PROGRAMA PARROQUIAL:SÁBADO, 15 DE MARZOPARROQUIA DEL CARMEN:
- Rezo del Santo Rosario (a las 18.00 h.) y Eucaristía I Vísperas del Domingo de la II Semana de Cuaresma (a las 18.30 h.): Quinto Día del Quinario de N. P. Jesús del Prendimiento.
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía I Vísperas del Domingo de la II Semana de Cuaresma (a las 19.30 h.)
PARROQUIA DEL CARMEN:
- Rezo del Santo Rosario (a las 18.00 h.) y Eucaristía I Vísperas del Domingo de la II Semana de Cuaresma (a las 18.30 h.): Quinto Día del Quinario de N. P. Jesús del Prendimiento.
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía I Vísperas del Domingo de la II Semana de Cuaresma (a las 19.30 h.)
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
TIEMPO DE CUARESMA
Introducción al tiempo de Cuaresma
Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (nn. 124-125)
La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las «armas de la penitencia cristiana»: la oración, el ayuno y la limosna (cf. Mt 6,1-6.16-18). En el ámbito de la piedad popular no se percibe fácilmente el sentido mistérico de la Cuaresma y no se han asimilado algunos de los grandes valores y temas, como la relación entre el «sacramento de los cuarenta días» y los sacramentos de la iniciación cristiana, o el misterio del «éxodo», presente a lo largo de todo el itinerario cuaresmal. Según una constante de la piedad popular, que tiende a centrarse en los misterios de la humanidad de Cristo, en la Cuaresma los fieles concentran su atención en la pasión y muerte del Señor.
El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.
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DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
TIEMPO DE CUARESMA
Introducción al tiempo de Cuaresma
Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (nn. 124-125)
La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las «armas de la penitencia cristiana»: la oración, el ayuno y la limosna (cf. Mt 6,1-6.16-18). En el ámbito de la piedad popular no se percibe fácilmente el sentido mistérico de la Cuaresma y no se han asimilado algunos de los grandes valores y temas, como la relación entre el «sacramento de los cuarenta días» y los sacramentos de la iniciación cristiana, o el misterio del «éxodo», presente a lo largo de todo el itinerario cuaresmal. Según una constante de la piedad popular, que tiende a centrarse en los misterios de la humanidad de Cristo, en la Cuaresma los fieles concentran su atención en la pasión y muerte del Señor.
El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.
ADORACIÓN PERPETUADEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO
Parroquia Ntra. Sra. de la MercedInstituto del Verbo EncarnadoCapilla "San Ignacio de Loyola"(Manresa, España)
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"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)
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El corto (short) de la semana:
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2025
«Caminemos juntos en la esperanza»
Queridos hermanos y hermanas:
Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» ( 1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3) [1].
En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.
Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.
En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.
En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos [4]. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.
En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo [5], sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)» [6]. Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado [7], y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.
Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?
Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme [8]. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» ( 1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» ( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3) [9].
Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.
Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.
Francisco
___________________
[1] Cf. Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), 220.
[2] Cf. Homilía en la Santa Misa por la canonización de los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti (9 octubre 2022).
[3] Cf. ibíd.
[4] Cf. ibíd.
[5] Cf. Bula Spes non confundit, 1.
MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2025
«Caminemos juntos en la esperanza»
Queridos hermanos y hermanas:
Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» ( 1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3) [1].
En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.
Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.
En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.
En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos [4]. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.
En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo [5], sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)» [6]. Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado [7], y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.
Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?
Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme [8]. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» ( 1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» ( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3) [9].
Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.
Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.
Francisco
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[1] Cf. Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), 220.
[2] Cf. Homilía en la Santa Misa por la canonización de los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti (9 octubre 2022).
[3] Cf. ibíd.
[4] Cf. ibíd.
[5] Cf. Bula Spes non confundit, 1.
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Carta del Obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra,con motivo del Día del Seminario 2025
«Sembradores de esperanza » Queridos hermanos y hermanas:
Bajo el lema «Sembradores de esperanza», vamos a celebrar durante este mes de marzo la campaña del Día del Seminario. Un mes marcado por la solemnidad de san José en el contexto del Jubileo 2025, avivando con ello la esperanza de que el Señor nos siga bendiciendo con santas y numerosas vocaciones al sacerdocio ministerial.
