PROGRAMA PARROQUIAL:DOMINGO, 23 DE MARZOPARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Cuaresma (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Cuaresma (a las 12.30 h.)
PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Cuaresma (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
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ADORACIÓN PERPETUADEL STMO. SACRAMENTO EN VIVO
Parroquia Ntra. Sra. de la MercedInstituto del Verbo EncarnadoCapilla "San Ignacio de Loyola"(Manresa, España)
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(titular de la cuenta: Parroquia Nuestra Señora de los Dolores (Huelva)
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"Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,29)
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NOTICIAS DE ACTUALIDAD
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2025
«Caminemos juntos en la esperanza»
Queridos hermanos y hermanas:
Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» ( 1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3) [1].
En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.
Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.
En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.
En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos [4]. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.
En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo [5], sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)» [6]. Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado [7], y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.
Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?
Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme [8]. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» ( 1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» ( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3) [9].
Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.
Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.
Francisco
___________________
[1] Cf. Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), 220.
[2] Cf. Homilía en la Santa Misa por la canonización de los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti (9 octubre 2022).
[3] Cf. ibíd.
[4] Cf. ibíd.
[5] Cf. Bula Spes non confundit, 1.
MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2025
«Caminemos juntos en la esperanza»
Queridos hermanos y hermanas:
Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» ( 1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3) [1].
En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.
Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.
En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.
En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos [4]. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.
En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo [5], sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)» [6]. Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado [7], y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.
Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?
Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme [8]. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» ( 1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» ( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3) [9].
Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.
Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.
Francisco
___________________
[1] Cf. Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), 220.
[2] Cf. Homilía en la Santa Misa por la canonización de los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti (9 octubre 2022).
[3] Cf. ibíd.
[4] Cf. ibíd.
[5] Cf. Bula Spes non confundit, 1.
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Portada
Todo lo que hay que saber sobre los exorcismos (sin amarillismo): lo efectivo, cómo actúa Satanás...
Visita privada a la Casa Blanca de un «misterioso» fraile dominico: el hombre que bautizó a JD Vance
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Opinión
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Se estigmatiza lo que más falta hace.
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Al demonio del ChatGPT también se le escapan algunos buenos consejos sobre la re-cristianización
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Las falleras en el centro de Cáritas de personas sin hogar
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Hoy el reto del amor es que vivas con asombro ese momento que hoy te va a regalar el Señor
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El poder terapéutico del perdón
Francisco Javier Bronchalo
Rafael Pascual Elías OCD
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Jesús M.C.
El Congreso de Piedad Popular movió 54 millones de euros en Sevilla, calcula el Ayuntamiento
Jesús M.C.
Robyn soportaba las palizas de su violador soñando con el futuro del hijo inocente de ese crimen
C.L.
De abusos, abandono, güija y ocultismo a ser liberada por el Rosario y sus «visitas al Santísimo»
Echenique pedía «deportar sacerdotes» por «seguridad ciudadana»: un juzgado le abre juicio oral
Jesús M.C.
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Persecución a los cristianos en Nicaragua, informe CSW: más de 200 casos, con prohibiciones y acoso
Jesús M.C.
La Justicia pone fecha para desahuciar a las ex monjas de Belorado: el 10 de junio
Jesús M.C.
El pescador que ha sobrevivido 95 días en altamar: «Fue gracias a Dios y a la sangre de una tortuga»
¿Quién fue San José? ¿Por qué es el Santo Patriarca? ¿Desde cuándo es tan venerado en la Iglesia?
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La vida de San José a partir de las visiones de una monja del s.XVIII, con «nihil obstat»
José Francisco Vaquero
La destrucción de la bóveda cristiana: ¿un final inevitable o una llamada al renacer?
Josep Miró i Ardèvol
Monseñor Jesús Sanz Montes
El Guardián: un matrimonio a pique... y entonces entró San José
«Más Cinco», la película provida más positiva, ya tiene fecha de estreno: viernes 28 de marzo
Los hombres de Jane Austen: incluso a los insulsos los trató con respeto
Por qué los vientres de alquiler no pueden ser considerados un derecho humano: 6 razones legales
Robyn soportaba las palizas de su violador soñando con el futuro del hijo inocente de ese crimen
C.L.
De abusos, abandono, güija y ocultismo a ser liberada por el Rosario y sus «visitas al Santísimo»
El pescador que ha sobrevivido 95 días en altamar: «Fue gracias a Dios y a la sangre de una tortuga»
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¿Explica la Sábana Santa la virginidad de María en el parto? Un científico conecta ambos hechos
La ONG Mary's Meals alimenta a 2,6 millones de niños en edad escolar: «Mi esperanza está con ellos»
«En Gaza sólo hay comida para una semana, que dejen llegar a la ayuda», pide Cáritas Jerusalén
Pablo J. Ginés
Incubadoras de bajo coste en el Congreso Provida: «Nos apoyan ateos, creyentes, de izquierdas...»
José María Carrera Hurtado
Elogio: Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, en Perú. Laico de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América, donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía a la Iglesia y catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente, en la población de Saña, descansó en el Señor.
Patronazgos: patrono de Perú, de Lima y del episcopado latinoamericano.
Refieren a este santo: San Francisco Solano, Santa Rosa de Lima.
