que restableció en su reino las leyes cristianas dictadas por san Esteban, reformando las costumbres y dando él mismo ejemplo de virtud. Propagó fervientemente la fe cristiana en Croacia, que había sido incorporada al reino húngaro, estableciendo la sede episcopal de Zagreb. Murió cuando se disponía a una guerra con Bohemia y fue enterrado en Varadino, en Transilvania. († 1095)

   San Otón de Bamberg, obispo

En Bamberg, de Franconia, san Otón, obispo, que evangelizó con gran celo al pueblo de los pomeranios. († 1139)

  San Adolfo de Osnabrück, monje y obispo   

En Osnabrück, en Sajonia, san Adolfo, obispo, que acogió en el monasterio de Altenkamp las costumbres cistercienses. († 1224)

   Beato Felipe Powell, monje mártir   

En Londres, en Inglaterra, beato Felipe Powell, presbítero de la Orden de San Benito y mártir, el cual, originario del País de Gales, en tiempo del rey Carlos I le detuvieron a bordo de una nave y, por ser sacerdote e intentar entrar en Inglaterra, fue condenado al martirio en Tyburn. († 1646)

   Beato Jenaro María Sarnelli, religioso presbítero

En Nápoles, de la Campania, beato Jenaro María Sarnelli, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que se entregó activamente a ayudar a toda clase de necesitados. († 1744)

   San Vicente Do Yen, presbítero y mártir

En la ciudad de Hai Duong, en Tonkín, san Vicente Do Yen, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, en tiempo del emperador Minh Mang, fue decapitado por quienes odiaban la fe cristiana. († 1838)

   Santos Raimundo Li Quanzhen y Pedro Li Quanhui, mártires

En el territorio de Chendum, cerca de Jaohe, en la provincia china de Hebei, santos Ramón Li Quanzhen y Pedro Li Quanhui, mártires, que, siendo hermanos, en la persecución por parte de los partidarios de la secta Yihetuan, dieron un glorioso testimonio. El primero, llevado a un templo pagano, por negarse a venerar aquellas divinidades fue azotado hasta morir, mientras que el segundo fue asesinado con no menor crueldad. († 1900)

   Beato Zenón Kovalyk, presbítero y mártir

En Lviv, en Ucrania, conmemoración del beato Zenón Kovalyk, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de un régimen hostil a Dios, alcanzó la palma gloriosa en un día no precisado. († 1941)

   Beato Basilio Velyckovsky, obispo y mártir

En Winnipeg, en la provincia de Manitoba, en Canadá, beato Basilio Velyckovsky, obispo de la Iglesia grecocatólica de Ucrania y mártir, que, por haberse dedicado a ejercer clandestinamente en su patria el ministerio entre los cristianos católicos de rito bizantino, sufrió mucho por parte de los enemigos de la fe y murió en el exilio, asociado al sacrificio de Cristo. († 1973)


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (verde).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.

LECC.: vol. I (B).

- Sab 1, 13-15; 2, 23-24. Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo.

- Sal 29. R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

- 2 Cor 8, 7. 9. 13-15. Vuestra abundancia remedia la carencia de los hermanos pobres.

- Mc 5, 21-43. Contigo hablo, niña, levántate.

En esta niña de doce años y en esta mujer que lleva doce años sufriendo una enfermedad vergonzante, y en los personajes que las rodean, se manifiesta una atmósfera de desesperación y de fracaso, pues parece que nada se puede hacer. Y Jesús quiere mostrar algo más de lo que le piden, quiere mostrar la fe que cura y salva. Desde el esplendor de la verdad, Jesús nos quiere dar vida, una vida sin marginaciones, y nos quiere llevar a una vida eterna. Cada uno de nosotros estamos llamados a esta fe que atraviesa nuestro imposible, una fe que comienza donde nace la oración auténtica, en nuestra necesidad y pequeñez.

® Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 1 de julio, pág. 391.

CALENDARIOS: Familia Paulina: San Pablo, apóstol (S).


RITOS INICIALES 

Antífona de entrada Sal 46, 2
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo.