Esperar es algo innato a la persona. Todos continuamente esperamos algo. Este estado de espera permanente refleja el anhelo de una esperanza más grande que colme nuestra vida de plenitud. Y esa gran esperanza solo puede venir de «Cristo Jesús, esperanza nuestra» (1 Tim 1,1), «pues todas las promesas de Dios han alcanzado su sí en Él» (1 Cor 1,20). Con Jesús, la esperanza no queda en un mero deseo humano, sino que aparece como un don que Dios nos regala para que esperemos confiadamente en Él, «porque es fiel quien hizo la promesa» (Heb 10,23).
Sin embargo, son muchos los que viven hoy con mucha indiferencia ante la realidad de Dios, el único que puede saciar nuestra sed de vida buena para siempre. En nuestra sociedad se difunden ideologías y corrientes de pensamiento que cierran la razón a la trascendencia e impiden la apertura a Aquel que «cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia» (Prov 3,19). En consecuencia, para muchas personas con las que convivimos cada vez resulta más lejana o inexistente la esperanza que Cristo nos ha traído con su muerte y resurrección.
Todo esto, queridos hermanos, nos ha de impulsar a pedir insistentemente al Señor que siga enviándonos «sembradores de esperanza». Hombres dispuestos a responder a Dios, con su gracia, a la llamada al sacerdocio ministerial. Trabajadores en la mies del Señor que, a imagen del sembrador de la parábola, salgan a los campos a sembrar la semilla de la palabra de Dios (cf. Le 8,4-15). Que proclamen a tiempo y a destiempo que Dios existe, es amor y se nos ha revelado en Jesucristo. Que, en nombre del Señor, perdonen los pecados y ofrezcan su Cuerpo y Sangre como alimento de vida eterna. En definitiva, que sean imagen viva de Jesús, el cual «no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20,28).
Es por esto que reitero mi invitación a orar con insistencia por nuestro Seminario Diocesano y por las vocaciones sacerdotales. Hoy, tenemos catorce seminaristas. Recemos por ellos y por otros jóvenes a los que, sin duda, el Señor está llamando. Una buena forma de hacerlo comunitariamente es fomentar los jueves como día para pedir especialmente por las vocaciones sacerdotales. Dedicar un tiempo a la adoración eucarística y ofrecer la santa Misa por esta noble causa, como ya se viene haciendo en algunas parroquias e iglesias de la diócesis. De esta manera, en la conciencia de todos se significará el jueves como día «eucarístico y sacerdotal». Y con ello, surgirán más iniciativas pastorales para el fomento de las vocaciones sacerdotales, y todos tendremos una mayor conciencia de la necesidad trabajar por ellas.
Pidamos, pues, en este mes de marzo, por intercesión de san José, vocaciones al sacerdocio ministerial. Encomendemos nuestro Seminario y la causa de las vocaciones al sacerdocio al que fue custodio del Sumo y Eterno Sacerdote, Jesucristo. Y junto a san José, imploremos la intercesión de la Virgen Inmaculada, patrona de nuestro Seminario Diocesano y de nuestra diócesis.
Recibid mi afecto y bendición.
✠ Santiago Gómez SierraObispo de Huelva
Queridos hermanos y hermanas:
Bajo el lema «Sembradores de esperanza», vamos a celebrar durante este mes de marzo la campaña del Día del Seminario. Un mes marcado por la solemnidad de san José en el contexto del Jubileo 2025, avivando con ello la esperanza de que el Señor nos siga bendiciendo con santas y numerosas vocaciones al sacerdocio ministerial.
Esperar es algo innato a la persona. Todos continuamente esperamos algo. Este estado de espera permanente refleja el anhelo de una esperanza más grande que colme nuestra vida de plenitud. Y esa gran esperanza solo puede venir de «Cristo Jesús, esperanza nuestra» (1 Tim 1,1), «pues todas las promesas de Dios han alcanzado su sí en Él» (1 Cor 1,20). Con Jesús, la esperanza no queda en un mero deseo humano, sino que aparece como un don que Dios nos regala para que esperemos confiadamente en Él, «porque es fiel quien hizo la promesa» (Heb 10,23).