San Fingar, mártir
En Cornualles, san Fingar o Guignero, mártir. († c. 460)
Santos Victoriano y compañeros, mártires
Conmemoración de los santos mártires Victoriano, procónsul de Cartago, de dos hermanos de la ciudad de Aguas Regias, hoy Henchir-Baboucha, así como de dos mercaderes, ambos de nombre Frumencio, que, en la persecución desencadenada por los vándalos, bajo el rey arriano Hunerico, padecieron atroces suplicios por su constancia en confesar la fe cristiana, consiguiendo así la gloriosa corona. († 484)
San Gualterio, abad
En Pontoise, cerca de París, en Francia, san Gualterio, primer abad del monasterio del lugar, que, renunciando a su inclinación por la soledad, con su ejemplo enseñó a los monjes la disciplina de la Regla y fustigó en el clero las costumbres simoníacas. († c. 1095)
San Otón, eremita
En Ariano Irpinio, en la Campania, san Otón, ermitaño. († c. 1120)
Beato Pedro de Gubbio, presbítero
En Gubbio, de la Umbría, beato Pedro, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín. († c. 1287)
Beato Edmundo Sykes, presbítero y mártir
En York, en Inglaterra, beato Edmundo Sykes, presbítero y mártir, que durante el reinado de Isabel I fue desterrado por ser sacerdote, y habiendo regresado a Inglaterra de nuevo, fue apresado y ajusticiado. († 1587)
Beato Pedro Higgins, presbítero y mártir
En la localidad de Naas, cerca de Dublín, en Irlanda, beato Pedro Higgins, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que en tiempo del rey Carlos I fue ahorcado sin juicio previo por guardar fidelidad a la Iglesia Romana. († 1642)
San José Oriol, presbítero
En Barcelona, en España, san José Oriol, presbítero, que con su mortificación corporal, su cultivo de la pobreza y su continua oración mantuvo una constante unión con Dios, que le enriqueció con dones celestiales. († 1702)
Beata Anunciata Cocchetti, virgen
En el pueblo de Cemmo, en la región de Lombardía, en Italia, beata Anunciata Cocchetti, virgen, que con fortaleza y humildad dirigió el Instituto de Hermanas de Santa Dorotea, recién fundado. († 1882)
Santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, virgen
Cerca de ad-Dahr, santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, virgen de la Orden de las Hermanas Libanesas de San Antonio de los Maronitas, que, ciega durante treinta años, y después con parálisis de todos los miembros, permaneció continuamente en oración, fija sólo en Dios. († 1914)
Beato Metodio Domingo Trcka, presbítero y mártir
En Leopoldov, en Eslovaquia, beato Metodio Domingo Trcka, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de persecución por causa de la fe, con su glorioso martirio cambió su peregrinar terreno en vida eterna. († 1959)
Beato Álvaro del Portillo Díez de Sollano, obispo
En Roma, beato Álvaro del Portillo Díez de Sollano, obispo, prelado de la Opus Dei, primer sucesor del santo fundador en esa dignidad. († 1994)
Elogio: Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, en Perú. Laico de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América, donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía a la Iglesia y catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente, en la población de Saña, descansó en el Señor.
Patronazgos: patrono de Perú, de Lima y del episcopado latinoamericano.
Refieren a este santo: San Francisco Solano, Santa Rosa de Lima.
San Fingar, mártir
En Cornualles, san Fingar o Guignero, mártir. († c. 460)
Santos Victoriano y compañeros, mártires
Conmemoración de los santos mártires Victoriano, procónsul de Cartago, de dos hermanos de la ciudad de Aguas Regias, hoy Henchir-Baboucha, así como de dos mercaderes, ambos de nombre Frumencio, que, en la persecución desencadenada por los vándalos, bajo el rey arriano Hunerico, padecieron atroces suplicios por su constancia en confesar la fe cristiana, consiguiendo así la gloriosa corona. († 484)
San Gualterio, abad
En Pontoise, cerca de París, en Francia, san Gualterio, primer abad del monasterio del lugar, que, renunciando a su inclinación por la soledad, con su ejemplo enseñó a los monjes la disciplina de la Regla y fustigó en el clero las costumbres simoníacas. († c. 1095)
San Otón, eremita
En Ariano Irpinio, en la Campania, san Otón, ermitaño. († c. 1120)
Beato Pedro de Gubbio, presbítero
En Gubbio, de la Umbría, beato Pedro, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín. († c. 1287)
Beato Edmundo Sykes, presbítero y mártir
En York, en Inglaterra, beato Edmundo Sykes, presbítero y mártir, que durante el reinado de Isabel I fue desterrado por ser sacerdote, y habiendo regresado a Inglaterra de nuevo, fue apresado y ajusticiado. († 1587)
Beato Pedro Higgins, presbítero y mártir
En la localidad de Naas, cerca de Dublín, en Irlanda, beato Pedro Higgins, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que en tiempo del rey Carlos I fue ahorcado sin juicio previo por guardar fidelidad a la Iglesia Romana. († 1642)
San José Oriol, presbítero
En Barcelona, en España, san José Oriol, presbítero, que con su mortificación corporal, su cultivo de la pobreza y su continua oración mantuvo una constante unión con Dios, que le enriqueció con dones celestiales. († 1702)
Beata Anunciata Cocchetti, virgen
En el pueblo de Cemmo, en la región de Lombardía, en Italia, beata Anunciata Cocchetti, virgen, que con fortaleza y humildad dirigió el Instituto de Hermanas de Santa Dorotea, recién fundado. († 1882)
Santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, virgen
Cerca de ad-Dahr, santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, virgen de la Orden de las Hermanas Libanesas de San Antonio de los Maronitas, que, ciega durante treinta años, y después con parálisis de todos los miembros, permaneció continuamente en oración, fija sólo en Dios. († 1914)
Beato Metodio Domingo Trcka, presbítero y mártir
En Leopoldov, en Eslovaquia, beato Metodio Domingo Trcka, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de persecución por causa de la fe, con su glorioso martirio cambió su peregrinar terreno en vida eterna. († 1959)
Beato Álvaro del Portillo Díez de Sollano, obispo
En Roma, beato Álvaro del Portillo Díez de Sollano, obispo, prelado de la Opus Dei, primer sucesor del santo fundador en esa dignidad. († 1994)
LITURGIA DE HOY
LITURGIA DE HOY
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
EN EL TIEMPO DE CUARESMAEl "Vía Matris"
136. Así como en el plan salvífico de Dios (cfr. Lc 2,34-35) están asociados Cristo crucificado y la Virgen dolorosa, también los están en la Liturgia y en la piedad popular.