Oración colecta
OH, Dios,
que por la gracia de la adopción
has querido hacernos hijos de la luz,
concédenos que no nos veamos envueltos por las tinieblas del error,
sino que nos mantengamos siempre en el esplendor de la verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo.


LITURGIA DE LA PALABRA 

PRIMERA LECTURA
Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo
Lectura del libro de la Sabiduría 15, 13-15; 2, 23-24
DIOS no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes; todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas veneno de muerte ni imperio del Abismo sobre la tierra, porque la justicia es inmortal.
Dios creó al hombre incorruptible, le hizo imagen de su misma naturaleza.
Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial.- Salmo 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b (W.: 2a)
R/. Te ensalzare, Señor, porque me has librado.
V/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
V/. Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R/.
V/. Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.

SEGUNDA LECTURA
Vuestra abundancia remedia la falta que los pobres tienen
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios 8,7-9; 13-15
HERMANOS:
Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Bien sabéis lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos. Pues no se trata de aliviar a otros pasando vosotros estrecheces; se trata de nivelar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá nivelación.
Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.»
Palabra de Dios.

ALELUYA.- cf. 2Tm 1, 10
R/. ALELUYA, ALELUYA.
V/. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio.
R/. ALELUYA, ALELUYA.

EVANGELIO
Contigo hablo, niña, levántate

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 5, 21-43

EN AQUEL TIEMPO, Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
-«Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella para que se cure y viva.» Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le toco el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando:
-«¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron:
-«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
El seguía mirando alrededor para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa; al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. El le dijo:
-«Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
-«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
-«No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:
-«¿Qué estrépito y que lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
-«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; -tenía como doce años-. Y se quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.

DOMINGO DE LA XIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

Hay aspectos hermosos en las lecturas. La llamada tan de actualidad de invitarnos a compartir con los más pobres, viviendo una de las exigencias importantes de nuestra vida cristiana al sentirnos parte de la gran familia humana. Nada puede sernos indiferente.

O la catequesis viva de Jesús en la realización de los milagros, como vemos en el relato evangélico.

Pero prefiero escoger el tema señalado en el libro de la Sabiduría: Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen y semejanza de su propio ser.

Podría traer aquí muchas páginas que nos ayuden a entrar en el misterio de la creación y el pecado... la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo....

Me parecen profundamente expresivas las que transcribo de uno de los opúsculos (nº 2) de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia:

Dios creó al hombre mirándose en lo que a Él le hace ser Dios, en la razón intrínseca de su misma subsistencia divina: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza»1.

Le creó, en el impulso de su amor infinito, para que entrara en el banquete esplendoroso de su festín eterno, y participara, en intimidad de familia y comunicación de hogar, en la dicha trascendente e infinitamente gloriosa de su mismo gozo.

Dios creó al hombre para que fuera Dios por participación en la compañía hogareña de su Trinidad infinita; para que conociera su ser eterno con la misma luz de su infinita sabiduría; y para que, siendo palabra en la Expresión Cantora de sus coeternas perfecciones, deletreara con el Verbo el concierto infinito que, en un reventón de plenitud, de vida, de perfección, de riqueza, de belleza, de hermosura, Él se es en sí, en el señorío infinito de su serse Palabra.

Le creó para que, entrando en el gozo de su eterna perfección, se engolfara en las llamas refrigerantes del Espíritu Santo, e, impulsado en su caridad e impelido en su fuego, delirante y saturado de amor, entrara en la hondura repleta, recóndita y eterna de la vida infinita: «Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es»2 «transformándonos de claridad en claridad en su misma imagen»3.

Dios creó al hombre... Dios creó al hombre... ¡Oh, cómo creó Dios al hombre...! Tan maravilloso, tan grande, tan esplendoroso, que le dio la posibilidad de poseerle con el gozo que Dios mismo se goza en sí, de saborearle con la Sabiduría con que Él mismo se contempla, de expresarle con su misma Palabra y amarle con el fuego letificante del mismo Espíritu Santo, teniendo por gracia, en participación, lo que Dios tiene por naturaleza. «Nos dio las preciosas y ricas promesas, para hacernos así partícipes de la naturaleza divina»4.