Sin embargo, son muchos los que viven hoy con mucha indiferencia ante la realidad de Dios, el único que puede saciar nuestra sed de vida buena para siempre. En nuestra sociedad se difunden ideologías y corrientes de pensamiento que cierran la razón a la trascendencia e impiden la apertura a Aquel que «cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia» (Prov 3,19). En consecuencia, para muchas personas con las que convivimos cada vez resulta más lejana o inexistente la esperanza que Cristo nos ha traído con su muerte y resurrección.
Todo esto, queridos hermanos, nos ha de impulsar a pedir insistentemente al Señor que siga enviándonos «sembradores de esperanza». Hombres dispuestos a responder a Dios, con su gracia, a la llamada al sacerdocio ministerial. Trabajadores en la mies del Señor que, a imagen del sembrador de la parábola, salgan a los campos a sembrar la semilla de la palabra de Dios (cf. Le 8,4-15). Que proclamen a tiempo y a destiempo que Dios existe, es amor y se nos ha revelado en Jesucristo. Que, en nombre del Señor, perdonen los pecados y ofrezcan su Cuerpo y Sangre como alimento de vida eterna. En definitiva, que sean imagen viva de Jesús, el cual «no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20,28).
Es por esto que reitero mi invitación a orar con insistencia por nuestro Seminario Diocesano y por las vocaciones sacerdotales. Hoy, tenemos catorce seminaristas. Recemos por ellos y por otros jóvenes a los que, sin duda, el Señor está llamando. Una buena forma de hacerlo comunitariamente es fomentar los jueves como día para pedir especialmente por las vocaciones sacerdotales. Dedicar un tiempo a la adoración eucarística y ofrecer la santa Misa por esta noble causa, como ya se viene haciendo en algunas parroquias e iglesias de la diócesis. De esta manera, en la conciencia de todos se significará el jueves como día «eucarístico y sacerdotal». Y con ello, surgirán más iniciativas pastorales para el fomento de las vocaciones sacerdotales, y todos tendremos una mayor conciencia de la necesidad trabajar por ellas.
Pidamos, pues, en este mes de marzo, por intercesión de san José, vocaciones al sacerdocio ministerial. Encomendemos nuestro Seminario y la causa de las vocaciones al sacerdocio al que fue custodio del Sumo y Eterno Sacerdote, Jesucristo. Y junto a san José, imploremos la intercesión de la Virgen Inmaculada, patrona de nuestro Seminario Diocesano y de nuestra diócesis.
Recibid mi afecto y bendición.
El 16 de marzo, en torno a la fiesta de S. José, se celebra el Día del Seminario con el lema «Sembradores de Esperanza»
Vídeo de la campaña del
Día del Seminario 2025Te contamos de qué manera los sacerdotes pueden ser #sembradoresdeesperanza
La Diócesis de Huelva inicia la Cuaresma con una llamada a la conversión y la esperanza
En la Santa Iglesia Catedral de la Merced, la Eucaristía ha estado presidida por el obispo de Huelva, Monseñor Santiago Gómez Sierra. Ante una catedral abarrotada, el pastor diocesano ha subrayado el profundo significado de la Cuaresma, invitando a los presentes a vivir este tiempo con recogimiento, oración y caridad.
El Obispo de Huelva pide oraciones por la salud del Papa Francisco
Con este gesto de comunión y cercanía, la Iglesia en Huelva se une a toda la Iglesia universal en la súplica por el bienestar del Papa
Día del Seminario 2025
Te contamos de qué manera los sacerdotes pueden ser #sembradoresdeesperanza
La Diócesis de Huelva inicia la Cuaresma con una llamada a la conversión y la esperanza
El Obispo de Huelva pide oraciones por la salud del Papa Francisco
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SANTORAL DE HOY
Elogio: En París, en Francia, santa Luisa de Marillac, viuda, que con el ejemplo y la dedicación formó el Instituto de Hermanas de la Caridad, para ayuda de los necesitados, y completó así la obra delineada por san Vicente de Paúl.
Patronazgos: patrona de los trabajadores sociales y de las viudas.
Refieren a este santo: San Vicente de Paúl.