Como Cristo es el "hombre de dolores" (Is 53,3), por medio del cual se ha complacido Dios en "reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz" (Col 1,20), así María es la "mujer del dolor", que Dios ha querido asociar a su Hijo, como madre y partícipe de su Pasión (socia Passionis).
Desde los días de la infancia de Cristo, toda la vida de la Virgen, participando del rechazo de que era objeto su Hijo, transcurrió bajo el signo de la espada (cfr. Lc 2,35). Sin embargo, la piedad del pueblo cristiano ha señalado siete episodios principales en la vida dolorosa de la Madre y los ha considerado como los "siete dolores" de Santa María Virgen.
Así, según el modelo del Vía Crucis, ha nacido el ejercicio de piedad del Vía Matris dolorosae, o simplemente Vía Matris, aprobado también por la Sede Apostólica. Desde el siglo XVI hay ya formas incipientes del Vía Matris, pero en su forma actual no es anterior al siglo XIX. La intuición fundamental es considerar toda la vida de la Virgen, desde el anuncio profético de Simeón (cfr. Lc 2,34-35) hasta la muerte y sepultura del Hijo, como un camino de fe y de dolor: camino articulado en siete "estaciones", que corresponden a los "siete dolores" de la Madre del Señor.
137. El ejercicio de piedad del Vía Matris se armoniza bien con algunos temas propios del itinerario cuaresmal. Como el dolor de la Virgen tiene su causa en el rechazo que Cristo ha sufrido por parte de los hombres, el Vía Matris remite constante y necesariamente al misterio de Cristo, siervo sufriente del Señor (cfr. Is 52,13-53,12), rechazado por su propio pueblo (cfr. Jn 1,11; Lc 2,1-7; 2,34-35; 4,28-29; Mt 26,47-56; Hech 12,1-5). Y remite también al misterio de la Iglesia: las estaciones del Vía Matris son etapas del camino de fe y dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia y que esta deberá recorrer hasta el final de los tiempos.
El Vía Matris tiene como máxima expresión la "Piedad", tema inagotable del arte cristiano desde la Edad Media.
23 0 III DOMINGO DE CUARESMA
Misa del Domingo (morado).MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir la PE IV.LECC.: vol. I (C).- Ex 3, 1-8a. 13-15. “Yo soy” me envía a vosotros.- Sal 102. R. El Señor es compasivo y misericordioso.- 1 Cor 10, 1-6. 10-12. La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.- Lc 13, 1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.Moisés debe descalzarse ante Dios para responderle con decisión y generosidad a quien es compasivo y misericordioso. Reconocer su providencia es el primer paso para nuestra conversión. Jesús aprovecha algunos sucesos trágicos recientes para llamar a la conversión como actitud continua de vuelta a Dios. Con la parábola de la higuera, en donde Jesús es el trabajador de la viña y Dios padre es el dueño, el que puede cortar; Jesús nos está narrando el amor y la paciencia de Dios, incluso en las situaciones más desesperadas, y le deja al Padre el juicio.- Este domingo se celebra el primer escrutinio preparatorio al bautismo de los catecúmenos que en la Vigilia pascual serán admitidos a los sacramentos de la Iniciación cristiana, con oraciones e intercesiones propias.- Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.Liturgia de las Horas: oficio dominical. No se dice Te Deum. Comp. Dom. II.Martirologio: elogs. del 24 de marzo, pág. 220.CALENDARIOS: Tortosa: Aniversario de la muerte de Mons. Manuel Moll Salord, obispo (1972).
El "Vía Matris"
136. Así como en el plan salvífico de Dios (cfr. Lc 2,34-35) están asociados Cristo crucificado y la Virgen dolorosa, también los están en la Liturgia y en la piedad popular.
Como Cristo es el "hombre de dolores" (Is 53,3), por medio del cual se ha complacido Dios en "reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz" (Col 1,20), así María es la "mujer del dolor", que Dios ha querido asociar a su Hijo, como madre y partícipe de su Pasión (socia Passionis).
Desde los días de la infancia de Cristo, toda la vida de la Virgen, participando del rechazo de que era objeto su Hijo, transcurrió bajo el signo de la espada (cfr. Lc 2,35). Sin embargo, la piedad del pueblo cristiano ha señalado siete episodios principales en la vida dolorosa de la Madre y los ha considerado como los "siete dolores" de Santa María Virgen.
Así, según el modelo del Vía Crucis, ha nacido el ejercicio de piedad del Vía Matris dolorosae, o simplemente Vía Matris, aprobado también por la Sede Apostólica. Desde el siglo XVI hay ya formas incipientes del Vía Matris, pero en su forma actual no es anterior al siglo XIX. La intuición fundamental es considerar toda la vida de la Virgen, desde el anuncio profético de Simeón (cfr. Lc 2,34-35) hasta la muerte y sepultura del Hijo, como un camino de fe y de dolor: camino articulado en siete "estaciones", que corresponden a los "siete dolores" de la Madre del Señor.