¡Oh, cómo creó Dios al hombre...! Mi mente se pierde ante la consideración avasalladora de esta realidad.

Pero el hombre, en una locura imperdonable, en una insensatez incomprensible y en una inconsecuencia total, volviéndose contra Dios que le había hecho «a su imagen y semejanza»5, que le había dado sus dones, sus riquezas y sus promesas, que le había creado mirándose en lo que a Él le hace ser Dios en su subsistencia infinita, razón de ser de su misma Divinidad, y que le había dado posibilidad de entrar en su mismo gozo, en su misma felicidad y en la comunicación dichosísima de su mismo festín, le dice que «no».

[...]

¡Oh...! Y a esa criatura que Tú hiciste mirándote en lo que eres y a imagen de tu serte Dios, le dices –en un decir que tampoco es decir, porque Tú no necesitas hablar para comunicar tu pensamiento–: Mira lo que soy y mira lo que he hecho contigo para que seas de por mí; reconócelo, que en ello está tu gozo y la llenura y plenitud de tu suma felicidad: «El Señor Dios dio este mandato al hombre: Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comas; porque el día en que comas de él, tendrás que morir»8.

Y, lleno de ternura y de amor, el corazón infinito del Padre espera la respuesta del hombre. Espera una respuesta repleta de cariño, impregnada de agradecimiento; una respuesta que sea una entrega de correspondencia a su don.

Pero el hombre mira a Dios y se mira a sí mismo. Y al verse tan Dios por participación, tan hermoso, conocedor del Bien y de la Perfección suma, lleno de sus dones eternos, saturado de la luz y de la sabiduría del Infinito, preparado para entrar en los eternos goces de la misma Trinidad; al mirarse a sí como es de por Dios, perdió la cuenta y, en su insensatez e incomprensibilidad, creyéndose poderoso de por sí, le dice: «¡No te serviré!»9:

1 Gén 1, 26. 2 1 Jn 3, 2. 3 2 Cor 3, 18. 4 2 Pe 1, 4. 5 Gén 1, 26. 8 Gén 2, 16-17. 9 Jer 2, 20.

Nos llevaría muy lejos el desarrollo de este tema: Creación y pecado.

La novedad que quería subrayar es esa formulación de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia al aclarar que Dios se mira en lo que a El le hace ser Dios en su serse, para crear al hombre a su imagen y eso hace capaz al hombre de participar de la misma vida de Dios.

Dios se mira en sus perfecciones y atributos y crea el universo, las maravillas de la creación que participan de dichas perfecciones y atributos.


LITURGIA EUCARÍSTICA

Oración sobre las ofrendas
OH, Dios,
que actúas con la eficacia de tus sacramentos,
concédenos que nuestro ministerio
sea digno de estos dones sagrados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio del Canon II
El misterio de la salvación en cristo
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión Sal 102, 1
Bendice, alma mía, al Señor y todo mi ser a su santo nombre.
O bien: Cf. Jn 17, 20-21
Padre, por ellos ruego; para que todos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado, dice el Señor.

Oración después de la comunión
LA ofrenda divina
que hemos presentado y recibido
nos vivifique, Señor,
para que, unidos a ti en amor continuo,
demos frutos que siempre permanezcan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«‘Jesús se fue con él’. El corazón de Cristo, que se conmueve ante el dolor humano de ese hombre y de su joven hija, no permanece indiferente ante nuestros sufrimientos. Cristo nos escucha siempre, pero nos pide que acudamos a Él con fe» (San Juan Pablo II).

«No tengamos miedo, como aquella anciana que no tuvo miedo de ir a tocar el borde del manto de Jesús. No tengamos miedo. Corramos por este camino, siempre con la mirada fija en Jesús» (Francisco).

«El Señor resucitado renueva este envío (‘En mi nombre... impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien’: Mc 16,17-18) y lo confirma con los signos que la Iglesia realiza invocando su nombre. Estos signos manifiestan de una manera especial que Jesús es verdaderamente ‘Dios que salva’ (cf. Mt 1,21; Hch 4,12)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.507).


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