Elogio: En París, en Francia, santa Luisa de Marillac, viuda, que con el ejemplo y la dedicación formó el Instituto de Hermanas de la Caridad, para ayuda de los necesitados, y completó así la obra delineada por san Vicente de Paúl.
Patronazgos: patrona de los trabajadores sociales y de las viudas.
Refieren a este santo: San Vicente de Paúl.
San Longinos, mártir
Longinos o Longino de Cesarea fue el soldado romano que traspasó el costado del cuerpo de Jesús con su lanza, conocida como la Santa Lanza. Esta persona no recibe ningun nombre en los evangelios que relatan el hecho, pero suele identificarse con el centurión que, ante la muerte de Jesús, exclamara: “En verdad este era el Hijo de Dios”.1 La historia de Longino se originó en la Baja Antigüedad y el Medievo al agregar datos sobre su vida, su nacimiento en Lanciano (Italia), su conversión al cristianismo y su muerte, hasta llegar a ser considerado un santo por la Iglesia católica2 y otras comuniones cristianas,3 conmemorándose la celebración de su santoral el 16 de octubre, aunque siendo anteriormente el 13 de marzo.
San Menigno, mártir
En Pario, en el Helesponto, san Menigno, de oficio batanero, que, según la tradición, padeció bajo el emperador Decio. († c. 250)
San Zacarías, papa
En Roma, san Zacarías, papa, que gobernó la Iglesia de Dios con sumo desvelo y prudencia, pues frenó el ímpetu de los lombardos, indicó el recto orden a los francos, proveyó de iglesias a los germanos y procuró el entendimiento con los griegos. († 752)
Santa Leocricia, virgen y mártir
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Leocricia, virgen y mártir, que, habiendo nacido de familia musulmana, ocultamente abrazó la fe de Cristo, y detenida en casa junto con san Eulogio, cuatro días después del martirio de éste, pasó a la gloria eterna al ser decapitada. († 859)
San Sisebuto, abad
Cerca de Burgos, en la región de Castilla, en España, san Sisebuto, abad de Cardeña. († 1086)
Beato Guillermo Hart, presbítero y mártir
En York, en Inglaterra, beato Guillermo Hart, presbítero y mártir, el cual, ordenado en el Colegio Romano de los Ingleses, en tiempo de la reina Isabel I fue ahorcado y descuartizado por haber persuadido a algunos a abrazar la fe católica. († 1583)
San Clemente María Hofbauer, religioso presbítero
En Viena, en Austria, san Clemente María Hofbauer, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que trabajó admirablemente por la propagación de la fe y la reforma de la disciplina eclesiástica. Preclaro tanto por su ingenio como por sus virtudes, impulsó a entrar en la Iglesia a no pocos varones prestigiosos en las ciencias y en las artes. († 1820)
Beato Juan Adalberto Balicki, presbítero
En Przemysl, en Polonia, beato Juan Adalberto Balicki, presbítero, que se dedicó con ardor al ejercicio de su ministerio en favor del pueblo de Dios, y demostró una especial disposición para predicar el Evangelio y asistir a las jóvenes descarriadas. († 1948)
Beato Pío Conde Conde, presbítero y mártir
En Madrid, España, beato Pío Conde Conde, sacerdote profeso de la Sociedad Salesiana de Don Bosco y mártir, que durante la persecución religiosa fue fusilado por odio al sacerdocio. († 1937)
San Artémides Zatti, religioso
En la localidad de Viedma, en la República Argentina, san Artémides Zatti, religioso de la Sociedad de San Francisco de Sales, que se distinguió por su celo misionero. Establecido en la Patagonia, pasó toda su vida en un hospital de esa región, ayudando con fortaleza de ánimo, paciencia y humildad a los necesitados. († 1951)
San Menigno, mártir
En Pario, en el Helesponto, san Menigno, de oficio batanero, que, según la tradición, padeció bajo el emperador Decio. († c. 250)
San Zacarías, papa
En Roma, san Zacarías, papa, que gobernó la Iglesia de Dios con sumo desvelo y prudencia, pues frenó el ímpetu de los lombardos, indicó el recto orden a los francos, proveyó de iglesias a los germanos y procuró el entendimiento con los griegos. († 752)
Santa Leocricia, virgen y mártir