137. El ejercicio de piedad del Vía Matris se armoniza bien con algunos temas propios del itinerario cuaresmal. Como el dolor de la Virgen tiene su causa en el rechazo que Cristo ha sufrido por parte de los hombres, el Vía Matris remite constante y necesariamente al misterio de Cristo, siervo sufriente del Señor (cfr. Is 52,13-53,12), rechazado por su propio pueblo (cfr. Jn 1,11; Lc 2,1-7; 2,34-35; 4,28-29; Mt 26,47-56; Hech 12,1-5). Y remite también al misterio de la Iglesia: las estaciones del Vía Matris son etapas del camino de fe y dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia y que esta deberá recorrer hasta el final de los tiempos.
El Vía Matris tiene como máxima expresión la "Piedad", tema inagotable del arte cristiano desde la Edad Media.
Misa del Domingo (morado).
RITOS INICIALES
RITOS INICIALES
Antífona de entrada Sal 24, 15-16
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red. Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.O bien: Cf. Ez 36, 23-26Cuando, por medio de vosotros, haga ver mi santidad, os reuniré de todos los países; derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias, y os daré un espíritu nuevo, dice el Señor.
Monición de entradaHoy es el tercer domingo de Cuaresma: el Señor nos sigue acompañando en nuestro itinerario hacia la luz de la resurrección. Durante este tiempo, nuestro ayuno y penitencia han de manifestarse en compromisos de justicia y caridad. De esta forma nuestro camino cuaresmal irá realizando en nosotros una auténtica conversión para seguir al Señor con un corazón más libre
No se dice Gloria.
Oración colecta
Oh, Dios, autor de toda misericordia y bondad,
que aceptas el ayuno, la oración y la limosna
como remedio de nuestros pecados,
mira con amor el reconocimiento de nuestra pequeñez y levanta con tu misericordia
a los que nos sentimos abatidos por nuestra conciencia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Monición de entrada
Oración colecta
Oh, Dios, autor de toda misericordia y bondad,
que aceptas el ayuno, la oración y la limosna
como remedio de nuestros pecados,
mira con amor el reconocimiento de nuestra pequeñez y levanta con tu misericordia
a los que nos sentimos abatidos por nuestra conciencia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA“Yo soy” me envía a vosotrosLectura del libro del Éxodo 3, 1-8a. 13-15EN AQUELLOS DÍAS, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo
«Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema la zarza».
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
«Moisés, Moisés».
Respondió él:
«Aquí estoy».
Dijo Dios:
«No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado».
Y añadió:
«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob».
Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios.
El Señor le dijo:
«He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos.
He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel».
Moisés replicó a Dios:
«Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?».
Dios dijo a Moisés:
«“Yo soy el que Soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros».
Dios añadió:
«Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación”».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 102, 1b-2. 3-4. 6-7. 8 y 11 (R.: 8a)R. El Señor es compasivo y misericordioso.
V. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.R. El Señor es compasivo y misericordioso.V. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.R. El Señor es compasivo y misericordioso.V. El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.R. El Señor es compasivo y misericordioso.V. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen.R. El Señor es compasivo y misericordioso.
SEGUNDA LECTURALa vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1 Cor 10, 1-6. 10-12
NO QUIERO que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y por el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos. Y para que no murmuréis, como murmuraron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía alegóricamente y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se crea seguro, cuídese de no caer.
Palabra de Dios.
Versículo antes del Evangelio Mt 4, 17
Convertíos -dice el Señor-, porque está cerca el reino de los cielos.
EVANGELIOSi no os convertís, todos pereceréis de la misma manera
✠
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9
EN AQUEL MOMENTO se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
“Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió:
“Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».
Palabra del Señor.
Papa Francisco
ÁNGELUS. Plaza de San Pedro. III Domingo de Cuaresma, 24 de
marzo de 2019
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ver Lc 13, 1-9) nos habla
de la misericordia de Dios y de nuestra conversión. Jesús narra la parábola de
la higuera estéril. Un hombre ha plantado una higuera en su viña, y con gran
confianza todos los veranos va a buscar sus frutos, pero no encuentra ninguno,
porque el árbol es estéril. Empujado por esa decepción que se repite durante
tres años, piensa en cortar la higuera para plantar otra. Llama al campesino
que está en la viña y expresa su insatisfacción, ordenándole que corte el
árbol, para no desperdiciar el suelo innecesariamente. Pero el campesino le
pide al dueño que sea paciente y que le conceda una prórroga de un año, durante
la cual el mismo dedicará más atención a la higuera, para estimular su
productividad. Esta es la parábola. ¿Qué representa esta parábola? ¿Qué
representan los personajes de esta parábola?
El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús,
mientras que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida.
Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad ―y lo hace siempre― y le
pide que espere y le conceda un poco más de tiempo para que los frutos del amor
y la justicia broten en ella. La higuera de la parábola que el dueño quiere
erradicar representa una existencia estéril, incapaz de dar, incapaz de hacer
el bien. Es un símbolo de quien vive para sí mismo, sacio y tranquilo,
replegado en su comodidad, incapaz de dirigir su mirada y su corazón a aquellos
que están cerca de él en un estado de sufrimiento, pobreza y malestar. A esta
actitud de egoísmo y esterilidad espiritual se contrapone el gran amor del
viñador por la higuera: hace esperar al dueño, tiene paciencia, sabe esperar,
le dedica su tiempo y su trabajo. Promete al dueño que prestará una atención
especial a ese árbol desafortunado.