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Leocricia, virgen y mártir, que, habiendo nacido de familia musulmana, ocultamente abrazó la fe de Cristo, y detenida en casa junto con san Eulogio, cuatro días después del martirio de éste, pasó a la gloria eterna al ser decapitada. († 859)
San Sisebuto, abad
Cerca de Burgos, en la región de Castilla, en España, san Sisebuto, abad de Cardeña. († 1086)
Beato Guillermo Hart, presbítero y mártir
En York, en Inglaterra, beato Guillermo Hart, presbítero y mártir, el cual, ordenado en el Colegio Romano de los Ingleses, en tiempo de la reina Isabel I fue ahorcado y descuartizado por haber persuadido a algunos a abrazar la fe católica. († 1583)
San Clemente María Hofbauer, religioso presbítero
En Viena, en Austria, san Clemente María Hofbauer, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que trabajó admirablemente por la propagación de la fe y la reforma de la disciplina eclesiástica. Preclaro tanto por su ingenio como por sus virtudes, impulsó a entrar en la Iglesia a no pocos varones prestigiosos en las ciencias y en las artes. († 1820)
Beato Juan Adalberto Balicki, presbítero
En Przemysl, en Polonia, beato Juan Adalberto Balicki, presbítero, que se dedicó con ardor al ejercicio de su ministerio en favor del pueblo de Dios, y demostró una especial disposición para predicar el Evangelio y asistir a las jóvenes descarriadas. († 1948)
Beato Pío Conde Conde, presbítero y mártir
En Madrid, España, beato Pío Conde Conde, sacerdote profeso de la Sociedad Salesiana de Don Bosco y mártir, que durante la persecución religiosa fue fusilado por odio al sacerdocio. († 1937)
San Artémides Zatti, religioso
En la localidad de Viedma, en la República Argentina, san Artémides Zatti, religioso de la Sociedad de San Francisco de Sales, que se distinguió por su celo misionero. Establecido en la Patagonia, pasó toda su vida en un hospital de esa región, ayudando con fortaleza de ánimo, paciencia y humildad a los necesitados. († 1951)
LITURGIA DE HOY
LITURGIA DE HOY
El "Vía Matris"
136. Así como en el plan salvífico de Dios (cfr. Lc 2,34-35) están asociados Cristo crucificado y la Virgen dolorosa, también los están en la Liturgia y en la piedad popular.
Como Cristo es el "hombre de dolores" (Is 53,3), por medio del cual se ha complacido Dios en "reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz" (Col 1,20), así María es la "mujer del dolor", que Dios ha querido asociar a su Hijo, como madre y partícipe de su Pasión (socia Passionis).
Desde los días de la infancia de Cristo, toda la vida de la Virgen, participando del rechazo de que era objeto su Hijo, transcurrió bajo el signo de la espada (cfr. Lc 2,35). Sin embargo, la piedad del pueblo cristiano ha señalado siete episodios principales en la vida dolorosa de la Madre y los ha considerado como los "siete dolores" de Santa María Virgen.
Así, según el modelo del Vía Crucis, ha nacido el ejercicio de piedad del Vía Matris dolorosae, o simplemente Vía Matris, aprobado también por la Sede Apostólica. Desde el siglo XVI hay ya formas incipientes del Vía Matris, pero en su forma actual no es anterior al siglo XIX. La intuición fundamental es considerar toda la vida de la Virgen, desde el anuncio profético de Simeón (cfr. Lc 2,34-35) hasta la muerte y sepultura del Hijo, como un camino de fe y de dolor: camino articulado en siete "estaciones", que corresponden a los "siete dolores" de la Madre del Señor.
137. El ejercicio de piedad del Vía Matris se armoniza bien con algunos temas propios del itinerario cuaresmal. Como el dolor de la Virgen tiene su causa en el rechazo que Cristo ha sufrido por parte de los hombres, el Vía Matris remite constante y necesariamente al misterio de Cristo, siervo sufriente del Señor (cfr. Is 52,13-53,12), rechazado por su propio pueblo (cfr. Jn 1,11; Lc 2,1-7; 2,34-35; 4,28-29; Mt 26,47-56; Hech 12,1-5). Y remite también al misterio de la Iglesia: las estaciones del Vía Matris son etapas del camino de fe y dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia y que esta deberá recorrer hasta el final de los tiempos.
El Vía Matris tiene como máxima expresión la "Piedad", tema inagotable del arte cristiano desde la Edad Media.
(Hasta la Hora Nona:)
Martirologio:
elogs. del 16 de marzo, pág. 208.
CALENDARIOS: Calatravas: San Raimundo de Fitero, abad (S). Ciudad Real: (conm.). Toledo: (conm.).
Redentoristas: San Clemente María Hofbauer, religioso (F).
Córdoba: Santa Leocricia, virgen y mártir (conm.).
Coria-Cáceres: Santa Vicenta, virgen y mártir (conm.).
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
La ley del Señor es perfecta y reconforta los corazones; el testimonio del Señor es veraz y vuelve sabios a los sencillos.
para que, buscando siempre lo único necesario
y poniendo en práctica las obras de caridad,
nos concedas permanecer dedicados a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
«Hoy el Señor, tu Dios, te manda que cumplas estos mandatos y decretos. Acátalos y cúmplelos con todo tu corazón y con toda tu alma.
Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos.
Él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y serás el pueblo santo del Señor, tu Dios, como prometió».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 118, 1-2. 4-5. 7-8 (R: 1b)
R/. Dichoso el que camina en la ley del Señor.
V/.Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R/.
V/. Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos. R/.
V/. Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus decretos exactamente,
tú no me abandones. R/.
«Habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publícanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las ofrendas
seamos dignos de alcanzar la conversión.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
39. Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no corresponda decir un prefacio que sea más indicado.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno
por Cristo, Señor nuestro.
Por él concedes a tus hijos
anhelar, años tras año,
con el gozo de habernos purificado,
la solemnidad de la Pascua,
para que, dedicados con mayor entrega
a la alabanza divina y al amor fraterno,
por la celebración de los misterios que nos dieron nuestra vida,
lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles
y con todos los coro celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Oración después de la comunión
ACOMPAÑA, Señor, con eterna benevolencia a tu pueblo,
al que fortaleces con estos divinos misterios,
y, ya iluminado con tus celestiales enseñanzas,
acompáñalo con el consuelo de tu salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre el pueblo
FORTALEZCA, Señor Dios, a tus fieles tu anhelada bendición,
para que nunca nos apartemos de tu voluntad
y nos alegremos siempre de tus beneficios.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«¡Oh Señor mío, qué bueno sois!» (Santa Teresa de Jesús).
«Amar a nuestros enemigos, a quienes nos persiguen y nos hacen sufrir es difícil; ni siquiera es un "buen negocio" porque nos empobrece. Sin embargo, este es el camino indicado y recorrido por Jesús para nuestra salvación» (Francisco).
«Cristo murió por amor a nosotros cuando éramos todavía enemigos. El Señor nos pide que amemos como Él hasta nuestros enemigos, que nos hagamos prójimos del más lejano, que amemos a los niños y a los pobres como a Él mismo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.825).
MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. I (C).
- Gen 15, 5-12. 17-18. Dios inició un pacto fiel con Abrahán.
- Sal 26. R. El Señor es mi luz y mi salvación.
- Flp 3, 17 — 4, 1. Cristo nos configurará según su cuerpo glorioso.
- Lc 9, 28b-36. Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió.
Contemplar la gloria del rostro de Dios en la humanidad de Jesús, sabiendo que él comparte nuestra humanidad y nuestras tentaciones. Jesús se nos presenta resplandeciente para iluminarnos con la luz de la verdad de Dios. Esta verdad pasa por la cruz, y pide de nosotros una mirada limpia para contemplar su rostro con la esperanza de que caminaremos en su presencia en el país de la vida. El rostro transfigurado de Jesús es el rostro misericordioso de Dios. Solo con nuestras fuerzas no podemos contemplar su rostro, nos tenemos que dejar guiar por la gracia que se nos otorga en la vida espiritual de los sacramentos y la oración. ® Hoy puede celebrarse el día y colecta del Seminario (cf. 19 de marzo). ® Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
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