Y esta similitud del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos
deja un tiempo para la conversión. Todos necesitamos convertirnos, dar un paso
adelante, y la paciencia de Dios, la misericordia, nos acompaña en esto. A
pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene
paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar por el camino del
bien. Pero la prórroga implorada y concedida mientras se espera que el árbol
finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El viñador
le dice al dueño: «Déjala por este año todavía» (v. 8). La posibilidad de
conversión no es ilimitada; por eso hay que tomarla de inmediato. De lo
contrario se perdería para siempre. En esta Cuaresma podemos pensar: ¿Qué debo
hacer para acercarme al Señor, para convertir, para “cortar” las cosas que no
van bien? “No, no, esperaré la próxima Cuaresma”. Pero ¿estarás vivo la próxima
Cuaresma? Pensemos hoy, cada uno de nosotros: ¿qué debo hacer ante esta
misericordia de Dios que me espera y que siempre perdona? ¿Qué debo hacer?
Podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No
debemos justificar la pereza espiritual, sino aumentar nuestro compromiso de
responder con prontitud a esta misericordia con sinceridad de corazón.
En el tiempo de Cuaresma, el Señor nos invita a la conversión. Cada uno de
nosotros debe sentirse interpelado por esta llamada, corrigiendo algo en
nuestras vidas, en nuestra manera de pensar, de actuar y vivir las relaciones
con los demás. Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios que confía
en la capacidad de todos para poder “levantarse” y reanudar el viaje. Dios es
Padre, y no apaga la llama débil, sino que acompaña y cuida a los débiles para
que puedan fortalecerse y aportar su contribución de amor a la comunidad. Que
la Virgen María nos ayude a vivir estos días de preparación para la Pascua como
un tiempo de renovación espiritual y de confianza abierta a la gracia de Dios y
a su misericordia.
Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Plaza de San Pedro, Domingo 7 de marzo de 2010
Queridos hermanos y hermanas:
La liturgia de este tercer domingo de Cuaresma nos presenta el tema de la
conversión. En la primera lectura, tomada del Libro del Éxodo, Moisés, mientras
pastorea su rebaño, ve una zarza ardiente, que no se consume. Se acerca para
observar este prodigio, y una voz lo llama por su nombre e, invitándolo a tomar
conciencia de su indignidad, le ordena que se quite las sandalias, porque ese
lugar es santo. "Yo soy el Dios de tu padre –le dice la voz– el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"; y añade: "Yo soy el que
soy" (Ex 3, 6.14). Dios se manifiesta de distintos modos también en la
vida de cada uno de nosotros. Para poder reconocer su presencia, sin embargo,
es necesario que nos acerquemos a él conscientes de nuestra miseria y con
profundo respeto. De lo contrario, somos incapaces de encontrarlo y de entrar
en comunión con él. Como escribe el Apóstol san Pablo, también este hecho fue
escrito para escarmiento nuestro: nos recuerda que Dios no se revela a los que
están llenos de suficiencia y ligereza, sino a quien es pobre y humilde ante
él.
En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús es interpelado acerca de algunos
hechos luctuosos: el asesinato, dentro del templo, de algunos galileos por
orden de Poncio Pilato y la caída de una torre sobre algunos transeúntes (cf.
Lc 13, 1-5). Frente a la fácil conclusión de considerar el mal como un efecto
del castigo divino, Jesús presenta la imagen verdadera de Dios, que es bueno y
no puede querer el mal, y poniendo en guardia sobre el hecho de pensar que las
desventuras sean el efecto inmediato de las culpas personales de quien las
sufre, afirma: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos
los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no
os convertís, todos pereceréis del mismo modo" (Lc 13, 2-3). Jesús invita
a hacer una lectura distinta de esos hechos, situándolos en la perspectiva de
la conversión: las desventuras, los acontecimientos luctuosos, no deben
suscitar en nosotros curiosidad o la búsqueda de presuntos culpables, sino que
deben representar una ocasión para reflexionar, para vencer la ilusión de poder
vivir sin Dios, y para fortalecer, con la ayuda del Señor, el compromiso de
cambiar de vida. Frente al pecado, Dios se revela lleno de misericordia y no
deja de exhortar a los pecadores para que eviten el mal, crezcan en su amor y
ayuden concretamente al prójimo en situación de necesidad, para que vivan la
alegría de la gracia y no vayan al encuentro de la muerte eterna. Pero la
posibilidad de conversión exige que aprendamos a leer los hechos de la vida en
la perspectiva de la fe, es decir, animados por el santo temor de Dios. En
presencia de sufrimientos y lutos, la verdadera sabiduría es dejarse interpelar
por la precariedad de la existencia y leer la historia humana con los ojos de
Dios, el cual, queriendo siempre y solamente el bien de sus hijos, por un
designio inescrutable de su amor, a veces permite que se vean probados por el
dolor para llevarles a un bien más grande.
Queridos amigos, recemos a María santísima, que nos acompaña en el
itinerario cuaresmal, a fin de que ayude a cada cristiano a volver al Señor de
todo corazón. Que sostenga nuestra decisión firme de renunciar al mal y de
aceptar con fe la voluntad de Dios en nuestra vida.
ÁNGELUS, Domingo 11 de marzo de 2007
Queridos hermanos y hermanas:
La página del evangelio de san Lucas, que se proclama en este tercer domingo
de Cuaresma, refiere el comentario de Jesús sobre dos hechos de crónica. El
primero: la revuelta de algunos galileos, que Pilato reprimió de modo
sangriento; el segundo, el desplome de una torre en Jerusalén, que causó
dieciocho víctimas. Dos acontecimientos trágicos muy diversos: uno, causado por
el hombre; el otro, accidental. Según la mentalidad del tiempo, la gente tendía
a pensar que la desgracia se había abatido sobre las víctimas a causa de alguna
culpa grave que habían cometido. Jesús, en cambio, dice: "¿Pensáis que
esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos?... O aquellos
dieciocho, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban
en Jerusalén?" (Lc 13, 2. 4). En ambos casos, concluye: "No, os lo
aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo" (Lc 13, 3.
5).
Por tanto, el mensaje que Jesús quiere transmitir a sus oyentes es la
necesidad de la conversión. No la propone en términos moralistas, sino
realistas, como la única respuesta adecuada a acontecimientos que ponen en
crisis las certezas humanas. Ante ciertas desgracias -advierte- no se ha de
atribuir la culpa a las víctimas. La verdadera sabiduría es, más bien, dejarse
interpelar por la precariedad de la existencia y asumir una actitud de
responsabilidad: hacer penitencia y mejorar nuestra vida. Esta es sabiduría,
esta es la respuesta más eficaz al mal, en cualquier nivel, interpersonal,
social e internacional. Cristo invita a responder al mal, ante todo, con un
serio examen de conciencia y con el compromiso de purificar la propia vida. De
lo contrario -dice- pereceremos, pereceremos todos del mismo modo.
En efecto, las personas y las sociedades que viven sin cuestionarse jamás
tienen como único destino final la ruina. En cambio, la conversión, aunque no
libra de los problemas y de las desgracias, permite afrontarlos de
"modo" diverso. Ante todo, ayuda a prevenir el mal, desactivando algunas
de sus amenazas. Y, en todo caso, permite vencer el mal con el bien, si no
siempre en el plano de los hechos -que a veces son independientes de nuestra
voluntad-, ciertamente en el espiritual. En síntesis: la conversión vence el
mal en su raíz, que es el pecado, aunque no siempre puede evitar sus
consecuencias.
Pidamos a María santísima, que nos acompaña y nos sostiene en el itinerario
cuaresmal, que ayude a todos los cristianos a redescubrir la grandeza, yo
diría, la belleza de la conversión. Que nos ayude a comprender que hacer
penitencia y corregir la propia conducta no es simple moralismo, sino el camino
más eficaz para mejorarse a sí mismo y mejorar la sociedad. Lo expresa muy bien
una feliz sentencia: Es mejor encender una cerilla que maldecir la oscuridad.
Se dice Credo.
Oración de los fieles (Año C)
Oremos al Señor nuestro Dios. Él es compasivo y misericordioso.
- Por la Iglesia, pueblo de Dios, que peregrina en la Cuaresma
hacia la Pascua, para que sepa responder a la llamada de Dios en todo lo que
sucede. Roguemos al Señor.
- Por todos los llamados, como Moisés, a ejercer cargos de
responsabilidad al servicio de los demás, para que cumplan su gestión con la
mayor generosidad de ánimo. Roguemos al Señor.
- Por todos los que sufren injusticias y han perdido la
esperanza, para que sus quejas sean oídas. Roguemos la Señor.
- Por nosotros, para que no nos creamos seguros, sepamos
comprender los signos de Dios y no se endurezca nuestro corazón. Roguemos al
Señor.
Ten, Señor, paciencia con nosotros,perdona
nuestras culpas,y escucha nuestras súplicas.Por Jesucristo nuestro Señor
Moisés se dijo
«Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema la zarza».
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
«Moisés, Moisés».
Respondió él:
«Aquí estoy».
Dijo Dios:
«No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado».
Y añadió:
«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob».
Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios.
El Señor le dijo:
«He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos.
He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel».
Moisés replicó a Dios:
«Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?».
Dios dijo a Moisés:
«“Yo soy el que Soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros».
Dios añadió:
«Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación”».
V. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
lento a la ira y rico en clemencia.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen.
SEGUNDA LECTURALa vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1 Cor 10, 1-6. 10-12
NO QUIERO que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y por el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos. Y para que no murmuréis, como murmuraron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía alegóricamente y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se crea seguro, cuídese de no caer.
Palabra de Dios.
Versículo antes del Evangelio Mt 4, 17
Convertíos -dice el Señor-, porque está cerca el reino de los cielos.
EVANGELIOSi no os convertís, todos pereceréis de la misma manera
✠
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9
EN AQUEL MOMENTO se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
“Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió:
“Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».
Palabra del Señor.
Papa Francisco
ÁNGELUS. Plaza de San Pedro. III Domingo de Cuaresma, 24 de
marzo de 2019
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ver Lc 13, 1-9) nos habla
de la misericordia de Dios y de nuestra conversión. Jesús narra la parábola de
la higuera estéril. Un hombre ha plantado una higuera en su viña, y con gran
confianza todos los veranos va a buscar sus frutos, pero no encuentra ninguno,
porque el árbol es estéril. Empujado por esa decepción que se repite durante
tres años, piensa en cortar la higuera para plantar otra. Llama al campesino
que está en la viña y expresa su insatisfacción, ordenándole que corte el
árbol, para no desperdiciar el suelo innecesariamente. Pero el campesino le
pide al dueño que sea paciente y que le conceda una prórroga de un año, durante
la cual el mismo dedicará más atención a la higuera, para estimular su
productividad. Esta es la parábola. ¿Qué representa esta parábola? ¿Qué
representan los personajes de esta parábola?
El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús,
mientras que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida.
Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad ―y lo hace siempre― y le
pide que espere y le conceda un poco más de tiempo para que los frutos del amor
y la justicia broten en ella. La higuera de la parábola que el dueño quiere
erradicar representa una existencia estéril, incapaz de dar, incapaz de hacer
el bien. Es un símbolo de quien vive para sí mismo, sacio y tranquilo,
replegado en su comodidad, incapaz de dirigir su mirada y su corazón a aquellos
que están cerca de él en un estado de sufrimiento, pobreza y malestar. A esta
actitud de egoísmo y esterilidad espiritual se contrapone el gran amor del
viñador por la higuera: hace esperar al dueño, tiene paciencia, sabe esperar,
le dedica su tiempo y su trabajo. Promete al dueño que prestará una atención
especial a ese árbol desafortunado.
Y esta similitud del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos
deja un tiempo para la conversión. Todos necesitamos convertirnos, dar un paso
adelante, y la paciencia de Dios, la misericordia, nos acompaña en esto. A
pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene
paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar por el camino del
bien. Pero la prórroga implorada y concedida mientras se espera que el árbol
finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El viñador
le dice al dueño: «Déjala por este año todavía» (v. 8). La posibilidad de
conversión no es ilimitada; por eso hay que tomarla de inmediato. De lo
contrario se perdería para siempre. En esta Cuaresma podemos pensar: ¿Qué debo
hacer para acercarme al Señor, para convertir, para “cortar” las cosas que no
van bien? “No, no, esperaré la próxima Cuaresma”. Pero ¿estarás vivo la próxima
Cuaresma? Pensemos hoy, cada uno de nosotros: ¿qué debo hacer ante esta
misericordia de Dios que me espera y que siempre perdona? ¿Qué debo hacer?
Podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No
debemos justificar la pereza espiritual, sino aumentar nuestro compromiso de
responder con prontitud a esta misericordia con sinceridad de corazón.
En el tiempo de Cuaresma, el Señor nos invita a la conversión. Cada uno de
nosotros debe sentirse interpelado por esta llamada, corrigiendo algo en
nuestras vidas, en nuestra manera de pensar, de actuar y vivir las relaciones
con los demás. Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios que confía
en la capacidad de todos para poder “levantarse” y reanudar el viaje. Dios es
Padre, y no apaga la llama débil, sino que acompaña y cuida a los débiles para
que puedan fortalecerse y aportar su contribución de amor a la comunidad. Que
la Virgen María nos ayude a vivir estos días de preparación para la Pascua como
un tiempo de renovación espiritual y de confianza abierta a la gracia de Dios y
a su misericordia.
Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Plaza de San Pedro, Domingo 7 de marzo de 2010
Queridos hermanos y hermanas:
La liturgia de este tercer domingo de Cuaresma nos presenta el tema de la
conversión. En la primera lectura, tomada del Libro del Éxodo, Moisés, mientras
pastorea su rebaño, ve una zarza ardiente, que no se consume. Se acerca para
observar este prodigio, y una voz lo llama por su nombre e, invitándolo a tomar
conciencia de su indignidad, le ordena que se quite las sandalias, porque ese
lugar es santo. "Yo soy el Dios de tu padre –le dice la voz– el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"; y añade: "Yo soy el que
soy" (Ex 3, 6.14). Dios se manifiesta de distintos modos también en la
vida de cada uno de nosotros. Para poder reconocer su presencia, sin embargo,
es necesario que nos acerquemos a él conscientes de nuestra miseria y con
profundo respeto. De lo contrario, somos incapaces de encontrarlo y de entrar
en comunión con él. Como escribe el Apóstol san Pablo, también este hecho fue
escrito para escarmiento nuestro: nos recuerda que Dios no se revela a los que
están llenos de suficiencia y ligereza, sino a quien es pobre y humilde ante
él.
En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús es interpelado acerca de algunos
hechos luctuosos: el asesinato, dentro del templo, de algunos galileos por
orden de Poncio Pilato y la caída de una torre sobre algunos transeúntes (cf.
Lc 13, 1-5). Frente a la fácil conclusión de considerar el mal como un efecto
del castigo divino, Jesús presenta la imagen verdadera de Dios, que es bueno y
no puede querer el mal, y poniendo en guardia sobre el hecho de pensar que las
desventuras sean el efecto inmediato de las culpas personales de quien las
sufre, afirma: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos
los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no
os convertís, todos pereceréis del mismo modo" (Lc 13, 2-3). Jesús invita
a hacer una lectura distinta de esos hechos, situándolos en la perspectiva de
la conversión: las desventuras, los acontecimientos luctuosos, no deben
suscitar en nosotros curiosidad o la búsqueda de presuntos culpables, sino que
deben representar una ocasión para reflexionar, para vencer la ilusión de poder
vivir sin Dios, y para fortalecer, con la ayuda del Señor, el compromiso de
cambiar de vida. Frente al pecado, Dios se revela lleno de misericordia y no
deja de exhortar a los pecadores para que eviten el mal, crezcan en su amor y
ayuden concretamente al prójimo en situación de necesidad, para que vivan la
alegría de la gracia y no vayan al encuentro de la muerte eterna. Pero la
posibilidad de conversión exige que aprendamos a leer los hechos de la vida en
la perspectiva de la fe, es decir, animados por el santo temor de Dios. En
presencia de sufrimientos y lutos, la verdadera sabiduría es dejarse interpelar
por la precariedad de la existencia y leer la historia humana con los ojos de
Dios, el cual, queriendo siempre y solamente el bien de sus hijos, por un
designio inescrutable de su amor, a veces permite que se vean probados por el
dolor para llevarles a un bien más grande.
Queridos amigos, recemos a María santísima, que nos acompaña en el itinerario cuaresmal, a fin de que ayude a cada cristiano a volver al Señor de todo corazón. Que sostenga nuestra decisión firme de renunciar al mal y de aceptar con fe la voluntad de Dios en nuestra vida.
ÁNGELUS, Domingo 11 de marzo de 2007
Queridos hermanos y hermanas:
La página del evangelio de san Lucas, que se proclama en este tercer domingo
de Cuaresma, refiere el comentario de Jesús sobre dos hechos de crónica. El
primero: la revuelta de algunos galileos, que Pilato reprimió de modo
sangriento; el segundo, el desplome de una torre en Jerusalén, que causó
dieciocho víctimas. Dos acontecimientos trágicos muy diversos: uno, causado por
el hombre; el otro, accidental. Según la mentalidad del tiempo, la gente tendía
a pensar que la desgracia se había abatido sobre las víctimas a causa de alguna
culpa grave que habían cometido. Jesús, en cambio, dice: "¿Pensáis que
esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos?... O aquellos
dieciocho, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban
en Jerusalén?" (Lc 13, 2. 4). En ambos casos, concluye: "No, os lo
aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo" (Lc 13, 3.
5).
Por tanto, el mensaje que Jesús quiere transmitir a sus oyentes es la
necesidad de la conversión. No la propone en términos moralistas, sino
realistas, como la única respuesta adecuada a acontecimientos que ponen en
crisis las certezas humanas. Ante ciertas desgracias -advierte- no se ha de
atribuir la culpa a las víctimas. La verdadera sabiduría es, más bien, dejarse
interpelar por la precariedad de la existencia y asumir una actitud de
responsabilidad: hacer penitencia y mejorar nuestra vida. Esta es sabiduría,
esta es la respuesta más eficaz al mal, en cualquier nivel, interpersonal,
social e internacional. Cristo invita a responder al mal, ante todo, con un
serio examen de conciencia y con el compromiso de purificar la propia vida. De
lo contrario -dice- pereceremos, pereceremos todos del mismo modo.
En efecto, las personas y las sociedades que viven sin cuestionarse jamás
tienen como único destino final la ruina. En cambio, la conversión, aunque no
libra de los problemas y de las desgracias, permite afrontarlos de
"modo" diverso. Ante todo, ayuda a prevenir el mal, desactivando algunas
de sus amenazas. Y, en todo caso, permite vencer el mal con el bien, si no
siempre en el plano de los hechos -que a veces son independientes de nuestra
voluntad-, ciertamente en el espiritual. En síntesis: la conversión vence el
mal en su raíz, que es el pecado, aunque no siempre puede evitar sus
consecuencias.
Pidamos a María santísima, que nos acompaña y nos sostiene en el itinerario
cuaresmal, que ayude a todos los cristianos a redescubrir la grandeza, yo
diría, la belleza de la conversión. Que nos ayude a comprender que hacer
penitencia y corregir la propia conducta no es simple moralismo, sino el camino
más eficaz para mejorarse a sí mismo y mejorar la sociedad. Lo expresa muy bien
una feliz sentencia: Es mejor encender una cerilla que maldecir la oscuridad.
Se dice Credo.
Oración de los fieles (Año C)
Oremos al Señor nuestro Dios. Él es compasivo y misericordioso.
- Por la Iglesia, pueblo de Dios, que peregrina en la Cuaresma
hacia la Pascua, para que sepa responder a la llamada de Dios en todo lo que
sucede. Roguemos al Señor.
- Por todos los llamados, como Moisés, a ejercer cargos de
responsabilidad al servicio de los demás, para que cumplan su gestión con la
mayor generosidad de ánimo. Roguemos al Señor.
- Por todos los que sufren injusticias y han perdido la
esperanza, para que sus quejas sean oídas. Roguemos la Señor.
- Por nosotros, para que no nos creamos seguros, sepamos
comprender los signos de Dios y no se endurezca nuestro corazón. Roguemos al
Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCARÍSTICA
concédenos, en tu bondad, que, al pedirte el perdón nuestras ofensas,
nos esforcemos en perdonar las de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Padre rico en misericordia,
ahora que, en nuestro itinerario hacia la luz pascual,
seguimos los pasos de Cristo,
maestro y modelo de la humanidad,
reconciliada en el amor.
el comino de un nuevo éxodo
a través del desierto cuaresmal,
para que, llegados a la montaña santa,
con el corazón contrito y humillado,
reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza,
convocado para bendecir tu nombre,
escuchar tu Palabra
y experimentar con gozo tus maravillas.
unidos a los ángeles, ministros de tu gloria,
proclamamos el canto de tu alabanza:
Antífona de comunión Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa alabándote siempre.
prenda de eterna salvación, te suplicamos, Señor,
que se haga realidad en nuestra vida
lo que hemos recibido en este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre el puebloV/. El Señor esté con vosotros. R/.V/. Inclinaos para recibir la bendición.Te pedimos, Señor, que dirijas los corazones de tus fieles
y les concedas benigno la gracia
de permanecer firmes en el amor a ti y al prójimo,
y de cumplir plenamente tus mandamientos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo +, y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
y les concedas benigno la gracia
de permanecer firmes en el amor a ti y al prójimo,
y de cumplir plenamente tus mandamientos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Padre, Hijo +, y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
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